En la oficina

Dos versiones; chico y chica y la traca final. Se puede pedir mas? Ambos en la oficina.

Versión del chico

Eran las 21:00 horas del viernes y me disponía a salir del trabajo, un largo día en el que apenas había comido un miserable sándwich, por llamarlo de alguna forma, de esa máquina de la segunda planta, su sabor era más parecido al envoltorio que al supuesto embutido que llevaba dentro. El maldito informe llevaba encima de la mesa desde el martes, pero el imbécil de Pedro parecía que tenía cosas más importantes que hacer que dedicarle un momento para chequear las cifras, con lo cual me había comido un par de gritos del jefe. Pero finalmente había podido entregarlo a tiempo y era hora de irse. En el edificio de diez plantas a esa hora ya prácticamente no quedaba nadie, sólo Andrés y Sandra, su chica, que trabajaban en el mismo departamento. El había entrado hacía un par de años con un buen puesto y consiguió colocarla meses más tarde, por supuesto ellos estaban convencidos de que nadie sabía nada de lo suyo, pero era vox populi. A parte de ellos sólo estaba el seguridad y una de mis compañeras, Eva, con la que me llevaba realmente bien y con la que coincidía algunas veces por la noche en un local que ambos frecuentábamos. Eva era una mujer de 34 años, madre de un niño de cinco y separada felizmente desde hacía un año. Era una mujer con clase, vestía siempre de forma impecable y con muy buen gusto, piernas largas, un bonito cuerpo y una larga melena morena. Los mejores días eran cuando vestía de falda y con esas medias de rejilla que tan bien le sentaban, pero los viernes siempre venía de vaqueros y camiseta, lo que realzaba su figura. No podía negar que más de una vez había fantaseado con ella, pero eran sólo eso, fantasías. Prácticamente me disponía a salir cuando Eva me llamó, tenía un pequeño problema con el ordenador y no conseguía arreglarlo, reconozco que al principio me molestó pero tampoco era plan de decirle que tenía prisa y que no me podía parar, total por un par de minutos que podía pasar. Me situé detrás de ella para ver lo que pasaba, era una tontería, me disponía a arreglarlo cuando pude apreciar su perfume, era increíble que a estas horas todavía oliese como a primera hora del día. Al mirar hacia abajo para usar el teclado mi vista se desvió hacia su camisa y mis ojos se perdieron por su escote, mi sorpresa fue mayor al darme cuenta que no llevaba sujetador. - ¿Es muy grave? Preguntó mirando hacia mi. La pregunta me sacó de mi ensimismamiento y me pilló por sorpresa. - ¿El qué? Respondí como un tonto - El ordenador, ¿qué le pasa? Tengo sin gravar los documentos, no los perderé ¿no? - No lo se muy bien, mentí. Voy a intentar arreglarlo seguro que es una tontería. - ¿quieres que te deje el sitio? - No, no, no es necesario estoy bien. Me apresuré a responder. Ya lo creo que estaba bien, no podía estar mejor, pero tampoco era plan estar todo el rato mirando, aunque me hubiese gustado, así que me puse a arreglarlo pero sin ninguna prisa. De vez en cuando mis ojos volvían a perderse entre su camisa, buscando un movimiento descuidado que liberase alguno de sus pechos y pudiese verlos mejor. No se si era por la situación o porque estaba todavía con la chaqueta y el abrigo puesto, pero empezaba a tener calor, así que me incorporé y me puse más cómodo y me quedé con la camisa y la corbata. Volví a inclinarme sobre ella para continuar arreglándole el ordenador pero mi cabeza estaba en otra parte y mis ojos también, desde mi posición privilegiada pude comprobar que situándome ligeramente a su derecha mi vista alcanzaba a ver el comienzo de su pezón izquierdo, eso me excitó. Pero no era plan seguir descaradamente mirando y tenía un encargo que hacer así que me puse a ello. Miré el reloj para calcular el tiempo que tardaría y me di cuenta de que eran casi las 21:30, era imposible que hubiese pasado el tiempo tan rápido y aun no había empezado, así que manos a la obra, total me llevaría unos minutos sólo. Eva mientras tanto andaba ordenando los papeles de su mesa, yo casi tenía solucionado el problema cuando varios de sus papeles fueron a para al suelo. - ¿Te ayudo? - No gracias, ya estas haciendo bastante por mi y es tarde y querrás irte - No es nada, además no tenía ningún plan, lo más seguro es que me vaya a casa y alquile un DVD, mentí. Eva se agachó y en ese momento seguí su movimiento con la mirada, la cual me llevó a ver como el pantalón dejaba al descubierto un pequeño tatuaje en la base de la espalda y el comienzo de un diminuto tanga. No podía creerme lo que estaba pasando, era como en mis fantasías, combinación perfecta, tanga y tatuaje.

Versión de la chica

Seguro que sería la última en salir, sólo quedaba Oscar en su planta y seguro que también estaban Andrés y Sandra que siempre se esperaban para salir, llevaban tiempo saliendo pero "supuestamente" nosotros no lo sabíamos, que ilusos. La verdad es que Sandra había tenido suerte con los hombres, no como yo con el cabrón de mi ex marido, lo único bueno que me quedaba de esa relación era nuestro hijo Lucas de cinco años. Pero gracias a Dios desde hace un año ya estábamos separados y podía disfrutar de mi soltería nuevamente, aunque la verdad es que no la disfrutaba mucho, no hay nadie especial en mi vida. Al casarme perdí un poco de relación con mis amigas y amigos y aunque siempre estuvieron ahí no era lo mismo, si ya no me acuerdo de ligar, pensé. El chico con el que más relación tenía era Oscar, mi compañero de trabajo y precisamente por eso, porque trabajábamos juntos y lo veía todos los días, aunque alguna vez nos encontrábamos por la noche en un local al que yo iba con mis amigas. El no está mal, siempre de traje y con unas corbatas y camisas muy bonitas, pelo corto, le queda mejor ahora que cuando lo llevaba largo y me hace gracia que venga a veces con el pelo todo revuelto pero perfectamente colocado cada pelo. Pero seguro que ni se fija en mi, una mujer de 34 años y con un niño de 5. Creo que me está empezando a afectar el que sea viernes y tenga ganas de salir, pero primero tengo que arreglar este maldito ordenador pero no se ni como y Andrés está a punto de marcharse. - ¡!Oscar¡¡ - Dime - ¿Puedes ayudarme un momento? No se que le pasa al ordenador Se situó detrás de mi - De repente el ordenador se bloqueó y no puedo guardar nada, ni salir. - ¿Es muy grave? - ¿Es muy grave? repetí un poco más tarde mirando hacia el. En ese momento me di cuenta de que no estaba precisamente mirando el ordenador sino mi escote con disimulo, hice como que no me había dado cuenta pero vi como se sonrojaba. - ¿El qué? Me respondió sorprendido por la pregunta - El ordenador, ¿qué le pasa? no perderé los documentos ¿no? - No lo se muy bien. Voy a intentar arreglarlo seguro que es una tontería. - ¿quieres que te deje el sitio? - No, no, no es necesario estoy bien. Me respondió. La situación me había pillado un poco por sorpresa, no me lo esperaba aunque la verdad me había halagado un poco, eso quiere decir que aun resulto interesante a los ojos de los hombres y seguro que hoy más que no llevo sujetador. Me entraron ganas de reír pero me contuve. En la situación que estaba Oscar como no tuviese cuidado podría verme hasta el ombligo. Hay que reconocer que el chico olía bien mmm ¿Gaultier? pensé, y no estaba mal, que yo supiese había tenido algo con un par de chicas de la empresa pero nada serio. En ese momento se incorporó y se quitó el abrigo que aun llevaba puesto y la chaqueta, pobre, ya se iba a ir y yo liándolo aquí y ya eran más de las 21:30. - ¿Te ayudo? Le dije. Ya estas haciendo bastante por mi y es tarde y querrás irte. - No es nada, además no tenía ningún plan, lo más seguro es que me vaya a casa y alquile un DVD, me dijo. La verdad me sonó aburrido y me extrañó que no fuese a salir esta noche. En ese momento al girarme me cayeron unos papeles sin querer al suelo. Lo que faltaba, menudo día, me agaché y al acabar de recogerlos y darme la vuelta me pareció ver a Oscar mirándome nuevamente, pero esta vez no era el escote lo que miraba, ya sabía yo que estos pantalones de cadera baja me darían problemas, o alegrías, nunca se sabe. Es la segunda vez que me mira y lo pillo, me dije, en ese momento pensé que llevaba mucho tiempo sin que me pasase algo así. ¿quiere jugar? Veamos hasta donde llega, hasta yo me sorprendí diciéndome estas palabras, pero que demonios, vamos a ver si es tan tímido como parece. Volví a sentarme en la silla y como el seguía detrás de mi, más en concreto a mi lado, me moví de tal forma que mi camisa dejaba al descubierto algo más que un generoso escote para ver como reaccionaba. A mi me daba que tardaba más de la cuenta en arreglar el ordenador. - ¿Entonces no vas a salir hoy? - No creo, con la semana que llevo con el puñetero informe me apetece quedarme en casa, aunque seguro que me llaman para liarme ¿y tu? - Pues no tenía nada planeado en principio, además este fin de semana el niño se queda con el padre así que lo tengo para mi solita y ya me apetecía quedarme sola en casa, ya sabes, cuando tienes niños es difícil hacer planes, le dije. - ¿vas a ir al Moloko entonces? El Moloko era el pub donde alguna vez coincidíamos. - Pues no lo se aun, pero si bajo seguro que si, aunque mi semana también ha sido fina, además esta mañana me he levantado con un dolor de cuello que me lleva fastidiando todo el día. En ese momento para mi asombro Oscar se incorporó y puso sus manos en mi cuello. - ¿Dónde te duele? ¿por aquí? - Si, a la altura de la nuca. Pero no es necesario de verdad. No cabía de asombro. - No te preocupes, en un momento te dejo nueva Sus manos empezaron a masajearme el cuello como hacía mucho tiempo que no lo hacían y realmente empezaba a surtir efecto. - ¿Dónde has aprendido? Le dije - Hace años tuve una novia que era quiropráctica y me enseñó a dar masajes, ya hacía tiempo que no daba ninguno. - Pues no has perdido la práctica por lo que veo. - Gracias, si te hago daño avisa, aunque tiene que dolor un poco. Más que daño me estaba encantando, hacía años que nadie me tocaba así, con dulzura y firmeza, se me había olvidado el dolor y estaba disfrutando realmente, sus manos eran suaves y bajaron hasta los hombros para seguir el masaje, yo sólo llevaba la camisa puesta pero empezaba a tener calor. Me pregunté si quedaría alguien en el edificio...

La traca final

Casi no podía creérmelo, le estaba dando un masaje en la oficina, estábamos solos y la situación me estaba excitando. Seguí por los hombros y noté que Eva iba relajándose, no se como pero mis manos empezaron a bajar por la clavícula, cada vez más abajo hasta que sin darme cuenta estaban dentro de su camisa acariciando sus pechos, notando su firmeza y como los pezones se endurecían con la excitación, pasó todo muy rápido y al contrario de lo que pensaba que ocurriría, que sería que Eva me diese una bofetada noté como ella también lo deseaba. Seguí acariciando sus pechos con ambas manos, levantándolos, escuchaba su respiración acelerada y me deslicé hasta su cuello besándolo, mordiéndolo, notaba como la excitación crecía cada vez más por ambas partes. Desabroché su camisa dejando sus pechos completamente a mi alcance, giré la silla poniendo a Eva frente a mi, me agaché y acerque mi boca a sus pezones poniéndose mas duros aun si era posible. Eran preciosos, redondos, bien formados y con una areola de buen tamaño. Mi lengua no paraba de lamerlos y de darle pequeños mordiscos mientras ella sujetaba mi cabeza para que no parase. Pero los dos queríamos más, la levanté de la silla y en seguida nos besamos buscando nuestras lenguas como locos mientras las manos recorrían el cuerpo. La sujeté por la cintura y la levanté, ella cruzó las piernas alrededor de mi cintura mientras seguíamos besándonos, en ese momento sin soltarla la llevé al despacho más cercano, que casualmente era el del Director. Cerré la puerta tras nosotros y la senté en la mesa, en seguida me quitó la camisa y empezó a recorrer con su lengua mi torso, cada vez la deseaba más, sus manos jugaban dentro de mi pantalón buscando algo que con cada caricia con cada roce crecía más. Yo ya no podía esperar más así que despejé las cosas de un manotazo de la mesa, ya pensaría después como colocarlo, la tumbé en la mesa y le quité los vaqueros. La tela dejó ver un tanga negro muy fino, de los de hilo dental que llaman, cubrían su coño completamente rasurado muy levemente, lo acaricié por encima y noté como se arqueaba su cuerpo, estaba caliente, me agaché y separé despacio el tanga dejando ante mi aquello que tanto deseaba. No podía esperar y mi lengua empezó un subir y bajar, un entrar y salir continuo sus manos sujetaban mi cabeza apretándola hacia ella - no pares, no pares, ni se te ocurra hacerlo No tenía la más mínima intención de hacerlo, sólo me separé un poco para con mis dedos acariciarla y separar un poco sus labios y poder concentrarme más en su clítoris, notaba como Eva cada vez estaba más cerca del orgasmo, su cuerpo y su sabor me lo decían y así seguí, su respiración cada vez más rápida, mis manos que no perdían el tiempo jugaban con sus pezones, empezó a gemir más fuerte, menos mal que estábamos solos en la oficina y más rápido, más rápido, sabía que iba a tener un orgasmo - sigue, sigue, por Dios, sigue Me emplee a fondo sólo en su clítoris con leves movimientos circulares alternándolos con la presión de mi lengua, hasta que llegó el orgasmo, noté como llegaba y tengo que decir que me encanta encontrarme en esa situación cuando estoy con una mujer, así que podéis imaginar lo excitado que estaba en ese momento. Eva dejó de moverse tras el orgasmo pero en seguida y sin darme tiempo a reaccionar se encontraba de rodillas sujetando con fuerza mi polla, dándole leves mordiscos a la punta y sin parar de lamerla, no sabía cuanto tiempo podría aguantar sin correrme así que en ese momento la levanté de nuevo, me tumbé en la mesa y ella se sentó encima de mi dándome la espalda con un ritmo frenético mientras entraba y salía, desde esta postura podía ver su tatuaje y la forma que tantas veces miré de su culo, aunque esta vez sin ropa era mucho mejor, la sujetaba por la cintura mientras la subía y la bajaba. En un momento determinado la cambié de postura, igualmente encima de mi pero sin darme la espalda mirándome, me gusta la visión que ofrece esta postura y la excitación que produce en ambos. Nuestras miradas se cruzaban viendo el deseo en los ojos movimientos cada vez más rápidos, más intensos, nuestros cuerpos se movían cada vez más cerca del orgasmo, no se como pero aguanté hasta que sus gemidos me indicaron que era la hora, empujé con fuerza, con más rapidez buscando alcanzarla en su momento, que llegó con un gemido no contenido por parte de los dos, una descarga de placer recorrió mi columna vertebral durante lo que pareció una eternidad. Sudando nos separamos y quedamos tumbados mirando al techo de la oficina durante unos minutos sin decir nada, como no queriendo perder ese momento. Nuestras manos se rozaron más como gesto de complicidad que de afecto. Nos levantamos y vestimos sin decir una palabra tras lo cual Eva salió del despacho, yo me quedé un momento recogiendo lo que antes había tirado por el suelo, intentando que quedasen las cosas lo más parecido a como estaba antes. No debieron de ser más de 3 minutos pero al salir Eva ya no estaba. Apagué mi ordenador, salí de la planta y llamé al ascensor un poco molesto por que se fuese así. Al salir del edificio me despedí del guardia de seguridad y le desee buen fin de semana, cuando llevaba unos cien metros recorridos una voz a mí espalda me llamó: - Oscar, ¿entonces alquilamos ese DVD?