En la noche...

Tanto tiempo sin disfrutar de su suave piel, tanto tiempo sin disfrutar de sus caricias... Y aquella noche al fin lo volví a sentir...

Introduje suavemente la llave en la cerradura. Me sorprendí al ver que va puerta se abrió al girar ligeramente la llave, puesto que al marcharme había echado la llave. Entre y me encontré la casa totalmente consumida por la oscuridad de la noche. Deje las bolsas en la entrada y avance hacia el salón. Desde el pasillo llegaba una débil luz. Tenía pinta de ser la luz de mi mesilla. Avancé hasta mi cuarto. No podía ser ella.

Estaba recostada en la cama, leyendo un libro que tenía apoyado en su pierna derecha. Llevaba un pijama gris que constaba de una camiseta de tirantes y de un pantalón muy corto. Tal atuendo dejaba a la vista su piel clara, pero lo que más destacaba eran sus largas y esbeltas piernas, una flexionada para sostener el libro, y la otra estirada. Una de sus gráciles manos sujetaba el libro y la otra acariciaba un mechón de su pelo largo y oscuro que caía sobre su hombro. Sus ojos verde azulado leían rápidamente sin reparar si quiera en mí. Sus rosados labios estaban entreabiertos y ligeramente húmedos.

No podía creer lo que veía. Hacía mucho tiempo que mi cama no veía a esa mujer sobre ella, pero sin embargo allí estaba.

-¿Qué haces aquí?- Pregunté.

Ella levanto la vista hacia mí. Sonrió y cerró el libro para después dejarlo en la mesilla.

-Te estaba esperando- Dijo mirándome.

Yo me quede en el umbral de la puerta algo extrañado. Ella sin embargo se incorporo sobre sus rodillas, ando sobre ellas a lo largo de la cama para llegar al lado más cercano a mí y ponerse de pie. Camino hacia mí y suavemente me coloco una mano en la mejilla

-Eh, ¿Qué te pasa? ¿Has tenido un mal día en tu trabajo?- Murmuró mientras me acariciaba.

Yo no pude evitar dejar llevarme por el dulce olor que desprendía su suave y cálida piel. Puse mi mano sobre la suya, que aún estaba en mi rostro. Ella me sonrió con dulzura y me abrazó en cuello con su mano libre. Notaba su cuerpo esbelto pegado al mío, su piel en mi piel… Dejé de pensar en porque o como estaba aquí. La abracé por la cintura e incline la cabeza para rozar con mi boca la suya. Ella se estiró para besarme. Empezamos a besarnos y a juguetear con nuestras lenguas, nuestros labios… Una sucesión de roces, pequeños mordiscos y lametones tremendamente excitante. Entonces ella se aparto un poco mientras empezaba a reír.

-¿Vas a pasarte toda la noche aquí de pie plantado?

Yo sonreí y le puse las manos en la cadera, mientras avanzaba hacia adelante y ella andaba hacia atrás. Cuando sus piernas chocaron con la cama, se sentó sobre ella. Yo me apoye de rodillas en el borde, sobre ella. Ella se tumbo y la observe. Miré su precioso pelo oscuro caía sobre sus hombros. Al hacerlo no pude evitar mirar más abajo y reparar que uno de sus pechos estaba prácticamente descubierto, ya que la escueta camiseta no era suficiente para taparlo. Ella se dio cuenta de que miraba y suavemente frotó con su muslo mi entrepierna. La miré a los ojos y ella a mí, con sus verdes y brillantes ojos, los cuales me miraban con fuego. Puse mis manos en sus pechos mientras me inclinaba para besarla el cuello. Ella dejo escapar un suspiro y seguido tiro del cuello de mi chaqueta, tratando de quitármela. Yo me puse de pie, me la quite y me dispuse a seguir recorriéndola con mis manos, pero ella se incorporo sobre sus rodillas, se coloco en el borde de la cama, a mi altura, y comenzó a desabotonarme la camisa.

Cuando termino yo me la quite y ella continúo desabrochándome los pantalones. Cuando me los bajo me miro con una sonrisa. Yo se la devolví y me quité los pantalones junto con los calcetines. Ella fue a continuar con el bóxer, pero yo le sujete las manos. No podía dejar que me siguiera desnudando cuando ella aún llevaba aquel pijama. Le levante y le quite la camiseta, dejando al fin al descubierto sus pechos, que aunque algo pequeños, eran firmes y muy suaves. Ella me abrazó, y pude notar su piel contra la mía, mientras que ella notaba como mi pene iba creciendo. Me lamio y beso suavemente el cuello y el lóbulo de la oreja mientras yo le acariciaba la espalda, puesto que sabía que le encantaba. Entonces ella se sentó al borde de la cama y me bajo la ropa interior. Comenzó a lamer despacio mi miembro, que ya estaba totalmente erecto mientras yo la miraba y le acariciaba la nuca. Ella se humedeció los labios y empezó a darme besos en la zona mientras que con la mano me acariciaba. Poco a poco se fue metiendo mi pene en la boca, cada vez un poco más dentro y un poco más rápido. Estaba disfrutando muchísimo, pero hacía tanto tiempo que no estaba con ella que quería más. Empuje suavemente sus hombros para que se echara hacia atrás. Ella se tumbo y yo me agache para terminar de quitarme el bóxer y poder quitarla a ella el minúsculo pantalón.

Cuando ambos estuvimos ya desnudos la mire. Ella estaba tumbada a lo ancho de la cama, con las piernas suavemente abiertas. Mire su sexo, totalmente depilado y ligeramente brillante a causa de su lubricación. Ella me miraba, esperado a que me tumbara encima suya, pero me tumbe a su lado. Comencé a besarla mientras disfrutaba de su cuerpo. Primero su cuello, luego seguí con los pechos, luego le acaricie el vientre, y finalmente baje mi mano hacía su cálida y húmeda vagina. Yo empecé a juguetear con su clítoris mientras seguía besándola y ella comenzó a gemir débilmente. Fui bajando con los besos, dándoselos en el cuello y en el pecho. Mientras le lamía y le mordía suavemente los pezones, introduje un dedo en ella. Ella gimió con más fuerza mientras me agarraba del pelo. Entonces le metí dos y aumente el ritmo. Ella se arqueo ligeramente mientras jadeaba y gemía. Yo me quede mirando sus gestos y continúe hasta que ella tuvo un orgasmo. Pude ver una amplia sonrisa en su rostro ligeramente sonrojado. Saque los dedos y ella estiro el brazo hacia la mesilla. Abrió un cajón y de el saco un condón. Lo saco del envoltorio y me lo coloco mientras me acariciaba el pene. Luego se tumbo de nuevo con las piernas abiertas. Pude ver que ella lo estaba deseando tanto como yo. Me coloqué sobre ella mientras su hábil mano introducía mi pene en su vagina. Ella suspiro y me abrazo fuertemente. Yo empecé a moverme despacio y fui aumentando el ritmo poco a poco. Ella mientras jadeaba y me arañaba suavemente la espalda. Entonces se pego a mí completamente

-Déjame arriba- Me susurró jadeante al oído.

Me aparte y me tumbe en la cama. Ella se puso encima y metió de nuevo mi verga en ella. Mientras ella se empezó a mover yo me estremecí y puse una de mis manos en su pecho y la otra en la cadera. En mi memoria, ella hacía el amor genial, pero en la realidad, era indescriptible, sus movimientos, tan perfectos, tan excitantes… Y yo aún la amaba tanto… Comencé a notar contracciones en su vagina y ella gimió fuertemente. Aquello me puso más aun todavía, y mientras ella se corría de nuevo le dije:

-No pares, por favor.

Ella negó con la cabeza mientras jadeaba y al poco me corrí. Al acabar ella saco mi pene, le quito el condón y lo dejo en la mesilla. Se tumbo junto a mí, apoyando su cabeza contra mi pecho. Yo rodee su espalda con mi brazo y la estreche contra mí. Estuvimos un rato en silencio.

-Te echaba de menos- Dijo rompiendo en silencio, y mirándome feliz.

-Yo a ti también mi vida.

Y abrazado a ella, envuelto en su aroma y la suavidad de su piel, me quede dormido.

A la mañana siguiente me desperté animado. Pero ella no estaba en la cama. Extrañado me senté en la cama y mire a mi alrededor. Ni ella, ni su pijama, ni el condón, allí no había nada. Entonces repare en que estaba vestido. Me sentí estúpido y me cubrí la cara con las manos. Lo había entendido todo…no había sido más que un sueño. Un cruel recordatorio de mi subconsciente de un amor que nunca iba a volver a tener allí.