En la Estancia
Dios mío, pensé dentro de mí, estas cambiadísimo, eres muy alto y fuerte, mira solo esos brazos y ese cuello, y comencé a alabar todos sus miembros. Realmente Jaime estaba hermoso. Cuando niño era flaco, pequeño y muy feo, ahora se había convertido en un tipo viril, fuerte, llamativo y lo mejor de todo no tenia compromiso con mujer, señal de que alguna esperanza había por allí.
Corría el mes de julio, estaba muy caluroso y me encontraba en casa de vacaciones. No soportaba tener que estar metido entre cuatro paredes todo un mes sin tener al menos una aventura fuera de casa.
Decidí ir a una agencia de viajes a ver que paquete me podían ofrecer, pero nada me interesaba. Eran excursiones tontas y de lo más común. Yo quería y exigía algo fuera de la rutina de playas, montañas y ciudades.
Me acordé de algunos amigos y decidí llamar a Rogelio, que tenia un pequeño gimnasio de fisiculturismo en la ciudad. Era un hombre que me encantaba y con él había tenido la oportunidad de compartir bellos momentos, tenía un físico extraordinario y además era bonito y campechano. Sus actividades no le permitían tomar vacaciones en esta época del año, tenía competencias en el gimnasio y estaba muy ocupado con la organización. Llamé a Ricardo, un aficionado a la pesca de merlines, tenia un yate fabuloso y siempre se le pintaba un enorme bulto entre sus piernas, varias veces lo he acompañado y hasta hemos tenido relaciones muy intimas. Posee las mejores piernas que he visto en el mundo. Músculos, pelos, venas y fibra en toda su extensión. Ricardo estaba de viaje en el extranjero.
Al ver que mis tipos más deseados no se encontraban disponibles para compartir mis vacaciones, decidí llamar a Don Samuel Lewis, amigo desde hace mucho tiempo y dueño de una estancia a unos 200 km de la ciudad.
Don Samuel ¿como le va? pregunté,
Bien hijo, aquí necesitando ayuda en la finca, me respondió
Casi pude sentir que me estaba invitando a que lo visitara. Aunque no era precisamente lo que desearía en mis vacaciones, no me quedaba otra opción que aceptar ir a aquella hermosa región que desde hacia unos 13 años no visitaba.
Martes en la mañana temprano arranque el automóvil y salí rumbo al sur, a meterme entre ganado, pasto, caballos y sabrosas comidas en la hacienda de mi querido amigo. Don Samuel era casi como un segundo padre para mi, desde pequeño lo había conocido ya que vivía cerca de mi casa y era muy amigo de mi padre. Siempre me consintió y me trató como a uno de sus hijos. Incluso mi carrera de investigador en biología tropical, fue en gran parte costeada por la mano amiga de este buen hombre, así que como no iba a quererlo.
Una vez llegué a la estancia de don Samuel, fui recibido por una de sus empleadas que me llevó hasta mi habitación. Era la de siempre, solo que más grande, acomodada y moderna. Desde que era niño acostumbraba pasar mis veranos en la estancia y siempre me hospedaba en esta habitación junto con Jaime y Cesar, sus queridos hijos.
Hola Don Samuel;
Hola Rodolfo, como ha estado el viaje?
Muy bien, muy tranquilo todo
Que te parecen los cambios en la estancia?
Fabuloso, todo muy moderno y se nota que le has metido mucho dinero
Así es, la verdad es que gran parte del progreso que ves se lo debo a Jaime, hace tres años vino graduado de ingeniero agrónomo de Estados Unidos y se ha encargado de modernizar la finca y ya casi ha duplicado lo que teníamos antes.
Jaime está aquí, donde?
Sí, Jaime aun no decide cuando casarse y está trabajando de lleno en la estancia.
Vaya que sorpresa hace casi 15 años que no lo veo, debe haber estar muy cambiado
Sí, ya no es aquel niño flaco que conocías, se ha transformado en un hombre muy corpulento, estoy orgulloso de él y del desarrollo físico que ha logrado
Al oír esto sentí un deseo inmenso de decirle que me mostrara donde ver a Jaime, pero me contuve y pensé mejor espero a que él me lo presente.
Cuando llegó la tarde estaba algo cansado y decidí ir a tomar una siesta en mi habitación, cuando de pronto veo que un joven muy buen mozo se me acerca y me saluda
Rodolfo como estas?
Bien, te conozco?
Claro, no más, soy Jaime
Dios mío, pensé dentro de mí, estas cambiadísimo, eres muy alto y fuerte, mira solo esos brazos y ese cuello, y comencé a alabar todos sus miembros. Realmente Jaime estaba hermoso. Cuando niño era flaco, pequeño y muy feo, ahora se había convertido en un tipo viril, fuerte, llamativo y lo mejor de todo no tenia compromiso con mujer, señal de que alguna esperanza había por allí.
Nos fuimos a mi habitación y conversamos detenidamente. Pude contemplar de cerca todo su bello cuerpo, estaba muy trabajado en los gimnasios de Wisconsin en Estados Unidos, tenía unos brazos peludos y muy fibrosos, llenos de venas, su cabeza era calva y sus pocos cabellos eran castaño claros, tenia ojos color miel y una hermosa barba gris con negro. Su pecho muy peludo y una entrepierna que se mostraba muy interesante.
Como hacia mucho calor le pedí permiso a Jaime para darme una ducha,
Claro Rodolfo, estas en tu casa, tomate las duchas que quieras
Me desvestí delante de él, noté como miraba mis piernas (siempre ha sido la mejor parte de mi cuerpo), accidentalmente hice como que se me caía la toalla y pude notar su interés en ver mis partes más intimas, estaba claro a Jaime le interesaba.
Jaime permaneció en el cuarto hasta que salí del baño. Una vez fuera me saqué la toalla y quedé solamente en slip, pude notar como se abultaba la entrepierna fabulosa de mi amigo.
Me contaba Jaime que en la estancia había un pequeño lago donde todas las tardes le gustaba refrescarse, era como una invitación a que lo acompañara.
Esa tarde fui solo a ver la laguna y a lo lejos pude ver a Jaime bañándose en la misma, estaba solo, usaba un pequeño traje de baño que apenas cubría su enorme tronco, desde donde estaba podía ver como se metía su mano por debajo de su diminuto traje y se movía su enorme mazo. Su cuerpo era realmente fabuloso, tenia un pecho lleno de pelo gris con unos pectorales muy extensos, su estomago estaba completamente marcado por sus músculos, se observaba claramente cada uno de ellos, sus brazos eran como dos pilones, tenia tremendos bíceps y tríceps, muy bien definidos, Jaime era todo un macho deseado. Se movía en el agua con mucha gracia, daba ganas de irlo a acompañar pero no quería ser notado, estaba disfrutando observando el maravilloso paisaje ante mis ojos.
En eso se acercan dos jinetes y me ven espiando, yo disimuladamente hice como que estaba recogiendo muestras de plantas para llevar al instituto donde trabajaba y estudiar sus propiedades. Saludaron a Jaime y él noto mi presencia.
Hola Rodolfo, viniste, por qué no te das un baño?
Los jinetes partieron y quedamos solos en el lago.
Es que no traigo ropa adecuada Jaime,
Mira Rodolfo nunca hay nadie por aquí, ya los trabajadores se han ido, no tengas vergüenza, báñate está sabroso el lago
Ante aquella preciosa imagen de este macho no me pude resistir y decidí meterme al agua en slip. Jaime observaba ansiosamente mi preparación e incluso salió a recibirme y me acompañó a colocar mi ropa en lugar seguro. Su bulto era enorme y creo que ya estaba creciendo al ver mis bellas piernas, bien torneadas y musculosas.
Agarré a Jaime por sus brazos y pude sentir la fuerza de un macho verdadero, sentí como mi slip se quedaba pequeño ante tanta excitación. Jaime ya había notado mi erección claramente y me invitó a meternos al agua. Corrimos y yo llegué primero. Jaime entró después y accidentalmente tropezó cayendo sobre mi pecho. Solo el rozar aquel hermoso pecho peludo me puso a mil y ya no soportaba mi slip, mi tronco estaba a punto de explotar, su cuerpo duro, fibroso y excitante estaba haciendo hervir mi sangre. Noté como Jaime se acercaba cada vez más a mí y como se acomodaba su gigantesca tranca entre sus piernas, él estaba excitadísimo.
Cuando ambos estuvimos cerca, al mismo tiempo nos tocamos uno al otro y nos dimos un beso apasionado en la boca, compartimos la saliva y nuestras lenguas se enlazaron una con la otra. Bajamos nuestras manos y nos encontramos cada uno con dos enormes troncos erectos listos para realizar su trabajo.
Permanecimos abrazados en el agua, besándonos y recorriendo con las manos nuestros cuerpos. Jaime me agarró por la cintura y me levantó por encima de él con su enorme fuerza para observar bien lo que escondía debajo.
Salimos del agua, recorrí con mis manos sus bellos muslos, gigantescos y llenos de fibra, vi como su pene ya apuntaba al cielo y me lo metí a la boca, eran 22 cm de pura carne blanca con su enorme cabeza rosada. Tenía unas hermosas venas que al igual que sus brazos incitaban a tocarla.
Sí, síii, me decía Jaime, estaba encantado con mi mamada.
Nos pusimos de pie, él comenzó a meterme sus dedos por el trasero y yo continuaba acariciando sus tetillas y su pene. Se agachó y me dio una enorme mamada a mi miembro. Ambos estábamos a punto de venirnos. En eso Jaime se coloca en cuatro y me dice quiero que me la metas. Accedí y comencé a bombear suavemente penetrándole el culo a mi amigo, él gritaba del dolor y del gusto que le proporcionaba tal situación. Le dije que me iba a venir y rápidamente se viró y agarró mi miembro viril para recibir todo el gusto de mi ser en su boca. Jaime estaba complacido. Yo que deseaba sobre manera ser penetrado por este hermoso macho me agaché y le di otra mamada sublime a su tronco de 22 cm casi no cabía en mi boca, pero Jaime sabia moverse y me la acomodaba muy bien, era muy gruesa y venosa. Metió sus dedos húmedos en mi raja y seguidamente su enorme miembro ya bien húmedo. Casi me raja de lo grueso que era su tronco, pero él con su maestría y dulzura supo hacerlo de tal forma que apenas me dolió y comencé a sentir uno de los grandes placeres de la vida, tener a un hermoso macho dentro de ti. Jaime se vino todo dentro de mis ser y solo pude sentir su leche caliente entrando por mi culo y cayendo por mi pierna. Mientras me besaba cariñosamente mi cuello y mi espalda. Realmente Jaime era maravilloso, era todo un macho.
Llegó el ultimo día de vacaciones y la triste hora de partir, habían pasado las mejores vacaciones de mi vida junto al hombre más bello del mundo, pronto volvería por aquí, fue mi despedida con Jaime, también él quedó de visitarme cuando fuera a la ciudad. Ambos nos teníamos el uno al otro, para siempre.