En la mina

El despertar del sexo de un jovencito entre hombres

EN LA MINA

Recuerdo aquellos días antes de ser la persona que soy. Era un muchachito de apenas 19 años cuando me fui a la mina, a trabajar.

Estaba de moda en aquella época. Se estaban instalando en muchas provincias y agarré un bolsito y me marché hasta las montañas.

Allí nos dividieron en grupos. Habían instalado cabañas para que los mineros descansaran allí. El trabajo era duro. Los días pasaban lentos. El calor abundaba. Hay que decir que comíamos bien. En la cabaña las comodidades estaban bien. No nos faltaba nada. Éramos cuatro. Yo era el más joven. Estaban Álvaro y Patricio que tendrían unos treinta y pico de años y Manolo estaba ya cerca de los cincuenta. Los tres tenían familia. Hijos. Estaban casados y se les hacía duro aquellos días. Estar separados de la familia es duro. Yo no tenía a nadie así que me la pasaba muy bien. Sentía que no me faltaba nada. Es más cuando lo decidiera me marcharía de allí tal como había llegado.

Según los días nos cocinábamos. Siempre un día distinto. Igual los quehaceres de la casa para que todo no fuera una mugre. Nuestra cabaña era un lugar vivible. No brillaba, pero tampoco era un basural. En eso todos mas o menos pensábamos lo mismo.

__¡Álvaro has recibido noticias de casa!__ comentaba el viejo Manolo

__Sí esta todo bien. Han pasado dos mese ya

__Esta mañana me levanté con una erección de piedra__ comentó Patricio

__Bueno, ya sabes, no hay mujeres a la vista así que hay que arreglárselas

__Ya lo se, solo comento estoy empezando a extrañar a mi mujer

__Ella  no creo que te eche de menos__ sentenció en broma Manolo y todos nos reímos.

Como dije los días pasaban lentos. Algunas veces bajábamos al pueblo más cercano a tomarnos unas copas. Generalmente cuando la otro día nos trabajábamos y podíamos dormir hasta tarde. A veces íbamos todos a veces iban dos o a veces nos quedábamos jugando cartas. Esa noche yo me quedé haciendo algunas tareas que me habían quedado atrasadas y al fin se hizo tae y no fui.

Eras muy tarde, al menos eso creía yo. Escuché voces. Como que venían cantando. Eran voces de gente que cantaba. Cuando entraron a la cabaña, mis compañeros de cuarto bajaron un poco la voz. Yo aun estaba como en un sueño. No sabía bien si estaba despierto o soñando.

__¡Hablemos bajo que el chico duerme!!

__¡Miren, miren!!

__¿Qué pasa?

__¿No ves?__ yo escuchaba que ellos murmuraban, no entendía bien

__¡Que culito tiene este chico!

__Nunca lo había mirado detenidamente

__¿Qué haces Patricio?__ sentí una mano que acariciaba mi culo. Empecé a darme cuenta de que hablaban de mi. Además que yo tenía la costumbre de dormir desnudo. Caí en la cuenta que estaba destapado o sea que mi culo estaba dando a la vista de aquellos calientes sementales.

__¿Qué hago?¡Acarició este culito!¡Me encanta!¡Mira lo duro que estoy!__ al decir esto los otros sonreían. Patricio seguía acariciándome. Me quedé quieto. Hasta que se acercó a mi agujero. Di la vuelta.

__¡Pero! ¿Qué sucede?__ dije yo , ellos me miraron

__¡Tu también la tienes dura!!__ no sé bien quien me sujeto las muñecas

__¡Tranquilo!¡Debes entender

__¡Extrañamos a nuestras mujeres!__ explicó Manolo blandiendo su verga al aire. Todos quedaron en pelotas en tiempo veloz.

__¡No, no déjenme, ¿Qué hacen?

__¡Te va a gustar!__ dijo Álvaro lamiendo mi oreja y echándome su aliento con alcohol en plena cara. Alguien acarició mi pija alzada. Yo trataba de zafarme. Unos dedos recorrieron mi anillo. Yo resoplaba. Me sacudía de un lado a otro. Ellos mas fuertes sujetaban mucho mas mis brazos. Una boca lamía mis tetillas. En la cama estaba en medio de dos cuerpos que no veía bien de quienes eran. Un dedo entró en mi culito y di un gritito. El dedo siguió perforando en tanto sentía que mis huevos duros eran apretados por una mano gruesa. Alguien empezó a chupar mi verga. Sentí que me aflojaba fue ahí cuando una vergota entró en mi boca abriera. La llene de saliva prontamente. Me ahogaba con aquel fierro caliente en mi boca. Era atacado por todos lados. Comencé a cansarme de luchar.

Alguien encendió la luz. Manolo se hundió en mi trasero sacándome gritos. Su lengua entró en mi agujero. Se movía con placentera experiencia. Álvaro tomo una de mis manos y las llevó a sus bolas. Las acaricié. El dio un grito de satisfacción. Yo seguía succionando la pija de Patricio que estallaba semen por todos lados. Rebalsaba mi boca. El gusto era fuerte. Salobre. Pero no me disgustó. Aquello empezaba a gustarme, pensé. Aunque no se lo hice saber a nadie y seguía quejándome. Lo que también parecía aumentarles el morbo y la calentura.

Manolo calzó mis piernas en sus hombros y apoyó la cabeza de su enorme pijón en mi ojete. Empujó. Yo gemí de dolor. Entró un poco y me abrió. Grité de dolor.

__¡Relájate, chiquillo, sabes cuanto hace que deseo un culito como el tuyo!!__ mis gemidos se alzaban. El dolor fue cediendo a pesar de que parecía que me abría la espalda. Manolo me hamacaba. Entrando totalmente en mi. Me pellizcó las tetillas. Álvaro metía su verga en mi boca. Yo chupaba sediento. Patricio se prendió a mi pija endurecida y pajeándome sacó la leche de mi mástil. Le dio unos besos.

__¡Manolo, déjame cogerlo!!__ pidió Patricio. Mostrando que su verga había levantado otra vez. El hombre mas viejo aceleró sus embestidas mientras agachándose sobre mi me chupaba las tetillas y largaba su leche dentro mío. Se sacudía como enloquecido. Apretando con sus manazas a mis nalgas. Saboreándome el pecho. A esa altura yo estaba muy caliente. Me dolía el culo pero estaba totalmente caliente. Patricio ocupo el lugar de Manolo. Mi ojete dilatado lo recibió. El embistió hasta las bolas en mi túnel repleto de semen. Luego bajó mis piernas. Me colocó de costado y me cogía así. Casi con mis piernas cerradas. Manolo ponía su verga en mi cara. Yo le pasaba la lengua. Estaba medio dormida. Limpié hasta la última gota de aquella manguera larga y gruesa. El viejo Manolo gemía de placer. Acercó luego sus bolas para que las comiera. Me las metí en la boca. Mi saliva bañó aquellas pelotas peludas y duras. Patricio descargaba su leche en mi ojete. Pellizcaba mis cachetes y apretaba mis tetillas.

__¡Ohhhh que culo hermoso, estaba tan caliente!!!__comentó Patricio sacando su verga de mi interior. Álvaro se sentó al borde de la cama con su vara nuevamente alzada.

__¡Ven aquí chico!¡Siéntate en mi espada!__ sentía como caía el espeso líquido de entre mis piernas. Me acerqué a la vara. La tomé con mis manos. Estaba dura y bien erguida. Me fui sentando despacio. Fue calzando perfecta. La ración de verga que me estaban dando esos tres hombres era inimaginable. Abracé el cuello fuerte de Álvaro. Apoyando mis piernas en la cama yo me movía de arriba hacia abajo haciendo que el pistón me penetrara a mi ritmo. Las manos de Álvaro me abrían las nalgas. Me las acariciaba y las apretaba. Mordía mi cuello. Gemía salvajemente. Casi bramaba, mientras los otros dos miraban tirados en la cama.

__¡Eres muy caliente muchacho!!__comentaba lascivo Manolo, el mas viejo.

__¡Es una máquina de coger!!!__ exclamaba mirando Patricio. Álvaro gruñía y besaba mi cuello. Nos miramos en un instante y nuestras lenguas se cruzaron. La saliva era intercambiada sin remilgos. Entre esos gruñidos y gemidos Álvaro fue largando su miel dentro de mi. Quedé un instante sentado sobre aquella verga hundida hasta el fondo. Cansado me levanté y la babosa salió de mi. Nos desparramamos en la cama como se pudo y nos fuimos quedando dormidos.

Pasados unos días todo estaba normal o al menos parecía. Los hombres andaban contentos. Quizá porque estaban mas aliviados. Íbamos a trabajar sin problema. Volvíamos. Limpiábamos la cabaña. Manteníamos el orden. Llegó el nuevo descanso. Patricio y Álvaro se fueron a la tardecita al pueblo. Quedó en la cabaña Manolo. Estaba cayendo la noche. Me fui a bañar. Cuando salí del baño había en mi cama un paquete que parecía un regalo. Abrí el paquete y apareció ante mi vista una tanguita roja con un corpiño pequeño. En el marco de la puerta desnudo y con la verga alzada estaba Manolo.

__¡Póntela!¡Es para ti!

__¿Te parece?__ pregunte infantilmente

__¡Si quiero que te pongas eso!!__ deje caer el toallón que llevaba. Calcé lentamente la tanguita mostrando mi culo ardiente al hombre que estaba alzado. Luego me coloqué el corpiño. Giré y el se acercó a mi. Me abrazó y su vergota chocó con mi ombligo. Buscó mi boca y me tragó la lengua. Con mi mano acaricié su erección. El suspiró y me chupo mas la lengua. Metió sus dedos por mi cola. Yo me sobresalté. Acarició mi anillo. Lancé un suspiro. Hundió sus dedos. Me ceñí a sus ataques. Apreté aún más su pijota. La moví. Empecé a masturbarlo. Manolo gemía en mi oído. Me tumbó en la cama. Con los dientes fue corriendo mi tanguita. Beso mis nalgas duras. Las lamió. Luego las mordisqueó un momento. Hundió finalmente la lengua filosa en mi agujero. El mismo se dilató rápidamente. Mi calentura estaba al máximo. La saliva hacía que mi aro se abriera mucho más. Manolo besaba mis nalgas. Las chupaba. Ardiente y caliente. Trepó y metió su puñal en mi túnel. Me penetró hasta las bolas y comenzó a moverse dentro de mi. Quitó el corpiño y pellizcaba mis tetillas. Bufando en mi oído. Lo mordía y lo chupaba. Su pistón se movía ágilmente dentro de mi ojete. Creía que chorreaba líquido. Manolo vibraba y me hacía vibrar. Chupando mi cuello. Besando mi nuca. Apretando mi verga. Apretando mis bolas. Mis caderas se movían girando para sacar más la cola y que el se entrar aún mas en mi. Gemíamos los dos. En un momento el empezó a contorsionarse mientras largaba su leche en mi. Me llenaba de semen. Luego caía sobre mi espalda y quedaba allí adentro. Acariciaba con sus manos mi pecho y mi pija aún latente. Erecta.

__¡¡Ahh, nunca pensé que me gustaría tanto estar con un chico!!!__ me decía mientras me besaba la boca. Me agarraba la cara. Me miraba los ojos y lamía mi lengua. La chupaba deliciosamente. Casi sin darme cuenta fue bajando hasta atrapar mi pija alzada. Se la metió a la boca. Chupaba. Extasiado. Fuera de si. Sacado por completo. Lamía con pasión. Gimiendo. Metiendo mis bolas en su boca. Saboreando mi carne. Respirándola. Entregado a aquella pasión. Susurrándome cosas al oído. Mordiendo mi pene. Tragando hasta el fondo. Yo casi gritaba mientras echaba mi espuma en su boca. Cansados y agotados, nos dormimos.

Días después, una tarde llegó del trabajo sin saber quine estaba en la cabaña. Escucho ruidos en el baño. Me acerco al lugar. Siento que cae el agua de la ducha. Dejó algunas cosas que traía del merado, para la cena. Ya era media tarde y se hacía de noche lentamente.

La voz me sobresaltó. Abro la puerta del baño y es Álvaro que pide una toalla.

__Ya te la llevó.

__¡Ah, gracias!__ me alejo y busco el toallón. Entro nuevamente en el baño. Cuando estiró mi mano para alcanzar la toalla una mano, la de Álvaro, me toma fuertemente de la muñeca y me arrastra dentro de la ducha con el. Me aferra de la cintura y me acerca su boca a la mía.

__¡No resisto tenerte cerca!¡Eres un demonio muchacho!!__ nos besamos con calentura. En un instante estoy desnudo y el me mete la mano entre las nalgas. Busca casi con desesperación mi agujero. Lo encuentra se detiene en el. Me pone contra la pared. Me jabona la cola. Estoy gimiendo descontrolado. Su vergón está alzado y duro al máximo. Siento su carne contra mis nalgas. El muerde mi cuello. Mi pija se ha levantado. Es en aquellos días en que mi pija vivía dura como roca y la de ellos también. Apenas se encontraban conmigo me querían coger en cualquier parte.

Álvaro entró profundamente en mi anillo. Así parado como estábamos me cogía. Me ensartaba. Apretaba mi pecho. Se aferraba a mis muslos y de vez en cuando tocaba mi verga dura.

__¡Me tienes tan caliente, ahhhh, dame ese culo, ábrete, ahhh me gusta, ahhh, ni siquiera mi novia me tiene tan caliente como tu!!!!__ eso me decía el mientras iba y venía dentro de mi. Mi agujero recibía las embestidas de aquel semental. Que ahora se prendía con sus manazas a mis tetillas y las pellizcaba y me hacía gritar. Con mi mano como podía acariciaba sus bolas hermosas. El gemía y me seguía taladrando con firmeza. El pistón se regodeaba dentro mío. Lo deseaba. No quería que saliera de mi. Sin embargo el salía y volvía a clavarme desquiciado de calentura. Entonces aferrándome comenzaba a largar su leche en mi culo. Hundía mucho más profundo su poronga. Ahora si agarraba firme mi mástil y lo sacudía entre gritos, gemidos y mordidas en las orejas. Su cuero y el mío aflojados caían al piso. El abrió la ducha. Estábamos pegados recostados contra la pared buscando un poco de resuello. El agua caía sobre nosotros. En un abrir y cerrar de ojos el cayó sobre mi verga y la metió en su boca.

__¡Me tienes loco, quiero cada parte de ti, ahhhh!__ diciendo así me comía la poronga y las pelotas. Yo sentía hervir mi cuerpo a pesar del agua. El líquido de Álvaro aún chorreaba de mi culo. Su boca tragaba. Con una de sus manos acariciaba y se agarraba del mástil. Con la otra pude ver que acariciaba su entrada. Estuvo así unos momentos. Luego despacio dirigiendo mi pija se fue sentando en ella.

__¡Ahhh, así, así, despacio, ahhh, me gusta, la quiero, ahhh!!!__ se abrazaba a mi cuello con mi verga enterrada hasta el fondo. Comenzó a cabalgar. Primero despacio. Una vez que su culo se adapto al aparato fue haciéndolo cada vez con más velocidad.

Ya no soporté más y mí semen inundó fuertemente su culo. Lo llené de liquido. El suspiraba y gemía casi desmayado.

__¡Que placer me has dado, ahhh, qué vamos a hacer cuando todo esto terminé y nos alejemos!!!!

Días más tarde cruzábamos un monte. Lo hacíamos siempre. Era ya de tardecita. Patricio se detuvo en un tronco enorme, que parecía una mesa. Se bajo el pantaloncito corto y su colgajo apareció entre las piernas. Se sentó allí. Arrodillado pasé la lengua a aquel fenomenal fierro. Las caricias dieron resultado. Su poronga se alzó enorme. Parada como una estaca. La chupe con deseo y fervor. Los gemidos de Patricio se escuchaban como cantos de sirena en aquel monte lleno de frutos y tilos.

___¡Oh, como la chupas, eres genial, ahhh, me haces gozar tanto…__mi boca se llenaba con la tripa de Patricio. Respiraba y volvía a atacar aquel animal tan preciado. La saliva lo desbordaba y el gemía y resoplaba.

__¡Ven siéntate en mi estaca, estoy duro y caliente!!__ me pidió y me puse de pie quitándome la ropa. Cuando llegué a su altura nos besamos. Yo abrazaba su cuello y el hundía sus manos en mis glúteos redondos y firmes. Primero su cabezota se apoyo en mi aro. Poco a poco fui cayendo en su mástil. Me perforó. Yo lo cabalgaba. Era genial y caliente. El me abrazaba y me besaba. Decía cosas calientes y tiernas. Con sus manazas me abría bien las nalgas y su porongón iba y venia deslizándose en mi túnel abierto. Su leche fue llenando mi ojete. Nos besamos. Sentía aún su palpitante pijón dentro mío. Nos acalambramos y el fue quien luego se arrodilló y tragó mi pija erecta. La lava de mi culo caía dejando charcos de leche por todas partes y el metía hasta la garganta mi espada dura. Acabé en unos minutos. Llené su boca. Chupó hasta la última gota y recién después se sentó en aquel tronco al lado mío. Nos quedamos en silencio. Escuchando el ruido de los pájaros que llegaban a descansar. Ya caía la tarde y las primeras estrellas se asomaba en aquel cielo inmenso.

Los días de trabajo llegaron a su fin. Nos despedimos y cada cual volvió a su lugar de origen. A sus cosas. A sus familias. A veces parecía que todo aquello había sido un sueño húmedo y caliente. Manolo, Álvaro y Patricio, solo estaban en mi mente. No tenía novedades de ellos. Paso quizá, más de un año, hasta que me decidí y los rastree. Los ubiqué y pusimos una ciudad intermedia como punto de encuentro. Un fin de semana largo. Todos llegamos a aquel lugar y revivimos lo que habíamos pasado en la mina. Esa será otra historia que contaré algún día.-