En la mesa de pool

Meter la bola ocho en la busaca no es lo mismo que te metan la bola negra del jefe de tu marido...

En la mesa de pool

Sus lindos ojos marrones parecían tener visión de rayos x. Descaradamente recorrían la silueta de mi cuerpo cubierto con una breve falda y una corta remera. Mis pezones se endurecían al contacto de la suave caricia de sus ojos. Mi estomago parecía encogerse y un escalofrío de placer recorrió mi espalda. Le di los buenos días y los hice pasar. Eran Julio D. y Jorge quienes trabajaban con Pablo y venían en visita de cortesía, aunque siempre terminaban conversando de trabajo. En esta oportunidad, celebrábamos la inauguración de nuestro sótano donde habíamos habilitado un salón de juego con mesa de pool y demás. A Jorge no lo conocía y era la primera vez que venía a casa. Por la actitud sumisa de Julio D. con él, asumí que era alguien de jerarquía en la empresa, luego me enteré que era el socio mayoritario y presidente.

A Pablo le sorprendió la presencia de Jorge y muy diplomáticamente hizo las presentaciones de rigor. De nuevo sus ojos parecían taladrar los míos y su apretón de mano vino acompañado de dos besos en mis mejillas muy al estilo europeo. El suave roce de sus labios en mi cara estaba cargado de energía sexual y me sonroje al comprobar que me había agradado y excitado. Toda alborozada los hice pasar al sótano y les ofrecí bebidas espirituosas que todos aceptaron. Al servírselas y aún, con todo el cuidado del mundo como la mejor mesera del universo, no deje de mostrar ampliamente mis muslos y mis senos libres de sostén (nunca me han gustado…), lo que resulto en comentarios y bromas con Pablo sobre la suerte que tenía de tener a una esposa tan atractiva y sexi… sí, esa fueron las palabras de Jorge, las cuales me llegaron profundamente.

El resto de la tarde continúo como una típica reunión entre amigos y los tragos fluyeron abundantes. Jorge no me quito los ojos de encima y cada vez que me lo encontraba devorándome la figura no podía aguantar el sonrojo en mi piel. El alcohol comenzaba a hacer efecto y Pablo y su jefe Julio D. no paraban de hablar de trabajo. Mientras tanto, Jorge se había colocado a mi lado y quizás por la atracción, me había girado en el sofá hacia él, cerrando lo que llaman el círculo de la amistad y dándole un bonito espectáculo de mis muslos y mi tanguita al final del túnel de la corta falda.

Era encantador y sus chistes y comentarios sin ser ofensivos siempre giraban alrededor de la picardía del sexo o las travesuras de hombres y mujeres, amantes furtivos. De repente Pablo y Julio D. se levantan y me dice Pablo que suben un momento al estudio que le va a enseñarle el último plan de ventas que ha estado preparando. Yo sabía que Pablo había estado con mucha presión últimamente y me acerco a él dándole un piquito en los labios y diciéndole que se tome todo el tiempo del mundo, que yo mantengo entretenido a Jorge. Cariñosamente me da una nalgadita y se retiran a la parte alta de la casa.

Jorge se levanta y se dirige a la mesa de pool tomando un taco e invitándome a jugar una partida de bola ocho. Le dije que jugaba muy bien y el solo me respondió que hasta en los juegos había que haber un incentivo. ¿Qué apuestas? pregunté, y me respondió con toda tranquilidad un aumento de sueldo para tu marido. ¿y si pierdo? Volví a preguntar y me respondió, tomaré lo que yo quiera en este sótano, mientras su mirada se detenía morbosamente en mis senos. Siempre he jugado bien y acepte la apuesta a pesar de la provocación sexual abierta de parte de él. La situación me excitaba y mis pantaleticas comenzaban a humedecerse de antelación.

A pesar de estar nerviosa por sentir la mirada de Jorge en mis piernas cada vez que me doblaba para realizar un tiro o notar como mis senos se desdibujaban contra la tela de la corta remera al estar apoyada encima de la mesa, logré ganar a pesar de errar varios tiros importantes. Al embuchacar la bola negra cantada en la esquina de arriba solté un grito de alegría y le dije que esperaba que cumpliera su palabra y me respondió que siempre lo hace pero que ahora tenía que aceptar la revancha. ¿Qué apuestas ahora? Me toco preguntar y pensando un poco me dijo, que tal un bono especial de fin de año para tu marido, Wow fue mi respuesta ¿y que apuesto yo? Volví a preguntar. Bueno, en este caso me cogeré cualquier cosa que haya en este sótano. Mientras me miraba directamente a los ojos y mis sentidos trataban de darle forma al verbo coger controlando las cosquillas que parecían originarse en mi cuquita y propagarse entre mis piernas. Aceptada la apuesta comenzamos la partida.

Curiosamente en esta oportunidad Jorge se colocaba a mi lado y me explicaba porque había errado los tiros anteriores. Se colocaba detrás de mi y apoyándose en mis caderas corregía la altura de las nalgas y la posición de los codos. Estaba consciente que al estar detrás de mi podía ver mis muslos completamente y quizás hasta la orilla de mis nalgas devorándose la tirita de mis tangas y solo servía para estimular más mi atrevimiento con él. Tardaba un poco más del tiempo solo para que se deleitara con mis atributos, pero lamentablemente el resultado era peor porque no lograba concentrarme y erraba más frecuentemente.

Seguimos con la rochela y nuestras risas llenaban el sótano. Ya sus manos se posaban descaradamente en mis nalgas y me las frotaban a placer. La caricia me gustaba y estaba perdiendo control de la situación. Su juego era tan malo como el mío y cada vez que erraba, era yo que aprovechaba y le colocaba las manos en el pecho o lo abrazaba por detrás en ton de broma. Finalmente embuchaqué la bola negra cuando no debía y perdí el juego por reglas. Me desplome de bruces en la mesa dejando mis nalgas levantadas cosa que no desperdició Jorge para colocarse entre mis piernas y decirme al oído que iba a cobrar su apuesta.

Colocándome una mano en el medio de la espalda para que no me levantara, con la otra tomo el borde de mi tanguita y comenzó a despojármela. Trate de resistir un poco pero fue en vano y al instante mis tanguitas todas enrolladitas las tenía en mi tobillo izquierdo y sus dedos comenzaban a penetrar mi cuquita mojada. Alternaba sus caricias, pellizcos y sobadas entre mi cuquita y mi culito. En un breve momento bajó su cara hasta mis nalgas y metió su lengua en mi muy excitada cuquita. Buscaba con placer el clítoris y yo separaba más las piernas para facilitarle el encuentro.

Su nariz rozaba mi culito y parecía fascinarle el olor fuerte del mismo. No aguanté más y mi primer orgasmo se escapó entre suspiros y con el huequito del culo contrayéndose y expandiéndose en la nariz de él. Se separa y siento como se lame los dedos para luego soltarse los pantalones y liberar su verga que la tenía tiesa y caliente. Comenzó a frotársela en mis labios mojados y jugueteaba en la entrada de mi vagína. Alternaba su verga con sus dedos en este juego de semi penetración hasta que en un susurro le pedí que me la metiera. Ya la excitación me tenía a punto de alcanzar otro orgasmo el cual no pude contener cuando su verga penetró fuertemente mi vagína. Se me escapó un gritito de placer y mil suspiros al sentir como las paredes de mi vagína se derretían y bañaban el tallo de su verga. Su continuo mete saca, rápidamente me puso a tono nuevamente y comencé a mover las caderas para sentir la fricción de sus pelos en mis nalgas. Cuando pensaba que ya acababa me la saca y me ordena que me voltee.

Colocando mis caderas en la orilla de la mesa y alzando mis piernas por encima de sus hombros me penetra nuevamente y en esa posición siento su penetración hasta en mis ovarios. Sus manos buscan mis tetas bajo la remera y comienza a bombear rápidamente mientras me aprieta sin cesar los senos y me pellizca los pezones. La caricia raya en el maltrato pero es natural y espontánea y solo agrega un toque de violencia a la situación. Sabiendo que en cualquier momento pueden bajar Pablo y Julio D., apura su eyaculación acompañada de gruñidos y más apretones, no me aguanto y acabo nuevamente, aprieto los músculos de mi vagína para sentir mejor su verga y él lo aprecia con otro gruñido mayor y un enorme y potente chorro de semen llena mis extrañas.

Poco a poco cede en sus movimientos y mientras me suelta lentamente acerca su rostro varonil y me da un largo y amoroso beso húmedo el cual lo devuelvo porque en realidad me gusto lo que acababa de hacer. Sin remordimientos me dirigí al baño asearme y al salir me lo encuentro sentado tranquilamente en el sofá adonde me dirijo a acompañarlo. Solo me dice que el bono de fin de año se lo iba a dar a Pablo porque él no había ganado, pero que él había cobrado su premio porque yo había perdido, entonces en su filosofía me merecía ambos premios. Soltamos las risas y en ese momento llegaron Julio D. y Pablo quienes al vernos tan tranquilos y sonrientes no sospecharon jamás de lo que había sucedido solo minutos antes… bueno probablemente la pequeña mancha en el paño de la mesa de pool puede que me delate

mariepablo@yahoo.es