En la Casa de Campo... (2)

Un joven vuelve a la Casa de Campo buscando que le penetren. Lo que no sabe es que allí no se andan con miramientos...

Antes de nada, gracias por las valoraciones de mi relato anterior. Sé que era algo inusual leer un relato así, y que quizás alguno se haya sentido ofendido. Mis disculpas a ellos, y mis agradecimientos a los demás.

Ahora voy a contaros mi segunda incursión en la Casa de Campo. La anterior había supuesto un clímax de placer nunca pensado por mí, pero mi culo estaba pidiendo polla con aún más fuerza que antes (si cabe… bueno, claro que iba a caber)

Algo nervioso, pero con mayor conocimiento del terreno, volví a pensar en ir allí. Un contacto del Chat de Madrid me dijo que debajo del Teleférico había muchos más hombres y de mayor variedad que donde yo había estado, así que me planteé ir allí. Me aprendí cómo ir andando (no era fácil) y me presenté. Debajo de la torre del Teleférico, me dijeron.

Lo primero que vi fue a un chico de mi edad. Era extranjero, sin duda, y estaba sentado en la torre con la pose más presuntuosa que jamás había visto. Me le quedé mirando, más por curiosidad que por lujuria (no era para nada mi tipo) y el me devolvió la mirada. Se acercó, y me preguntó que si se la quería comer. Le dije que no, y me fui hacia dentro intentando huir de él.

Y sí, lectores. Era cierto. Había más hombres que en el otro lugar. Y más jóvenes… os seré sinceros. Me gustan los tíos que hayan superado los 30, y allí había un montón. Me coloqué la ropa, porque sabía que allí iba a pasar algo. Me bajé un poco los pantalones, ya que me sobraba algo de cintura, para que se me pudiera ver los calzoncillos y mis glúteos moverse por debajo.

El primer tio que me crucé me dejó ensimismado. Bastante atractivo, musculado, y con la mejor cara de activo que hasta entonces había visto. Anduve por su alrededor, pero no me miró (ya había aprendido que eso era una señal). Algo apenado, y con el culito más cerrado, seguí andando intentando fingir que no me importaba. ¡¡Mi primer rechazo anónimo!! Mi orgullo estaba herido.

En estas iba pensando, cuando vi a un hombre y a un chaval entrar al "recinto" (si bien la zona de cruising del Teleférico es totalmente abierta, los matorrales y los árboles delimitaban un recinto… y las propias personas, que no paseaban por cualquier camino, sino por unos concretos).

Bien, como ya conocía el terreno, sabía que esos dos no iban de excursión campestre. El mayor agarraba el culo del pequeño, con esa mezcla de rudeza y despreocupación que tanto me gusta.

Mi polla empezó a responder. En los 18 años, que tenía entonces, las erecciones son muy fáciles de tener (bueno, y ahora a los 20 también…), y en aquel entorno, creo que estuve más tiempo empalmado que relajado. Me acerqué sigilosamente hacia donde íban; no quería que me vieran, por si acaso. Pero no prentendas ir sigiloso por un camino de ramitas. Me oyeron. Y al maduro debe ser que le gustó, porque me dijo que me acercara (por señas, claro). No me podía creer que fuera a tardar tan poco en tener mi segunda sesión de sexo. Ciertamente… esa tarde también parecía perfecta para mí.

El mayor ya estaba con la polla fuera, enfundada en su condón, y el más joven estaba acariciándole todo el cuerpo y mirándome. Cuando me acerqué lo suficiente, el tipo me ordenó que se la chupara, y yo me arrodillé para hacerlo.

Agradecí que ya tuviera un condón puesto, o mi rechazo hubiera sido más difícil. Al ser el pasivo, tienes que redoblar las precauciones, y más en sitios así.

Comencé a comerle el rabo como si me fuera la vida en ello. Realmente me iba!. El condón amortiguaba algo el sabor, así que me concentré en disfrutar del olor, de la situación… y de sus movimientos. Me tenía agarrada la cabeza, y sujetaba la base de su polla, con lo que controlaba cuando, como y cuanto me la metía en la garganta. El joven estaba mirando, sin hacer nada, sólo respondiendo a los comentarios que le hacía el maduro de vez en cuando. "Cómo chupa éste", "Tendrías que sentirlo", "menuda zorrita"

Empezó a ponerse más cachondo con mi mamada. Sacaba la polla de mi boca, y la pasaba por toda mi cara, por mis ojos, mi nariz, mi frente… yo le acariciaba los huevos mientras tanto, y le miraba con la cara de putita que tan bien había aprendido a poner.

Hasta que el hombre paró, y le dijo al chaval que se iba a correr. En ningún momento intercambió una sola palabra conmigo, y salvo por mis gemidos, yo tampoco con él. Ni siquiera me había sacado la polla.

Se quitó el condón y comenzó a masturbarse frente a mi cara. Menos mal que fui rápido y me dio tiempo a quitarme la camiseta, o ese tio me la habría empapado toda. Subí un poco la cabeza para que no se corriera en mi boca, lo que hizo que toda la leche cayera directamente a mi cuello, pecho, y estómago. Se acabó de limpiar y se fueron los dos. Me dio pena por el chico, que no había hecho nada, aunque yo había disfrutado como un enano. Me limpié (fui previsor y llevé pañuelos) y seguí andando. Probablemente en ese momento mi culo estaba totalmente abierto, y si pudiera, estaría chorreando también.

Quizás mi reciente éxito, tan temprano y tan satisfactorio, me hizo crecerme un poco, porque tardaron bastantes minutos hasta que vi a mi siguiente presa. En un relato no es interesante esta parte, así que paso de acción en acción.

Estaba sentado en una rama, mirando al infinito. Era jovencito, vestía de sport, y parecía estar esperando a alguien. Yo, que ya no tenía vergüenza en ese momento, me acerqué y le dije que me follara. Me puse de espaldas a él, apoyado en la rama, y el comenzó a sobarme el culo. La gente empezó a quedarse quieta mirándonos (la gente… serían dos personas) y el lo notó. Me dijo que nos fueramos a un lugar más reservado. Yo me hice el digno y vergonzado y le dije que si, por favor.

Caminamos por el camino, y los espectadores se dieron cuenta que la marcha no iba con ellos, así que se fueron. Me hizo atravesar una valla, un campo con muchos hierbajos, en dirección a un arbol. Un arbol en medio de una explanada con hierbas. Menos mal que éstas eran algo altas, y había una vallita entre medias. Menudas ganas de privacidad tiene éste, pensé.

Me bajé los pantalones y él fue rápido. Se bajó los calzoncillos y se empezó a mastubar mientras jugueteaba con mi agujero. Me tocaba el borde y luego iba metiendo el dedo poco a poco. Una vez metido, lo presionaba hacia los bordes, y lo doblaba dentro de mi. Ese chico quería dilatarme en un tiempo récord. Insisto, por suerte, yo ya estaba bastante dilatado.

Me empezó a meter su rabo… quizás os esté mintiendo. Me la metió de un golpe. Me hizo gemir bastante, lo que me asustó, ya que podrían vernos y venir a cotillear, y quien sabe si el chico se podía cansar de ir huyendo.

El caso es que me estaba follando, y yo estaba pensando en otras cosas. Su polla entraba y salía de mi culo, mientras me agarraba con fuerza de las caderas, y yo ya estaba pensando en que alguien nos descubriera y viniera.

Y efectivamente. Ni planeado me habría salido mejor. Un tipo de la misma edad que el que me partía, algo más moreno, empezó a venir a nosotros. Yo le vi, y obviamente mi macho también, pero no dejó de envestirme.

Se acercó el misterioso hombre 2, se desabrochó los pantalones, y se empezó a tocar el rabo para ponérsela dura. Al lado de mi cara. Una provocación así no podía desaprovecharla, así que comencé a acariciárselo. Enseguida se le puso dura, y se la sacó. Debe de ser que a mi macho1 le gustó, porque me desenculó y le dijo que me follara. El macho2 no lo dudó y comenzó a empalarme. El macho1 se puso delante mía, y yo comencé a masturbarle. Y de repente… ¡¡Eh!!, ¿de dónde ha salido ese otro tipo? Un tercer macho estaba mirando la escena, casi detrás del arbol, mientras se acariciaba su rabo por encima del pantalón. Se notaba claramente su erección… y eso que estaba algo lejos.

Yo estaba en la gloria, como podéis imaginaros. Tenia a tres tipos con los rabos duros cerca de mí, y sólo en mi segunda visita a la Casa de Campo. El que me follaba se dio cuenta del tercero, y le dejó hueco. Este tercero era algo más mayor, más ancho de espaldas, y más discreto. Comenzó a tocarse el paquete mientras me sobaba el culo, bastante abierto a esas alturas. Los otros dos estaban frente a mi cara, masturbándose frente a mi. Yo intentando estar a 4 patas, con dos pollas en mi mano, y una a escasos centímetros de mi culo.

El macho1 comenzó a correrse. Esta vez nada de quitarse la camiseta ni nada, asi que le explicité que no me manchara. No obstante, se corrió en mis manos. Una vez tenía en mis manos su semen, me di cuenta que podía hacer guarrerías con él, así que hice un cuenco con mis dos manos, y las puse debajo de la polla del macho2, esperando a que se corriera.

No tardó mucho, más o menos cuando el tercero estaba empezando a penetrarme. Se corrió en mis manos, al tiempo que el primero ya se estaba alejando de nosotros. Se limpió también y se fue, dejándonos al macho3 y a mi solos y… muy cachondos.

Siguió con su penetración. A esas alturas, ya casi no sentía nada, de lo dilatado que estaba. Una pena, porque había disfrutado de tres pollas, en una situación con la que había fantaseado desde mi primera paja.

El chico, insisto, más tímido, se corrió encima de mi culo. Menos mal que los pantalones estaban bastante bajos y no me los llegó a manchar… (chicos activos, tened cuidado con esas manchas, que luego son un engorro)

Y se fue. Yo me quedé ahí, semidesnudo, con el culo al aire, la mayor cara de zorra que jamás había podido poner, y… ¡¡con la polla guardada!! A esas alturas, cuatro tíos, y ninguno me había tocado el rabo. Justo como en mis mejores fantasías; una puta usada.

Me la saqué rápido y me empecé a masturbar. Haceos una idea de lo que tardé en correrme. Me limpie, y atravesé la pequeña llanura hasta la valla. Vi a un par de tíos mirando ahí, lo que me hizo pensar que, aparte de los valientes que se acercaron, otros tantos estuvieron mirando.

Me arreglé los pantalones, la ropa, y me puse a andar en dirección al metro. Por el camino vi a gente mirándome, tios tocándose el paquete… pero a mí entonces ya no me importaba; en ese momento (en ese momento), estaba satisfecho.

Pero había abierto una puerta, y en aquel entonces no me di cuenta que no la podría cerrar

Gracias por los comentarios, realmente me ayudan a saber si os gusta el texto o no, o hacia donde tengo que enfocarlo. Si teneis dudas, o quereis saber si estos relatos son reales o no, mandadme un mail!