En la oscuridad
Estando a solas con alguien que deseaba, la repentina oscuridad me ayudó, con la ayuda de un poco de roce casual, a llevar a cabo mis fantasias con ella.
Al fin solos en aquella casa tan vieja. Podíamos hablar de nuestras cosas, cotillear… y yo podía tratar de hacerla reír todo lo que pudiese. Me gustaba tanto cuando sonreía… Había un ambiente algo erótico rodeándome y atrayéndome hacia ella.
Mientras hablaba, aunque la escuchaba con atención observaba de forma casi involuntaria detalles en su cuerpo. Sus labios, moviéndose al hablar, de forma tan lenta que podía ver como se despegaban suavemente y volvían a juntarse a cada palabra que pronunciaba. Su pelo, que a veces apartaba con sus manos para que no le tapara la cara. Su cuello, que hacia que mi mirada empezase en su barbilla y siguiera su contorno hacia su escote… Cada parte de su cuerpo se convertía en una fantasía para mí, y tenerla delante y sentir la intimidad que nos daba aquella habitación, sólo para nosotros, me mantenía muy concentrado en lo que veía.
Traté de dejar de pensar en ello, se supone que no iba a pasar nada entre nosotros, por mucho que deseara besarla hasta que los besos nos llevaran, tal vez, a algo que nos hiciera despertarnos juntos por la mañana. Me centré en su sonrisa y en como me contaba qué tal le había ido el día, cuando de repente la luz de la habitación se fue.
- Vaya, nos quedamos a oscuras. Estas cosas pasan a menudo en casas tan viejas como esta. – dijo ella.
Metí mis manos en los bolsillos buscando mi teléfono móvil. No es que sea un adicto a la tecnología pero pensé que podía usarlo para iluminar un poco, acercarme hasta el cuadro de la luz y arreglar el problema.
- Pues no encuentro mi móvil para alumbrar un poco, se me debe haber caído del bolsillo por aquí o en el sofá. – le dije.
Empecé a buscar por el sofá donde estábamos sentados, palpando con las yemas de mis dedos en la oscuridad. Ella me ayudaba y como apenas nos veíamos, a veces nuestros dedos se tocaban o nos encontrábamos muy cerca sin saberlo. Si en ese momento hubiese sabido como de cerca estaba de mi, seguro que habría buscado una excusa para besarla, pero seguimos buscando.
- A ver, levanta un momento para ver si t has sentado sobre él. – dije.
Se puso de pie delante mientras yo tanteaba el sofá en busca del maldito cacharro. No aparecía por ningún lado.
- Igual lo has dejado encima de la mesa de aquí delante al entrar y se te ha olvidado. – observó ella.
Me levanté para tratar de ir hacia la mesa sin tropezar demasiado, pero ella estaba delante, así que la cogí con mis manos de la cintura para indicarle que se echara a un lado.
En el momento que puse mis manos sobre ella sentí que las suyas se posaban sobre las mías. Pensé que me regañaría por el atrevimiento y se quitaría mis “zarpas” de encima, pero en lugar de eso las dejo quietas como si quisiera que no las moviera.
Lo siento, era para que te echaras a un lado y poder pasar, pero hay tan poca luz… Susurré cerca de su oído, estando justo detrás de ella.
Me gusta que me hables en voz baja – contestó ella, también entre susurros.
Me dio un vuelco al estomago.
- No se por que en estas situaciones siempre se habla en voz baja – dije susurrando aun más cerca de su oído
Ella sonrió y apretó más sus manos sobre las mías. En ese momento, ese roce accidental se transformó en un abrazo en el que mis manos la rodeaban desde atrás y mi barbilla descansaba sobre su hombro para tener mis labios pegados a su oído. Empecé a acalorarme y metí la punta de mis dedos bajo la cintura de su pantalón en busca del tacto de su piel.
Nuestra respiración se iba acelerando poco a poco y noté como giraba la cabeza buscando acariciarme la cara con su pelo y su mejilla. Cuando se dio la vuelta automáticamente empezamos a buscar los labios del otro en la oscuridad. Yo encontré primero su labio inferior y lo probé levemente antes de lanzarme en un beso más profundo en el que mis labios recorrerían los suyos, retendrían su labio superior y después se separarían de ella solo para dejar que mi lengua abriese el camino a un nuevo beso más húmedo.
Mi lengua se enredaba con la suya mientras nuestros ojos permanecían cerrados y nuestros labios se tocaban. Hacía círculos en el interior de su boca, acariciaba sus dientes, la mordía de forma suave y sutil en los labios y a cada segundo la deseaba más. Mis manos se colaban bajo su camiseta acariciando su espalda y los costados de su cuerpo, y el calor de su piel en mis dedos junto con el tacto y la humedad de su lengua en mi boca, empezaban a volverme loco por desnudarla.
Como la luz estaba apagada el resto de mis sentidos se agudizaron. Podía sentirla de una forma muy intensa cada vez que deslizaba mis manos por la superficie de su cuerpo, saborear su boca y su lengua, percibir el aroma de su pelo o su colonia y afinar mi oído lo suficiente como para escuchar el sonido de la humedad de nuestros besos y el roce de mis caricias.
Comencé a besar su cuello, a recorrerlo con mi lengua y morderlo despacito en busca de alguna zona que le hiciera suspirar de forma muy profunda, probé cerca de su barbilla, en un lado, en otro… Cuando me acercaba a un punto clave ella inclinaba su cabeza como guiándome. Notaba su respiración acelerarse que parecía decirme “te estás acercando”, probé a besar su nuca… Cuando encontré una zona en su cuello que le hizo suspirar un “uff” me centré en ella. Supe que le gustaba por que colocaba su cabeza a un lado para dejarse hacer mientras me acariciaba el pelo y me atraía hacia si misma.
Fui trepando con mis besos hacia su oído en busca de más palabras “en voz baja” como a ella le gustaban. Aproveché para liberarme de todo lo que quería decirle en ese momento.
- No te imaginas lo que me alegra que se haya apagado la luz para poder sentirte tan cerca… llevo toda la tarde queriendo besarte - le dije al oído mientras ella buscaba acariciar mi cuerpo tal y como yo hacía con el suyo.
Me coloqué otra vez detrás de ella para abrazarla mientras la besaba una y otra vez en el cuello, solo que esta vez mis manos se metieron bajo su camiseta para acariciar su pecho. Hacía mis besos mas intensos al tiempo que apartaba su sujetador para acariciarla con mis manos y rozar sus pezones con mis dedos, como pellizcándolos, para hacer que se endureciesen. Los rodeaba con mis dedos, describiendo círculos sobre su aureola y no dejaba de besarla por el cuello. Masajeaba sus pechos con mis manos, rozaba su escote…, todo tratando de no dejarme ninguna parte de su cuerpo sin recorrer.
Empecé a notar como colocaba sus manos a su espalda buscando acariciarme por encima del pantalón y me gustó tanto sentir como me acariciaba que empecé a rozarla y a besarla mucho más de la excitación que me producía.
Seguía rodeándola con mis brazos, masajeando su pecho con mi mano izquierda y jadeando mientras bajaba mi mano derecha por su piel hacia su pantalón para rozarla levemente por su zona más íntima, presionando con mi dedo y dejando que se deslizara con lentitud. Desabroché su pantalón, tardando un poco, ya que con solo una mano era difícil quitar el botón pero más aún bajar la cremallera, sin embargo la espera lo hacía más interesante. Cuando lo conseguí, pude acariciarla sobre su ropa interior, mientras ella me desabrochaba y trataba de acariciar mi sexo sacándolo fuera de mis pantalones.
Metí después mi mano por debajo de su tanga y pude sentir como se humedecía su sexo y mojaba mis dedos cuando los dejaba resbalar sobre su clítoris, haciendo dibujos imaginarios, rozándolo en círculos con las yemas de mis dedos y sintiendo como se me hacía la boca agua de sentir aquel tacto tan resbaladizo, caliente y suave.
En aquel momento empecé a notar como me tocaba recorriendo con su mano todo el tronco de mi sexo, sentía sus dedos deslizarse y moverse hacia la punta que empezaba a hincharse, enrojecerse y hacerse más sensible. El deseo me podía, así que comencé a bajarle despacio el pantalón, acariciando al mismo tiempo sus muslos y acercándome a ella. Sentí el roce de mi glande con su piel cuando estuve pegado a ella y nos empezamos a mover hacia la mesa donde ella apoyó sus manos y se inclinó ligeramente hacia delante. Aquello hizo que mi sexo se rozara con el suyo, que aún estaba cubierto por su ropa interior. No tarde en, sujetándolo con mi mano, introducir mi parte más caliente dentro de su tanga para que empezáramos a rozarnos mientras yo me quitaba la camiseta y volvía a poner una mano sobre su pecho y la otra sobre su clítoris.
Empecé a moverme haciendo círculos con mis caderas mientras no dejaba de besarla y acariciarla con mis dedos. Sentí como los dos empezábamos a necesitarnos muy cerca, como empezaba a desprender calor tanto mi cuerpo como el suyo y como empezaba a desearla de una forma que ni yo me habría esperado. Noté como se humedecía más cuando besaba su nuca o la acariciaba y que empezaba a moverse conmigo de forma que los labios de su sexo rozaban, mojaban y acariciaban la punta el mío haciendo que cualquier trozo de tela sobre nuestro cuerpo empezara a resultar una molestia, por lo que despacio terminé de desnudarla, mientras ella se giraba para besarme y ayudarme a quitarme la ropa, permaneciendo de pie el uno junto al otro.
Por primera vez pude sentirla completamente desnuda y acariciar su cuerpo con libertad mientras la besaba… Mis dedos alcanzaron de nuevo su clítoris y pude volver a notarlo, por que el sentir sus labios, su humedad y la facilidad con que las yemas de mis dedos resbalaban por su sexo me devolvieron las ganas de poder notarla.
Parecía contenta con como la abrazaba y acariciaba desde atrás aunque a veces le apeteciera hacer una pausa para saborear nuestros labios estando cara a cara. Así que al ver como acariciaba su trasero y se me notaba en la respiración y en la forma de empujarla contra la mesa que teníamos delante, que tenia la necesidad de estar pronto dentro de ella, apoyó sus manos sobre la superficie de la madera y se colocó esperando a sentir como mi sexo la llenaba desde atrás. Y La verdad es que me apetecía aquello. Me gustaba la idea de sostener sus pechos entre mis manos mientras me deslizaba dentro y fuera de ella, y estaba a punto de pasar. Solo tenía que colocarme tras ella y guiar la punta de mi sexo hacia la entrada del suyo, pero por sorpresa fue ella quien lo hizo, dejándome notar sus dedos sujetando mi tronco firmemente e incluso moviendo su cuerpo hacia atrás cuando tuvo mi glande en su interior para que el resto también entrara. Estaba deliciosamente húmeda y el movimiento de nuestro cuerpo se aceleraba sin remedio, mientras yo disfrutaba de su cuerpo, de acariciar su pecho o su espalda, sin saber realmente en la oscuridad que parte de ella estaba tocando hasta que la notaba en mis manos.
Bajé lentamente mis dedos por su vientre para buscar su clítoris y acompañar la penetración con un suave masaje que pudiera intensificar su placer y lo hice vibrar un poco presionándolo. Aunque trataba de controlar la fuerza en que entraba dentro de ella poco a poco la iba empujando más contra la mesa con cada embestida y sus pezones acabaron rozando con la madera cuando me aceleré descontrolado por el placer.
Traté de pausar un poco la situación con pequeños juegos. Me dediqué a sacar por completo mi sexo de su interior para luego volver a colocarlo y empujarlo lentamente o, incluso a veces, a rozar mi glande con su clítoris antes de devolverlo dentro de ella. Y así, haciéndola esperar un poco conseguí que se diera la vuelta y me besara de forma desenfrenada mientras se sentaba en la mesa con las piernas abiertas y me traía hacía si misma.
Me confesó que le quedaba muy poco para correrse y quería que aquello no parase. Así que rápidamente intente hacerla sentir completamente llena, esta vez estando el uno frente al otro. Como a mi tampoco me faltaba mucho para terminar, empecé a tener espasmos y a notar como la cabeza de mi sexo se hinchaba al máximo y se hacía muy sensible, mientras me movía rápido saliendo solo un poquito de su interior y entrando hasta que pudiera sentir mis huevos contra ella.
Sus jadeos, sus gemidos, como me abrazaban sus piernas y me rozaban sus pezones gracias al movimiento de sus pechos, como apretaba un poco su sexo para que la sintiera más, y su forma de moverse conmigo y adaptar la postura de su cuerpo para que la penetración fuera todo lo profunda posible, me hicieron sentir un placer tan intenso que tuve que aguantarme bastante para no correrme antes que ella. Pronto no podría contenerme más.
Me distraje metiéndome sus pezones en la boca, pero aquello fue peor por que al acercarme a ella podía oír más sus susurros que me excitaban por como repetía constantemente que estaba terminando.
- Falta poco, falta poco, ya me corro, sigue, un poco mas… - decía una y otra vez.
Y finalmente lo hizo, y cerquita de mi oído pude escuchar como liberaba tensiones mientras su cuerpo se estremecía junto al mío. Ya que al comprobar que había terminado por fin pude dejar de contenerme y empecé a correrme dentro de ella, sin poder elegir cualquier capricho que tuviera hace un momento sobre alguna parte de su cuerpo sobre la que descargar mi orgasmo en forma de líquido caliente. Pero aquello me gustó. Como seguía entrando y saliendo de ella al tiempo que notaba salir de mi cuerpo un chorro tras otro y ella, a pesar de que ya había terminado, también disfrutaba de aquel instante por que lo notaba.
Hubo una pausa y empezamos a buscar besos y caricias en la oscuridad, sin movernos demasiado, quedándome un poco más dentro de ella, recuperando nuestra respiración normal, acariciándonos y sonriendo (aunque eso no podíamos verlo). Después, de vuelta a la realidad, nos quejamos de no saber donde había ido a parar nuestra ropa y, por supuesto, el móvil seguía sin aparecer.
- Si quieres llamo con el mío a ver si suena y sabemos donde está – Me dijo en voz baja.
Me quedé sorprendido. No era el único que quiso aprovecharse de la oscuridad por que deseaba que pasase algo entre los dos.
Nos dio por reír.
- Que mala eres. – le dije
Y empezamos a ponernos en manos a la obra para recuperar la luz en la habitación. De hecho yo me di un poco de prisa por que me apetecía ver a mi amiga desnuda. Aunque solo lo conseguí de cintura para arriba. Menos mal que tenía un plan. Me acerqué a ella y empecé a besarla por el cuello.
- Ahora con la luz encendida. – Le susurré finalmente.
Escrito por: Mathew Kapsize
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