En la isla desierta con mi amigo hetero 2

Roberto ya no puede más con sus erecciones, no ha follado en semanas y todo lo está tentando. ¿Pasará algo hoy entre él y Andrés?

ANDRÉS

Querido diario:

Día 15

Ya pasaron 9 días desde la última vez que escribí aquí. Beto ha estado mucho mejor, y ahora los dos hemos podido mejorar la pequeña cabina que usamos de habitación. Aún no encontramos más comida ni agua dulce, pero estamos concentrados en eso.

Por otro lado, la excitación sigue avanzando. Beto anda por ahí todo el día en solo calzoncillos –con el calor que hace, imagínate– y cada que veo como las pequeñas gotas de sudor caen por ese abdomen que tiene… digamos que tengo que sentarme o voltearme antes de que note todas las erecciones que me provoca. Aún no he podido ver más allá, pero ya no me aguanto. No hay mucha privacidad aquí, no he podido hacerme ni una paja desde que llegamos…

ROBERTO

–Sí, sí, sí, sí, síííí– gime Tiffany– Métemelo más, más, más, ¡méteme tu vergota!

Yo recorro mis dedos por su trasero, nalgueo con furia ese trasero tan firme mientras entro y salgo de él, mis huevos rebotan golpeando su trasero, con furia, ya casi, casi me vengo –ah, ah– casi, CASII

¡TRANK!

Abro los ojos. ¡Me lleva…! Chingada, estaba por… chingá… Con la pinche calentura que tengo, tiene semanas que no me vengo, ¡ni siquiera en mi mano! No me la puedo jalar aquí. Estoy todo el día en esta diminuta cabina con Andrés y yo sé que a él no le molestaría –al contrario, eh– que me la jalara aquí, pero no podría, aunque quisiera. Los hombres no me van, nunca me han prendido en lo absoluto. Tan solo en pensar en sus pechos sin senos, sus piernas peludas, ni hablar de sus vergas o huevos… ¡puaj! Se me baja todo. Tan solo ahora de pensarlo se me bajó la erección enorme que tenía mientras soñaba con Tiff… ay, Tiff me habría hecho unas mamadas desde hace semanas, si estuviera aquí. Pero esta piiinnche suerte me dejó varado solo con otro hombre. ¿Ni otra pasajera, una azafata…? Meh, ya se me bajó, mejor dejo este tema en paz por ahora. Por lo menos fue con Andy, con mi amigo.

–¡Perdón! – se disculpa Andrés– Estaba tratando de poner una cortina que hice con hojas como puerta, el frío no me deja dormir.

Ya no me acordaba del sonido que me despertó, me entretuve en mis pensamientos.

–Ah, no te preocupes. ¿Qué tal va? ¿La pudiste poner?

(Porque yo la estaba PONIENDO en sueños, antes de que me despertaras. Sí, sigo molesto en mi mente).

–No, tiré unas ramas que había recolectado. Ando algo desconcentrado, tengo mucha sed…

–No podemos tomar tanta agua al día, ya solo nos quedan 3 botellas de agua y no hemos encontrado nada para beber.

–¿Qué tal si vamos a buscar más? Ya van 15 días de que llegamos aquí, no podemos seguir sin entrar en la selva.

Tenía razón. Nosotros caímos en la costa, una pequeña playa desierta, pero no habíamos entrado mucho a la selva. A mí me asusta. Hemos entrado unos 5 metros a lo mucho, a buscar algo de fruta, pero no más.

–Está bien –le digo–, pero no tan lejos.

–¡Vale! –lo veo emocionado– Toma la mochila beige que encontramos y mete la mitad de las botellas vacías, yo me llevo el bolso blanco… no se te vaya a caer el pito de cargarla.

–Calla –me río, pero me alegra, no iba a cargar ese bolso.

Tomo la mochila y las botellas.

–¿Listo? –me pregunta antes de entrar a la selva.

–Sí… vamos

Entramos y caminamos por ahí, pero sin alejarnos tanto, solo lo suficiente, pero mientras sigamos viendo por entre los árboles la costa, para no perdernos.

Después de una hora, creo, solo encontramos un arbusto con unas cuantas frutas pequeñas.

–Hay que separarnos un rato –me dice–. Ya nos acabamos otra botella y tiene que haber un estanque por aquí, vi aves, deben beber de algún lado.

Yo lo dudo, pero acepto. Sin agua no vamos a vivir mucho y… estar un rato solo me puede venir bien.

–Vale –le digo–, yo voy por este lado.

Me alejo un poco, sigo caminando. No sé si vaya a encontrar algo, pero quiero estar solo con mis pensamientos. No he tenido tiempo de procesar todo lo que nos ha pasado. Desperté días después del accidente, con Andrés llorando sobre mí, no entendía nada. Ahora ya me acostumbré un poco, pero aún siento que es un sueño, a veces. Todo lo que tenemos son unas pocas e insípidas barras de cereales, dos botellas de agua, y todo lo que hay en tres maletas. Una de esas es de Andrés, la otra sospecho que es de un anciano y la última… de una mujer. Ah… ¿por qué no quedó aquí con nosotros? En este punto no me importaría si fuera una mujer mayor, de mi edad, fea, sexy… solo quiero meterla en algún lado… ¡Genial! Se me paró de nuevo. Ya, me harté, me harté. Voy a regresar a la cabina, ¡no hay nada aquí! Tampoco ha regresado Andrés, la cabina está vacía, supongo que él sigue buscando. Pero… agarro la maleta de la mujer… era de Cecil, según dice la etiqueta. Creo que era atractiva o eso parece por su ropa, tiene una crema de afeitar, unas blusas, faldas… quizás sirvan de cobijas y… CÓMO NO SE ME HABÍA OCURRIDO… TANGAS… SOSTENES… NO LO HABÍA PENSADO. ¿Será correcto…? Bueno, da igual, las voy a agarrar. Mi erección sigue ahí, qué tal si… Me toco por encima del calzoncillo… aunque aquí es riesgoso, si Andrés regresa… No quiero que me vea, no soportaría que otro hombre me viera desnudo, menos en plena paja. Tomo la tanga más sexy que veo, cierro la maleta y me adentro en la selva de nuevo, voy corriendo hasta alejarme lo suficiente, tal vez encontrar algún lugar cómodo para… AGUA, AGUA, ¡AGUA! Es un estanque... ¡sí! Es agua dulce. Meto mi cabeza y bebo hasta el cansancio. Lleno todas las botellas y… ¿podré hacerlo aquí? Qué más da. Me bajo el calzoncillo y dejo libre mi verga parada. Apesto… quizás deba bañarme primero. Ya desnudo me meto al estanque… Comienzo a pasar mis manos por mi cabello, me sumerjo todo. Paso mis dedos por mi pecho, mi abdomen, mi espalda… llego a mi verga. No se ha bajado desde hace rato… Comienzo a sobarla. Siempre me han dicho que es una gran verga, aunque nunca la he comparado con la de otro. No es enorme tampoco, mide 16.5 cm, la medí una vez por curiosidad. Es rosa de la cabeza, muy clara del prepucio, mis huevos son claros también y redondos. No tenía vello ahí, a las chicas suele gustarles rasurado, pero no he podido hacerlo ahora, ni siquiera tengo razón para afeitarlos. Me salgo del estanque y me siento sobre una roca que está a un lado. Comienzo a pajearme un poco más rápido, acerco mi mano a la mochila y saco la tanga que traje de la maleta. La tomo y la cierro alrededor de mi verga, comienzo a subir y bajar… sí, sí, qué ganas tenía… con la otra mano tomo mis huevos y comienzo a sobarlos, como si alguien estuviera lamiéndolos. Luego la paso por mi pecho, Paty me hizo eso la última vez, ahhhh… no creo aguantar mucho, tiene bastante que no me corro… ahhh… ahhh… comienzo a gemir, pero qué tiene, nadie me puede oír, ¡gimo más fuerte! AHHHHH

–ME CORRO –grito, es la costumbre

Todo mi abdomen está cubierto de mi semen. Vuelvo a entrar al estanque para limpiarme, utilizo la tanga también para eso. Creo que es hora de volver, ya tengo agua y comienza a oscurecer un poco.

Roberto toma todo y lo guarda en su mochila, se coloca el calzoncillo y comienza a caminar hacia la playa de nuevo. A unos metros de aquel arrecife, lo veían dos ojos llenos de lujuria, que se tocaban por encima del bulto. Andrés estaba tan excitado. No creía que así fuera a ser la primera vez que veía algo más del cuerpo de su amigo. No se iba a detener ahora, tenía que verlo todo y no solo eso… debía tenerlo.

ANDRÉS

Querido diario:

Día 16

Aún no asimilo lo que pasó ayer. Justo cuando acababa de encontrar un estanque para rellenar las botellas apareció Beto, cuando me iba a acercar a él vi que llegó corriendo y se quitó el bóxer que traía puesto. No quise acercarme por si veía más, ¡Y VAYA QUE VI MÁS!

Aún recuerdo verlo bañándose, se sobaba el cuerpo hasta que comenzó a pajearse… No pude verle la verga, yo estaba detrás, petrificado y excitado, pero no quise interrumpir lo que veía. Se veía su ancha espalda, mojada, sus brazos aún marcados subiendo y bajando sobre aquella –aún misteriosa para mí– verga. Lo que sí vi y que me valió tres orgasmos hasta ahora fue su culo. Estaba él sentado sobre una roca, pero se le veía una buena parte del culo cuando se dobló hacía el frente en su eyaculación y cuando se levantó para vestirse. Tiene un culo redondo, blanco, güero, intacto… seguro que nadie ha entrado dentro de aquellas enormes nalgas. Quiero ver dentro, quiero entrar ahí, pero también quiero ver lo que tiene por delante, verlo y tocarlo. Ni él ni yo tenemos muchas opciones por aquí. No sé cómo, pero va a pasar. Estoy seguro.

Nota del autor: ¿Qué opinan? ¿Les gusta el ritmo que llevan estos dos? ¿Algo que les gustaría que sucediera? ¡Los leo!