En la cumbre de la pasión.

Yo gritaba loca de pasión, a la vez que ella tiraba de mi cabello, y entre nalgadas y palabras humillantes, me montaba por detrás, y por enfrente; tallándose bruscamente, con su pubis sobre mi trasero y vagina; e introduciendo sus dedos violentos: tres por mi vagina, y uno por el trasero.

Jamás imaginé lo que me esperaba:

Todo inició de nuevo, cuando tuve la certeza de un viaje de trabajo fuera de la ciudad, de parte de mi esposo; a quien sugerí irme a casa de nuestra amante Aurora y de su esposo, a pasar el fin de semana en que el estaría mi marido fuera. El accedió contento, ya que los 4, formábamos un matrimonio polyamory, desde hacía varios años; solo pidiéndome, que filmara aquella aventura llena de pasión, que sostendríamos Aurora y su esposo y yo, dentro del domicilio de ellos.

Los días antes de mi visita a casa de Aurora y de su esposo Dante (ambos a la vez, esposos nuestros, de acuerdo a la estructura del poliamor), yo estaba radiante y llena de alegría; ya que había sido una prolongada y angustiosa espera sin podernos ver los cuatro, por motivos de trabajo.

Recuerdo que Aurora y yo, previamente a este encuentro, platicábamos llenas de pasión por el teléfono, rememorando nuestros viejos encuentros, así como planeando lo que haríamos, ahora que estuviera desde el viernes por la noche, hasta el domingo en su casa. Aurora, nunca me dijo acerca de los planes que ella tenía para conmigo, durante aquella visita que tendríamos nosotros con ellos.

Una vez en su casa, y antes de tomar camino al aeropuerto, mi esposo cayo en brazos de Aurora; mientras yo, esperaba ansiosa mi turno con ella, y Dante, el esposo de Aurora, esperaba ansioso vernos trenzadas en el fragor amoroso de lesbos, presto a caer sobre nosotras después de un rato excitándose viéndonos, como ya estaban mi esposo y el, acostumbrados a hacerlo.

Después de despedir todo besos y abrazos a mi esposo, entre Aurora y yo; me fui directamente hacia ella, sintiendo que mis piernas temblaban, y ella corrió hacia mis brazos, y nos fusionamos en un arrebatado beso que casi estallaba la pulpa de rojo cereza de nuestros labios; mientras ambas llorábamos, llenas de pasión y amor cautivo durante tantos días...

Cuando menos pensé, contrario a su costumbre, sus labios succionaban mi cuello, pero no intente retirarla, aun sabedora de que aquello significaba que ella dejaría posiblemente, un chupetón visible y grande, pero la pasión arrebatadora me llevo a ignorarlo.

Ella, tomo mi cabello e inclino mi cabeza hacia atrás; besándome los pechos, erectos como piedras. Aurora, subía y bajaba, alternando sus besos sobre mi boca, cuello, y tetas; y para eso, ella, ya había metido sus dedos entre mis pantaletas nuevas, puestas para el placer de ambos: Su marido y ella; esta vez, ni siquiera se detuvo a verlas, procediendo a las bajarlas violentamente, introduciendo sus dos dedos en mi ardiente vagina; yo no puede evitar gemir de dolor y retirar un poco el trasero, pero en eso, Aurora sujetó violentamente con la otra mano una de mis nalgas, y contra su costumbre, dijo violenta:

-       ¡Quieta cabrona… No te me vas a escapar, putita de mi vida!

Yo me encontraba sumamente sorprendida, debido a que jamás había yo visto a Aurora con tanto ímpetu y determinación, por convertirse en una amante dominante; de hecho, me encantó, hasta cierto punto su arrebatado comportamiento, ya que yo era quien habitualmente, se comportaba con ella, de una manera mayormente agresiva durante nuestros encuentros sexuales; pero esta vez, ansiosa ella, como una loba en celo, ejercía una fuerza desconocida sobre de mi persona.

Yo gritaba loca de pasión, a la vez que ella tiraba de mi cabello, y entre nalgadas y palabras humillantes, me montaba por detrás, y por enfrente; tallándose bruscamente, con su pubis sobre mi trasero y vagina; e introduciendo sus dedos violentos: tres por mi vagina, y uno por el trasero.

Empujándome en forma agresiva boca abajo, sobre la cama, Aurora separó mis nalgas, elevándome para ofrecer mi trasero a su esposo quien nos observaba tremendamente excitado.

Este, quien jamás antes, me la había metido por detrás, arremetió con su gorda verga mi culo, dilatándolo hasta limites mas allá de lo tolerable; y cuando yo gritaba de dolor, la adorada Aurora, antes, toda una dama sensible y apacible, se encontraba en ese instante, transformada en una bestia violenta; abofeteándome, ordenando tajantemente, que guardara yo silencio.

Cabe recordar, que todo aquello se estaba grabando en una cámara de video, a la vez que yo, era incapaz de dar crédito a la actitud de mi adorada amante de toda la vida; hasta llegué a suponer que se encontraría drogada. Cuando quise suplicar, porque extrajera su esposo, la gordísima longaniza fuera de mi recto, volví a sentir dos bofetadas, y en ese instante, completamente incrédula, escuché que Aurora ordenaba a su marido:

-       ¡Métesela toda sin piedad; y que entren los vecinos…!

Encontrándome empalizada por el trasero, voltee como pude, a ver a la puerta de la recamara, y encontré, llena de sorpresa, a dos individuos desconocidos de pie, observando la tremenda escena sexual; sobándose el parado bulto sobre los calzones, presurosos, con el fin de poseerme.

El esposo de Aurora, jamás retiró su gorda tranca; y como pudo, uno de los vecinos, se introdujo debajo de mi cuerpo, y fue metiendo su miembro por la vagina. Su miembro era largo, y ambas vergas batallaban por ocupar mi espacio pélvico, a la vez que yo, no era capaz de concebir dar lugar a las dos juntas.

En ese instante, grité, suplicando me dejaran; pero Aurora, me ordenó callar, lo cual hice mordiéndome los labios; solo para dar paso, en breves segundos, a verdaderos aullidos de placer doloroso. El individuo que se encontraba debajo, besaba mis pechos, y el otro, presto, introdujo mientras tanto, su verga dentro de mi boca; provocándome arcadas nauseosas por lo enorme, y la profundidad de esta, que llegaba hasta casi la faringe.

Yo rogaba porque el esposo de Aurora terminara, con el fin de que extrajera su gorda verga de mi culo; pero este, engolosinado, parecía no querer hacerlo jamás. Me atizaba muy fuerte por la retaguardia. Finalmente, mis ruegos fueron escuchados, y este hombre, derramó todo su espeso y caliente semen, dentro del recto; y cuando finalmente se retiró, sentí un alivio, junto con un orgasmo; mientras que el individuo, debajo de mi cuerpo, me atizaba sin detenerse. Toda yo, era zangoloteado como un títere sin control. Con el cabello desparramado, sudando increíblemente.

Durante este orgásmico zangoloteo, mis tetas brincaban de un lado a otro, y de arriba abajo. Durante la retirada de la enorme verga de Dante, el esposo de Aurora, yo tuve la sensación de defecarme irremediablemente; y gritando, a la vez que yo apretaba el anillo anal, sobre la enorme longaniza, intentando evitar que esta saliera, por el miedo a lo que vendría detrás de esta, exclame:

-       Aurora…Aurorita mía…por favor amor…me “voy a hacer del baño”; a lo que ella, exclamó irreconocible:

-       Cágate cabrona…cágate…que rico…

-       No por favor…no…exclamé llorando; sintiéndome incapaz de soportar la vergüenza…

Pero ella, me dio fuertes nalgadas de nuevo; y así, con el trasero elevado al aire, a la vez que su esposo Dante, extraía lentamente su verga, yo, suponía que irremediablemente, me habría de defecar; cosa que afortunadamente no ocurrió.

Una vez salida la enorme verga de mi trasero, fuertes pedos tronaron; e increíblemente, Aurora se pegó como un molusco a este; succionando como ventosa, todo aquel remanente de leche hirviendo de su esposo, mientras que mis gritos llenaban todo el espacio; y en cierto instante, Aurora me volteó boca arriba, y separando mis piernas, ordenó a los dos hombres, que juntos me la metieran por la vagina, y mientras yo intentaba protestar, Aurora, levantando su mano con intención de abofetearme, ordenó gritando:

-       ¿Te callas cabrona? ¿o te obligo a callar?

A lo que yo, sumisa, acepté sollozando; ya que, de verdad, no sabía de qué manera soportaría, aquellas dos vergas juntas por el ano…jamás antes, lo había experimentado.

Antes de aquello, observaba al esposo de Aurora, aun encima de la cama, con su verga goteante. Ambos hombres, fueron ensalivados por la dulce boquita de Aurora, y posteriormente, dirigidos estos, por ella misma, hacia mi vagina.

Hubo una intensa lucha, los dos hombres, batallaban por lograr su cometido de metérmela; mientras que Aurora, levantaba mis piernas, y las separaba increíblemente, haciéndolas hasta atrás. Cuando una verga entraba, y la otra empezaba a pujar por meterse, la otra era expulsada por mi apretada vagina. La lucha, me produjo varios orgasmos, hasta que, al fin, ambas fueron deslizándose hacia adentro. Yo gritaba como loca de dolor y de pasión; a pesar de las ordenes de Aurora, y sus bofetadas, intentando silenciarme.

-       ¡Nomas que te las saques cabrona…y ya verás cómo te va! advertía ella.

Mi cabeza giraba de un lado a otro, a la vez que observaba a Aurora, y llorando le preguntaba:

-       ¿Porque amor…porque me haces esto?

-       ¡Por puta cabrona!, bramó Aurora...me encanta verte coger.

Durante la atroz bombiza, fuertes pedos salieron por mi trasero; de todo el aire empujado previamente, como un embolo de carne de Dante. Los hombres, gozaban de esta sinfonía de gases, y ambos, después de varios minutos de intenso coger, terminaron dentro de mí; mientras que el esposo de Aurora, mi eterno amante también, ya estaba junto de nuevo, y sacándola aquellos, este sin dudarlo, se metió dentro, y me cogió otra vez, ahora por la vagina. Yo era una mezcolanza de leche de macho.

Al final, Aurora, lamió como perra, todo mi maltrecho cuerpo, bañándome cariñosamente al final, mientras yo sollozaba dentro de la tina, lavada con agua caliente y burbujas. Luego, me condujo a la recamara, ya con sabanas limpias, y cerrando la puerta a todos, me besó llena de amor y respeto, como siempre lo hacía; yo sollozaba cual doncella mancillada, y la volteaba a ver, con mis ojos lánguidos de borrega a medio morir:

-Ya ya chillona…me decía Aurora cariñosamente; abrazándome tiernamente.

y mientras esto ocurría, revolcándome en nuevos orgasmos, ella dijo quedamente:

-       El video, ya lo envié a tu marido, ¡y esta como un loco masturbándose en el hotel…solito! Pero ya lo compensaremos, a lo cual accedí gustosa, y dormí en sus brazos.

A la siguiente mañana de sábado, Aurora trajo de nuevo a los vecinos, y antes de que estos llegaran, ella me dijo:

-       Mira amor…nos vamos a vengar de estos cabrones…

Yo ignoraba de que se trataba, hasta que arribaron los vecinos, mientras Aurora se colocaba un arnés a su cintura, con una enorme verga de goma enfrente. Al arribar estos, ella ordenó tajante que se desnudaran, y se colocaran culo para arriba, a lo cual, ambos dudaron, pero Aurora, volteó a uno, y sin preámbulo, se la metió toda…ante los gritos del hombre; luego, ordenó al otro, hiciera lo mismo; y a mí, me coloco un arnés igual, ordenándome tajante:

-       ¡Cógetelo!

Observé la cara de sorpresa del hombre, y se la fui dejando ir despacio; con cuidado…el hombre pujaba quedamente, con la cabeza reposando sobre la almohada.

Solo le introduje una parte, del enorme pito de goma, pero Aurora, gritando de manera violenta, dijo:

-       ¡Métesela toda!...  o atente a las consecuencias.

De cualquier manera, después de un rato de intensa cogida de nuestra parte a ellos, los hombres nos cogieron a Aurora y a mí, intercambiándose de una a otra, ya que Dante, el esposo de Aurora, no se encontraba en casa. Lo increíble fue, cuando Aurora, lubricándome el trasero, ordenó de nuevo, me dieran por ahí, ambos individuos.

Esto se trataba de algo inaudito. ¿De qué manera podría yo, soportar ambas vergas juntas por mi trasero?  Ante la débil y suplicante negativa, Aurora ató mis muñecas a la cabecera de su enorme y bella cama King zise, y colocándose debajo, empujó mi bello trasero, sosteniendo firmemente los muslos, con la intención de que no me pudiera mover; apuntando mi culo hacia estas bestias calientes, succionando mientras tanto ella, el clítoris, excitándome al máximo.

Yo movía el trasero de un lado a otro, con el fin de evitar la severa estocada de carne; ante lo cual, Aurora, ahora cinturón en mano, me atizó varios y dolorosos cintarazos, diciéndome:

-       ¿Te dejas o no? perra puta…

Quiérase que no, yo sentí el trato humillante de parte de Aurora, y esto me dolió; empezando a llorar nuevamente, pero dispuesta a dejarme coger, elevando el trasero hacia estos hombres, hirviendo ellos, de ganas por cogerme.

-       Así me gusta mi putita, dijo Aurora, besándome en la boca.

La lucha por perforar mi trasero fue increíble, hasta que no se, de que manera, ambas cabezotas penetraron; mientras Aurora, no cejaba de chupar los huevos de los dos hombres, y uno de ellos, tomaba video de cómo me cogían bestialmente, empleando para ello, la cámara de Aurora. Mis gritos de dolor, eran tremendos; mientras yo era nalgueada alternativamente, por uno y otro.

El dolor, me condujo luego de un rato, a la cumbre de la pasión; y tuve incontables orgasmos intensos, y miniorgasmos; quedando toda batida de semen al final. Las dos enormes vergas, nunca pudieron penetrarme mas allá de la cabeza, y una buena parte del tubo de carne de sus pitos permanecieron fuera.

Al final, Aurora y yo, ya en completa soledad, vimos los videos; en donde yo observe, atónita e incrédula, la penetración de los dos hombres por mi pequeño agujero anal, y la forma como luego, estos explotaban casi al unísono; observando, de que manera, debido a los bombazos de uno y otro hombre, el semen brotaba como una pistolita de agua, salpicando mis nalgas, y escurriendo hacia abajo, rociando a la vez, el pubis y los testículos de ellos; mientras que Aurora, lamía glotona, todo lo que emanaba de mi maltrecho trasero, y de aquel remanente de leche que goteaba hacia abajo, en donde ella se encontraba disfrutando.

Fueron muchas otras cosas las que sucedieron durante la noche del sábado, incluyendo el domingo; hasta que mi esposo arribó desesperado de su viaje de trabajo; sumamente caliente, y ambos matrimonios, nos cogimos intercambiando mujeres como lo realizábamos desde hacía muchos años, y luego, de nuevo gozamos nosotras solas.

Aurora, encontró un especial placer sometiéndome, azotándome y humillándome con palabras; prometiendo que traería más hombres a poseerme como a toda una perra. Entre muchos de los juegos nuevos inventados, estaba el de colocarme un plug anal con cola de zorra, orejas de perra, y lamer simultáneamente los penes de mi esposo y el esposo de ella; ladrando para tal fin. Tuve la ocurrencia de lamer los pies de mi ama, y ella, sin poderlo evitar, presentó un intenso orgasmo, con el estimulo de mi lengua, y de la actitud sumisa de mi parte. No obstante, jamás pude realizar el papel de sumisa con otra persona que no fuera ella, ni tan siquiera con mi propio esposo, ni de parte de Dante, a pesar de amarlos intensamente a los dos. Mucho menos con otras personas (hombres o mujeres), invitados sexuales de nosotros cuatro.

Durante la noche del domingo, y ya dormida Aurorita, me percataba de todas las rozaduras por todo el trasero y vagina, debido a las tremendas cogidas recibidas durante el candente fin de semana; mientras que la observaba dormir acurrucada entre mis brazos, y yo, pensaba, en ese momento, en la tremenda fiera sexual en la que había convertido a esta mujer. La supuesta maestra, había sido superada con creces por la tímida alumna.

FIN.