En la finca a los 9
Una pequeña experiencia de niñez.
Tengo un hermano 6 años mayor que yo. Desde que tengo uso de memoria sus amigos han tratado de saciarse conmigo, muchos de ellos con éxito, aunque estoy segura de que él no lo sabe. Cuando yo tenía 9 años fuimos a la finca de mis padres, con mi hermana de 7 años, mi hermano y dos de sus amigos de la época. Mi padre tuvo que ir a buscar a un obrero que necesitaba para reparar algo de la casa, y tomó una camioneta que usaba en el campo, le pidió a mi hermano que lo acompañara, y no podía llevar a nadie más porque de regreso vendrían con este obrero, así que sus amigos no pudieron acompañarlos.
Mi madre estaba preparando el almuerzo y les pidió a estos chicos que me mantuvieran a la vista por un rato. Mi hermanita la acompañaba en la cocina. Salimos a jugar al jardín y terminamos en un cuarto pequeño detrás de la casa, donde se guardan las herramientas. Uno de los chicos jugaba conmigo y me hacía cosquillas todo el tiempo. De pronto se sentó sobre un montón de maderas y me sentó en sus piernas. Mucho tiempo después me di cuenta, pero en ese momento no tenía idea de que se trataba eso tan duro que sentía en mi culito, mientras me hacía cabalgar. El amigo de él también me hacía cosquillas y se miraban entre ellos con cara de complicidad y algo de susto.
Con tanta cosquilla yo me reía muchísimo, el chico que estaba de pié delante de mí me dijo que me iba a hacer pis si me seguía riendo, y el otro inmediatamente me dijo que mejor lo hiciera, para no mojarme. Yo les decía que no tenía ganas, pero los chicos insistieron y el que me tenía en sus piernas me desabrochó los pantalones y me los empezó a bajar hasta las rodillas, luego me puso de pié y me bajó también los calzones.
El que estaba de pié se sentó junto a su amigo y me dijeron que me agachara a hacer pis, que ellos vigilarían que no viniera nadie. Yo no tenía ganas y sentía mucha vergüenza, trataba de subirme los calzones, pero uno de ellos me sujetaba la mano y me miraba directamente la conchita. El otro se tocaba su bulto sobre el pantalón y se lo apretaba duro. Cuando notaron que me empecé a asustar, el que me sujetaba la mano se paró y me dijo que no pasaba nada, que si no quería hacer pis no hiciera y que me iba a subir los pantalones. Se puso detrás de mí y empezó a subirme los calzones, por mientras me manoseaba el culito y la concha. Me hablaba como por detrás de mi cuello, le temblaba la voz mientras me decía si estaba segura de que no quería hacer pis "por aquí" mientras me pasaba los dedos por la concha. El otro se puso tenso y apareció una mancha enorme en sus pantalones.
Me terminó de subir los pantalones y me distrajeron hablando de otras cosas, jugando y riéndose nerviosos. Evitaron que nos metiéramos a la casa durante un buen rato, seguramente para lograr que yo me olvidara del asunto y no fuera a comentar nada.
De eso han pasado 16 años. Los dos chicos terminaron, con el tiempo, cogiéndome como bestias. Era previsible.