En la mansión de la hermafrodita 3
La pareja sigue siendo feliz, pero algo extraordinario está ocurriendo entre la alada y la hermafrodita. No es la alada la que se está viendo emputecida. Ambas se debilitan mutuamente.
Yo estaba acostada en la cama, desnuda y abrazada a María, que me estaba dando un polvo increíble. El vídeo le había gustado tanto que andaba cachonda todo el día. La hermafrodita me penetraba mientras gemía en su oído. Ella decidió callarme a besos. Así estuvimos quince minutos hasta que ella anuncio que se corría. Entonces aceleró la penetración, y noté su semen dentro de mi. Se acostó a mi lado, y me dió un beso en la mejilla.
–Ves como puedes ser romántica si te lo propones.
–Como siga así, al final te voy a dejar embarazada.–sonreí
–Eso es lo que estás deseando.
–Somos pareja, ¿no? Es lo que hacen las parejas, tener hijos.
–Ya, primero lo que hacen es hablarlo, y segundo, tú quieres verme preñada, nada más. Estoy segura de que no quieres la responsabilidad de cuidar a un bebé.
–Ehh eso es mentira, si que estoy dispuesta a ser madre.
–De todas formas todavía no nos conocemos bien. Apenas llevo unos días contigo.
–Apenas llevas una semana viviendo y follando conmigo. Somos como uña y carne, dame un mes y somos una pareja formal.
Su argumento ciertamente tenía algo de razón, quizás sea por su polla hermafrodita, o por su personalidad, pero le había cogido mucha confianza. Tanto que pronto me había olvidado de que posee alas negras.
–¿Te gustaría ser mi novia?–pregunté a la hermafrodita
–Por supuesto.
–Entonces tendrás que demostrarlo.
–Vale, Laura, ¿quieres salir conmigo?
–Si.
–Vale, mañana al anochecer te recogeré para irnos fuera.
–¿Ahora podemos seguir?
–Te me has corrido en el coño, María, ¿qué quieres hacer ahora? ¿Cabalgarme?
–¿Y por qué no?
–No vas a cabalgarme, ni me vas a follar por detrás. Hoy quiero que me comas el coño, María. Después de que me duche.
–Te lo como allí.
Ciertamente se que yo tenía inclinaciones sumisas, pero tener a una hermafrodita que se adapte a los gustos de cada una era un lujo. Si María demostraba ser una buena pareja, igual me pensaba eso de tener un hijo suyo. Me senté a mear, y luego fue cuando me metí en la ducha. María me miró durante unos segundo, le hice una señal con el dedo para que esta se uniera a mi. Ella hizo lo pedido, se arrodilló y comenzó a lamerme ahí abajo. Me apoyé en las paredes mientras la hermafrodita me hacía llegar al cielo.
–¿Te está gustando la comida?–preguntó María mientras yo me limitaba a gemir
Continuó con el mismo ritmo comiéndome el coño como una profesional. María sabía dónde lamer y dónde succionar, ahora entiendo que es lo que sienten las hermafroditas. Pasaron cinco minutos hasta que tuve un orgasmo, mis piernas me temblaban por lo que corté el agua, y me senté en el suelo de la ducha. María se levantó y dejó ver una poderosa erección.
–Te odio María, soy adicta a ti, y no puedo ni quiero hacer nada por cambiarlo.
–Pero yo pensaba que…
–No adicta de esa forma, tonta.–me puse de rodillas y metí su polla en mi boca
–Si quieres polla yo te la daré pero de pie.–seguí chupando su polla hasta que me tiró del pelo y me hizo levantarme.
–Sal de la ducha y ponte el albornoz. Es una orden.
Suspiré y salí de la ducha, esperando que salía de sus órdenes. Me puse el albornoz, y sequé mi pelo con el secador. Una vez hecho eso, salí fuera y me quedé esperandola.
–Cierra los ojos.–gritó
Esperé cinco minutos así hasta a qué me ordenó abrirlos. En la cama había tres objetos, una fusta y un collar y esposas apilados en el mismo sitio. María también tapaba su cuerpo con un albornoz.
–Elige, sumisión o dominación, esos serán nuestros roles hasta que me aburra de ello y cambie o quieras seguir.
–Escogería la dominación pero es que no se dominar. Me pone mucho más la sumisión.
María se acercó a mí, y desabrochó el albornoz. Dejé también que me quitase el albornoz y lo dejase caer.
–Pues aprenderás de la experiencia a mandar. Ponte el collar, apóyate en la cama. A partir de ahora obedecerás mis órdenes.
Me puse el collar y apoyé mis manos en la cama. María me azotó con la fusta en el culo varias veces, hasta que la tiró a la cama y se acercó a mí haciendo notar su erección.
–¿Cuánto durará el juego?
–Hasta que alguna no pueda más. Pero probablemente seré yo quien tenga que pararlo en algún momento.
–¿Y por qué no iba a pararlo yo?
–Te gustará la sumisión tanto que al final me acabarás llamando ama.
En vez de ofenderme me reí, pero algo me decía que si María lo hacía bien, sí que se saldría con la suya. Abrió mis glúteos y entró dentro de mí. Gemí levemente al notar su polla en mi culo.
–A partir de ahora la única ropa que va a tapar tu cuerpo es la ropa interior, como podrás comprender tu cuerpo será mío, y solo mío. –dijo mientras era embestida con su miembro.–Mis órdenes serán deseos para ti. Ya verás como nos divertiremos sin necesidad de usar magia de control mental.
Su polla entró dentro de mí, hasta el fondo. Al ver que no había quejidos por mi parte, solo gemidos, comenzó la follada de verdad. Aceleró el vaivén de su polla al entrar y salir de mi, a lo que yo respondí con "oh sí", y más gemidos. María con las dos manos agarró mi culo, no dejaba de asediarme a pollazos y tenía una cosa clara, podía pasarme la eternidad así. Sin embargo no podía evitar sentirme un poquito zorra al tener una polla en mi culo que no paraba de follarme. Así estuvo durante cuarenta minutos, y no mentía cuando decía que podía aguantar mucho tiempo con la polla. Metió la polla hasta el fondo, donde se corrió.
–¿Así va a ser hasta que me aburra?
–Entonces no soy tu sumisa, solo tú puta.
–Voy a coger mi teléfono, quédate en la misma posición un minuto más.
–He estado cuarenta minutos en la misma posición con tu polla en el...–María me puso una mordaza de bola.
–Así estás más guapa, y si no cambiamos de roles pero hablas mucho.
Posé para ella, de diferentes formas mientras ella seguía fotografiando. Desde que Esmeralda se había metido en el mundo del porno, a mi me dió el gusanillo también y no pasaba nada por dejarle mis desnudos. Una vez acabadas las fotos, me senté en la cama.
–La cita no se cancela por esto. ¿Sabes? Saldremos por la noche.–sin quitarme la mordaza intenté hablar–De momento te daré una tregua, pero cuando vuelva no vamos a parar hasta que me supliques.
Me acosté en la cama y suspiré. A saber que estaba planeando esta mujer. Cuando quería podía ser imprevisible. Cuando volvió me encadenó a los postes de la cama, yo me dejé hacer con curiosidad.
–No miento si digo que no se hacer muy bien el papel de ama.
–De momento llamaré a tu amiga Esmeralda para que me de unos consejos, tú estarás ocupada chupando.
Me quitó la mordaza y se bajó los pantalones. Abrí la boca y su polla entró en mi boca. En vez de dejarme mamar, María se encargó de follarme la boca. Tecleó un número y la llamó.
–Si, soy yo, la "amiga" de Laura. Si, necesitaba unos consejos sobre dominar, nunca he hecho tal cosa.
¿Y entonces por qué a propuesto hacer esto en primer lugar?
–Ya, ya. La he encadenado a la cama, y de momento estoy en su boca. Oye, ¿vosotros salís a alguna parte esta noche? Como amo y esclava, ahh mucho mejor. Muchas gracias.–colgó
–Me ha dado unos consejos, y además tendremos una cita doble esta noche, con dos esclavas.–dijo mirándome mientras su polla penetraba mi boca sin que yo pudiera controlar nada.
María se corrió en mi boca sin dar muchos avisos. Me tragué el semen y me acosté de nuevo en la cama.
–Así que me he dejado encadenar a esta cama sin que tú tengas mucha idea de lo que quieres hacer.
–Esmeralda me ha dicho lo que necesito para ello. Me ha dicho que en su caso, cuando es esclava, actúa en pos de darle placer a su amo en casi todo momento.
–Me tienes encadenada, hazme lo que quieras.
–Me ha dado la idea de conseguir otra sumisa con la que jugar.
María se puso entre mis piernas, y agarró mi cadera. Entonces comenzó otra vez otra ronda de sexo, que vino encantada tras habérsela chupado otra vez. Desde luego prefería nuestros juegos cuando estaban otras personas presentes, y el mero sexo. Creo sinceramente que teníamos que centrarnos en eso. Rompí mis cadenas, e hice que acercase su cara a la mía y me follase de normal.
–Olvidaté de las cadenas, nuestros juegos con gente son nuestra especialidad. Yo soy tu puta y tú mi dueña. Eso es lo que sabemahhh–volvió a entrar dentro de mi.
Mis alas salieron erectas con una caricia suya en la espalda. Me besó con deseo, mientras su polla entraba y salía de mi.
–Cada vez que te oigo gemir, me vuelves loca, Laura. Me produce un deseo que nunca había tenido con nadie.–dijo en mi oído
Acaricié su espalda y sus alas también salieron, de un hermoso negro azabache. Eran tan majestuosas que ardía en deseos de juntas las alas con ella, de ser una sola. De pronto la biología de ambas comenzaba a hacer efecto, y yo estaba dispuesta a romper lo que dije antes sobre la maternidad.
–Hagamoslo, María. Lo estoy deseando, seremos una sola.
–Si juntamos las alas, ambas nos quedaremos...embarazadas.
–Si lo hacemos, ya no habrán más juegos sexuales.–María dudó unos segundos, y retiró sus alas. Yo hice lo mismo
María siguió follandome hasta que se corrió. Entonces se sentó en la cama, y exhaló un suspiro lleno de tristeza.
–Nuestros corazones pueden mentir, pero las alas no. Quiero tener algo importante contigo. Sin embargo no sé si estoy preparada para algo así, a veces mi naturaleza maldita me impide pensar con claridad.
–No te importan los juegos sexuales, ¿verdad?
–Voy a salir a pensar. Cuando sean las ocho vístete, no lleves sujetador, ponte un vestido con mucho escote. Vamos a tener una cita doble en su casa. Todo será muy sexual, y tú participarás, es la norma para ir allí.
Durante el resto del día, la hermafrodita me dejó sola. Estaba en la piscina, pero ella insistió así que decidí dedicarme a otra cosa. A hacer ejercicio, para ello me puse ropa interior. Luego me ducharia otra vez, pero esta de verdad de la buena. Mientras hacía ejercicio pensaba en las posibles sumisas, e inmediatamente se me vinieron a la cabeza las dos que me sometieron y me utilizaron. Se que no era su intención, pero podría haberme curado de los efectos de aquella hermafrodita, de no haber sido por ellas dos. Emilia podía ser una buena candidata, me moría de ganas por verla suplicar por otra follada más. También estaba Melisa, más adulta e experimentada, pero si la escogía a ella, me acabaría quedando sola. Prefería ver cómo sodomizaba a Emilia. No me quedaban muchas opciones, también estaba Eliana, pero con esa hermafrodita, su relación ama-esclava, evolucionó a romance apasionado. Ignoraba los detalles de la relación, y si seguían conservando sus juegos sexuales o ya no había ama o esclava. Sin embargo ahora quería hablar con ella. La llamé y me contestó en seguida.
–Eh, Laura, ¿como te va con mi amiguita?
–Muy bien, aunque ahora está tristona porque hemos intentado juntar las alas. ¿Y a vosotras?
–¿Recuerdas que Alinia era mi ama? Pues nos casamos dentro de un año.
–Oye me alegro mucho por ti. A ver si me pasó mañana por vuestra casa y hablamos.
–Mi chica me está hablando, dice...si, eso ha dicho. Perdona, dice que si María está tristona, o hablas con ella o le das una mamada y si le pasa.
–De acuerdo, luego hablamos.
Ella tenía un pobre gimnasio pero era suficiente para mí. Me fijé en la bicicleta de gimnasio que tenía allí, me pareció graciosa porque tenías que sentarte en una silla con un dildo. Se me hacía muy difícil imaginarme a María, corriendo en la máquina mientras cabalga una polla de mentira. En un mueble tenía papel, y productos desinfectantes, lo que era una prueba de que lo usaba. Me encogí de hombros y decidí usarlo, sería divertido de probar. Me bajé el tanga y me puse a ello. Mientras corría y gemía pensé en María, ella me hacía sentir una atracción que no sentía antes hacia nadie. Follabamos más que los conejos gracias a su aguante hermafrodita, y tenía sentimientos lo que le daba puntos. Con ella sentía que nos conocíamos de toda la vida, que estaba dispuesta serlo todo para ella cuando no llevamos demasiado tiempo juntas. Para cuando quise darme cuenta, tuve un orgasmo, y dejé la silla y el dildo mojados con mi squirt. A pesar de haberme corrido, continué un poco más en la silla, porque un orgasmo no iba a pararme, quería más. Seguí otro orgasmo más, y entonces me senté en el suelo. Habíamos follado dos veces, casi una hora en total. Poco después cabalgaba una polla de plástico sobre una bicicleta estática, y tenía dos orgasmos. María y yo asegurábamos tener control sobre nuestra libido, pero me daba miedo que estar juntas nos influyera mutuamente. Yo me había vuelto muy viciosa, y me gustaban las pollas hermafroditas. A la vista estaba que mi cuerpo necesitaba mucho más sexo de lo que normalmente me pide, que solía ser poco. María decía tener control sobre sí misma, y sobre los deseos sexuales de los demás, los cuales respetaba. No obstante, conmigo estaba perdiendo ese control. Me levanté, me subí el tanga y limpié la silla estática con papel y ese gel desinfectante. Sin embargo antes de haberlo limpiado, le hice una foto. Fui directa a donde estaba María.
–Dejame sola.
–No, me he dado cuenta de una cosa. Nos debilitamos mutuamente, yo te hago perder el control y tú influyes en mi sexualidad. Contigo soy una puta perra en celo, me has enculado durante cuarenta minutos, y luego más sexo aún.
–¿Estás diciendo que somos la debilidad de la otra?
–Eso creo.–me acerqué a ella, y me senté encima
Vestía un calzoncillo y una camiseta que marcaba sus pechos. La besé y entonces comencé de nuevo a perder el control, y desearla con locura. Ella respondió a mis besos.
–¿Ves lo que me haces? Contigo ya no soy persona, soy una zorra, una perra en celo que necesita tu trozo de carne. ¿Y sabes que es lo peor? Me encanta sentirme así. Te cabalgaría la polla todo el día, te la chuparía las veces que hiciera falta y te dejaría encularme donde y cuando quisieras. Joder, hermafrodita, mi culo se ha adaptado a ti.–metí mi mano en su bragueta
–¿Y qué me dices tú, zorrita? Hasta ahora tenía mucho más control sobre mi cuerpo, del que cualquier hermafrodita podría tener, pero contigo eso deja de ser así. Contigo solo espero el momento de follarte.
–Olvidemos el incidente con las alas, quiero jugar, pero esta vez de forma distinta.–solté su polla y agarré su mano.
La llevé hasta donde tenía una colección decente de juguetes sexuales. Saqué otro collar que le puse a María, ella se quedó extrañada y confundida.
–Busquemos una ama, María. ¿Y si las dos somos esclavas de una tercera persona?
–Pues no es tan mala idea. ¿Y a quién escogemos?
–Ya veremos a quién.
El resto del día pasó con relativa normalidad, la idea la había recibido bien, pero solo nos faltaba la ama apropiada. Creo que en nuestra caso, una mujer, a ser posible sin polla era lo mejor, pero vamos que si la tiene pues tampoco pasa nada. Me duché. Cuando era la hora de salir, nos vestimos adecuadamente y nos dirigimos a la casa de Esmeralda.
–Solo te advierto, que a mi amigo Eiji no le gustan las hermafroditas, por traumas. Se cortés con ellos.
Llegamos a casa, y nos recibió Esmeralda, vestida con un vestido provocador. Yo no llevaba sujetador, así que el mío no era menos.
–Hemos invitado a Eliana y su ama.
–¿Y por qué no dijisteis nada?
–Fue idea mía, siempre quise tener una velada que terminase con sexo multitudinario. ¿Sois las dos sumisas?
–Fue idea de Laura buscar a una ama para las dos.
–Pasad, seguro que alguna invitada desea dos esclavas.
Eliana se levantó al verme y me dió un buen abrazo. Llevaba sólo unas bragas.
–¿Ya no estás obsesionada con los pechos?
–He dejado de estar obsesionada por los senos, a estar enamorada de Lucana, mi novia y ama.–la hermafrodita en cuestión me saludó–Oye, ¿al final mañana vienes? Me gustaría hablarte de la boda y de todo en general.
–Probablemente si.
Su prometida en cuestión era elfa, por unas orejas puntiagudas que no ocultaba o que ocultaba con algún tipo de hechizo, esta era de piel oscura. Era muy atractiva y con unos pechos notables. Me acerqué hacia ella. Eran del mismo tamaño que los míos.
–He oído que buscáis amas.
–Si, eso hacemos. En vez de ser yo la sumisa, se me ocurrió que podíamos serlo las dos y probar.
–Pues a mi me interesais, la verdad.
–Ya, bueno, hablemos de otro tema. ¿Cómo es que os casáis?
–Cuando llegó a mis manos, nada más verla supe que habían experimentado mentalmente con ella, la curé pero ella seguía teniendo ganas de seguir con la sumisión. Como esclava era muy buena, pero cuando decidí cambiar de roles, sabía domarme muy bien, eso me enamoró.
–¿Y quién es la ama en este momento?–pregunté a Lucana
–Ehh ¿quién es mi cachorrito bonito?–dijo Eliana que traía unos aperitivos a la altura de su entrepierna
Ella de rodillas comió de los aperitivos, lo que dejaba claro quién mandaba.
–¿Donde está Eiji?–pregunté a las invitadas.
Me dirigí a la cocina y allí estaban la parejita.
–Esto de invitar hermafroditas es nuevo, pensaba que las odiabas.
–No las odio, no quiero acostarme con una eso es todo.
–Sabes que esta cena va a terminar en orgía, ¿verdad?
–Ha sido idea de ella, a mi me daba igual.–señaló a Esmeralda
–Quiero terminar la velada al son de los gemidos de medianoche, que todos y todas se corran a la vez. Me gustaría convertirlo en una costumbre.–me lo imaginé y la verdad es que mala idea no era.
–Desde que eres actriz porno tu sexualidad ha cambiado.–ella negó mi afirmación
–Seguimos siendo iguales.
Esmeralda apoyó su cuerpo sobre la encimera, pero la apartó y me señaló a mi.
–¿Quieres que te folle mientras termino la comida?–preguntó Eiji
Yo me encogí de hombros y acepté de buena gana. Él era mi amigo, pero Esmeralda es más cercana a mi, y más importante, y hemos follado. Así que dejarme follar por mi mejor amigo no me importaba. Me apoyé en la encimera, como hizo Esme. Eiji levantó mi vestido hasta la cintura.
–Hazlo a pelo, me entra.
Y así con medio vestido levantado fue como Eiji me sodomizó, mientras terminaba de hacer la comida. Cuando Eiji estuvo dentro de mí, sentí algo distinto, se sentía distinta a la polla de María. Eiji me cabalgó a buen ritmo, mientras yo gemía. Sus huevos chocaban con mi culo.
–Si, si, joder.
Su polla entraba y salía de mi, y yo seguía sin saber que era exactamente la sensación que me daba follarlo. No me refería al placer físico de la penetración, era algo psicológico, me sentía plena. Apagó la encimera y me agarró del pelo, ahí fue cuando aceleró. Mis gemidos se hacían más ruidosos, y mi disfrute aún mayor.
–Me corro.
Y tal como avisó, se corrió por todo mi culo, y ahí fue cuando llegué al orgasmo, no antes ni después. Me quedé con una sonrisa en el rostro. Esmeralda se puso de rodillas y me comió el culo. Una vez terminada, ambas nos apoyamos en la encimera.
–No había visto esta faceta tan libertina de ti, Laura.
–Me sentí plena y satisfecha mientras era follada por tu novio. Estar con María me está cambiando, ¿y sabes que? No quiero evitarlo, quiero lanzarme de lleno a esta nueva vida.
–Tu chica es una hermafrodita eclipse, y mi chico un sangrilunar. Es probable que psicológicamente te esté afectando más de la cuenta.
–Es posible, pero me gusta.
–No se si es bueno que te guste, los "daños" podrían ser permanentes.
–Y ahora te deseo.–me lancé a sus brazos, y la besé, pero ella quería zafarse.
–Para, ahora no.–dijo intentando apartarse–Para. No me dejas opción.–me dió un cabezazo lo que me devolvió a la realidad.
Entonces me sentí mal cuando me di cuenta de que quería violar a Esmeralda. Me dió un beso en la mejilla.
–Tu ama debería ser Nuria, le pediré que os discipline a las dos. Quiero que lo vuestro funcione, y no hay otra opción. No pensé que le diría esto a nadie, pero te prohíbo follar con Eiji, es evidente que te cambia y te deja como drogada.
–Yo también afecto a María. Yo le hago perder el control que tiene sobre sí misma y la estoy volviendo impulsiva.
Volví a la mesa, y me senté muy incómoda por lo ocurrido. María notó como me sentía, y acarició mi rostro.
–¿Te encuentras bien?
–Si si.
Esmeralda sirvió los platos, y Eiji las bebidas y los cubiertos. Nos hicieron espaguetis con carne, filetes, y ensalada. Yo comencé a comer y beber con hambre, deseando olvidar lo de antes.
–¿Entonces con quienes os vais a quedar?–nos preguntó Lucana
–Con ninguna, necesitan ayuda. María necesita aprender autocontrol, el que ha perdido con ella, y Laura necesita disciplina y control sobre la mente y el cuerpo. Pensé en Nuria para ello.
–Yo puedo quedarme con Laura, pero si me quedo con la hermafrodita, la que me va a disciplinar va a ser la hermafrodita.–dijo Nuria
–Yo soy experta en los efectos del control mental, pero solo hay una hermafrodita que conozca que se controla por completo. Camille no solo puede tener un pene flácido, folla cuando decide follar, es ella la que manda no su entrepierna. María tendría que someterse a Camille, y aprender de ella.–dijo Lucana–En resumen, es la hermafrodita menos hermafrodita que he conocido nunca.
–¿Os parece buena idea?–preguntó Esmeralda
–Si.–respondimos al unísono.
–Puedo afirmar con certeza, que solo una hermafrodita pierde su control, si lo tiene, cuando está enamorada. Si esto sale bien, podríais ser una buena pareja.