En la oscuridad

¿Que pasa cuando un activo es forzado a cambiar de rol y termina gustándole?

Vuelvo a escribir después de un rato sin hacerlo. Es una historia que puede o no tener continuación. Saludos!!

Era sábado y yo decidí aprovechar el clima para un paseo en bici. Era mayo y el calor resultaba intenso incluso en la mañana. De forma que me vestí con mi outfit de licra, casco y audífonos y monté en mi bici de ruta. La ciudad estaba relativamente tranquila, pero decidí salir a una zona más suburbana para respirar aire algo más limpio. Habría rodado durante al menos unas dos horas cuando mi celular comenzó a sonar. Me detuve y miré. Era un aviso de nuevo mensaje de una de mis aplicaciones de ligue. Lo leí y de inmediato supe que acababa de pescar buen material

Su perfil decía que era pasivo, de 20 años, caliente y disponible para ya. Sus fotos mostraban a un chico de complexión delgada y músculos definidos, piel trigueña y lampiño. Unas nalgas redondas y brinconas eran el toque final. De inmediato mi verga reaccionó por debajo de la licra deportiva. Lo mejor: Estaba a una distancia de menos de 400m. Intercambiamos unas palabras y armamos el plan: Estaba en una casa del vecindario, solo y deseoso de coger.

En cuestión de minutos llegué a su lugar. Era una casa suburbana, con jardín frontal y una cochera separada, como todas las de la zona. Llamé a la puerta y al poco me abrió. Efectivamente, era el de su foto, si bien en persona se veía más pequeño, ya que apenas mediría 1.65. Vestía con una playera excesivamente grande y un short. Iba descalzo. Me hizo pasar con todo y bici. Al interior de la casa, bastante amplia, me condujo a la sala.

“Gracias por venir, estaba muy aburrido” me dijo. “Mi familia salió el fin de semana y no me dejó ni el auto para poder acercarme al centro”

Me ofreció agua, cosa que agradecí porque ya estaba sediento después del recorrido en bici.

“Espera aquí, voy a ponerme cómodo” salió y al poco empezó a sonar una música instrumental. Me reí para mis adentros. Un niño de 20 años, solo en su casa, invita a un extraño para follar y pone música relajante. Seguro ahora saldría vistiendo calzoncillos de caricaturas. Claro, eso lo podía pensar yo a mis 30 años pero seguro a esa edad yo era así o más ingenuo.

Pasaron los minutos y el chico no volvía. Le llamé y me contestó desde lo lejos. Yo me había acabado el agua y, sentado en el sillón de su sala, escuchando esa suave música, comencé a adormecerme. Sin darme cuenta, comencé a cabecear y de pronto supe que sentía el cuerpo extremadamente relajado. La cabeza también la sentía ligera. Vi al chico aparecer frente a mi, aún vestido como hacía poco, pero sin camisa. Pude ver su cuerpo delgado y juvenil y quise silbar de admiración. Sin embargo la boca no me respondió. Intenté levantarme y tampoco pude. Apenas alcancé a alzar un poco los brazos, para volver a caer sin fuerza. El resto de mi, ni siquiera se movió. Me sentía pesado, muy pesado. Intenté hablar pero hasta la lengua me pesaba y sólo pude emitir algunos balbuceos. El chico se arrodilló frente a mi, examinándome. Levantó uno de mis brazos y lo dejó caer exangüe. Me pasó un dedo frente al rostro, y yo lo seguí con la mirada, izquierda y derecha, siendo los ojos lo único que podía mover con cierta libertad. Me palmeó la mejilla, casi gentilmente y me sonrió con malicia.

“Ya estás listo. Ahora si nos vamos a poder divertir” dijo.

Tenía algo en las manos: Eran unos goggles (visor) de natación, o algo similar. Los colocó ajustando el elástico para que quedaran en torno a mi cabeza y cubriendo totalmente mis ojos. A diferencia de los goggles normales, estos estaban oscurecidos, de forma que no podía ver nada. Yo estaba tan entumecido que ni siquiera tuve fuerza para sacudir la cabeza pero aun si lo hubiera hecho, los goggles estaban tan firmemente puestos que no hubiera conseguido nada.

Lo siguiente que sentí es que me levantaban del sofá. Fue entonces cuando me di cuenta que el chico no estaba solo. Con su físico delgado y mis 90kg de músculo puro, hubiera sido imposible que él me levantara. De hecho lo que sentía era unos brazos bastante fuertes y de piel caliente. Me transportaron a un lugar desconocido. Al estar ciego y virtualmente paralizado, traté de aguzar el oído para captar la mayor cantidad de información pero no oía mas que ruidos vagos. Nadie hablaba.

Sentí que me depositaban en una superficie mullida, como una cama. Quedé tendido cuan largo era, sin poder moverme ni ver qué pasaba. Ahora manos sobre mí, manipulando mi cuerpo y quitándome los tenis, la ropa deportiva y mis calzoncillos hasta dejarme desnudo. ¿Que querían hacerme? Pensé atemorizado. Sospechaba que el plan sexual continuaría pero no sería el culo del muchacho sino el mío el que estaría en juego. Quise gritar y oponerme. Yo siempre había sido activo y la posibilidad de que usaran mi culo como si de un pasivo cualquiera se trataba me horrorizaba. Mi lengua estaba igual de adormecida que el resto de mi cuerpo de forma que mis gritos apenas fueron unos gemidos extraños.

De nuevo me movieron de lugar. Ahora me depositaron boca abajo, sobre una superficie lisa, como plástico o piel. Sólo mi tronco estaba en la superficie.Tanto mis piernas como mis brazos y cabeza colgaban. Sentí que sujetaban mi cuerpo a dicha superficie mediante unas correas. Para no dejarme caer por error, pensé. Unas manos comenzaron a acariciar la velluda piel de mi espalda, de mis piernas y, peor aún, de mis nalgas. Las manos me tocaban, ahora suaves, ahora con fuerza, palpando mis músculos, frotándose contra mi. Se aproximaron hacia mis glúteos y los separaron. Sentí un vientecillo. El aliento de una persona, respirando, aspirando, explorando, oliendo mi raja, seguramente sudorosa. Pensé que sentiría una lengua pero no. La persona se retiró. Un par de palmaditas en una nalga. Luego otras manos (o las mismas?). Una de ellas abrió mis nalgas con dos dedos luego sentí que me aplicaban algo directamente en el ano. Algo frío y viscoso. Lubricante. Inmediatamente sentí un objeto duro, cilíndrico y delgado insertarse con relativa facilidad en mi recto y agua, agua tibia fluyendo en mi interior. Un enema.

El agua fluyó, inundando mis entrañas. Quizá medio litro. Retiraron la cánula y finalmente escuché una voz, la del muchacho, con una sola orden enfática e incontestable.

“Sácalo”

Para mi sorpresa, constaté que a diferencia del resto de mi cuerpo, mis intestinos y músculos abdominales aún se movían con cierta normalidad. Tuve que obedecer. Sentí el agua recién introducida volver a salir junto con los materiales fecales normales. Terminado, volvieron a meterme la cánula y de nuevo vino agua. El lavado se repitió hasta 4 veces. A la quinta vez, sentí de nuevo un fluido, mucho más caliente. Entró y entró y entró. Esta vez era más de medio litro. No tenía forma de calcularlo pero era mucho más que los primeros lavados. Mi abdomen comenzó a hincharse y la presión comenzó a ser desagradable. Sacaron la cánula pero antes de que pudiera expulsar el agua, un objeto romo y resbaladizo, de forma similar pero mayor grosor ingresó hasta que sentí que el grosor disminuía. Supe que era un plug anal. Pensé que ya habríamos terminado pero me equivocaba. Las manos tomaron mis testículos, que colgaban pegados a la superficie donde estaba tendido. Hábilmente colocaron algo alrededor de ellos. Algo metálico a juzgar por la textura dura y la temperatura fría. También me colocaron algo en las muñecas y tobillos. Brazaletes de un material suave. Cuero.

Todo quedó en silencio. Yo me quedé ahí, aun paralizado, con el plug firmemente metido en mi culo y mi abdomen incómodamente relleno de ese fluido caliente. Pasó el tiempo. No sé cuánto. Quizá una hora. Finalmente, volví a sentir presencia de alguien en el cuarto. Murmullos apenas distinguibles. Me retiraron el plug y de inmediato comencé a vaciarme. Sentí el alivio de mis intestinos y un suspiro escapó de mi boca.

Me desataron y me transportaron de vuelta a la cama. Me dejaron ahí nuevamente pero antes agregaron un elemento más para dominarme: Abrieron mi boca e introdujeron un objeto circular y metálico. Un ring gag. Era bastante grande y me obligó a abrir mucho la boca. La sujetaron a mi nuca. Ahi me quedé otro rato. Inmóvil… hasta que poco a poco sentí que las fuerzas regresaban a mi cuerpo. Mis dedos, mis pies. Poco a poco recuperaba movimiento. Finalmente pude mover mis brazos. Inmediatamente los dirigí a mi cabeza. En ese instante un intenso dolor me aguijoneo. Tardé un momento en darme cuenta de donde había salido. Era de mis huevos. De nuevo apareció. Uno, dos choques eléctricos que emergían de mis huevos y me hicieron gritar de dolor.

“Poco a poco recuperarás movimiento pero más te vale obedecer a todo lo que te diga. Lo que acabas de sentir se repetirá si no obedeces” era la voz del chico. “No tienes permitido quitarte nada. Ahora espera quietecito en tanto pasa el efecto del paralizador”

Efectivamente, sentí cómo el resto de mi cuerpo recuperaba la movilidad pero no me arriesgaba a moverme. Quizá el chico estaba frente a mi, pero sabía que no estaba sólo. Cegado y con el peligro de recibir otro choque eléctrico, sabía que las posibilidades de rebelarme o escapar eran muy bajas. Debía esperar la oportunidad.

Finalmente sentí que podía moverme nuevamente casi con normalidad. Y el chico debiera estar vigilándome pues vino a decir:

“Quiero que te pongas de pie, levántate del lado derecho y estírate, seguro tendrás entumidos los músculos”

Obedecí. Efectivamente mi cuerpo estaba entumido y aún se sentía algo pesado.

“Ahora te vas a poner de rodillas… bien. Ahora sigueme. Sigue mi voz. A gatas”

El chico me daba indicaciones y yo lo seguía. A donde sea que me estuviera llevando, la ruta no fue larga y era relativamente recta. Mis manos y pies sentían el suelo duro de madera que su casa tenía, asi que por lo menos deduje que seguía estando en el mismo lugar. Finalmente llegamos a un lugar donde me ordenó detenerme.

“Delante de tí encontrarás un par de barras. Agárrate a ellas.” Estiré las manos y alcancé las barras, que estaban en posición vertical. Eran de metal, asi que más bien serían barrotes. Sentí que se acercaba y luego un sonido metálico y cierto movimiento en mis muñecas me hicieron saber que me había atado a dichos barrotes.

“Separa las piernas…un poco más”

Nuevos chasquidos y mis tobillos también quedaron sujetos. Intenté cerrar las piernas y no pude. Sentía algo que las separaba… una barra. Definitivamente el niño sabía lo que hacía pues ahora tenía las piernas bastante separadas y mi culo estaba a su merced. Ambos sabíamos lo que pasaría…

Su verga se acercó a mi orificio virgen. Apenas tocó mi esfínter pero pude sentirla caliente y palpitante. Me iba a desvirgar y ni siquiera usaría lubricante… me asustó pensarlo e intente sacudirme. La verga se retiró y una fuerte palmada golpeó mis nalgas.

“Tranquilo, perro. Sólo estamos probando tu culo” dijo y repitió otras 3 nalgadas. Yo gemí. Intenté decir algo pero solo podía hacer ruidos incomprensibles por el ring gag.

Una sustancia fría tocó mi culo. “Que bien”, pensé, al menos no me penetrará en seco. De nueva cuenta sentí la cabeza de un falo cerca de mi culo… En 32 años nunca había sido penetrado. Nunca lo había considerado. Con mi físico musculoso, mi apariencia de macho alfa y mi verga de 20 cm, la sola idea de dar mi culo me parecía degradante. Y ahora ahí estaba, sometido por un niñato de 20 años a punto de darme por detrás…

Acercó la verga, como calando. Se detuvo. No había alcanzado a meterme nada, apenas lo acercó lo suficiente para ejercer presión en mi esfínter. Se quedó ahí por segundos eternos. Ambos sentíamos la tensión. Yo contenía la respiración.

Me clavó la verga de un golpe, en un movimiento continuo. No sé si fue “de una” como vulgarmente se le dice, pero lo que sentí fue que en instantes estaba lleno. Lancé un alarido, pues la presión era dolorosa en mi culo recién violado. Una vez dentro, se movió de izquierda a derecha, meneándose. En ese momento yo apenas era consciente de todos esos detalles, solo sabía del dolor… El chico sacó la verga y volvió a darme una estocada. La volvió a sacar y de nuevo. Me tomó por la cadera siguió dándome estocadas. Yo sé cómo coger. Sé que hay maneras y formas muy diversas de coger un culo. Sabía que en ese momento, él no tenía más interés que asegurarse que sintiera la máxima dilatación en el menor tiempo, quería demostrar que me estaba rompiendo. Yo me aferraba con ambas manos a los barrotes y gemía. La boca la tenía llena de saliva, que se derramaba hacia afuera a través del ring gag. Mi cuerpo sudaba, más por la tensión que por calor. Él también sudaba, pues sentía gotas caer sobre mis nalgas y mi espalda baja. Luego de un tiempo, cambió el ritmo. En lugar de estocadas totales, dejó la verga dentro y comenzó a bombear, sin sacar del todo la verga, en movimientos cortos y rápidos, “limando”. Finalmente, bajó el ritmo, con un vaivén un poco más reposado y medido hasta que se detuvo por completo. Un gemido de placer suyo me hizo saber que se estaba viniendo. Yo había sido violado y ahora recibía semen en mi culo por primera vez… Dudo que hubiera pasado más de 10 minutos pero para mí se me había hecho eterno. El chico sacó casi de inmediato su verga de mi culo. Sin embargo, al momento volví a sentir algo que ingresaba. Era algo delgado y rígido. Lo metió sin el menor cuidado, apenas clavándolo, aumentando la irritación y el dolor que ya sentía. A continuación la cosa empeoró: Sentí un líquido dentro… estaba caliente… no… no estaba caliente pero al momento de inundar mi recto, sentí que me quemaba. Volví a sacudirme pero esta vez sentí el dolor ya conocido del choque eléctrico en mis huevos acompañado de una nueva nalgada.

“Quieto, perro, que todavía falta”

Me virtió ese líquido, un poco más, y retiró el objeto, que ahora sabía que era un embudo.

“Ni se te ocurra sacarlo o te daré otro toque” me advirtió

Era una cantidad muy pequeña de líquido, comparada con la que me había dado anteriormente con los enemas, pero quemaba como… alcohol. Y de hecho a los pocos minutos comencé a sentirme mareado. Un ligero aroma que me llegó me hizo entender. Era aroma a… tequila? Whisky? Algún destilado, eso era seguro… me había metido alcohol en el culo, por eso me ardía tanto y por eso ahora me sentía asi…

El alcohol se absorbe muy rápido por vía anal. Y yo estaba casi en ayunas de forma que eso bastó para ponerme ebrio rápidamente. Empecé a sentir la cabeza embotada y a balancearme aun en mi precaria postura. Pero además… además de la sensación de quemazón, además de la irritación y de dolor de mi reciente violación… además de eso, ahora sentía algo diferente… un cierto cosquilleo que crecía y anestesiaba a los otros dos. Empecé a menear las nalgas, pues ahora el cosquilleo comenzaba a ser más intenso, era la única manera, estando sometido como estaba y era inútil. El cosquilleo seguía creciendo… una mezcla de cosquillas, de placer y de lujuria que se extendía por mi cuerpo e invadía mi mente, nublada por el alcohol. Comencé a gemir quedo

Sentí una mano que me acariciaba la espalda, los flancos y el culo, muy suavemente, eróticamente. La suave palma recorría mi piel, que estaba muy muy sensible. Sentía escalofríos de placer… Comencé a menearme más… sensualmente, buscando esa mano

“Eso, bonito, eso, muévete… muéstrale a papi que te gustan mis caricias” me decía ese chico, 12 años menor que yo.

Las manos alcanzaron mi pecho y tomaron mis pezones, pellizcando suavemente, provocando oleadas de placer… una gota de alcohol que aún quedaba en mi culo recorrió lentamente mi perineo y mis huevos afeitados, dándome otra sorpresa pues al poner mi atención en esa parte de cuerpo me di cuenta que mi verga estaba erecta.

“Muy bien, bonito, muy bien, ya te diste cuenta que te gusta, ¿verdad?” Ahorita te va a gustar más.

Llevó su mano a mis sensibilizadas nalgas y acercó un dedo a mi orificio. Lo introdujo y empezó a moverlo. La sensación había cambiado. En lugar del dolor y de la irritación, ahora sentía un delicioso movimiento de su dedo en mi culo mientras con la otra palma seguía acariciando mis nalgas.

“¿Te gusta, bonito? ¿Te gusta cómo trabajo tu culito? Mueve la cabeza para saber si te gusta”

Una parte de mí sabía que debía resistirme pero el placer era intenso y me sentía ebrio y feliz, desinhibido.

“Bien, bien. Sabía que te gustaría. Todos ustedes, activos, se niegan este placer pero cuando finalmente se los damos a conocer, caen rendidos… bien, bonito, si te gusta mi dedo, lo siguiente te va a encantar”

Retiró su dedo. Yo me quedé expectante sobre lo que seguiría. Y lo sentí. Un gran cuerpo se posicionó sobre mi, haciéndome sentir su piel velluda sobre mi espalda. Pude sentir su aliento en mi nuca y, de nueva cuenta, la cabeza de un falo erecto cerca de mi culo… Al entrar, sin embargo, me di cuenta que este era un pene mucho más grande, más grueso. La tensión, si bien no era dolorosa, sí era mayor. Mi culo se dilató con algo de esfuerzo pero en cuanto la tuve dentro, supe que la quería. La verga, caliente, dura vibrante, comenzó a frotarse en mi interior. Si el dedo me había gustado, ese fierro era mil veces mejor. Volví a gemir, esta vez ya descaradamente, entregado a ese nuevo, extraño y delicioso placer que acababa de descubrir. Sentía al macho cogerme con energía y brío, olía su aliento cálido y profundo, excitado. Mi propia verga se sacudía al vaivén de nuestros movimientos. No podía ver pero imaginé que seríamos una gran imagen, dos machos musculosos, velludos, entregados al frenesí del sexo. No sería la primera vez que me pasara, salvo que esta vez yo era quien disfrutaba con mi culo lleno… ese pensamiento me perturbó. Hasta ese dia, hasta hace unas horas, yo hubiera repugnado la ideay ahora en cambio, casi me sentí triste cuando, luego de unas cuantas embestidas más, el macho se vació en mi ano, llenándome de leche por segunda vez en menos de una hora.

El musculoso hombre se retiró. Al salir, sentí claramente mi culo, vacío y abierto… Las manos volvieron, acariciadoras, tocando mis nalgas y una de ellas, muy suavemente, mi escroto. Yo seguía erecto y excitado, y esas caricias sólo aumentaban la tensión. Un dedo volvió a introducirse en mi culo pero no se quedó ahí mucho tiempo. Salió. Y luego lo sentí… en mi boca abierta, depositando la mezcla de espermas sobre mi lengua. No pude hacer mas que saborearla, sentirla deslizarse hacia mi garganta y tragarla…

Y luego… el dedo volvió a mi culo, que lo recibió ansioso. Tomaron mi dura verga y comenzaron a masturbarme suavemente hasta que finalmente estallé en un gran chorro de esperma como hacía rato no me pasaba.

Mientras seguía disfrutando del post-orgasmo, sentí un leve picor en el glúteo y en cuestión de segundos el sueño se apoderó de mi…

Cuando desperté, me encontraba en el césped. Estaba desnudo, pero a la mano estaban mis ropas, cuidadosamente dobladas, así como mi bici. Estaba en una zona verde, no lejos de uno de los caminos de ciclismo que acostumbraba a usar. El sol ya caía. ¿Que había pasado? Me levanté para vestirme y me di cuenta de otra cosa… mi verga… mis huevos… tenía una jaula de castidad… un dispositivo metálico envolvía mis genitales…

Primero lo primero… me vestí para no ser descubierto desnudo y en esa extraña situación. Al ponerme la licra, del bolsillo cayó una nota y mi celular. La nota decía: “Revisa tu correo”.

Desde mi celular entré a mi cuenta de correo, donde había un nuevo mensaje. Lo abrí y se descargó un video: Pude verme a mi mismo mientras el chico y su “amigo” me cogian, atado yo a los barrotes, sometido. Mi cuerpo y mi cara se veían nítidamente pero ellos dos aparecían astutamente pixeleados para no delatar sus identidades.El video duraba casi media hora y terminaba en mi apoteósico orgasmo. No lo vi todo en ese momento. En vez de eso, leí el resto de mensaje, que decía:

“Me encantó jugar contigo, bonito. Te dejé puesto un regalito. Si quieres quitártelo, ven a mi casa la próxima semana. Ahh y sé discreto sobre este jueguito. Si le cuentas a alguien… este video saldrá a la luz pública… y no queremos eso, ¿verdad? Ahh un consejo, aplica frío a tu verga si de pronto te sientes… con poco espacio, jajaja”

Subí a mi bici y pedaleé a casa… cada movimiento me hacía sentir dos cosas: La jaula comprimiendo mis genitales y un roce, no muy desagradable, casi hasta placentero, en mi culo. Ambas sensaciones me hacían darme cuenta de tres cosas: 1) Que había dejado de ser sólo activo, 2) que quizá no volviera a serlo en un rato y 3) que quizá no me importaba tanto como hubiera querido...

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