En la ducha
Después de un rato de sufrimiento llega otro de placer.
Ayer, mi marido y yo, después de estar andando durante una hora bajo el sol, llegamos a casa y después de descansar unos minutos, nos duchamos los dos juntos. Él, se enjabonaba debajo de la flor de la ducha, luego lo hacía yo; después el pelo, donde yo alargué un poco mis manos para tocarle... Cuando me puse yo debajo de la flor, él aprovechó para chuparme los pezones y jugar con mi clítoris.
- Eso no vale, tienes ventaja; espera que salga fuera y seguimos.- le dije.
No le dio importancia a mis palabras y siguió con lo que estaba, por lo que yo me di prisa en quitarme el jabón. En cuanto acabé, y sin cerrar el grifo de la ducha, me lancé a por él y empecé a morderle los hombros subiendo hacia el cuello; alargué mi mano, agarré su polla y comencé a masturbarle, con lo cual los besos se hicieron más intensos.
Me estaba chupando las tetas y buscando mi punto de placer y yo el suyo, debajo del chorro de la ducha: qué cosas más excitante, sólo de pensarlo me ponía más cachonda aún. Yo le abrazaba, le mordía el cuello y le peñizcaba los pezones mientras él, me levantaba una pierna y me metía la polla hasta el fondo.
Sal, cariño, vamos a secarnos un poco y vamos a la cama - me dijo.
No..., en la cama siempre hacemos lo mismo y yo algo de variaciones - contesté.
Calla, que hoy voy a mandar yo - dijo tajantemente y con autoridad.
Nos secamos un poco por encima, se secó, se puso las zapatillas y me cogió en brazos; me llevó hasta la cama y se tumbó encima de mí: empezamos con inocentes besos, los besos se iban haciendo cada vez más intensos, hasta llegar a un punto en el que ninguno de los dos podía tener las manos quietas, con lo cual empezamos a masturbarnos uno a otro; llegado el momento, se deslizó por mi cuerpo, sintiendo mi piel como estaba bajando, entonces me separó bien las piernas despejó mi chochito y se puso a lamerlo; separaba bien mis labios para estimularlo y que el placer apareciera antes.
Al rato volvía a colocarse como estaba antes y me follaba con fuerza. Luego volvía a ir hasta mi chochito y seguía comiendo el manjar que yo le ofrecía, estuvo haciendo esto varias veces antes de que yo llegara al orgasmo.
Volvió a penetrarme, esta vez con mucha más intensidad y acabé corriéndome encima de él; a lo que él respondió poniendo mis rodillas encima de sus hombros y bombeando de nuevo sobre mi cuerpo mojado: ¡zas! ¡zas! ¡zas! disfrutando a la vez de los placeres del sexo cuando uno siente el orgasmo del otro y viceversa.
Espero la próxima ducha compartida.