En la cuadra
Primer fin de semana en la cuadra de mi Ama
Quede con mi Ama en pasar un puente en su finca de campo. Para mi no es fácil conseguir algunos días para hacer un pequeño viaje, por mi trabajo. Esto lo sabía mi Dueña, así que cuando le comunique que el próximo puente estaba a su disposición, sus ojos brillaron y una sonrisa se dibujo en su rostro. Me dijo la forma de llegar y la orden de que cuando llegara seria recibido por una criada, que la obedeciera, que era una criada y no una esclava como era yo. Terminé mi primer día del viaje en un camastro, desnudo con una máscara, y con un cinturón de castidad que mantenía un pulg en el interior de mi ano. Eso es lo que me hizo la criada, por orden de mi Ama, a la que yo esperaba y deseaba, pero esa primera noche no la vi. Lo siguiente es lo que me aconteció.
Profunda y relajadamente dormía cuando esa hija de ..., de criada, o de lo que fuera, me despertó con un fustazo, me acorde de sus muertos y ...., con la sana intención de pegarle un puñetazo en la cara. Consciente ya retomé mi situación de esclavo, asumí mi rol, pensando ¿qué hace mi Ama? ¿Dónde está?, Pero algo supe rápido, esta cabrona está a cargo y más me vale obedecer.
Su voz sonó seca diciéndome "perra, levanta y ve a la ducha", le seguí y llegamos. Pensé ¿esto es una ducha?, Un cuarto sin nada, solo un desagüe en el suelo. Entré, se me olvidó, ya totalmente desnudo, e inmediatamente la cabrona con una manguera de agua a presión empezó a castigarme. Me tiró un estropajo de esparto y una pastilla de jabón para que me frotara el cuerpo duramente. Una vez enjabonado me ordenó que me doblara y tocara con mis dedos los pies. Sentí como introducía la manguera en mi culo y el agua entraba en mi interior, lógico cuando no cabía más salía acompañada mis excrementos. Así me mantuvo hasta que se aseguró que estaba limpio por fuera y por dentro. Obligándome después a una depilación exhaustiva de todo el cuerpo.
Una vez seco, me puso de nuevo el collar, el cinturón de castidad con su correspondiente pene, arneses en muñecas y tobillos y un tensor que de la parte trasera de mi collar, lo enganchó al cinturón. Esto me obligaba a estar mas derecho que una vela y tener curvada mi espalda hacia atrás.
Me tuvo toda la mañana, ordenándome hacer de todo; limpiar el polvo, llevar cosas de aquí para allá, pelar patatas, etc., todo esto recibiendo de vez en cuando un fustazo. Esa hija de ..., disfrutaba al máximo torturándome. Bueno tengo que decir que me hacía sentir completamente excitado, pero yo deseaba que fuera mi ama que me obligara a hacerlo.
Ya sobre el medio día, me liberó de todos los arreos, como descansé llegue a pensar que empezaba a tenerme consideración, que equivocado estaba. Me llevó a mi celda, había una mesa y como no, una banqueta con un falo en el centro. Me obligó a sentarme sobre el terrible falo, el cual cuanto más me sentaba, mas me dolía. Una vez sentado me puso un plato que diría yo que sería un puré, podía ser cualquier cosa. En mis pensamientos me dije esta hija de ...., podrá ser una ama dura pero cocinar una mierda.
Se acercó a mí diciéndome "come ahora pues tardarás en volver en ingerir algo". Eso hice, tenía hambre y comprendí que tendría razón, de todas formas yo tengo buena boca.
Una vez comí me llevó a una habitación en el sótano en la cual yo no había estado. Nada más entrar comprobé que estaba llena de aparatos de tortura, se me encogió el ombligo, había de todo, potro, banco de estiramiento, ruedas, grandes y pequeñas, y algo que me dejó helado, un brasero con patas y carbón apagado en su interior, que contenía un hierro que supuse era para marcar esclavos.
Me obligó a subirme en el banco de estiramiento y sacó de un cubo con agua cuatro correas, atándome con cada una de ellas los pies al final del banco, las muñecas a un torno delantero. Empezó a darle vueltas al torno hasta que me dejó bien estirado, pero bajo mi asombro, no ejerció mucha presión.
Vi como se ponía unos guantes de latex y se acercó por detrás, ya no la veía pero noté como lubricaba mi boquete. Introdujo primero dos dedos, los sacó y me engrasó mas, después tres dedos, imaginé lo que pretendía. Siguió lubricando mi interior hasta que noté como entraba su puño, por mucho lubricante lancé un grito de dolor y estuve a punto de perder el conocimiento. La hija de la gran ..., no se inmutó siguió hurgando en mi interior y empecé a notar como se me ponía erecta, tocaba por dentro y tenía sensación de correrme que estaba haciendo, yo estaba entre asustada y gozosa. Cuando notó mi placer sacó el puño y me dejó.
Se despidió de mi diciendo "espero que descanses, te espera una noche muy larga, me voy tengo cosas que hacer, yo descansé, pero antes de irse comentó "no pienses que no te he estirado lo suficiente, las correas que te sujetan son de una piel que mojada dan mucho de sí, conforme se vallan secando se encogerán mucho, entonces verás como tiran, cuando venga seguro que has crecido dos centímetros".
Me quedé dormido estaba dolorido y cansado pero creo que no pasó mucho hasta que sentí como poco a poco, muy lentamente mis brazos y piernas empezaban a sentir como las correas tiraban de mis extremidades. Minuto a minuto la presión era mayor, el dolor cada vez se hacía más intenso, el sudor cubría mi cuerpo y empezaba a sentir el crujir de mis huesos. Siempre tuve miedo de que en una sesión, mi ama se sobrepasara y me causara daños irreparables, me consolaba diciéndome que serían gente experta y que sabían lo que hacía, pero solo en el potro y sufriendo tal estiramiento empezaba a dudar.
No se cuanto tiempo estuve, entre el dolor, el miedo y el placer hasta que por fin llegó la puta sirvienta, me desató ordenándome bajara del banco, no podía mis piernas no respondían hasta que logré ponerme en pié, me miró y dijo "seguro que has crecido dos centímetros.
Me llevó de nuevo a la ducha y cuando me sequé me dio un aceite para que me untara en todo el cuerpo, me puso el collar, los arreos de manos y pies colgándome de la cadena que había en el techo. Estirado nuevamente esperé hasta que apareció con unos pantalones cortos muy cortos, al menos pensaba dos tallas menos de la mía y pensé, esta tía ni sabe cocina ni sabe medir, donde coño me va a poner esos pantalones.
De cerca y cuando vi los pantaloncitos observé que en su interior tenían un falo de grandes dimensiones y en vez de cremallera tenía un cordón para ajustarlos. Los introdujo por los pies y empezó a ajustarlos introduciendo el pene en mi culo, forzando su subida. A pesar de mi escepticismo aquello cedía e iba ajustándose a mi cuerpo, una vez llegó a la cintura el pene estaba totalmente en mi interior y comenzó a tirar de los cordones cerrando y apretando a extremo mi cintura. Una vez ajustados, las nalgas del culo sobresalían con una sexualidad increíble, si me movía el falo causaba estragos y excitación en mi interior.
De esa guisa me llevó al amplio comedor de la casa, en el centro, una gran mesa preparada para varios comensales, a cada lado de la sala había dos columnas separadas una de otra a mas de cuatro metros. Me llevó a un extremo sujetándome las muñecas a cada columna, lo mismo que los tobillos, con las famosas correas mojadas. Sacó una prensa que consistía en dos palos delgados unidos por dos tornillos.
Cogiendo una de las anillas de mis pezones tiró causándome un dolor insoportable, puso un extremo de la prensa lo más adentro posible de forma que el pezón sobresalía de la prensa y empezó a apretar el tornillo hasta conseguir que el pezón se hinchara como un globo. Mis gritos no la inmutaban y siguió la operación con el otro pezón. La prensa era más ancha que la separación natural de mis pezones por lo que no solamente los apretaba, además los separaba causando más dolor aún.
Así preparado me puso un bozal en la boca para que no chillara y me dijo "los comensales vendrán dentro de poco pórtate bien".
Acto seguido trajo a otro esclavo, como yo, no sabía que en la cuadra había alguien más, le sometió al mismo tratamiento, y mientras que llegaban los comensales, nos observábamos de un extremo a otro las dos putas preparadas para los amos.
Antes de llegar mi ama, las correas empezaron a tirar de mis articulaciones, el peso de mi cuerpo se sumaba a la tensión de las correas. Cuanto más estirada estaba, mas presión hacía la prensa que apretaban mis pezones y más se ajustaban los pantalones clavando el falo en mi interior. Poco a poco notaba como mis pezones se deslizaban por entre la prensa, como si pasaran por un rulo antiguo de secar ropa, pero sabía que en cuanto llegaran a las argollas estas no pasarían, como así ocurrió. Mis pezones estaban muy sensibles, hacia poco tiempo de que me pusieran las argollas, el dolor me hacía olvidar los calambres de los brazos. En esto entró en el comedor la puta criada quien al darse cuenta de que mis pezones intentaban salirse, apretó mas la prensa para evitarlo. Me revolví lo que pude, no podía gritar por el bozal, intentaba soltarme y solo lograba ocasionar mas dolor a los brazos y piernas. Ella adivinó mi intención y gritó "como te sigas moviendo cojo la fusta y te azoto los pezones, con que tu sabrás", sabiendo que era muy capaz me calmé y esperé a que el dolor fuera remitiendo.
Pasando un rato llegaron mi ama con un traje negro de latex y la dómina que me puso las argollas en los pezones, con botas de tacón de aguja que le cubrían las rodillas y un traje muy corto con amplio escote y gran espalda por detrás de cuero rojo, muy sensual y provocativo. Nada más entrar nos observó y con una de las muchas fustas que había en una mesita empezó a castigar al otro esclavo quien se retorcía de dolor, sin emitir ni un gruñido. Después se vino hacia mí, sabía mi punto débil, dirigió sus castigos a mis pezones, yo si grité lo que pude, me retorcí y las lágrimas recorrían mi cara, después me azotó las nalgas con golpes cortos, se rió y me dejó.
Mi ama observaba gustosa, se le veía excitada, fue entonces cuando ordenó a su criada que trajera los grilletes, ¿para quién será?, pensé. Nada más entrar de nuevo la criada, mi ama con una fusta larga en la mano asestó un golpe a la dómina en sus nalgas, la criada le ató las manos y enganchó los grilletes a una cadena que colgaba del techo y que yo no me había dado cuenta de que estaba. Luego empezó a girar de un torno en la pared y la tal domina se convirtió en la tercera esclava.
Una vez colgada desnudó a la nueva esclava quien mostró sus genitales, sorpresa con un cuerpo total de mujer pero con una polla más grande que la mía, colgó pesas de las argollas de sus pezones y mientras la criada sé dedicaba a castigarla con todo tipo de golpes, mi ama se puso a comer.
A media comida la criada nos soltó de las columnas, nos quitó la prensa de los pezones y los pantalones cortos, quedamos muy aliviados, pero duró poco, nos llevó donde estaba la dómina colgada y nos ató junto a ella, empezó a girar el torno hasta que las tres quedamos colgadas. Con una cuerda nos ató los huevos y los fue uniendo unos a otros, si yo me movía tiraba de los demás y así sucesivamente. Con gran placer sé dedicó el resto de la comida a darnos fustazos por todo el cuerpo.
El postre fue cuando soltaron a la domina quedando nosotros colgados y mi ama se dedicó a acariciarla, darle besos y medio tumbada sobre la mesa se la folló delante nuestra, primero con suavidad y después con gran furia, mientras la besaba, acariciaba sus pechos, le comía los pezones y todo el cuerpo introducía y sacaba su miembro de plástico del interior de la dómina-esclava. Con una furia increíble mi ama, desnuda, mostrando un cuerpo de diosa, morena y un falo increíble no parecía tener fin en dar placer hasta que por fin, sacó su pene artificial y la polla del trasvesti soltó un rio de leche que calló por su vientre llegando hasta sus pechos de esclava.
Mi ama nos soltó y obligó a limpiar con nuestra lengua el cuerpo de su esclava de toda la leche vertida y a lamer cada marca que habían dejado las fustas. Se dejó acariciar por nuestras lenguas hasta que de una bofetada nos alejó de su cuerpo.
Mi papel estaba claro, era la perra de la domina-esclava de mi ama, pero no me importaba ya que el placer que me aportaban los desprecios y castigos era lo que yo estaba buscando.