En la piscina (4)

Álex se harta de la situación y le explica a Ángela lo que le puede esperar

Una vez llegaron los tres a la habitación, Marcos le indicó a Álex que continuará grabando, él observó como Ángela temblaba. Aprovechando que Marcos salió de la habitación, Álex dejó la cámara encendida encima de la cama y empezó a acariciarla. Con las yemas de los dedos de la mano derecha le iba recorriendo el estómago en círculos.

—¡Ahhh! —jadeó Ángela y Álex sonrió—. Otro.

Se percató de que la chica ya estaba más tranquila, y lo alegró. Empezó a oír unos aplausos, Marcos había vuelto.

—Zorra, te has corrido muchas veces, creo que disfrutas. Ahora te pido que estés callada y quieta, me da pereza atarte.

Ángela volvió a temblar, imaginaba que quién le había causado ese fantástico orgasmo no podía amenazarla. «¿Qué me hará? ¿Tan mal me he comportado?» pasaba por su mente.

Marcos le entregó la cámara a Álex con una sonrisa en la cara que le heló la sangre. Tomó una pinza del cajón de la mesilla y se la puso en la boca, juntándole los dos labios. Álex vio que Ángela tenía cara de tensión, que apretaba las manos.

—Puta, las piernas separadas —le ordenó Marcos, ella hizo caso.

Álex se enfadaba cada vez que escuchaba como trataba a su princesa.

Marcos le puso una pinza en el clítoris y una en cada pezón antes de empezar a masturbarla. Álex apartó la mirada, Ángela estaba en una tortura y Marcos lo disfrutaba.

—Perra, ahora te sacaré la del clítoris e intentaré ponerte cuatro en cada labio mayor.

A Ángela se le escapó una lágrima por debajo del antifaz. Eso despertó a Álex, dejó la cámara encima la cama y le dio un puñetazo a la boca del estómago a Marcos, para luego salir de la habitación dando un portazo.

Ángela oyó un portazo y sentía unos sollozos, se quitó el antifaz y vio a Marcos lamentarse. Se quitó las pinzas, le dolían y fue a abrazarlo.

—Perra callejera, no te he dado permiso. A cuatro patas.

Ángela empezó a temblar. Se puso como pidió y mordió el cojín mientras empezaba a llorar.

—Zorra, eres mía… —El timbre interrumpió a Marcos, pero él lanzó dos zurras con la mano abierta.

—¿Dónde estás princesa?

«Álex viene a salvarme, quiero que Marcos pare me hace daño» se alegró Ángela. Marcos le dio dos zurras más cuando se abrió la puerta.

—¿Por qué la castigas? Eso no ayudará a que se te levante —dijo Alex con una sonrisa en la cara—. Ángela, ve al baño a ducharte, ya me encargo yo de todo.

Ángela salió a toda velocidad de la habitación, para cerrar la puerta del baño y fijarse que no tenía pestillo. Mientras tanto en la habitación.

—Vistete, se ha terminado el tiempo de juego.

—Es mía. Hoy terminará diciéndome Amo.

—Es ignorante y lista, todo y no parecerlo. —Sonrió—. Que vea el vídeo y decida a quién elige. Esta tarde tenía que ser mía y no me has dejado. Pásame una camiseta.

Con la camiseta de Marcos en la mano va hacia el baño y entra después de llamar a la puerta.

—Sé que las princesas no se visten con camisetas, pero…

—Me has salvado, las zurras eran fuertes.

—Si hubieras dicho la palabra de seguridad, hubiera parado que parar.

—¿Palabra de qué?

—Duchate tranquila y luego ven al comedor.

—¿No quieres enjabonarme la espalda?

—Sí y no. Sin estar he contribuido a los azotes. Quiero que veas el vídeo y decidas quien te pone el collar y se convierta en tu Amo.

A Ángela mientras el agua le caía encima analizaba las palabras: «Tener un Amo». No entendía que podía significar, pensaba que tenía una relación de sexo heavy, las zurras no le gustaron.

Se puso la camiseta, le iba muy grande, y fue hacia el sofá. Al llegar notó que Marcos y Álex tenían caras largas y cada uno estaba en una punta del sofá.

—Zorra, ¿qué haces con camiseta? Las perras en mi piso van desnudas? —Angela empezó a quitarse la camiseta.

—Ángela cariño, eres una persona como él. Antas que no decidas entregarte y a quién eres libro. Sabes que Marcos te tenía como un objeto y se te ha apostado. Me causas morbo y por eso he aceptado. Ahora te sentirás en el sofá, si quieres y veremos los tres el vídeo.

Ángela no se fiaba de ninguno de los dos y fue a sentarse en una silla de la mesa. Cuando vio que era Álex el que estaba encima suyo notó como se empezaba a mojar. Decidió ir a sentarse en el sofá y apollar la cabeza en el hombro de Álex.

En la cinta salió que iban a la habitación y Ángela le apretó la mano. Vio que Álex le daba un puñetazo a Marcos y marchaba. La cinta se paraba y ella le dio un beso en la cara.

—Ahora ya has visto el vídeo. Prometí que te partiría el culo, pero solo lo haré si eres mía.

—Si quieres ser mi zorra irás mojada todo el día.

—Me gustaría que te desnudarse y gatearas hasta el que quieres que sea tu Amo.

Fin