En la piscina (2)
Ángela solo piensa en Marcos, ya no es el chulo de la piscina
Ángela pasó una mala noche, pensó en como Marcos se la folló. Lo peor era que le sugirió que no se tocara y ella lo cumplió.
Miraba el chupeton del pecho en el espejo del baño, lo consideraba hermoso. Algo extraño le pasaba, se encontraba fenomenal con esa marca, le sentaba mal no enseñarla. Le gustaría ir con unos triángulos minúsculos y un tanga, para que la gente pudiera ver la obra de su Marcos.
Al estar desnuda observó su peludo coño y corrió a buscar unas tijeras. Apuró al máximo, pero le quedaron pelos en algunas zonas. Le supo mal, «pediría ayuda para que lo arreglara».
Cuando se colocó el bikini, vio que tenía mucha ropa, que tapaba demasiado. «Me cubre los chupetones, tengo que comprarme otro» pensó, mientras se acariciaba el poco pelo que le quedaba.
Fue a la habitación para ponerse una camiseta y unas bermudas, pero se dio cuenta que a Marcos no le gustaría, tenía que ir más sexy. Tomó una mini y un top blanco y marchó del piso. Le hizo gracia recordar que ayer era el chulo de la piscina y que hoy sería capaz de besar el suelo que pisaba.
Llegó la primera a la piscina y se percató de que el socorrista se la comió con la mirada y le gustó, le encantó, sacó más pecho. Dejó la toalla en el mismo sitio que el día anterior y fue a nadar. Cuando salió del agua tenía los pezones erectos y vio que Marcos la esperaba.
—Siéntate, quiero secarte —dijo Marcos.
Ángelica se sentó en la toalla y él con la toalla en las manos le empezó a recorrer todo el cuerpo, la excitaba. Quería que dejara la toalla y le metiera la mano. Subió la mano con la toalla y le movió el sujetador, ella en lugar de alarmarse jadeó. Pensó en si se le habrían visto y le dio morbo
—Un detalle, quiero que mi zorra esté preciosa. Que excite a todo el mundo —dijo al pasarle un regalo, mientras le miraba los pezones.
—Gracias.
—Ve al vestuario y utilízalo. Te quedará mejor que eso que llevas.
Ángela se ata la toalla a la cintura y Marcos le niega con la cabeza.
—Las zorritas suelen ir desnudas, no te tapes. Estarías preciosa si andaras sin nada. Unos zapatos de tacón y un collar, te lo estás ganando
Cuando estaba en el vestuario, al encontrarse desnuda, se miró en el espejo, empezó a tocarse el corto pelo del coño cuando escuchó una cadena de un váter.
—Disfrutarás más del sexo cuando lo elimines todo, ya te lo dije ayer —comemtó la rubia.
Se acercó a Ángela, le tomó una mano y se la puso en las bragas.
—Ayer me viste desnuda. ¿Qué notas?
—Como la humedad crece. —La rubia sonrió, la morreó y le sacó la mano.
—Sin ropa me gusta que me toques, estás buena y me excitas. Me gustaría acariciar el chupetón del pecho.
A Ángela le subieron los colores, se quedó helada. Cuando quiso contestar la rubia ya se había ido.
Al estar sola en el vestuario se miró desnuda al espejo otra vez. Se bajó una mano a la entrepierna y se percató que con el pelo costaba saber cómo estaba.
Abrió el paquete y vio un bikini blanco. «Espero que no claree» pensó. Se lo puso, salió del vestuario y fue a la toalla. Allí vio a la rubia hablar con Marcos, la odiaba. Se excitó al ver que lo besaba en el moflete y él le dio un cachete en el culo.
Llegó hasta Marcos y le hizo el gesto de que se girara, ella hizo caso.
—Me equivoqué de talla, hubiera tenido que escoger una menos.
—Si esta casi no me tapa.
—Coge las cosas, vamos a otro sitio.
Ángela se sintió ignorada, pero lo siguió. Llegaron a un sitio más apartado. Ella se puso de rodillas y con las manos estiró la toalla.
—Tanto de rodillas como a cuatro patas estás preciosa. Ahora te quiero boca abajo que te pondré crema.
—La rubia, con la que hablabas, ha puesto mi mano en sus bragas y me ha besado.
Marcos no hizo caso, le desató el bikini, le bajó la parte trasera de la braga y le repartió la crema. Estaba con una rodilla al lado de cada muslo de ella.
—Me tendrás que enseñar a afeitar. La rubia tiene el coño sin pelo.
Marcos sonrió, al extenderle la crema, aprovechaba que tenía las manos debajo la cabeza, para tocarle los pechos.
Ángela notó como se empezaba a excitar. Entonces Marcos se tumbó encima de ella.
—Zorra, hoy te reventarán el culo. Te lo voy a preparar —dijo Marcos, mientras le ponía unas gotas de crema en el ano.
—Para —gritó alarmada.
Él la ignoró y puso el glande. Lo empezó a mover y ella jadeaba.
—¿Mi zorrita quiere que pare?
—No —jadeó Ángela.
—Entonces quieres que te la meta entera.
—Hola, Marcos. A mí no me va que me la metas.
—Detrás de mí hay un creido. Se llama Álex, salgo de encima tuyo y os presentáis.
Una vez ya se retiró, se puso enfrente de Ángela con Álex y los presentó. Al incorporarse para dar un beso a Álex, se percató demasiado tarde que llevaba el top desabrochado.
—Buenas vistas, pero me gustan más los pezones tiesos.
—Vuelve a estirarte y lo ataré.
Ángela toda colorada hizo caso, en esos momentos deseaba que la tierra se la tragara. Por un lado sintió vergüenza y por el otro estuvo orgullosa de las palabras de Álex. «Espero que Marcos deje que me los pongas tiesos», pensó ella, mientras se excitaba.
—Aprieta bien, no quiero que vuelva a suceder.
—No ha pasado nada, tenía demasiadas ganas de besarme. ¿Cómo llevas que la que te tiras te dé órdenes? —preguntó Álex.
—Las órdenes se cumplen y es esta zorra la que cumple las mías. Va con la parte de arriba porque estamos en una piscina, la llevaré a una playa y que todo el mundo vea sus chupetones.
«No serás capaz, bueno si me exhibes y estás cerca no sucederá nada» pensó Ángela. Marcos le ató el cordón de media espalda de forma tivante, mientras que el del cuello lo dejó casi suelto.
—Me llamo Ángela. —le dio un beso a Álex—. Según Marcos soy su zorra, lleva todo el rato insultándome, pero folla bien y es casi tan guapo como tú.
—Las presentaciones suelen ser con dos besos, el otro ya te lo daré —comentó Álex—. Con lo que dice le tendrás que poner el collar y la correa a la perra.
—¿Vienes esta tarde a casa con uno y se lo ponemos?
—Si lo escojo yo. Me la tiraré cuando me apetezca.
—Te vendo un ano virgen —dijo Marcos y Álex se quedó pensando antes de afirmar con la cabeza.
Delante de las palabras de Álex, Marcos hizo cara de aceptación y le tendió la mano. Ángela se quedó helada, no comprendió nada, le parecía como si estuvieran tratando con ella.
—Gírate, zorra —dijo Marcos.
—Trátala con respecto —comentó Álex—. Ella te adora, solo mira tu paquete.
Ángela se giró, se pusieron uno a cada lado y le empezaron a repartir crema por las piernas.
—A las piernas llego yo —dijo Ángela.
—Hay una mosca —observó Marcos.
—No me creo que acepte tanta cosa —añadió Álex.
—Me adora, soy su foco. —Ante las palabras de Marcos, Ángela sonrió y comenzó a jadear, empezó a ponerle crema por la zona de las bragas.
—¿Te imito?
—Es mi zorra. —Introdujo los dedos dentro y la empezó a masturbar—. De forma gratuita no comparto, aparte tiene pelo y no te gusta.
—Ya viene Nando.
—Vale más que paremos, lleva una pelota para jugar.
—Hola chicos. ¿A quién compartís? —saludo al llegar el chico moreno—. ¿Partido ya que somos cuatro?
—No comparto, —dijo Marcos— es una conocida y Álex me ayuda a ponerle crema para ir más rápido.
—Soy Ángela —se presentó desde el suelo—. No se jugar a voley.
—Será divertido montar los equipos, no tanto como montarla a ella —dijo Marcos—. Angi preciosa, quiero ganar. Por lo tanto vas con Álex, piensa que has de obedecer al capitán.
—Ahora sí compartes.
—Solo durante el partido.
Ángela le tomó la mano a Álex para ponerse de pie. Este la miró, le convirtió las bragas en tanga y le bajó la cintura.
—Eres preciosa mi princesa.
A Ángela esas palabras le encantaron y le dio un tierno beso en la cara.
—Princesa, si lo que digo te gusta quiero un morreo, Marcos te ha dado permiso.
—Sí, mi capi.
—Vamos hacia la pista que esos dos ya están haciendo toques.
Una vez llegan a la pista Marcos le pasa la pelota a Álex.
—Saca tú —dice Marcos al pasarle la pelota—. Perderéis.
—Si te gano, será mía durante una tarde —puntualiza Álex.
—Es un partido de voley, no una partida de poker.
«¿Y yo? No me preguntáis» le pasa por la cabeza a Ángela.
—Princesa, te explico. Sacaré a Marcos, recibirá, es bueno, se la pasará a Nando para que coloque y rematará. Has de saltar delante de él.
—No creo que llegue arriba de la red.
—Lo sé, preciosa, pero él se sorprenderá y fallará. Quiero que esta tarde seas mi cachorrito.
El partido empezó. Álex hizo tan buen saque que Marcos por tener los ojos en otra parte, el escote de Ángela, falló.
—El chupetón que lleva en el pecho me ha despistado.
—Me lo hiciste tú, i…
—Es mejor el que lleva en el culo —interrumpe Álex el insulto—. Yo los haría mejor.
—Pensaba que habíamos venido a jugar —remarca Nando—. Saca y déjate de tonterías.
Álex saca y Marcos recibe, Nando coloca y antes que Marcos remate Ángela salta y se le desata el cuello del bikini dejando sus peras a la vista.
—Ya jugaremos otro día, hoy no estáis pendientes —comenta Nando antes de recoger la pelota e irse a la ducha.
Ángela está helada, no logra moverse, Marcos la mira con una sonrisa.
—Buena estrategia —dice Marcos.
—Cabrones, me lo habéis atado mal —comenta Ángela mientras se tapa los pechos.
—Tranquila princesa, ahora te lo ató —susurró Álex en la espalda de Ángela.
Marcos paso por el lado, los miró mal y se dirigió a la ducha. Álex le tomó la mano a Ángela y lo siguió.
—Princesa, ponte en la ducha y cierra los ojos.
«¿Por qué no conocí a Álex antes de hablar con Marcos?» pensaba Ángela, mientras Marcos la acariciaba por detrás y Álex le recorría los labios vaginales.
—Las princesas no llevan pelo.
—Ya le he pedido a Marcos que me lo saque.
—Ves, es mi zorra antes que tu princesa. ¿Perrita quieres que cambie la prohibición de correrte? —Ángela afirmó con la cabeza—. A partir de este momento seré tu Amo, vete a la toalla y haz lo que quieras, pero a mí me encantaría que solo tomaras el sol. Álex, ¿vienes al bar, te invito a una birra?
—Será refrescante. Princesa, piensa en mí —comentó Álex mientras le guiñaba un ojo a Ángela.
—Me encantaría, pero mi Amo no me ha dado permiso para hacerlo.
Marcos y Álex se fueron para el bar, dejando a Ángela sola en la toalla. Marcos tenía una sonrisa triunfal. Una vez se sentaron, les pusieron las cervezas y unas olivas en la mesa, empezaron a hablar.
—He ganado el partido.
—Solo has ganado dos puntos.
—Y tú ninguno. Creía que te odiaría por lo del bikini.
—No las tenía todas. Tengo una idea —dijo Marcos con una sonrisa triunfal en el rostro—. En principio me ibas a pagar por partirle el culo. —Álex afirmó—. Pues la engañaremos, te grabaré y le hablaré. Tú actuarás callado.
—¿Luego veremos el vídeo los tres y que ella elija?
—La opción de que elija no me gusta, le tengo preparada una sorpresa para mañana, pero me arriesgaré. Como no pueda follarme a Ana por tu culpa, me tendrás que dejar vía libre con Angi cuando quiera.
—Dos veces por semana, serías capaz de cada día.