En la oficina III

LA tercera y más caliente sesión con Alexandra y alguien más...

EN LA OFICINA III

La tercera y última vez que me acosté con Alexandra fue un día en que asistimos a una fiesta cerca de su casa, Jaime llevó a una chica alta, llevaba una blusa ajustada que dejaba adivinar sus pechos redondos y parados, sus pezones se dibujaban a través de la tela que los cubría, una falda corta con la cuál podíamos disfrutar de sus largas y bien torneadas piernas, maquillaje impecable que, más que favorecerla, ocultaba una tersa piel y una cara hermosa, ¿su nombre?, Rocío. Mi pareja iba ataviada con algo similar a Rocío, solo que llevaba liguero que pude apreciar cuando nos dirigíamos a la reunión.

Pasamos un buen rato divirtiéndonos, bailamos tomamos unos tragos y disfrutamos de una buena cena, al bailar con Alexandra se pegó a mi bulto que comenzó a crecer poco a poco, se notaba que la calentura la estaba haciendo presa y decidimos irnos para deleitarnos dándonos una buena cogida, le comuniqué a Jaime nuestra decisión y me respondió:

  • Tenemos la intención de hacer lo mismo, ¿qué les parece si nos vamos todos al apartamento de Rocío?

La idea nos encantó, no pagaríamos una habitación de hotel, Alexandra dijo:

  • Sería bueno que lleváramos algo para seguir tomando, pasemos a comprar una botella.

Todo parecía ir saliendo a pedir de boca, nos retiramos en nuestros autos y seguí a Jaime hasta el lugar en donde daríamos rienda suelta a nuestros instintos carnales.

Rocío abrió la puerta y nos encontramos con una sala decorada finamente, se notaba que el buen gusto era uno de sus mejores aliados, yo comenté:

  • ¡Qué lugar tan elegante!, ¿lo decoraste tú?

Con un asomo de modestia y un leve enrojecimiento de sus mejillas, Rocío contestó:

  • Sí, me ha costado mucho trabajo poder dejarlo tal y como a mí me gusta, si vieran el estado en el que estaba cuando lo renté, quería llorar.

Al escucharla, Jaime la abrazó y le dio un ardiente beso al cuál ella correspondió, nosotros hicimos lo mismo y las inquietas manos de todos los que ahí estábamos comenzaron a recorrer los cuerpos de la respectiva pareja, Rocío de desprendió del abrazo y puso música suave, las notas llenaron la habitación y ella nos invitó a levantarnos para bailar, me tomó de la mano y me pidió que bailara con ella, creo que eso no le gustó a Alexandra, pero se entregó en los brazos de Jaime y bailó junto a nosotros, tras unas cuantas melodías las manos de Jaime iniciaron el recorrido del cuerpo de Alexandra, ella estrechó la distancia que lo separaba de él y rodeó su cuello con sus brazos, por mi parte acerqué más a Rocío y ella se dejó llevar, bajé mis manos hacia su redondo trasero y pude percibir un leve suspiro que escapó de sus labios, su boca buscó la mía y nos fundimos en un beso tierno al principio, luego se transformó en apasionado para terminar en uno totalmente salvaje, dejó caer una de sus manos, la cuál se posó sobre mi creciente pene, lo acarició suavemente y logró dejarlo erecto y listo para la batalla, Alexandra hacía lo propio con Jaime, solo que ella fue más allá, le bajó la cremallera del pantalón y sacó el tieso instrumento que tan bien conocía, lo masturbó suavemente y luego pegó su concha a él para que se excitara aún más.

A modo de reto Alexandra le dijo a Rocío:

  • Vamos a ver quién es mejor mamadora – comentó arrodillándose frente a Jaime y metiéndose el gran caramelo que estaba frente a sus ojos.

No queriéndose quedar atrás, Rocío imitó lo que estaba viendo, sacó mi arma y, entreabriendo sus carnosos labios, lo metió poco a poco en su húmeda boca, mi amigo y yo disfrutamos lo que las ansiosas bocas hacían, realmente sabían cómo ponernos a tono, la lengua de Rocío se paseaba por todo el tronco de mi herramienta, se detenía unos momentos en el glande y luego continuaba hasta meterlo casi por completo en su abertura, lo sacó y se dedicó a lamer mis testículos hasta que mis gemidos fueron lo suficientemente altos para que los escuchara la otra pareja, Ale volteó a vernos e intensificó sus caricias sobre la tranca de Jaime, de repente, Ale sacó lo que tan ricamente chupaba para decirle a Rocío:

  • ¿Cambiamos de lugar?

Con la caras de satisfacción, permutaron los lugares y continuaron chupando, besando y lamiendo nuestros garrotes, así pude hacer una evaluación de la forma en que ambas lo hacían, Ale era más exaltada, lo hacía como si quisiera hacernos terminar inmediatamente, en cambio Rocío lo hacía tiernamente por unos momentos y apasionadamente en otros, creo que si me dieran a elegir con cuál me quedaría, preferiría a Rocío; detuve las chupadas de Ale para levantarla e irla desvistiendo y disfrutar, tanto de su suave piel, como de la visión que estaría ante mí, Jaime imitó nuestros movimientos y bajó lentamente la falda de Rocío, a cada centímetro de piel que descubría, lo besaba con pasión, esto hizo que Rocío temblara de pasión, luego la despojó de la blusa dejando ver veladamente sus preciosos pechos que se encontraban prisioneros en el sostén de media copa, la parte superior de ellos, sobresalía como si quisieran escapar de su carcelero, desabrochó el brassiere y dejó que esos melones quedaran libres, balanceándose incitantes, mientras eso pasaba, dejé a Ale totalmente desnuda de pie ante mí, ambas poseían las más ricas de tetas que podríamos haber encontrado, besamos, lamimos, chupamos, pellizcamos y acariciamos esas ricas masas de tersa carne, ellas correspondieron a nuestras atenciones con gemidos, suspiros y besos, luego Jaime desnudó a Rocío y nos retiramos un poco para contemplar su cálida desnudez, la única diferencia entre ellas era que Ale estaba un poco más llenita que Rocío, pero lo compensaba con su rasurado osito que invitaba a pasar interminablemente la lengua sobre él, apresuradamente nos desvestimos y en cuanto estuvimos sin nada encima, nos lanzamos en pos de los cuerpos ardientes que esperaban la dosis de placer que calmara su fiebre.

Acosté a Ale sobre el sillón y recorrí su cuerpo con la punta de mi lengua, poniendo especial atención en sus montañas pectorales, los pezones recibieron ligeras mordidas, su depilada concha tuvo trato especial, lamí todo su alrededor, luego abrí un poco sus labios vaginales para introducir mi lengua en esa apetitosa e húmeda cueva, al tocar su clítoris, se arqueó para facilitar mi entrada, luego metí hasta donde pude mi apéndice bucal y con eso logré que Ale perdiera la razón para convertirse en una hembra hambrienta de sexo, Rocío recibió un trato similar, solo que ella estaba montada sobre su pareja que estaba boca arriba en la alfombra, su concha estaba directamente sobre la boca de él y recibía la mamada justa para pedir una verga que invadiera sus entrañas; estiré mi brazo y pude tocar sus pechos, ella volteó a verme y con cara pícara me sonrió y guiñó un ojo.

  • ¡Acérquense más!, así nuestro placer irá en aumento.

Como mi calentura era demasiada, pedía a Ale que nos acercáramos a ellos, lo hizo un poco enfadada puesto que había interrumpido mis mamadas a su concha.

Al aproximarnos pude acariciar a mi antojo la suave piel de Rocío, tomé sus pezones con fuerza y luego los mordí para excitarla más, ella pidió que le lamiera el culo, cosa a la que accedí, me acerqué a sus encantadores cachetes traseros, los abrí y le chupé de arriba hacia abajo toda la línea que escondía el rosado y arrugado ano, Ale se montó sobre Jaime y se clavó totalmente la dura estaca mientras seguía dándole lengua a Rocío, ¡qué escena aquella!, Jaime acostado cogiéndose a Ale y chupando la concha de Rocío mientras yo le lamía el culito a Chío, después de unos minutos, Ale pidió:

  • ¡Rocío, déjame lamer tu cosita, mientras alguien me coge de perrito!

Rocío se acomodó en el sillón y abrió las piernas para facilitar las mamadas que Ale le iba a dar, Jaime se paró sobre el asiento y le dio su caramelo a Chío para que lo disfrutara, yo me acomodé detrás de Ale para meterle la reata, luego cambiamos los lugares, Ale por Chío y Jaime conmigo, para darles el mismo tratamiento, unos minutos después cada quién ensartó a su respectiva pareja, Ale se vino primero, poco después Rocío baño la tranca de Jaime, inmediatamente me vine yo abundantemente dentro se la vagina de Ale y al final Jaime hizo lo mismo pero sobre las tetas de Chío.

Al rato, cuando nos repusimos Jaime y yo, vimos a Ale que lamía la concha de Rocío, poco después, ésta sacó unos consoladores de buen tamaño y unos vibradores para seguir con los juegos sexuales, nos deleitamos de lo lindo con el espectáculo que nos dieron, se alternaban para meterlos y sacarlos de sus bocas, vaginas y de sus culitos, luego que se vinieron la primera vez haciéndolo entre ellas, Chío tomó un consolador doble y se lo metió por ambos orificios de Alexandra, lo hizo clavándolo profundamente en la intimidad de Ale, aquella sensación hizo tuviera el más rico orgasmo que derramó en esa noche, al final nos chuparon las armas que para ese instante se encontraban totalmente paradas, no se detuvieron hasta que nos vaciaron el semen que nos quedaba, después, se fundieron en un apasionado beso en el cuál intercambiaron nuestros blanquecinos líquidos, lo saborearon como si fuera agua para alguien perdido en el desierto, tal vez eso fue lo que hizo que Alexandra y Rocío se convirtieran en amantes (lesbianas) y nos dejaron sin sus ricos cuerpos; ¡lástima!, porque con ellas nos divertimos de lo lindo.

No pierdo la esperanza que algún día me permitan estar con ellas nuevamente aunque sea solamente de espectador y les pueda platicar cómo son ellas dos en la cama.

Don Pato

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