En la piscina con mi primo Betto y mi amiga Janna
Tras mi primera noche jugando con el aparato de Betto, yo quería más y acabé teniendo mi primera experiencia lésbica sin esperarlo.
Tras mi primera noche jugando con el aparato de Betto, yo quería más y acabé teniendo mi primera experiencia lésbica sin esperarlo.
Si no han leído el inicio de mis historias y les interesa, tal vez les gustará ver mi relato anterior, en el que empiezo a relatar mis experiencias. Este es solamente el segundo que escribo. Si prefieren seguir, tampoco es que una situación tenga mucho que ver con la anterior. Únicamente perderán alguna referencia a situaciones pasadas que no afectan a este relato.
Al día siguiente, mi primo no me mostró ninguna consideración especial por lo que había sucedido durante esa noche.
Inicialmente me enojó que me ignorara durante el desayuno.
Justo antes de que saliera de casa para ir a trabajar, una mirada cómplice y una sonrisa me hicieron entender que su aparente indiferencia era por evitar que nos descubrieran.
Si él pensaba que me podía tener sorprendida, yo también iba a intentar sorprenderlo.
Betto trabajaba ese verano en un hotel del pueblo.
Yo sabía que Betto tenía la costumbre de acabar su jornada nadando un buen rato en la piscina del hotel, con permiso de sus jefes. Decidí sorprenderle.
En el pueblo nos conocíamos todos y el encargado del turno de Betto era un buen amigo de mi hermano mayor. Le pedí permiso para pasar la tarde en la piscina del hotel con una amiga y no me puso ningún inconveniente.
De la noche anterior, además del deseo que me había despertado, me quedaba una gran incógnita. Mi primo Betto me había llamado varias veces "Maica" en sus sueños calientes. Yo me llamo Silvia, por tanto, no era yo en quien pensaba. No sabía quien podía ser esa Maica.
A la cabeza solo me venía una Maica que Betto pudiera conocer. Su madre. Pero eso no podía ser. Y menos llamándola por su nombre. Mi tía Maica estaba muy bien conservada, pero me costaba creer que mi primera chupada de polla hubiera sido recibida por mi primo imaginando a una mujer tan madura, que tenía que estar alrededor de los 45 años, aunque estuviera bien conservada, y encima su madre (aunque yo también era familia, no era lo mismo, no era tan cercana).
Mi tía Maica, salvando la diferencia de edad, siempre me había recordado a una amiga mía, Janna. Por eso, ese día quise ver que pasaba llevando a Janna a la piscina conmigo.
La piscina del hotel no estaba muy llena esa tarde. Cuando mi primo Betto llegó, Janna y yo ya estábamos tomando el sol de la tarde tumbadas en nuestras toallas sobre el césped.
Se despojó de su camiseta amarilla y, tirando su toalla frente a nosotras, se sentó con una gran sonrisa, alegremente sorprendido por nuestra presencia.
"Hola ¿Qué hacéis por aquí?" Nos preguntó. Su mirada recorrió sin darse cuenta el cuerpo de Janna, a la que conocía pero creo que nunca había visto así, en bañador. También me pareció que se fijaba en mi cuerpo. Eso me dio morbo.
Yo vestía un bañador azul pálido que me ayudaba a resaltar un poco las pocas curvas que tenía en aquella época. El corte de cadera alta mostraba de la mejor forma posible mis muslos y ceñía mi trasero, bastante redondeado. Mis pechos, más bien pequeños, se salían un poco por los lados del bañador.
Por la expresión de Betto, pude ver que Janna le había impresionado. El cuerpo de Janna estaba muy moreno y tenía mucha mas definición en sus formas que el mío. Su bañador verde eléctrico era más breve que el mío y mostraba generosamente sus pechos turgentes con un profundo escote.
Nadamos y jugamos un buen rato.
Yo sabía que Janna era lesbiana, cosa que Betto ignoraba. En varias ocasiones ella había intentado mantener algún tipo de relación erótica conmigo. No me molestaba demasiado. Era mi amiga y, aunque no compartiera su inclinación sexual, la respetaba.
No sé si a mi primo le gustaba tanto Janna por lo que le recordaba a Maica, su madre, mi tía, o simplemente por lo sexy que resultaba Janna por si misma.
Los contactos dentro del agua de la piscina se sucedieron entre los tres.
Varias veces sentí el pene erecto de Betto dentro del agua. Mis manos y mi cuerpo se pegaron a él tanto como pudieron. Betto no me esquivaba, pero podía ver que buscaba sobre todo el contacto con Janna. Ella me buscaba a mí. Era como una rueda de deseos.
Casi al anochecer acabamos saliendo del agua y tumbándonos sobre nuestras toallas en el césped junto a la piscina.
Betto a mi lado, en medio, con Janna en el otro lado. Los tres muy cerca.
Mi primo estaba muy moreno. Muy guapo. No parecía sentir el frío que tras salir del agua teníamos Janna y yo.
Me abracé a él, escondiendo la cabeza bajo su brazo, con mí dentadura temblando.
Me acogió y también acarició el cabello de Janna, que no le rechazó, seguramente porque también sentía el frío del atardecer.
Viéndonos temblar de frío, Betto nos sugirió irnos a duchar y cambiar de ropa.
La pieza en la que nos podíamos cambiar, vestuario para empleados del hotel, era minúscula. Tenía únicamente una pequeña antesala para la ropa y una ducha.
Creo que los tres nos sentíamos excitados. Betto estaba erecto por Janna. Yo quería volver a disfrutar de mi primo en forma similar a la noche anterior y mi amiga Janna quería contacto sensual conmigo.
Betto nos ofreció disponer de la ducha a nosotras solas primero.
Entre Janna y yo, sugerimos una ducha conjunta de los tres, que mi primo aceptó encantado. Me parece que ninguno de los tres tenía la misma idea sobre lo que deseábamos que sucediera.
Nos metimos bajo el agua de la ducha sin despojarnos de nuestros bañadores.
A Betto se le iban los ojos y casi las manos al cuerpo de Janna. A Janna se le iban las manos, sin casi, al mío, con la excusa de un poco de jabón. A mí se me iban al cuerpa de Betto, pero no podía dejar de notar las caricias breves y rápidas de Janna.
El agua que caía de la ducha era cálida. El pene de Betto estaba muy erecto. No tuve ningún problema para acariciárselo por encima de su bañador. Excitado, me besó en los labios y me abrazó contra su cuerpo.
Sentí como las manos de Janna entraban bajo mi bañador y acariciaban mis pechos. Eso me hizo introducir la mano dentro del bañador de mi primo y volver a sentir su polla durísima. Sus besos no cesaban, pero no sentía sus manos en mi cuerpo.
Mirándole, pude ver como tenía una mano bajo el bañador de Janna, acariciándole el culo. Por el movimiento, parecía que le estaba introduciendo a gran velocidad un dedo en el culo o en la vagina.
Janna no se quejaba. Me empezó a besar los pechos y sus manos deslizaron mi bañador hasta dejarme desnuda.
No había estado nunca en una situación similar. Yo quería gozar con Betto y había traído a mi amiga para excitarle, pero ahora me estaba sintiendo excitada también por las atenciones de mi amiga lesbiana.
En mi cabeza, estaba confundida. En parte necesitaba tener claro con quien estaba. En parte no.
Mí cuerpo notaba lo que notaba y me excitaba la situación. Ver que Janna le bajaba el bañador a Betto y se quitaba también el suyo, me hizo decidir dejar de pensar en las consecuencias de lo que podría pasar y disfrutar del momento.
Lo que sucedió creo que es uno de los momentos más sensuales que he vivido, aunque pueda resultar un poco difícil de confesar.
La polla de Betto se deslizaba erecta en mi mano que la masturbaba a toda velocidad, acariciándole los huevos.
Su lengua se introdujo en mi boca, potente, musculosa, lamiendo cada rincón y gozando del intercambio de salivas.
Al mismo tiempo, sentí otra lengua. En otro sitio.
Una lengua que atravesando el corto pelo púbico que tenía, se introducía en mi vagina, haciéndome estremecer.
Me humedecí entre jadeos provocados tanto por la lengua lasciva de Betto en mi boca, como por la lengua lasciva, de mi amiga Janna, en mi coño.
Mi mano seguía regocijándose acariciando el aparato de mi primo. Betto me acariciaba los pechos y yo empecé a correrme gozando de las exquisitas atenciones de Janna.
Tardé unos instantes, tal vez minutos, en recuperar tanto mi respiración como mi calma.
Janna seguía metiéndome los dedos en la vagina. Su cara reflejaba una sensación de felicidad. Me hizo sentir rara. Quizás era la primera vez que mi amiga tenía ese tipo de relación con otra chica. Era la primera vez para mí.
La mirada de Betto también era especial. Más excitado. Mi primo todavía no se había corrido. Su polla en erección, que yo había gozado acariciando, buscaba la cara de Janna.
Me arrodillé en la ducha y empecé a chuparle el pene a Betto. Mi lengua recorría sus huevos y soltaba gemidos descontrolados.
Yo sabía que a Betto le gustaba Janna y que ella iba a resistirse a chupar una polla.
La besé. Los labios de mi amiga y su lengua introduciéndose en mi boca fue una sensación mucho mas rara que cuando me hizo llegar al orgasmo con su lamida.
Era más íntimo. Noté como nuestros cuerpos unidos intercambiaban calores. Confieso que me sentí arrastrada otra vez a ese mundo de turbaciones diferentes.
Casi sin decir nada, la boca de Janna abandonó mis labios. Se deslizó con su cara pegada a mí cuerpo. Sentí un ligero beso entre mis muslos.
Entonces me abandonaron los labios de Janna. Mi mirada no la abandonó.
Pude ver como, con los ojos cerrados, Janna engullía el pene de Betto hasta el fondo. Sus manos le acariciaban los testículos. Mí primo me cogió por sorpresa, besándome de nuevo con su lengua introduciéndose en las profundidades de mi boca.
Tal vez por casualidad, mi dedo coincidió con el de Janna en el orificio anal de Betto. Sin que Janna dejara de chupársela, ambas introdujimos al mismo tiempo nuestros índices en su culo.
El orgasmo de Betto fue directo a la boca de Janna. Mi amiga acumuló la leche recibida sin dejar de acariciar a mi primo.
Cuando Betto se relajó, Janna se sacó su pene de la boca llena de semen. Casi jugando, lo descargó entre mis muslos, lamiendo mi vagina con una sonrisa cómplice.
Esa fue una situación bastante complicada para mí, por varios motivos. Sobre todo confusa por la situación con mi primo y la situación lésbica, aunque en el momento, lo disfruté mucho.
No se me fue de la cabeza y acabé comentando esos aspectos con mi tía Maica. Creo que esa parte la voy a comentar en otro relato.