En la piscina Municipal

Tengo que confiar ciegamente en ti. Ni te conozco.

En la piscina municipal.

No recuerdo cómo eran las duchas ni los vestuarios. ¿Eran abiertos o cerrados?. Sí, si había cabinas. ¿Las duchas eran comunes? . Tu solo dices que vaya. Que será fácil.

Tengo que confiar ciegamente en ti. Ni te conozco.

En tus e-mails eres tajante. Tal vez sea esa sequedad, esas escuetas letras las que cargan tus mensajes de morbo.

“Lleva un albornoz con capucha. Entra y cuélgalo en la puerta de la ducha, que asome. Luego date la vuelta mirando a la pared. Cuando entre, no gires la cabeza. Manos contra la pared. ¿Obedecerás?”.

Un sencillo “sí”. Y una hora por toda respuesta.

Yo sé que iré. Sabes que allí estaré. No hace falta decir más.

Al menos hay tres duchas humeando... No sé dónde estás.

Daré el agua. Media vuelta... de cara a la pared...

Champú en mi mano... Espuma... Mucha espuma mientras siento caer el agua caliente por mi espalda.... Relajante. Cierro los ojos.

Sé que estás ahí. No digo nada. Un ruidito. Has puesto el cerrojo.

Una mano recorre mi espalda. Inspiro profundamente. Descansa sobre mis riñones.

Coloco las manos contra la pared. Inclino un poco mi cuerpo hacia adelante y separo las piernas.

Como si me fuera a cachear la policía. Fue lo que te faltó poner en las instrucciones.

Noto el agua correr por la espalda. Sobeteas mis nalgas.... Sé que estás cerca. Casi pegado a mi cuerpo.

Te arrimas a mí. La siento. La noto crecer. Me ha golpeado el muslo.

Cógela susurras. Agarras mi muñeca y la guías.

La tienes dura... durísima... La muevo lentamente.

Me detienes. Solo quieres que la sienta, que note su diámetro. Su grosor. Su dureza.... Me haces abrir la palma de la mano. Me la diriges para que sienta tus testículos... Quieres que también te les acaricie. No hay vello.

Vuelvo a rodearla con mis dedos. Se te escapa un gemido y un pequeño espasmo. Es tu primer y único gesto de debilidad. Es mi única victoria.

Apartas mi mano y colocas mis brazos. Desde la mano hasta el codo apoyados en los azulejos. La frente recostada en los antebrazos. El cuerpo aún más hacia atrás. La rendición es mayor. La exposición de mis nalgas también.

Tu dedo rodea mi boca. Dibuja mis labios... Tu voz obscena... “me la vas a chupar”...

Asiento... Adivino tu sonrisa de triunfador. No necesito verla.

Tus manos separan mis muslos... Obedezco a la mínima presión.

Una mano se mete entre los muslos por detrás. Baja... Se restriega... Palpa mi sexo con energía y deshace el camino.

De nuevo juegas con mis nalgas. Ahora tus caricias son más fuertes. Más ansiosas. Los dedos se clavan como garras en mis glúteos. Me abres. Ahora tu polla se mete entre mis nalgas.

Haces que las recorra. De arriba abajo. De abajo a arriba. A su alrededor... Otra vez... De arriba a abajo. De abajo a arriba...

Solo es un instante. Un solo instante que me hace temblar. Se ha detenido en mi ano. Antes le ha rozado varias veces haciéndome estremecer, pero ahora se ha detenido. Intento acoplar mi agitada respiración a la tuya. Presionas. La mueves un poco en la entrada. Vuelves a clavar tus dedos. Me abres aun más. Tu polla aprieta mi entrada. Empuja. Sé que podrías hacer más fuerza. Solo presiona.

Me sujetas por las caderas. Las manos bajan por el interior de los muslos rozando las ingles. Atraen mi cuerpo al tuyo...

Sé que no me penetrarás... La postura... El sitio... Me has dicho que no lo harás. Pero... Está ahí... en mi entrada... empujando...

Cojo aire. Contengo la respiración. La siento... Está llamando a mi puerta... Me has dicho que no me lo harás, me repito una y mil veces... Unos segundos que parecen una eternidad...

Estoy que ardo... Mi sexo puede explotar de un momento a otro...

El tuyo ya lo ha hecho. Has regado mis nalgas con tu pringoso semen.

Te has ido...

csdsumiso@hotmail.com