En la casa de la suegra

Un yerno que pierde el juicio cuando descubre a su suegra...

EN LA CASA DE LA SUEGRA

Había llegado temprano aquel día en la casa que compartía con los suegros. Fito estaba pasando una mala temporada en lo laboral y debía convivir muy a su pesar con los suegros.

Estaba casado con Andrea, una chica muy insegura, criada de manera posesiva y bueno había tenido que caer en esa familia extraña. Pero debía también ponerlo en primer plano, lo habían recibido sin problemas porque si no hubiesen quedado en la calle.

al menos no tenía hijos se decía él para sí mismo, aunque no estaba seguro de que si su esposa de veinticinco pensaba lo mismo.

No era una mala chica pero le faltaba sexualidad. No era una persona fogosa, Fito pensaba que podía ser más guarra en la cama, con el, pero no podía romper la barrera que había entre ellos a la hora del sexo. Por eso mismo el culpaba a los padres de ella.

Lo habían hablado en un montón de oportunidades pero el resultado terminaba siendo el mismo. Casi que con el pasar el tiempo Fito se había resignado a tener una vida sexual muy plana y aburrida con su mujercita.

Por eso generalmente no tenía grandes expectativas en cuanto a su vida sexual, ninguna expectativa, no esperaba nada. Ningún cambio, nada.

Llegaba ese día, de una entrevista de trabajo, una de tantas pensaba él, pero en eso tenía expectativas buenas, aquel encuentro con ese jefe le había dejado buenas impresiones.

Entro a la casa y la escucho solitaria y en silencio, pocas veces se encontraba así. Siempre había ruidos y movimientos por todas partes, a pesar de que vivían solamente ellos y sus suegros.

Le pareció escuchar un gemido, presto atención, el oído presto, se asustó, algo ocurría. Se movió muy despacio y casi sin respirar. Escucho otros gemidos, no quiso creerlo, pero eran de placer, se dijo a sí mismo. Avanzo un poco más. Pegado contra la pared, casi como un bandido. Una puerta entreabierta. La habitación de la suegra.

Estira la mirada, si es que esto es posible, y con grandes ojos abiertos ve, si, ve, a un primo de su mujer que tendría quizá su edad, sentado al borde de la cama de la suegra y a esta entre sus piernas con un tremendo pijón en su boca. Succionando en modo desesperación, voracidad.

Ella, la suegra estaba con ropa interior puesta y ahí fue cuando la vio por vez primera y lo que vio le gusto. Esas caderas, ese culo presto y pomposo. Una espalda sin arrugas, su deseo empezó a surgir a rebelarse, a crecer de a poco.

Fito sintió que su corazón golpeaba como hacía tiempo no lo hacía, mientras veía como su suegra le comía la verga al primo de Andrea que gemía y retorcía sus manos en tra las sabanas desalineadas y revueltas.

__¡Ohhh ti, tía, que bien lo haces, o chúpame, chúpame como tú sabes, las bolas, así, así, cómelas son tuyas!!__ recitaba caliente y frenético el primo de su esposa.

De pronto se le ocurrió buscar su celular, le temblaban las manos de calentura y emoción, empezó a filmar, cada imagen lo calentaba cuando la volvía a ver.

Más tarde. Cuando las miraba tuvo que pajearse sin remedio de la calentura que tenía y que no podía calmar.

La pregunta era ¿qué haría con las imágenes? y la respuesta surgió enseguida. Se sonrió, maquiavélico. Se sintió una mala persona. Un abusador. Y quizá lo era. pero no le importó. Debía esperar el minuto exacto.

Miraba a su suegra. La forma en que se manejaba. Se empezó a dar cuenta cuando estaba caliente y necesitaba verga.

El primo de Andrea, su esposa, no iba siempre. Pero cuando iba ella se ponía inquieta. Era otra persona. Pero nadie lo notaba o eso suponía el.

No importaba demasiado. Esperó un día y otro y otro. Al cabo de una semana, se dio que el suegro no estaba porque se marchaba en un viaje con sus amigotes. Andrea no sé qué cosas debía hacer en la iglesia donde enseñaba la palabra de Dios.

Solo quedaban su suegra y el. La tarde era apacible. Un rumor lejano. A viento suave y de primavera atravesaba el patio y las ventanas semi abiertas.

La suegra andaba plumereando algunas aberturas y Fito la observaba. Esa cintura. Esas tetas que evidenciaban la remera suelta que llevaba aquel día. Lo volvían loco y además la imaginaba comiéndose su verga sin remilgos, como la putona que era con el primo de Andrea.

Entonces viendo el trasero que se movía delante de el, decidió hacer su jugada. Envió parte del video que había filmado con su teléfono. Ella sintió sonar su celular y corrió a atender. Abrió grande su boca. Un momento de sorpresa, sin reacción, sin saber qué hacer.

Unos minutos después la tenía parada en frente

__¿Te has vuelto loco Fito?__ lo increpo la suegra

__¿Yo?

__¡Tu sí, que pasa contigo!__ Fito vio que sus pezones se erguían

__¡Se te endurecen cuando te enojas, que ricura!__ dijo Fito observando las tetas de la suegra.

__¿Qué quieres de mi Fito?

__¡Tuy sabes hermosa!

__¡Pero qué dices…eres mi yerno!

__¡Y el que está en el video es tu sobrino, se ve que te gusta hacerlo en familia!

__¡No hagas esto!__ rogo la suegra

__¡Vamos ven aquí, mira el pedazo que tienes para comer!__ dice Fito y se acaricia el pedazo que está cobrando vida de a poco. L mujer lo mira, mira para todos lados, suspira, blanquea los ojos.

__¿Qué harás si no te hago caso?

__¡Me harás suegrita querida, pero no por temor, sino porque eres muy putita y te gusta el sabor de las pijas!__ sigue diciendo Fito en tanto se sigue masajeando la poronga que crece cada vez más. Ella, la suegra, se sienta en el sofá al lado de su yerno. Mira el creciente bulto y Fito sonríe para sí.

Haciendo el acting de que es una mujer tímida, lentamente posa la mano en el muslo de Fito. Suspira el hombre, cada vez más caliente. Ella avanza hasta rozar la poronga que está muy caliente, es una brasa, un fuego.

Por fin llega hasta el lugar, Fito se mueve acariciando los cabellos de la suegra que gime, los poros de su piel se abren tanto como las fosas nasales. Respira profundo, ya huele el aroma a macho que la pone ciega de calentura y de ardores.

La morcilla del hombre joven asomo. La suegra la miraba babeante, la apretaba haciendo gemir a su yerno, en ardores de placer y lujuria.

__¡Ves como te gusta putita, eres muy guarra suegrita, ahhh, que bien la aprietas, métela en tu boca, anda, ohhh, ahhh, siii!!__ ella acerca la boca a la presa, la huele, y pasa la lengua por sobre el pedazo de carne. Lame, moja la piel rápidamente, le toma el sabor, la saliva cae sobre el garrote que está duro como una piedra. Alzado, levantado, como hacía rato que no se le ponía.

La falta de sexo era evidente. La boca empieza a comer, primero la cabezota brillosa, la come con vivacidad, traga, la hunde en sus fauces devoradoras. Gime Fito, resopla, las manos del yerno, se posan en el culo de la suegra, intenta bajar la calza que ella llevaba puesta. Pellizca, mientras la boca lo traga, lo recorre sin miedos, sin tensiones.

Las nalgas de la mujer son firmes, el las recorre y su poronga se enerva un poco más, si es que hacía falta. Llega al medio de las frutas y pasa sus dedos por allí, ella sigue comiendo, toda la barra de carne, se atraganta, la baña de saliva, pero no la deja, juega con ella, tal cual hacia unos días atrás con la pija del primo de Andrea.

Traga la poronga del yerno con animosidad y con gusta. Fito clava un dedo en la cola de la mujer que vibra. Que gruñe, que casi muerde suavemente la poronga rocosa. Tiembla de placer, la mujer y Fito, los dos.  Ella se acuesta casi sobre el cuerpo del joven yerno, el puede bajar la calza y dejar la cola de la mujer madura a su merced.

La acaricia. La pellizca, mete dos dedos en el culo de la mujer. Ella ha llegado a las bolas del yerno con su virtuosa lengua, las recorre, sin dejar de masajear la barra de carne , las bolas están llenas de eso se da cuenta enseguida una experta mamadora como es aquella salvaje  mujer.

La cola de la suegra de Fito se abre cada vez más. El joven ensaliva sus dedos y los vuelve a clavar en el ojete. Ella levanta un poquito las caderas y se mueve como si tuviera un pijón enterrado en su trasero en llamas. Masajea la verga, la adora, le da pequeños besitos en la cabezota.

Con sus manos juega con las pelotas, las mueve, las goza, y vuelve a darles un bocado. Las traga desaforada y desquiciada.

__¡Ohhh así, así suegrita, que mamona, ahhh, eres única!!!__ gime el encantado yerno con la boca maravillosa de la suegra que lo fagocita sin piedad.

__¡No estás…acostumbrado a una…boca así, ohhh, y con esta verga, estas desperdiciado!!__ le susurra calientemente la mujer madura, que es su suegra perversa y juguetona. Le vuelve a comer el pedazo de carne y a pajear.

Apura los embates, sabe que pronto tendrá la leche de su yerno en la boca, sabe que llegará como un torrente.

La desea, la quiere. Sabe que está jugada, que nada puede detener su deseo, su lujuria, es todo mucho más fuerte que ella, sabe que inundarán sus boca con sabores nuevos, un sabor que no conoce pero que hará suyo a partir del momento en que llenen su cavidad con la leche rica, imagina, del joven y necesitado yerno.

__¡Quieres mi leche putita!¡La quieres y te la daré, ohhh, siii, eres tan puta, me encantas, ahhh me vaciaras, ahhh, que boca, ohhhh!!!__ ella froto más rápido la lámpara, sin detenerse, frotó y frotó y al fin entre gruñidos y pequeños grititos de placer, Fito se fue vaciando, fueron escupitajos violentos y cremosos, que la mujer se arregló para tragar y tragar, solo algunos bocados se le escaparon. Todo fue catarata y cataclismos, caricias y pellizcones. El pedazo quedó en la boca de la suegra unos momentos, como resistiendo el embate, latiendo, hasta ir cayendo, muy lentamente.

La mujer acercó la boca a los labios del yerno y se fundieron en un tremendo beso caliente, traspasando los jugos y salivas.

En tanto la camarita que su suegra tenía colocada en un estante había registrado todas las imágenes.-