En la piscina de mis cuñados con mi mujer
Nada como una piscina cubierta y quedarse a solas con tu mujer, para que el agua de la piscina empiece a calentarse...
Tras leer varios de vuestros relatos, me he decidido a compartir con vosotros mis propias experiencias. Mi mujer también entra a leer relatos porque les excita, por lo que alteraré ligeramente los datos para que no me descubra.
Estoy casado desde hace 7 años. Mi mujer (vamos a llamarla Ana) es delgada, de 1.60m, rubia y ojos marrones, con uno de esos culos tan apetecibles tanto en braguitas como con vaqueros o mallas.
Hace un par de años, mis cuñados compraron la parcela de al lado de su casa y la unieron a la suya, para construirse una piscina cubierta. Solemos acabar allí tras pasar el día en la playa para darnos un último remojón. Al ser muy privada, siempre he fantaseado con montármelo con mi mujer en los escalones de la piscina, pero nunca hemos estado solos y a ella le da mucho corte que nos puedan pillar mis cuñados. En una ocasión, al poco de estrenar la piscina, mi cuñado estaba trabajando, los peques estaban en casa de su abuela y mi cuñada había salido a comprar por lo que nos quedamos solos durante un rato en la casa, dentro de la piscina. Aproveché para quitarle la parte de abajo del bikini a mi mujer, la cogí de la cintura y la senté en el borde de la piscina. Me decía que parara, que mi cuñado estaba al volver del trabajo y que Sara (como vamos a llamar a mi cuñada) no sabíamos cuánto tardaría en volver o si podía regresar a coger algo que se le hubiera olvidado. Eso no hacía sino excitarme más, pensar que nos pudieran pillar, así que le abrí de piernas y metí mi cabeza entre ellas. Ana me empujaba y me pedía que parara pero al segundo lametón, sus manos ya no me empujaban para alejarme, sino que me cogían de la cabeza para apretarme contra ella. Allí estaba, recién salida de la piscina, con el pelo mojado, sin el bikini, con las piernas abiertas y los pies encima de mis hombros. Tenía los ojos cerrados y la boca entreabierta, por la que se escapaban sus jadeos sordos. Su cadera se movía descontrolada y aprovechaba mis lamidas para penetrarse mi lengua bien dentro de su coñito. Estaba muy excitada y me pidió que le metiera un dedo en su coñito mientras se lo chupaba. Le acerqué mi dedo corazón de la mano derecha a su boca para que lo chupara y lo lamió lasciva, como si fuera una polla, dejándolo bien impregnado de su saliva. Lo llevé hasta la entrada de su coñito y apenas lo metí un centímetro. Le gusta que lo deje ahí y lo vuelva a sacar. No paraba de lamer su clítoris mientras metía y sacaba mi dedo de su interior húmedo, que sentía como apretaba fuerte mi dedo. Veía que se iba a correr, por lo que me bajé el bañador y me puse de pie en el escalón. Mi polla estaba muy dura y al notar que paraba de lamerle, Ana abrió los ojos y se la encontró allí, por lo que se lanzó a lamerla y pajearla con una mano, a cuatro patas, mientras con la otra se hacía un dedo. Detrás suya había una puerta de cristal, en la que se reflejaba cómo se metía el dedito corazón y con el índice y anular se rozaba los labios por fuera. Esa imagen me estaba poniendo muy cachondo por lo que inconscientemente, levanté la cabeza y cerré los ojos para dejarme llevar por el placer que me estaba proporcionando con su lengua y su boca succionando mi polla, que notaba llena de su saliva. Durante un par de segundos noté que se la sacó de la boca, lo que me hizo volver a abrir los ojos y mirar de nuevo el reflejo. Al momento ella seguía chupando bien profundo mi polla a la vez que con su mano apretaba mis huevos y yo miraba confuso el reflejo sin estar seguro de lo que veía. No podía diferenciarlo bien, pero por la posición de su dedo, pude ver como no estaba penetrando ahora su coñito, sino que debía haberse lamido el dedo cuando había parado de chupármela para lubricarlo bien y meterlo en su culito. Pensé que debía estar viéndolo mal y que en realidad no lo estaría distinguiendo bien, porque nunca le había visto meterse un dedo por ese agujero. Ana era muy reacia a que me la follara por el culo, pero mi teoría es que si que le gustaba, porque en varias ocasiones, la había puesto a cuatro patas y le había lamido el ano y me la había follado con la lengua, todo lo profundo que podía y notaba cómo cada vez se habría más el agujerito y era más fácil de penetrar. Ella siempre que se lo hacía gemía de placer y se tocaba su clítoris al mismo tiempo para correrse, pero cuando acababa, siempre me pedía que no lo hiciera más porque no le gustaba, que se sentía mal cuando le lamía el culo.
La cuestión es que ahí estaba en el borde de la piscina, a cuatro patas, con mi polla en su boca a punto de estallar y su dedo entrando y saliendo de su culo. Paraba de chupármela para gemir y hacerse el dedo más rápido, pero enseguida se la volvía a meter hasta el fondo haciendo ruidos guturales. No quería correrme así, viéndola tan caliente y pudiendo ser esta la ocasión en la que me dejara que me la follara por el culo. La cogí de la barbilla para levantarle la cabeza y sin dejar de mirarme, se dio la vuelta y se puso de espaldas a mí. Había entendido perfectamente lo que quería hacer, pero dudaba si realmente pensaba dejarme que me la follara por el culo o simplemente quería que se lo hiciera por detrás, ya que es su postura favorita. La duda me la solucionó muy rápido, cuando echó saliva en la punta de sus dedos de la mano derecha y se los frotó por su ano, cogiendo acto seguido mi polla y llevando la punta a la entrada de su culo. La tenía durísima de toda aquella escena, por lo que si ella estaba por la labor, no costaría mucho entrar en ella. De hecho, lo estaba, porque sin yo moverme, ella empujó sus caderas hacia atrás y mi polla entró hasta el fondo de su culo como un cuchillo en la mantequilla. La dejé allí unos segundos para que su ano se habituara a mi polla y quise empezar a moverme cuando Ana comenzó a mover en círculos su cadera, follándose ella sola su culito con mi polla. Llevó sus dedos de la mano derecha a su coñito y apoyó su cabeza sobre su brazo izquierdo, sobre el que se apoyaba en el suelo y me dijo con voz de putita:
- ¿No era esto lo que querías?. ¿Querías mi culito?. Pues fóllatelo hasta dejarme satisfecha. Quiero que te corras dentro de mí.
En una situación así, con la erección de caballo que tenía, Ana tan expuesta y notando su culo tan apretadito alrededor de mi polla, empecé a follarla despacito mientras ella jadeaba cada vez más fuerte y frotaba enérgicamente sus dedos en su coñito. Notaba como ella aceleraba aún más el ritmo, como que iba a correrse y me pidió que nos corriéramos juntos, que le llenara su culito de semen calentito y al escuchar eso comencé a bombear su ano salvajemente, con mis manos cogiéndola de ambos lados de su cintura hacia mi, y de un último empujón, derramé toda mi leche en su interior, donde me quedé mientras ella terminaba de apretar mi polla con sus paredes fruto del orgasmo tan intenso que estaba teniendo.
Sin sacarla, me agaché sobre su espalda y comencé a besarla, mientras masajeaba sus tetas con mis manos. Justo en ese momento, escuchamos unas llaves en casa de mis cuñados, por lo que rápidamente, Ana se puso la parte de abajo del bikini y se metió en la piscina pidiéndome que le ayudara a abrocharse la parte de arriba. Nada más terminar de anudarlo, apareció mi cuñado, y nos sorprendió con la respiración aún agitada. Nos miró y se rió y disimulamos diciendo que estábamos jugando a ver quién aguantaba más debajo del agua y como nos había visto otras veces hacerlo, no se extrañó que fuera eso realmente lo que hacíamos. Como venía del trabajo, quería darse una ducha y un baño antes de comer, por lo que se metió en la ducha cerrada por pavés junto a la piscina y al momento se tiró de cabeza a la piscina.
Mientras mi cuñado nadaba de lado a lado de la piscina, Ana y yo nos quedamos sentados en los escalones del interior del agua, para relajarnos un poco. Ana me cogió la mano y me la metió en su bikini. Pude notar como estaba completamente lleno de mi semen, que estaba saliendo de su interior. Se salió de la piscina y se fue con disimulo a la ducha, para poder limpiarse bien. Yo aproveché para salirme también e irme al aseo que hay junto a la zona de la piscina. La pared del pavés, no deja distinguir claramente lo que hay dentro de la ducha, pero si que hay ciertas cosas que se pueden intuir y desde la ventana del aseo, miré y pude intuir a Ana quitándose el bikini y cómo se ponía con las piernas flexionadas a frotarse su coñito, para limpiarse de todo la leche que le estaba saliendo de tu interior. Pude ver como cogía la botella de jabón íntimo para lavarse. En ese momento, miré hacia la piscina y vi que mi cuñado, que no sabía que yo me había quedado en el baño pues en el momento de salir yo él estaba buceando, estaba mirando hacia la ducha de pavés, intentando adivinar qué se vería del cuerpo de Ana. La postura de mi mujer era bastante evidente y sus gestos enérgicos de frotarse el coñito para lavarse, no dejaban lugar a la duda. Mi cuñado miraba embobado mientras metía una mano dentro de su bañador e intentaba asomarse con disimulo desde su posición, para ver si podía verse algo más a través de la apertura en el pavés. Efectivamente, Ana, que en su intento de ocultar su tarea, se había puesto de espaldas a la piscina, había descuidado ese hueco en el pavés por el que se entraba a la ducha y estaba totalmente expuesta, con el culo en pompa dando a mi cuñado unas buenas vistas de su culito y su coñito por detrás, que frotaba y llenaba de jabón.
El ritmo de la mano en el interior del bañador de mi cuñado fue creciendo, atreviéndose incluso a bajárselo dentro del agua y poder sacarse su polla para tener más libertad de movimiento. Ver a mi cuñado espiando a mi mujer desnuda duchándose y haciéndose una paja, me estaba pareciendo muy excitante. No pensaba que reaccionaría así en esa situación, pero en lugar de salir para recriminarle nada, seguí allí escondido, contemplando la escena y llevando mi mano a mi polla. Miraba a Ana y veía cómo seguía cada vez más agachada, lavándose las piernas para disfrute de mi cuñado. De pronto mi cuñado echó la cabeza para atrás, cerró los ojos y al momento cesó su movimiento y se subió el bañador. Al tiempo Ana cerró el grifo y sacó la mano de la ducha para coger la toalla que estaba colgada fuera, se secó ligeramente el pelo con ella y se la lió alrededor del cuerpo. Al salir miró donde estaba mi cuñado, justo en la línea visual del hueco del pavés de la ducha, y noté como se sonrojó pensando que podía haberla visto. Vino hacia el baño para cambiarse de ropa y me encontró allí, sonriéndole. Me miró y me preguntó que por qué me reía y le conté de lo que había sido testigo. Le dio mucha vergüenza porque ella siempre había pensado que no se distinguía nada absolutamente a través del pavés y que cuando se había puesto a lavarse, al frotarse con el jabón y notar toda esa leche que salía de ella y al seguir excitada, se había frotado hasta correrse de nuevo. Esto explicaba su descuido al no darse cuenta que se estaba poniendo agachada en la zona del hueco de la ducha y ahí es cuando más disfrutó mi cuñado.
Son varias las ocasiones en las que nos hemos vuelto a bañar en la piscina, pero nunca tan entretenida como esta vez. Alguna vez nos hemos bañado los cuatro solos a las 2 de la mañana, mientras tomábamos un gin tonic, con todo apagado y lleno de velas en el borde de la piscina. Aprovechando la situación, he propuesto bañarnos desnudos, pero Ana y Sara simplemente se han limitado a reírse pero no han dado todavía el paso. Mucho me temo que mi cuñado no tendría ningún problema en volver a ver a Ana desnuda.