En la piscina (3)
Ángela descubre otras formas de llegar al orgasmo
Marcos y Álex fueron hacia donde estaba Ángela y Álex se arrodilló a su lado para besarla.
—¡Adiós, princesa! Me ha encantado conocerte.
—¿Marcos puedo despedirme yo con un morreo? —Ante la pregunta de Ángela, Marcos afirmó con la cabeza y Álex sonrió.
Ella se puso de rodillas delante de él, para estar los dos a la misma altura y le introdujo la lengua en la boca. Álex aprovechó la situación y le metió la mano dentro del bikini. Con el dedo índice juegó en el clítoris.
—Creo que ya os tendríais que separar. Te está creciendo un bulto entre las piernas y ella quiere jadear.
—Vale —dijo Álex con las manos en las bragas de ella mientras jadeaba—, creo que mi princesa se corre.
—Vete de una vez. Que así iré a que me la chupe.
—Quiero que se ofrezca para que le haga dos chupetones. Una princesa no puede ir con eso tan horrible.
Ángela al escucharlo se le aceleró la respiración.
—Sácale la mano y mañana hablamos.
—¿Me limpias la mano? La princesa lamería mis dedos de una forma perfecta.
—Lárgate. Perrita, vístete que marchamos.
Mientras andaban hacía el piso Ángela no se podía sacar de la cabeza como la había tocado Álex, como la trataba.
—En mi piso has de ir desnuda y con la cabeza agachada.
Ángela se desnudó, le hubiera encantado que Álex estuviera allí.
—Hoy estoy generoso. ¿Quieres ducharte en el baño o prefieres que te pase la manguera en la terraza?
—Baño.
Ángela corrió hasta el baño y dejó que el agua le cayera encima. Se enjabonó el cuerpo y recordó como Álex la trató, de princesa, mientras que Marcos la trataba de zorra. Recordaba la despedida y se masturbó.
—Muy bien cerdita —dijo Marcos desde la puerta—. Tú llevas dos, ponté de rodillas con la boca abierta.
Marcos se acercó a Ángela y le folló la boca sin miramientos, le produjo arcadas. Se corrió directamente en su gola. Ella se sentió usada, como un objeto sin valor.
—Las perras se secan en el sol.
Marcos la cogió y la hizo gatear siguiéndolo hasta en medio de la terraza. Ángela se alegró, ningún vecino podía verla. Vio una toalla vieja en el suelo, la única del lugar.
—Te dejo un rato que te seques.
Ángela cada vez creía que había cometido un error al ir con Marcos en lugar de Álex. Se puso como un ovillo de lana en la toalla, no quería que Marcos la encontrará masturbándose.
—Muévete encima de la mesa y cierra los ojos.
La mesa se encontraba en la sombra. Al poco de tumbarse notó como le vendaba los ojos.
—Te haré unas preguntas. Recuerda que si te corres me lo has de decir.
Álex entró a la terraza desnudo y con una bolsa, le pasó una cámara a Marcos. Se puso entre las piernas de Ángela y le empezó a acariciar los labios mayores.
—¿Te molesta si te grabo? La cinta será tuya y se pasará con tu permiso.
—No —jadeó Ángela—. Uno.
Álex sonrió y Marcos hizo mala cara.
—Vas muy deprisa.
—Es que me tocas muy bien.
—Empiezo. ¿Te gustaría que te afeitar el coño?
—Me encantaría, lo deseo.
Álex le introdujo dos dedos. Ángela chilló.
—Dos.
—¿Te has puesto pinzas?
—No.
—¿Te gustaría probarlo?
—Si es tan placentero cómo esta masturbación o la de la mañana de Álex sí.
Álex tomó una pinza de la bolsa y se la colocó en la parte inferior del pecho derecho. Ella chilló de placer y Álex le colocó el tercer y cuarto dedos.
—Pregunta, antes que llegues a otro. —Marcos miró cuantos dedos introdujo Álex— ¿Aceptarías los nudillos?
—Sí —chilló cuando se lo introdujo Álex—, otro.
—Tienes ganas. ¿Quién preferirías que te diera por el culo yo o Álex?
—El burro delante, para que no se asuste. —Al escucharlo Álex empezó a reír—. Ál… tú. Eres el que lo harás.
—¿Por qué has venido conmigo?
—Por sexo, ahora disfruto mucho.
Álex le puso la mano entera y Ángela volvió a chillar y se corrió.
—Tienes una mano dentro, la sacaré, te introduciré la polla en su lugar y al final te tragarás el esperma.
Álex le sacó la mano, le puso la polla de golpe y la empiezó a mover. Ángela jadear de forma continua.
—Ayer no chillabas tanto, zorra.
«Es extraño, habla sin jadear» pensó Ángela. Mientras notaba que estaba muy excitada. Álex sonrió al notar que se le contrajo el coño y ya no decía nada. Marcos paró de grabar, se empezó a enfadar con la situación.
—Te la saco —dijo enfadado—, estás disfrutando demasiado.
Le hizo señales a Álex para que entrara en la casa, una vez los dos dentro.
—Yo no me la tiré así ayer.
—A todas las follo igual, si la tía está contenta te deja hacer más cosas.
Marcos hizo mala cara cuando escuchó eso y volvió a encararse a la puerta.
—Un trato es un trato, estaré quieto hasta que le partas el culo.
Álex sonrió satisfecho, veía que esa batalla la tenía casi ganada. Una vez llegaron se arrimó al lóbulo izquierdo de Ángela mientras le susurraba:
—Pri…
—Preciosa, cuando te quite el pelo estarás preciosa. Cuando pare de lamerte la oreja quiero que tengas la boca abierta, perra.
Álex miró mal a Marcos, quería hacer que Ángela se tranquilizara, la notaba nerviosa. Le puso la polla en la boca y dejó que ella la lamiera. No tenía prisa, pero vio la cara de desesperación de Marcos, le sujetó la cabeza y empezó a introducirla de forma rápida.
—Muy bien preciosa, ahora la sacaré y me correré en tus pechos, ¿la pinza te molesta? Bueno me da igual, cuando tengas el coño afeitado soportarás más.
Álex le sacó la polla de la boca y Ángela notó como un líquido caliente caía sobre sus pechos. Al poco notó algo frío en su coño, que lo esparcían por toda la mata de pelo.
—Zorrita, ahora estarás quieta, no quiero cortarte.
Álex empezó a pasar una navaja, a Ángela le extrañó que no se lo mojaran, se alegró de tener poco pelo, tenía miedo.
—Zorra, ahora que ya estás afeitada, te pondrás de pie, con las manos en mis hombros y te guiaré hasta mi cama.
Marcos le pasó la cámara a Álex y le sonrió.
—Ya has tenido suficientes orgasmos, zorra. Cuando entremos te partiré el culo. Tus gritos no se escucharán y yo disfrutaré.
Álex apretó el puño cuando observó que Ángela temblaba.