En la playa
Una mujer cumple su fantasía de hacer el amor con su hombre en un lluvioso fin de semana en la playa.
No se que tienen los días de lluvia que me ponen algo melancólica pero a la vez me excitan. Claro que si ese día de lluvia transcurre en la playa a mi me resulta aun mas excitante. Esa es la historia que les relato a continuación.
Era un viernes de finales de octubre cuando me encontraba sola pasando un fin de semana en la playa. Todo era perfecto: el sol, la dorada arena y las límpidas aguas del mar Caribe que abrazan las costas de mi país. A eso de las 4 de la tarde el cielo empieza a tornarse gris plomizo y ya a las 5 PM estallaba una tormenta, con agua, viento y unos truenos que hacían crujir los goznes de la puerta en la vieja cabaña que yo habitaba.
Yo que desde niña he sentido verdadero jubilo al presenciar el esplendor terrible de una tormenta me apresuro a trotar alrededor de la playa llevando sobre el cuerpo no mas que una desgastada camiseta y unos shorts. Reí, salte, baile como loca en medio de la playa. Me sentía tan y tan exaltada, casi todo era perfecto. Excepto, claro que El no estaba conmigo.
Hubiese sido perfecto que como algo mas que dos camaradas compartiéramos la dicha de observar la naturaleza en toda su magnifica belleza. Pero mientras dejaba que la lluvia corriera por mi rostro así no mas como si fuese un conjuro, se aparece el. Todo vestido de negro casi parece un ángel caído. No lo puedo creer, que este aquí. Nuestra relación que últimamente no ha marchado bien, el sexo había menguado bastante y el que me había dejado venir sola acá bajo pretexto de que tenia mucho trabajo. Pero a menos que no estuviese padeciendo alucinaciones visuales el hombre que se acercaba era nada mas y nada menos que mi hombre.
Guao, parecía la respuesta a todas mis plegarias. Lo vi acercarse a mi lentamente, con pasos de felino, parecía que no le afectase el terrible viento que azotaba con fuerza las olas. Dejo escapar un hondo suspiro, se que cuando lo tenga en frente abre perdonado todas y cada una de sus faltas y es que no puedo resistirme al embrujo de su voz, de su mirada y sus manos.
Sus manos......realmente adoro sus manos. Son tan masculinas, tan bellas que incluso me gusta la pequeña cicatriz que tiene en el meñique izquierdo. No soporto su lentitud, corro hacia el y me lanzo a abrazarlo como una loca. Lo beso, lo muerdo, lo estrujo. Estoy tan feliz de verlo. El me abraza, me aleja un poco de si para mirar mis ojos y me da un beso profundo, caliente, ardiente que recorre cada una de mis terminaciones sensoriales. Yo le devuelvo el beso, acaricio su nuca y le digo al oído que lo amo.
Siempre había tenido la fantasía de hacer el amor en la playa bajo una tormenta y al parecer este era el día perfecto para satisfacer este tan largamente anhelado momento.
Mientras nos besamos, desabrocho con lentitud cada uno de los botones de su camisa hasta llegar al botón de sus pantalones, cuando también lo desabrocho el me dice sorprendido:
-¿Aquí?
Yo que me encuentro absorta en la tarea de bajarle los pantalones me limito a asentir con la cabeza. Al dejarlo solo en calzoncillos, me apresuro a quitarme la camiseta y los shorts. Nuevamente nos enfrascamos en un inolvidable beso. El me tira en la arena y empieza a acariciar mi cuello con sus labios. Lentamente, desesperándome enloqueciéndome. Mis dedos tamborilean impacientes por su espalda. Mientras el asciende y besa mi frente, mis mejillas... mis labios descienden y aprietan su trasero. Mi amor tiene unas nalgas realmente hermosas que a veces me dan ganas de pellizcar en los momentos y lugares mas inapropiados. Sus maravillosas manos acarician mis hombros mientras sentimos que la lluvia arrecia. Nuestros cuerpos son lavados bajo el torrencial aguacero mientras que casi asfixiados probamos el sabor de nuestros labios.
Es increíble......lo agarro por los hombros y dando un giro de 180 grados me coloco a horcajadas sobre su pelvis. El me mira sorprendido por tan brusco movimiento y yo solo sonrío y desciendo el rostro hacia el suyo, lentamente paso mi lengua por el humedecido contorno de sus labios, tomo entre mis dientes su labio inferior y luego de darle un pequeño mordisco, lo succiono. Mis manos recorren sus hombros y mis labios recorren con pasión su cuello, su pecho. Me detengo en sus telillas, lo beso, por la línea media recorro el camino hasta su ombligo donde poso mi lengua y en círculos danzantes mido su diámetro. Sigo, estimulada por sus gemidos el descenso hacia su masculinidad, lo beso y no le presto mayor atención. Beso la parte interior de sus muslos y aspiro su aroma.
Sigo mi recorrido por sus muslos, sus piernas mientras todo mi cuerpo tiembla no solo a causa del frío si no de el placer tan grande que me produce recorrer con mis labios su cuerpo. Llego a sus pies, meto su dedo grande dentro de mi boca y le doy un mordisco. El me mira entre extasiado e incrédulo.
Con sus manos dirige mi cara hacia su excitada masculinidad. He decidido no hacerlo esperar mas. Con verdadero amor mis labios recorren sus pliegues, lamen sus bordes y succionan sus contenidos...Mientras mi amado aprieta mis hombros siento la necesidad de tenerlo dentro de mi. Dirijo mi pelvis hacia mi enhiesto objetivo.
Ummm se siente tan bien, mi feminidad recorre su longitud y mi interior lo alberga entrañablemente. Es como el candado y la llave, como un receptor y una proteína, nuestros miembros están hechos para acoplarse a la perfección. Mis caderas empiezan una danza ansiosa, descienden, ascienden hasta que pierdo el control de mi y en un delirante momento su ser se vierte en mi mientras el cielo lo hace sobre nuestros cuerpos.