En la oficina
Ella esta divorciada, su jefe era casado pero la volvía loca, y valia la pena correr el riesgo
Sandra se levantó de la cama, sabía que tenía que llegar a trabajar y que ahí, vería una vez más al Licenciado Rodríguez, y esa apostura que lo hacía irresistible para ella, moreno, casi un metro noventa de estatura, rasgos severos y varoniles, coronados con un bigote color negro al igual que su cabello que contrastaban notablemente con sus ojos color verde.
Su varonil voz, y su pausada forma de hablar, le excitaban, se sentía como una jovencita ante la presencia del muchacho que la alborotaba en la escuela secundaria, y, aunque dichos años habían quedado atrás, y ella tenía 29 años, la sola presencia de ese macho encendía sus fantasías más ocultas y excitantes, y aún más, sabiendo que era casado.
Se apresto a hacer desayuno para sus tres hijas, dos de ellas de un mismo padre, de quien había sido amante y que, coincidentemente también había sido su jefe, y una tercera producto de su primera relación seria con un hombre, cuando ella estaba en la preparatoria y había entregado su amor y su cuerpo por primera vez, a quien en ese entonces era su novio.
Las dos relaciones
habían
fracasado.
ahora, Sandra
tenía
que afrontar la responsabilidad de ser madre soltera, y trabajar y educar a su familia, tras terminar de servir a sus hijas, apresuro el paso, se
quitó
el
pantalón
del pants
deportivo
que utilizaba para dormir, y la delgada blusa que dejaba ver sus generosos pezones para quedar totalmente desnuda frente al espejo.
Para sus adentros, pensó, no está mal,
sacudió
su larga cabellera negra como la noche que colgaba sensualmente hasta casi la mitad de su blanca espalda, y reviso sus largas piernas, con unos muslos adorables, y largas pantorrillas, sus caderas medianas, y dándose la vuelta, reviso su trasero, que, en lo particular, era lo que menos le agradaba de su figura, aunque, al parecer, a los hombres que habían tenido la suerte de llevarla a la cama les era más que bueno, y lo disfrutaban cuando lo manoseaban, abrían y palmeaban, regresó a la postura frontal, y vio su monte de Venus coronado con un ralo triangulo de vello, que cuidaba acuciosamente cada vez que entraba a la regadera, copo sus pechos que eran lo que más le enorgullecían, grandes, turgentes, pesados, con dos hermosas aureolas amplias en color café claro, y unos pezones café obscuro prominentes y erectos, además de ser extremadamente sensibles, sonrió y giro, retiro la cortina plástica de la ducha, y abrió la regadera, mezclando agua caliente y fría, estiro una de sus largas piernas e ingreso a la regadera para bañarse apresuradamente, debía darse prisa y salir rumbo a la oficina.
Tras el regaderazo, Sandra se puso un juego de lencería blanca, con encaje al frente de una breve tanga que se metía perniciosamente entre sus blancas nalgas de piel tersa, que le ajustaba perfectamente, muy sacada arriba de la cadera, pronunciado su afilado perfil, y alargando sus ya de por si prolongadas extremidades inferiores, mientras que el sujetador era igualmente en color blanco, con unos hermosos remates de encaje sobre las copas que cubrían la mitad de sus pechos, casi al borde de sus hermosos pezones.
Procedió a sacar el traje sastre color azul marino, de falda dos pulgadas arriba de la rodilla, y apretada en caderas y muslos, eso la favorecía con su figura espigada, de peto amplio que sujetaba su abdomen y la hacía ver más plana en la región abdominal, el saco era de buen corte, y al cerrarlo se abultaba con sus poderosos pechos. Decidió no usar medias, y selecciono los zapatos negros de tacón de aguja, que levantaban sus nalgas, y delineaban sus pargas pantorrillas, rematando con la blusa de seda blanca, que transparentaba su sujetador dándole un toque erótico y juguetón, se vistió, y tras ponerse las prendas se paró frente al espejo, sonriendo al agradarle lo que veía. Estaba lista.
Salió a la calle dejando a sus hijas atrás, camino a la esquina de la calle donde se juntaba una transitada avenida donde espero un taxi, sus pasos eran acompasados, largos y decididos, y varios automovilistas volteaban a revisarla de pies a cabeza, al llegar a la intersección, y pararse en la esquina, sonrió para sus adentros al seguir recibiendo miradas lascivas, y un camión de volteo cargado de trabajadores de la construcción se convirtió en un indicador más de como lucia esa mañana, pero del modo guarro y descarado, los albañiles no se limitaron y profirieron cualquier cantidad de piropos impropios que ruborizarían a cualquiera: ¡que rica puta!, ¡señora sabrosa!, ¡que ricas tetas! ¡culona! ¡que ricas piernas, quien estuviera en medio de ellas! ¿quieres coger, aquí hay muchas vergas para ti putona? Y más improperios, permaneció incólume, no gesticulo, ni mostro agrado o desagrado, mientras el camión prosiguió su marcha al cambiar la luz mientras los hombres seguían gritándole de cosas al alejarse.
¡vaya reacción! Pensó, ¿reaccionaria igual el caballeresco licenciado Rodríguez? No dejo de sorprenderse a sí misma al pensar eso, ¿se había arreglado meticulosamente para él, o lo hizo como parte de su femineidad natural y para lucir bien ella misma? mientras eso pasaba por su cabeza, vio un taxi libre y estiro el brazo para solicitar su servicio, el taxista hizo una maniobra, y detuvo el vehículo frente a la espigada mujer, quien abrió la portezuela posterior, levanto la pierna izquierda y abordo el vehículo bajo la vigilante mirada del chofer que no perdió detalle cuando abrió las piernas al subir, el transportista buscaba verle la ropa interior casi seguramente, ella bajo su mano y cubrió cuidadosamente el frente para evitar darle un espectáculo gratis al descarado conductor que fijaba su mirada en la parte baja de su anatomía.
- ¿A dónde la llevo señorita? pregunto el maduro chofer, a lo que Sandra respondió dándole la dirección de la oficina, al tiempo que se quitaba las gafas obscuras que cubrían sus ojos cafés claro, dedicándole una amable sonrisa al chofer a manera de cortesía, aun y cuando él había tratado claramente de ver de más cuando abordo la unidad de transporte.
Al llegar a su destino, el conductor le dijo cuanto costo el viaje, Sandra
metió
la mano a su bolsa y extrajo el dinero, se puso las gafas,
abrió
la portezuela, y traviesamente separo
mucho sus largas
extremidades
, bajando primero la pierna derecha del
automóvil
, y aguantando la postura un poco, el chofer con
los ojos como platos tuvo una amplia
visión
de la ropa interior de encaje blanco en el fondo de la falda de la sensual mujer, quien en esa misma postura
extendió
el brazo para darle el dinero al tiempo que le daba las gracias, el
recibió
el pago y balbuceo – gracias a usted bella dama, que tenga buen
día
- Sandra gro sobre su trasero, bajo la
pierna
izquierda, y sin voltear atrás
cerró
la puerta del carro, y camino sensualmente rumbo a la puerta de su oficina ubicada a unos metros sobre la acera - ¡este se la jala al rato pensando en lo que vio!
Pensó
, esbozando una sonrisa juguetona en sus gruesos y carnosos labios pintados de rojo brillante.
Abrió
la pesada puerta de madera, y miro hacia arriba de la larga escalera que llevaba a las oficinas en el primer piso,
emitió
un prolongado suspiro y tomo aire, - ahí vamos otra
vez
–
pensó
, y
subió
la escalera con paso decidido.
Al llegar,
Leticia
la asistente general la saludo efusivamente, se
habían
hecho
amigas
, y era la
única
del lugar que
conocía
los escarceos amorosos que el jefe
había
tenido para con ella,
sonrió
y le
dijo: - tu hombre viene hermoso el
día
de hoy, ¡te vas a mojar nomas de verlo!
- y se carcajeo ruidosamente –
shhh
,
¿qué
te pasa pendeja? -
inquirió
Sandra, con una sonrisa
tímida
- ¿
platícame
, como se ve
?,
y la que se moja eres
tú
mensa – y se rio abiertamente en complicidad con su amiga
-Espérate a verlo, seguramente te va a llamar en cuanto vea que llegaste – Sandra siguió su camino hacia el escritorio que le correspondía al otro lado de la oficina, justo frente a un ventanal cubierto por una cortina traslucida que permitía ver al exterior, pero impedía ver hacia el interior de la oficina del licenciado Rodríguez , Sandra giro por la parte que daba al ventanal, sacudió su melena negra azabache, y acomodo su bolso en el último cajón agachándose y mostrando el contorno de sus caderas a quien estuviera dentro de la oficina, se irguió y retiro la silla, y poco antes de sentarse, el teléfono sonó con la alarma del interfono, extendió su largo brazo, y tomo el auricular, y dijo con voz melosa: - a sus órdenes licenciado – la varonil voz del otro lado del auricular contesto: - buenos días Sandra, ¿puede venir a la oficina?, tengo algunas cosas que pedirle – Sandra tomo la libreta de dictado que tenía sobre el escritorio, giro sobre sus talones y se encamino hacia la puerta, en la distancia, Leticia se reía abiertamente, y con gesticulaciones le decía a su amiga – te lo dije, te iba a llamar en cuanto te viera llegar – Sandra sonrió, su amiga tenía razón, ni siquiera si había sentado en su lugar y él ya la requería en su privado.
Sandra entro en la oficina con un look muy profesional, libreta en mano, y lista para ver los
requerimientos
de su jefe, por dentro, al verlo ataviado con el elegante traje color gris, camisa blanca, zapatos lustrosos
recién
boleados color negro, y una corbata roja, no pudo menos que relamerse los labios, ¡
cómo
le gustaba ese hombre maduro, de
físico
excelente, alto, pero por desgracia, su desgracia: casado!
A sus
órdenes
licenciado, dijo Sandra, el, la miro de arriba abajo y
sonrió
derritiéndola
inmediatamente – Que tal Sandra, ¿Cómo esta?
Inquirió el
, ella
devolvió
la sonrisa, con un brillo de
coquetería
en sus vivaces ojos – Lista para lo que usted ordene –
Él
se reacomodo en su confortable silla de oficina,
y le
pidió
una serie de documentos correspondientes a la jornada laboral, le dicto tres
números
telefónicos
para arreglar unas citas concernientes al trabajo, y le
solicito
un vaso de agua, Sandra contesto, enseguida licenciado, y giro sobre su eje una vez
más
para salir de la oficina y comenzar a cumplir con sus tareas, fui ahí, cuando dio la vuelta y estaba a punto de salir, que
él
le dijo: - Sandra -, ella freno y volteo sobre su hombro, y el comento
sonriendo
una vez
más
– que guapa y sexy luce el
día
de hoy,
siempre
, pero hoy
verdaderamente
¡brilla! Ella se ruborizo,
sintiéndose
halagada, y deseada, y
respondió
con una abierta sonrisa mostrando su alineada y blanca dentadura y gruesos labios diciendo –Muchas gracias
licenciado, verdaderamente
me siento
halagada -
el reafirmo el piropo diciendo – que afortunado debe ser
su novio
Sandra, disfrutando a una bella dama como usted - ¡gracias! Contesto, pero la verdad licenciado, no tengo ninguna
relación
por el momento, me concentro en el trabajo, y en servirle a usted (enfatizo dicha frase)
así
como en cuidar y atender a mis tres hijas. Al
terminar
la frase, solo volteo su cabeza y camino de un par de pasos largos para salir del lugar y de la vista del abogado.
A lo
largo de la mañana, Sandra
cumplió
al pie de la letra cada una de las tareas que le
habían
sido encomendadas, en el inter, ella visito a su jefe en cuando menos tres ocasiones
más
, y en cada una, el
volvió
a decirle cuan hermosa y sexy lucia - ¡este quiere algo!
Pensó
al tiempo de que en cada una de esas ocasiones
sintió una chispa de excitación sexual que no
podía
refrenar, una
vez
más
, sus pensamientos volaron y se
visualizó
en toda clase de situaciones carnales con su jefe, en todas las posiciones y en todas las perversiones, llegando incluso a sentir como lubricaba en sus partes
más
secretas.
Al llegar al
mediodía
, todos quienes trabajaban en la empresa salieron para tomarse una hora para comer, sin
embargo,
Rodríguez
seguía
pegado al
teléfono
en una conferencia con un cliente importante, y Sandra no
podía
dejar la oficina hasta que lo hiciera su jefe por si necesitaba algo (
ojalá
y la necesitara a ella) Leticia se
acercó
a su amiga, con quien habitualmente
salía
a esa hora por los alimentos, y le dijo – Pues me voy esclava,
ahí
quédate
a esperar a que tu
príncipe
azul termine de hacer dinero, nos
vemos
en una hora – y enfilo rumbo a la puerta, misma que cerro fuerte de un portazo y bajo la escalinata larga, cerrando fuerte la puerta exterior a nivel de la calle.
Rodríguez
y Sandra se quedaron solos en la oficina.
La llamada concluyo en no menos de cinco minutos, y el abogado se
levantó
de su silla, camino unos pasos rumbo a la puerta, y contemplo a su asistente sentada ahí,
esperando
sus instrucciones.
¿Qué paso Sandra, porque no fue a comer? Pregunto, Sandra levanto el entrecejo, y asevero –
creí
que tal vez me necesitara para algo
después
de terminar la conferencia con nuestro cliente de la
farmacéutica
- El camino hacia la mujer, y
sonrío
abiertamente, acotando – de verdad que es usted servicial y eficiente, le agradezco mucho su profesionalismo, y que me espere, pero no era necesario, es mie
error
,
debí
haberle dicho que se fuera a comer, le
ofrezco
una disculpa, ¿Qué puedo hacer para compensarla? Sandra giro la silla para encarar al hombre que se
había
acercado a ella,
ubicándose
a poco
más
de un metro de donde estaba sentada, ella
apretó
las rodillas y su falda mostraba sus caderas
arrellanando
su trasero en la silla, la blusa de seda blanca abierta discretamente hasta el tercer
botón
, y dando un pequeño campo visual a su sujetador de encaje blanco, enmarcado en el saco ejecutivo
azul
marino. Se
veía
verdaderamente atractiva.
Manuel
Rodríguez
tenía
fama de conquistador, a pesar de estar casado con una mujer extremadamente bella, desde que Sandra se
presentó
a pedir trabajo, le
había
llamado la
atención
, y en los dos primeros meses de
relación
laboral, todo se
había
manejado en el terreno netamente profesional, sin que eso le impidiera observar a su asistente y sus largas piernas
y generosos
senos,
así
como su cara de belleza atrevida y grandes labios en flor que, como alguna vez le
había
comentado a su socio, le
parecían
perfectos para dar una mamada de campeonato mundial.
Mi esposa me llamo diciendo que
venía
retrasada
Sandra, dijo el licenciado, ¿usted no se va a ir?, ella le contesto – No, creo que ya no voy a alcanzar, tal vez queden solo cuarenta minutos para regresar a la oficina – al tiempo que se
levantó
de su silla para servirse un vaso de agua, pero, al levantarse, el hombre no dio un paso al costado, quedo ahí, parado frente a ella, que, a pesar de ser alta, con un metro y setenta y dos
centímetros
no alcanzaba ni cerca la estatura del que fuera jugador de baloncesto, se produjo un silencio, mientras la mujer levantaba la cara para ver el rostro de su jefe, quien una vez
más
esbozo la sonrisa que la
volvía
loca, y dijo - ¿cuarenta minutos es tiempo suficiente para que
tú
y yo nos conozcamos mucho mejor, no crees? Era la primera vez que la tuteaba, y
sintió
una corriente
eléctrica
recorriendo su espalda hasta sus nalgas, el
alargo
sus brazos, y la tomo suavemente, sus manos eran enormes, y bajando un poco la cabeza para ponerse a su altura le dijo –
sé
que te gusto, y
tú
me gustas mucho
también
,
tú
y yo
podríamos
divertirnos mucho, si
tú
quieres – alargo estas
últimas
silabas,
diciéndolas
casi en un susurro al
oído
de Sandra que
sintió
como se le aflojaban las rodillas ¡era
increíble
! El jefe le
había
dicho que ella le gustaba, y
se
dejó
hacer, el
recorrió
sus brazos
acariciándola
, y cerro su ataque, tomando las solapas del saco ejecutivo
removiéndolo
del delgado cuerpo de la asistente, mientras que al mismo tiempo la besaba en la boca, primero con suavidad, como explorando su
reacción
y al recibir respuesta afirmativa, con mayor
pasión
, sacando su lengua e
invadiéndola
la de ella, quien
devolvió
el abrazo, elevando sus brazos y manos para abrazar al
varón
por el cuello, sus amplios hombros y el
prolongado
beso la
hacían
temblar de
emoción, el saco de Sandra
cayó
al piso, y el
movió
su mano derecha para tocarle los pechos por encima de la delgada blusa, y Sandra no pudo
reprimir
un ligero gemido de placer mientras sus lenguas
seguían
entrelazadas.
Su enorme mano entro por el escote, y sin perder el tiempo
invadió
la privacidad del sujetador yendo directo a amasar uno de sus pechos, que, a pesar de ser grandes, talla D, era completamente cubierto por la mano del ex jugador de baloncesto,
sentía
una dureza desmedida
en
los
pezones
, y
las sensaciones
eran abrumadoras, se
descolgó
de sus hombros sin dejar de responder a los besos ardientes del hombre que
seguía
hurgando en su boca con una lengua grande y tentadora, y por primera vez, buscando retribuir las caricias, paso su palma abierta por la superficie frontal del
pantalón
de vestir de su jefe, pudiendo sentir una enorme
erección
, estaba duro, muy duro, y su tamaño lucia prometedor debajo de la prenda,
procedió
a abrir la hebilla del
cinturón
,
haciéndolo
a ciegas, ya que el
seguía
besándola
con
frenesí
, loro desabrochar el seguro, y Sandra fue por el
botón
del
pantalón
, el
desprendió
el beso y agachando la cabeza
mordió
delicadamente el
lóbulo
de una de las orejas de la mujer que se
estremeció
sintiendo la humedad de su
saliva, la
textura de sus dientes, y ese intoxicante aroma de la colonia que usaba y que a ella tanto le gustaba,
olía
a hombre,
olía
a macho, sin duda, sus feromonas
contenían
la
química
exacta para su gusto de mujer, el cerro un poco su caricia en su seno derecho, y
apretó
fuerte pero sin llegar a provocarle dolor su erecto
pezón
, lo que
envió
una
sensación
punzante y aguda a
través
de sus terminales nerviosas terminando en su
clítoris
, Sandra
sentía
que su sexo
escurría
excitación, estaba tremendamente
húmeda
y caliente.
Ella se
atrevió
a romper el ritmo de esas exploraciones amatorias por primera vez, ya que
tenía
una duda legitima –
dígame
licenciado – a pesar de tener sus besos apasionados y su mano
acariciando
sus pechos,
seguía
hablándole
de usted: ¿Qué no dijo que su esposa ya
venía
en camino? Su vos sonaba
entrecortada
entre suspiros y jadeos, el reculo un poco para darle libertad de maniobrar para abrirle el
pantalón
al tiempo que
decía
– No te preocupes, para esto siempre hay tiempo – y retirando la mano del interior del sujetador de su asistente,
empezó
a desabotonar la blusa de seda buscando liberar los turgentes pechos que anhelaba lamer y chupar.
Sandra
prosiguió
la labor y retiro el
botón
del
pantalón
, bajo la cremallera, y
metió
la mano, su jefe utilizaba
boxers
, introdujo la mano por la parte superior de la ropa interior y sus largos dedos de unas larga y pintadas de rojo fuego
sintieron
la carne dura del hombre que la deseaba, ¡vaya que estaba duro!
Emitió
un largo suspiro, y
apretó
su pene, era ancho, y
también
, como lo
había
supuesto
, largo y del tamaño exacto, ni muy pequeño para no sentirlo, ni muy grande como para temerle, era exactamente lo que ella y su calentura necesitaban.
e
cayó
hasta las rodillas, y tomando el
bóxer
por
ambos
lados de la cintura, tiro hacia abajo, al tiempo que bajaba la cabeza para ver por
primera
vez el instrumento que el seguramente
metería
en ella, era moreno obscuro, circuncidado, con una enorme cabeza en forma de hongo, con el pelo
púbico
ralo,
parecía
que se daba tiempo de cortarlo, ¡hasta en eso era detallista!
Pensó
mientras la bestia se liberaba ante sus ojos, era hermoso, y
sintió
un irrefrenable deseo de tenerlo en su boca de grandes labios ¡
cómo
le gustaba chupar penes! Era algo que estaba
más
allá
de sus fuerzas, desde muy joven siempre se calentaba con la idea que
los hombres que le gustaba
n estuvieran en su boca, era una
fijación,
misma que
había
saciado cada vez que le era posible, disfrutando enormemente de
chupársela
a quienes
habían
tenido la suerte de estar con ella
íntimamente
.
El hombre
sonrió
una
vez
más
, ella estaba exactamente donde
él
quería
, y sus movimientos y acciones le
decían
que su asistente estaba caliente y deseando que la penetrara, Sandra
tenía
la blusa abierta y desfajada parcialmente de su falda ejecutiva, sus pechos ya estaban
expuestos
tras de que su jefe los
sacara
por encima de su sujetador, ofreciendo una
excitante
vista con esos pezones de aureola grande, y coronando cada seno erectos como punta de
diamante
, de color café obscuro,
y listos
para ser pellizcados, lamidos y chupados.
Sandra dejo de preocuparse por su apariencia, y se
inclinó
hacia adelante,
quería
sentir su
erección
en la boca, ¡como deseaba mamarla! Mientras ella completaba la maniobra para alcanzar el pene deseado,
él
tenía
una vista excelente de la mujer empinada, con las piernas ligeramente separadas y su espalda y nalgas respingadas al tiempo de que ella se inclinaba para saciar su apetito de verga.
La enorme cabeza estaba ahí, a pocos centímetros de su boca, su aroma era agradable, su cabeza en forma de hongo ya estaba soltando liquido pre seminal, brillaba, su mano derecha sostenía el glande desde la base, la elevo para ponerla aún más cerca, y paso sus labios cerrados por la abertura superior, pintando sus jugosos labios con jugo de macho, y se relamió los labios, tenía su sabor en su boca, su olor la tenía cautivada, caliente, enervada, abrió la boca y se metió el hongo pulsante en la boca, jugo con su lengua en la punta todavía dentro de su oquedad, bajo empujando su cara un poco más para meterse más de ese órgano excitante, y el gimió de gusto, iba bien, seguía usando su lengua dentro de la boca y el sabor le encantaba, el, acariciaba su espalda por encima de la blusa y apretaba sus nalgas de vez en cuando - ¿te gusta Sandra? - pregunto el, ella solo respondió con gemidos de gusto, como quien saborea un manjar, Rodríguez comenzó a bambolearse hacia adelante y hacia atrás, ayudando la labor experta de su amante a quien ya se cogía por la boca, los sonidos y chupetones que ella hacia al mamar eran muy excitantes, parecía que estaba hambrienta, las manos de la hembra aprisionaban las nalgas descubiertas del macho, y el
recorría
sus grandes manos desde las nalgas de ella, hasta su cabeza para apalancarse y meterle su
órgano
sexual hasta la garganta, sin que ella rechistara ni se ahogara por la
dimensión
del
órgano
al que daba placer.
Bien le dije a Rodolfo, acoto el ejecutivo, detrás de esa carita estaba una verdadera profesional para mamar verga Sandra,
hummm
, que buena eres, si,
cómetela
toda, se ve que te encanta la verga,
chúpamela
,
chúpamela
toda,
hummmm
.
Las palabras guarras del siempre propio abogado excitaban
más
a la mujer, lo estaba poniendo a mil, y su pene entraba y
salía
con cada vez mayor
ritmo
y velocidad en su boca, misma que cerraba para incrementar la
fricción
sobre la parte interior de sus mejillas sobre el potente glande,
cuidándose
de no usar
los
dientes, y si, de mover sus lengua para darle mayores sensaciones a quien la
poseía
por la cara, ella
salivaba
profusamente, hilillos de baba bajaban por su
mandíbula
, y goteaban sobre el piso, en una imagen contrastante con la
prístina
apariencia ejecutiva con la que ella se
había
presentado a la oficina esa mañana.
Si sigues
así
te voy a llenar la boca de leche caliente Sandra, asevero en tono grave y en medio de pujidos y gesticulaciones el alto abogado, ella esbozo una sonrisa en su empalada boca,
retirándola
del
órgano
, para, levantando la cabeza para mostrarle su rostro y sus
todavía
rojos labios con
enormes cantidades
de saliva y
líquido
seminal escurriendo por las comisuras de sus labios – ¿le gusta como lo atiendo licenciado? -
él
dijo con gusto, - claro que si mamacita, pero ahora necesito otro de tus servicios, y estoy seguro de que
serán
tan buenos como los que me has dado con tu boca - la tomo de las manos, la hizo levantarse de la
posición
que
tenía
agachada por la cintura con el pene de su jefe metido en la boca, y la
incorporo
con suavidad, ella retiro con el antebrazo, el
líquido
excedente que
escurría
de su boca, y
haciéndose
la inocente le pregunto a su jefe - ¿Qué desea que haga licenciado? - el tono de su voz era meloso, casi un ronroneo como una gatita que desea un plato de leche, sus ojos eran vivaces, su sonrisa era picara y coqueta, estaba deseosa de complacerlo, y
complacerse
a
sí
misma, tal y como varias veces lo
había
hecho en secreto, en la intimidad de su recamara cuando se masturbaba pensando en el
día
en que el apuesto abogado la hiciera suya.
Una vez que el hombre regreso a la mujer a su
posición
erguida, la
volvió
a abrazar gentilmente, y le fue dando la vuelta
besándola
en la boca, en el cuello,
acariciándola
en diferentes partes de su cuerpo,
recorriéndola
,
cachondeándola
,
haciéndola
vibrar, apoyo su pene erecto contra las nalgas de ella, cubiertas en su falda ejecutiva,
él
ya estaba
prácticamente
desnudo de la cintura para abajo, con los pantalones y los
boxers
a la altura de las rodillas, ella
tenía
la blusa blanca de seda abierta y parcialmente por fuera de su falda, con los senos saliendo por encima de su delicada tela de encaje y seda, y
comenzó
a empujarla hacia el escritorio de ella, quien bajo las manos para apoyarse en el mueble, las manos del hombre se apoderaron de la orilla de la falda y la
subió
hasta la cintura, revelando la blanca piel de la
fémina
quien respiraba entrecortadamente y con la cabeza volteada hacia atrás, la melena negro azabache, lacia y revuelta, miraba fijamente a su macho con sus labios entreabiertos y una mirada desafiante, el tomo las orillas de la tanga blanca y la deslizo desde la cintura, pasando por sus caderas, los blancos y torneados muslos desnudos, dejando la prenda colgando entre sus rodillas, se
incorporó
, y empujo a la mujer por la espalda, poniendo sus
nalgas a su entera y total
disposición
,
metió
una mano entre los pliegues de su trasero, y
sintió
como se empapaba el dorso de la mano en los jugos sexuales que rezumaban del coño
excitado
de su asistente
quien meneaba provocativamente sus caderas, y
sintiendo
el grosor y longitud del tronco que buscaba
penetrarla
.
El licenciado
Rodríguez
asió
a Sandra por las caderas, ella paro el culo y con una voz encendida le dijo, a su amante: -
métemela
, te deseo
muchísimo
,
métemela
toda,
cógeme
,
cógeme
duro, hazme tuya, ¡hazme lo que
tú
quieras!
La voz femenina fue como echar gasolina a un pastizal seco, la lujuria enervo al hombre, dirigió su mástil al hoyo de la mujer, empujo la gorda cabeza entre la labia, y de un
caderazo
y con la enorme lubricación que empapaba la vulva de la mujer, se metió hasta el fondo, de un solo golpe, haciendo que ella emitiera un hondo gemido, y agachando la cabeza entre sus brazos y apretando los puños sobre el escritorio.
¡¡¡
Haaaay
que rico papi, la tienes bien dura,
hummm
, me partiste a la mitad, cógeme bien duro papito rico,
metemelaaaaaaaaaaaaaaa
!!! - Sandra siempre había sido muy escandalosa al momento del sexo, desde el día donde perdió la virginidad en sus años de preparatoria, hasta los múltiples amantes que había disfrutado entre sus dos matrimonios fallidos, cuando alguien le
había
recriminado dicho
escándalo
, su respuesta
había
sido - ¿Qué quieres?, la tengo apretadita, ¡y la siento toda!,
más
si esta grande y gruesa – la de su jefe estaba bien dotada, y con un grosor
más
que adecuado, por lo cual cada estocada le
producía
enormes sensaciones, a las que
respondía
moviendo la cadera y apretando su vagina,
ofreciéndole
una deliciosa
sensación
al macho que la penetraba con fuerza, las enormes manos a ambos lados de su cadera apretaban los rollitos de carne que se
hacían
en esa zona por la
posición
adoptada, y cada embestida
producía
un
chasquido
de carnes ante la violencia de la
invasión.
¡toma, toma balbuceaba el jefe,
cómetela
toda cabrona,
hummm
que rico aprietas putita, ¡tienes perrito!, si,
cómetela
perrita,
hummm
,
siiiii
- de
Señorita, o señora, dependiendo la ocasión, ahora Sandra
había
pasado a ser cabrona,
putita,y
perrita,
epítetos
que no le desagradaban en ese entorno, pero que la hubieran enardecido en cualquier otra
situación
–
sí
, soy tu puta, soy
tuya
,
cógeme
durísimo
papi,
méteme
la verga,
haaaay
,
siiii
,
huuuu
,
haaa
– el martilleo de
Rodríguez
había
adquirido dimensiones gigantescas, sudaba copiosamente, y el furioso mete saca estimulaba enormemente a Sandra que
sintió
como se le aflojaban las rodillas al perderse en un
orgasmo
cegador, siendo
penetrada
desde atrás,
sentía
la total
dimensión
del falo que la castigaba, pero al mismo tiempo la premiaba con un placer
intenso
y prolongado, sobaba sus enormes tetas, y apretaba sus obscuros pezones, su orgasmo no era uno, eran varios encadenados, su pierna izquierda temblaba descontroladamente al combinar la
retribución
sexual que estaba recibiendo, al esfuerzo
físico
de estar parada resistiendo los embates con los tacones puestos, el ataque de
Rodríguez
era
atlético
, un
pistón
que
movía
esa
máquina
de placer con total autoridad, mientras Sandra ocultaba sus gestos de placer entre su largo cabello que
caía
sobre su rostro al estar inclinada en
posición
de recibir, y con los brazos uno encima del otro para crear una resistencia
más
fuerte ante la violencia de las embestidas de aquel toro que deseaba partirla a la mitad, su verga tocaba los puntos correctos, y un segundo orgasmo se desencadeno entre gritos, el jalo su largo cabello,
obligándola
a levantar la cara, y ver sus expresiones mientras
volvía
a venirse con violencia, un hilillo de
líquido
resbalo por la cara
interna
de sus muslos, ¿se
habría
orinado?
Pensó
, no, no era orina, finalmente
había
experimentado algo que
veía
con regularidad en ciertas
películas
pornográficas
, el famoso
squirt
, y el, al verla,
sintió
una
emoción
especial, la estaba haciendo garras, el temblor de las piernas de ella era cada vez
más
notorio, y sus espasmos demostraban que era presa de una cadena de orgasmos
simultáneos
, eso alabo su ego masculino y
continúo
metiéndole
y
sacándole
su arma con enorme vigor ante los
gritos
pujidos y estertores de la mujer que era ya una muñeca de trapo completamente desguanzada y sin resistencia alguna, le
metía
la verga y le magreaba las tetas con total
libertad
, y apretaba y pellizcaba fuertemente sus pezones.
La vagina de Sandra se
abría
y se cerraba
al igual
que el
esfínter
anal descontroladamente, prueba
inequívoca
que los orgasmos eran completamente
legítimos
al ser un reflejo involuntario propiciado por el enorme placer que estaba sintiendo.
La mirada de ella bajo hacia sus brazos cruzados, y ahí estaba el reloj, corriendo implacable, ¿y si llegaba la esposa del licenciado y los encontraba cogiendo? O igualmente bochornoso, pero menos peligroso, ¿y si los compañeros de trabajo regresaban a hacer sobremesa a la oficina? Sandra le recordó a su jefe que su esposa debía estar por arribar, y que los compañeros seguramente ya venían en camino, él le dijo: - no me voy a ir sin que me saques la leche hermosa - la soltó, y saco su verga completamente bañada en los jugos de la hermosa y altiva asistente ejecutiva, ella se levantó de la posición en la que había sido poseída, y bajándose la falda se puso en cuclillas delante de su jefe y su erecto falo llevándoselo a la boca, y diciéndole: dame tu leche papi, quiero tus mecos en mi boca, dame lechita caliente - le mamo la cabeza, se metió el tronco hasta la garganta, acariciando su escroto con una mano, y con la otra comenzó a masturbarlo desde la base mientras lo trabajaba con verdadera maestría con su boca y lengua, el, veía esa cara de rasgos fuertes, pero hermosos, y se excitaba aún
más
- sabía que era una puta golosa
pensó
- ¿quieres leche putita?
sí
,
dámela
contesto ella
sacándose
el garrote de carne de la boca, y reasumiendo sus labores
felatorias
en cuanto termino la frase, intensificando sus caricias sobre los huevos del
varón
, y la velocidad de su
masturbación
a aquel pito que le
había
arrancado varios orgasmos deliciosos.
Así
Sandra,
chúpamela
toda, comete mi verga, ¿la
querías
puta, he, dime que la
querías
toda? Una vez
más
, ella extrajo su pene enhiesto de la oquedad bucal, y
relamiéndose
los labios como si estuviera degustando miel, dijo coquetamente: -
sí
, la
quería
desde que llegue a esta oficina, usted
me puede hacer suya cuando usted quiera – y
volvió
a mamar con
devoción
, mientras la
tensión
sexual del licenciado
Rodríguez
crecía
, y
crecía
, sus piernas temblaron, y ella acelero la mano con la que lo masturbaba, mientras sus labios y lengua se concentraban en el frenillo de su pene, una zona altamente sensible que ella
sabía
, le
produciría
las sensaciones correctas para acelerar su
erupción
-
ahhhh
, que delicia,
siiiii
,
chúpamela
,
huuuuum
ahí viene, ¡ahí te va tu leche gatita, para que te la comas toda! Su
eyaculación
fue profusa, le lleno la boca y se le fue hasta la
garganta
, era tan copiosa que inclusive algo de su esperma que
había
salido disparado se le fue por las fosas nasales al no poder retener su leche dentro de la boca, se
tragó
una buena cantidad, pero mucha resbalo por su barbilla, y por las comisuras
de
los labios, y
salía
de su nariz, y
siguió
jalándosela
y chupando la cabeza para intensificar su placer.
Justo en ese momento
climático
,
sonó
el
teléfono
, era la esposa del licenciado,
él
le dijo que contestara, ella
quería
negarse,
pero
él
se dio la
vuelta
y camino con los pantalones hasta la rodilla rumbo a su oficina para asearse y reacomodarse el elegante traje de corte ingles, mientras que Sandra con las tetas al aire, la falda hecha un caos alrededor de su cintura, la blusa totalmente fuera de lugar, el sujetador debajo de sus pechos, y la boca y la cara llena de semen
procedió
a contestar amablemente: - ¿diga? - Hola Sandra, buenas tardes, soy la señora Eugenia, ¿ya se desocupo mi marido? Sandra
tenía
la voz alterada por la entrecortada
respiración
tras el esfuerzo final para provocar la venida de su jefe – Buenas tardes señora Eugenia,
está
por concluir su llamada con la
farmacéutica
, me dijo que ya baja – La esposa engañada, que, como
mencione
anteriormente era
también
un cromo de mujer, madura, pero con todo en su lugar, riposto: - Creo que me bajare a esperarlo en la oficina – NO dijo Sandra - ¿
cómo
? Pregunto la esposa - ya
está
saliendo señora - acoto la amante, y Sandra volteo rumbo a la oficina de su jefe
abriendo
sus hermosos ojos
marrón
como platos, tapando la bocina con la mano y
diciéndole
a su amante que se apresurara, que su esposa
quería
bajarse a la oficina –muy bien, entonces lo espero, chiquita, parece que estaba haciendo aerobics, ¿
qué
te pasa? - la infiel asistente contesto: -
es que
subí
corriendo las escaleras de la oficina ahorita que
regresé
de comer señora, no pasa nada, muchas gracias -
El hombre
salió
de su oficina como nuevo y con una enorme sonrisa en su moreno rostro, le
aventó
un beso a su asistente y
emprendió
la huida dejando tras de
sí
un rastro de su embriagador olor a colonia que
trataría
de disimular el fuerte olor a sexo que flotaba en el ambiente tras la brutal cogida que le acaba de pegar a su subordinada.
Al salir
Rodríguez
, Sandra camino hacia el baño, se vio en el espejo y contemplo su rostro medio cubierto de semen que empezaba a resecarse, el cabello alborotado, la fina blusa de seda
abierta
de par en par, sus pechos por fuera de
las copas
de su delicado sujetador con los pezones enrojecidos y adoloridos por los tremendos pellizcos que le propino su amante, y ese
latido
en la labia de su vagina que
seguía
pulsando tras los poderosos orgasmos que
había
vivido unos minutos atrás.
Se lavo la cara apresuradamente, trato en lo posible de corregir su cabello normalmente lacio, reluciente, y acomodado cuidadosamente con un fleco al frente, reacomodo sus pechos dentro de las copas de su
brassiere
cerro su blusa, se fajo, y
rápidamente
trato de corregir su maquillaje.
Leticia entre en mucho silencio a la oficina y Sandra no se
percató
de su llegada hasta que le dijo: - ¿Qué tal estuvo, te lo cogiste amiga? - Sandra se ruborizo, y no supo que decir, mientras que
Lety
caminaba por la
oficina
y
abría
algunas ventanas y
prendió
un par de ventiladores
diciendo:
¡aquí huele a motel barato amiga! Huele a puro sexo.
Sandra no tuvo
más
remedio que contarle todo a su amiga y compañera de trabajo, y a partir de ese
día
, se
convirtió
en la amante de planta de su jefe.