En la playa
Dos amigos de mi mrido me follan en nuestra casita de la playa.
Otra historia.
Esta es otra historia que me ocurrió este verano. Mi marido y yo tenemos un chalecito en la Costa Brava, donde pasamos parte del verano. En Julio de este año, se empeñó en invitar a dos amigos suyos de la mili que estaban solteros. A mi,la verdad no me hacía mucha gracia, pero como la casa es suya, tenía que aceptarlo.
Nosotros estabamos allí pasando el verano y ellos llegaron un viernes por la tarde. Uno se llamaba Andrés y otro Luis. Rondaban los 35 años. Andrés era bastante apuesto, alto y atlético, moreno de muy buen ver. Luis era más gordito y mas bajo pero muy simpático y sonriente y un poquito vacilón, cosa que a mi me agradaba mucho.
Mi marido notó que a mi no me gustaba demasiado que vinieran y me pidió varias veces que fuese amable con ellos. Cuando llegaron, yo estaba vestida informalmente, con unos vaqueros muy cortos y muy bajos de talle, con lo que a nada que me agachase se me veía el tanga negro que llevaba. Luego llevaba una blusa anudada y bastante abierta que me dejaba un escote muy generoso, por supuesto sin sujetador, porque era verano y hacía calor.
Entre lo que se me veía a traves del escote y a través de la camisa, imaginaos. Enseguida noté sus miradas en mis tetas y en mi culo, sus sonrisas insinuantes y sus pequeños roces, cosa que me empezó a poner cachondona, por lo que disimuladamente me dejé desabrochado el botón del pantalón y aflojé el nudo de la blusa para enseñar un poquito más. Durante la cena les servía y aprovechaba para que me vieran las tetas y para pasar cerca de ellos y rozarles con ellas o con el culo.
Después de cenar me quité el tanga y bajé un poco la bragueta para que pudieran adivinar mis pelos. Me senté enfrente de ellos para que al abrir mis piernas tuvieran una buena visión, pero esa noche no pasó nada. Nos fuimos a dormir, pero yo estaba tan caliente que no podía hacerlo y me levanté al salón. Llevaba puesto un camisoncito corto muy fino, sin ropa interior. No podía más y me empecé a masturbar pensando en ellos. Lo hacía con las dos manos, con las piernas muy separadas encima del sillón, tocándome el coño y el culo, chupándome los dedos y tocándome las tetas.
Me había bajado las hombreras y las había sacado fuera para poder sobarlas mejor y tenía remangado el camisón hasta la cintura. Tuve un orgasmo muy rico y cuando me estaba recolocando la ropa vi a Andrés con un vaso de agua. ¡Hola! me dijo, - he ido a por un vaso de agua-. Yo le sonreí. No se lo que vió pero probablemente fue todo a juzgar por el bulto que se adivinaba bajo su calzoncillo, de esos justitos que marcan paquete. Nos fuimos a dormir. A la mañana siguiente fuimos a la playa. Me puse un biquini tanga blanco muy sexy y encima un vestidito a juego, muy corto y casi transparente.
Cuando llegamos, mi marido y Luis se fueron a bucear. Andrés dijo que no le apetecía y yo me puse a tomar el sol. Al rato, me dijo que si quería que me pusiese crema, que tenía que cuidar mi piel tan bonita. Yo le sonreí y le dije que si, mientras que me acomodaba tumbada boca abajo y me desabrochaba la parte de arriba del biquini. Empezó a extenderme el protector con un masaje que me estaba poniendo a mil. Sus manos pasaban por los laterales de mis tetas, por mi cuello, y se acercaban peligrosamente a mi culo. Yo me dejaba hacer porque me estaba dando mucho placer.
¿Qué te pasaba anoche? Me dijo
No podía dormir, le contesté
Yo tampoco, y después de lo que vi, menos, me volvió a decir
Entonces extendió crema en mis nalgas, sobándolas sin ningún disimulo. Yo ronroneé
¡Que puta eres!
Esas palabras me excitaron sobremanera, de forma que arqueé mi culo para que me lo sobara mejor. Cogió el bote de crema, retiró la cinta de mi tanga, echó un chorrito entre mis nalgas y empezó a extenderlo con sus dedos, recorriendo desde mi clítoris hasta mi ano. Me estaba dando un placer inmenso.
Esto si que te va a gustar, me decía.
Nos colocamos de tal forma que tenía mi cabeza apoyada en su pierna, muy cercita de su ingle. Su polla empezaba crecer, podía sentir su olor de lo cerca que la tenía de mi cara. A medida que crecía se aproximaba a mi boca. Si sacaba la lengua la lamía cosa que no pude evitar hacer mientras el me metía los dedos en el culo y en el coño que ya lo tenía chorreando y con la otra mano me tocaba los pezones. Me corrí como una loca justo antes de que llegaran mi marido y Luis. Enseguida se hizo la hora de comer y nos fuimos a casa. Antes, mientras recogíamos las cosas Andrés me dijo al oido:
Zorrita, ponte el vestidito sin nada debajo.
Le obedecí. Así vestida me sentía medio desnuda pero esa sensación me encantaba. Mi marido ni se fijó, pero se me clareaban los pezones que los tenía tiesos como velas de lo excitada que estaba. En el coche de vuelta yo me senté atrás con Andrés, que se puso justo detrás de mi marido que conducía. Mientras marchábamos me iba sobando las piernas y levantándome el vestido cada vez más arriba, dejándome el coño casi al aire . De pronto me cogió la mano se sacó la polla y me hizo agarrársela. Con un leve gesto se dirigió a Luis que miró y me vió con el vestido remangado y haciéndole una paja a Andrés.
¿Ves?, le dijo. ¿No te lo decía yo?. Luis soltó una carcajada.. Cuando Andrés estaba apunto de correrse me dijo:
Mira lo que buscabas antes. Era un excusa para que me agachase y me metiese su polla en la boca.
¿Qué es? Dijo mi marido
Un pendiente, le respondió Andrés, que me había cogido de la nuca a la vez que fingía agacharse también para empujar mi cabeza y que no me pudiera sacar la polla de la boca.
Se corrió llenándome de su leche caliente toda mi boca. Yo intentaba tragarmela toda pero algo se me salía por la comisura de los labios que me limpié disimuladamente para que mi marido no se diese cuenta.
Al llegar a casa empezamos a preparar la comida. Ellos se habían quedao en pantalón de deporte, de esos pequeños, de atletismo, con el torso al aire. En un momento en que mi marido estaba en la cocina y nosotros en el salón Andrés le dijo a Luis delante de mi:
¿No te decía que esta tia es un zorrón?.Me ha hecho una mamada en el coche.
A mi me vas a hacer lo mismo me decía Luis, mientras me hacía agacharme delante de el y me restregaba el paquete por la cara.
Si, le decía yo, claro que si, ya verás.
Yo iba y venía llevando cosas para poner la mesa mientras mi marido preparaba una paella en la cocina. Aprovechaba cualquier situación para agacharme y enseñarles el culo, o las tetas, y ellos para sobarme. Una vez casi nos pilla mi marido: yo estaba apoyada en la mesa, con el culo en pompa. Luis me había levantado el vestido y se había sacado la polla que había metido entre mis nalgas. De pronto entró mi marido y apenas tuvo tiempo de guardarsela. Andrés soltó una carcajada y Luis se puso colorado, pero no pasó nada.
En los postres, mi marido propuso ir de pesca. Tanto Andrés como Luis dijeron que estaban cansados y que preferían echarse la siesta. Mi marido les preguntó si les importaba que se fuera él a lo que respondieron que de ninguna manera, que hiciera lo que le apeteciera, que había confianza suficiente etc etc, pero en realidad estaban deseando quedarse conmigo, y yo con ellos. Dijo que volvería sobre las siete. Cuando entraba de despedirlo, ya me estaban esperando con mirada de satiros.
Sácate las tetas y ven a cuatro patas me ordenó Andrés.
Me bajé los tirantes del vestido y me lo deslicé un poco para que me salieran las tetas. Al ponerme a cuatro patas quedaban colgando, y el vestido se me subía dejandome el culo al aire. Ellos se sacaron la polla. La de Andrés era normal pero la de Luis era muy gorda cosa que a mi me encanta.
Mira lo que tenemos para ti, guarra me decían.
Yo iba despacito, relamiéndome sin quitar los ojos de la polla de Luis, bamboleando mis tetas y mi culo. Al llegar a la altura de Luis que estaba sentado en el sillón, puse mi cara entre sus piernas y empecé a lamerle desde los muslos hacia arriba, pasando por sus huevos, hasta su polla, que agarré con la mano y me la metí en la boca. Me cogió la cabeza con las dos manos y empezó a moverse metiendo y sacando su polla que yo atrapaba y acariciaba con los labios. Luego la sacó y la empezó a restregar por las tetas, empujándome los pezones con ella como si me los follara, mientra que en la mano tenía la polla de Andrés al que le estaba haciendo una paja lentita. A todo esto, ellos no paraban de decirme guarrerías, lo puta que era y lo que me gustaban sus pollas. Andrés se levantó y empezó a restregarme sus huevos y su polla por mi espalda, mientras me daba pequeños azotes en las nalgas, que acabaron rojas.
Te voy a dar por culo, me dijo. ¿Tu marido te lo folla?
No, le contesté
Me separó las nalgas con las manos y me escupió dentro para llenarmelo de saliva. Con su polla la extendió y poco a poco la fue metiendo dentro. Apenas me dolió,todo lo contrario, la sensación de placer fue inmensa. Sentir una polla en mi culo y el pollón de Luis otra vez en mi boca me enloquecía de placer, hasta que me corrí. Al rato cambiaron de posición.
Ahora era el rabo de Luis el que me daba por culo. Era bastante mas gordo, pero como ya lo tenía dilatado tampoco me dolió. Andrés me hizo levantar y me la clavó en el coño. Ahora me follaban por los dos agujeros. Yo estaba sentada a hocajadas encima de Andrés que follaba mi coño, y por detrás Luis metía su enorme polla en mi culo. La sensación era tal que me volvía a correr y al verme, Andrés también lo hizo. Luis la saco de mi culo y me dijo:
Lo prometido es deuda. Me sentó en el sillón y se puso encima de mi. Metió su polla entre mis tetas primero y después me la volvió a meter en la boca, mientras me cogía las manos y me hacía agarrarle de las nalgasbombeandome en la boca hasta que se corrió. Echó tanta leche que me chorreó hasta las tetas que me quedaron empapadas. No dejaron que me limpiase.
Queremos que huelas nuestro semen durante toda la noche me dijeron. Y asi fue.