En la oficina (2)

Pasado un rato en el que mi excitación había ido en aumento y mis jadeos y mi respiración cada vez estaban mas alterados, se me ocurrió tirar del cordón del huevo para llevármelo a la boca, dí un tirón fuerte y salió haciéndome estremecer.

Volví a mirar el reloj, las 9:45, sólo había pasado un cuarto de hora y se me había hecho eterno, comencé a pensar que iba a morir de la desesperación allí abajo, puesto que la paciencia no es una de mis virtudes, pero no me quedaba mas remedio, era lo que mi Amo quería y por lo tanto era lo que yo tb quería. La mano de mi Amo apareció por debajo de la mesa sobresaltándome, cogí un trozo de papel que me tendía: Perrita, sé buena que voy a ir a tomar café, quédate bien quietecita y calladita para que nadie te oiga y no te descubran, mientras vengo quiero te masturbes, para que cuando vuelva, tenga una zorra bien guarra y caliente jadeando entre mis piernas, ahh! y nada de correrse hasta nuevo aviso. Conforme iba leyendo la nota me iba aterrorizando, no podía ser que me dejara allí sola, y ¿si viene alguien a su mesa y se sienta?, estuve a punto de suplicarle que no me dejara allí sola, pero me mordí los labios porque lo único que iba a conseguir sería delatarme, así que me tranquilicé, respiré hondo y pensé que no iba a pasar nada. Se levantó y se fue, dejando la silla bien pegada al escritorio, de manera que me ocultara lo máximo posible. Cerré los ojos y metí mi mano en mis leggins, llegando hasta mi ya chorreante coño de cerda, mojando primeramente mi dedo en su entrada para luego llevarlo a mi clítoris y comenzar a frotarlo despacito, haciendo pequeños círculos a su alrededor, sin llegar a tocarlo directamente. Pasado un rato en el que mi excitación había ido en aumento y mis jadeos y mi respiración cada vez estaban mas alterados, se me ocurrió tirar del cordón del huevo para llevármelo a la boca, dí un tirón fuerte y salió haciéndome estremecer. Me quedé mirándolo un momento, estaba totalmente blanco, lleno de mis flujos, los cuales se me antojaron de lo mas apetecibles y fui dando pequeños lametones, recorriéndolo de arriba a abajo, dándole la vuelta conforme lo iba limpiando, sabía bien, muy bien, ya me sorprendí la primera vez que me probé, me sorprendió lo bien que sabía y desde entonces siempre acabo lamiendo mis dedos, igual que estaba haciendo ahora con el huevo. Lo separé un poco para poder observarlo y vid que le quedaba un pequeño restillo en la punta, así que inmediatamente volví a mi tarea, y allí estaba yo, bajo el escritorio de mi Amo, masturbándome como una loca, jadeando como una perra y lamiendo el huevo que segundos antes había tenido dentro de mi coño, en ese momento me sentí como una auténtica zorra, a donde había llegado, y lo peor de todo es que no me arrepentía ni un ápice y estaba disfrutando como nunca lo había hecho. Una vez limpio, volví a introducirlo mientras pensaba que igual mi Amo se enfadaría por haber sacado el huevo de mi coño, pero como no me había dejado ninguna orden al respecto, supuse que no lo haría, que seguramente le gustaría al saber lo que hice y que igual hasta se sintiese orgulloso de su zorra. Justo unos segundos después de habérmelo metido, se puso en funcionamiento, menos mal que ya lo tenía dentro, sino se hubiera escuchado el zumbido en la oficina, seguidamente pensé que eso significaba que andaba cerquita y que ya venía a su mesa, con lo que me masturbé mas rápido. Se sentó y al momento me pasó otra nota en la que ponía: Una lastima no poder oír como jadeas puta. Ahora quiero que pares de masturbarte y vuelvas a tu cometido de comepoyas hasta nuevo aviso, quiero que te recrees, hazlo despacito y disfrutando, hazme disfrutar, ya sabes cómo me gusta. Me puse de rodillas entre sus piernas y desabrochando su pantalón y apartando sus calzoncillos, volvió a salir esa poya que tanto deseaba, su erección volvía a ser notable, aunque no llegaba a estar dura del todo, cosa de lo que me iba a encargar al momento, lamiéndola, igual que había lamido el huevo anteriormente y volviéndome a sentir como una guarra que solo quería lamer y lamer la poya de su Amo, sin importarle nada más. Me la comí golosa y sin darme cuenta, lo estaba haciendo rápidamente, a lo que la reacción de mi Amo no se hizo esperar, bajando una de sus manos y cogiéndome del pelo, apretando mi cabeza contra su poya hasta asfixiarme con ella dentro y luego tirando de ella me marcó el ritmo, un ritmo lento y constante. - Lo siento Señor, soy una perra estúpida e inepta que no entiende bien una orden tan simple y tiene que corregirme - pensé en ese momento y volví a aplicarme a mi tarea. No se cuanto tiempo me llevé así, lamiendo y chupando su poya sin parar, rozándola con la punta de mi lengua, jugando con ella, a veces de una manera divertida, a veces de una manera mas viciosa, besándola, adorándola, tb jugaba con sus huevos, los lamía, los besaba, los adoraba, los miraba, por momentos me separaba un poco y miraba su poya, me quedaba embelesada mirándola, me gustaba en demasía, me tenía loca de deseo, no lo podía evitar y sin mas tardar volvía a metérmela en la boca para volver a saborearla, quería registrar su sabor en mi memoria. Al cabo de un rato comencé a sentirme cansada, me dolían las rodillas, la boca, la mandíbula, quería ir mas rápida, quería que mi Amo se corriera para poder descansar, aquello se estaba convirtiendo en una tortura, una dulce tortura, pero un tortura al fin y al cabo. Estaba tan concentrada en ser la mejor comepoyas para mi Amo, que nada existía en ese momento para mí y justamente por eso, fue que no vi su mano y me sobresaltó el tirón de pelo que me dio haciendo que saliera de mi boca, pasó un par de dedos por la punta de su poya, mojándolos y los extendió buscando que yo los lamiera, cosa que hice en seguida, repitió la operación un par de veces y yo me afanaba en lamerlos cada vez que los extendía. Posteriormente se guardó la poya dentro del pantalón y siguió trabajando, como si nada, yo volví a sentarme, mirando el reloj, las 11:40, ya me quedaba menos.