En la campiña inglesa

... el señor de la casa ardía en deseos de tomarla, de hecho no se podía deshacer de aquella erección que tenía desde que oyó los primeros azotes que le estaba dando su mujer a su hijo...

En los años 50 del siglo XX los años pasaban muy lentos, extremadamente lentos en la campiña inglesa.

Pero en la residencia de Christopher Bellamy se detuvo el tiempo una calurosa noche de junio de 1953, la Señora de la casa, Lady Rose Hamilton murió, fue un infarto fulminante, y todos quedaron muy apenados, sobre todo su esposo Christopher que seguía enamorado hasta las trancas, de su bellísima, carichosa, presumida, engreida y petulante esposa.

Habían pasado cuatro años y medio y aquella casa solariga de los Bellamy segía apagada.

-Deberías buscarte otra esposa Cristopher , la vida continúa.

-Lo se tía Elizabeth, lo se, y le prometo que lo voy a intentar pero es que no tengo ánimos.

-Ya ha pasado un tiempo prudencial  hijo, y Oliver necesita una madre, y además de una madre, ya sabes mi opinión necesita un poco de disciplina, se está convirtiendo en un verdadero malcriado.

-No empecemos con eso otra vez tía, se lo ruego, los tiempos cambian...

-Pues a tí te vino muy bien que tu madre te metiera en cintura, y lo sabes.

-No lo creo tía, siempre fuí un buen chico, y madre me azotaba por mera tradición.

-Me estás diciendo que no merecías los azotes que te daba mi querida hermana, oh Dios mío, lo que una tiene que llegar a escuchar.

-Lo siento tía, no quería decicr eso, sólo digo que...

-Basta, basta hijo basta...Por cierto, has hablado ya con esa chica, Jane?

-Vendrá mañana a tomar el té.

-Pues ya sabes lo que pienso acerca de la necesidad de una madre para Oliver.

-Si tía Elizabeth, ya sabes que su opinión es siempre importante para mí.

-Mi opinión y mi fortuna.

-Tía, está insinuando..?

-Yo no insinuo nada... Polly!!

-Si Señora

-Traeme una taza de té.

-Si Señora.

A la tarde siguiente estaban reunidos en el salón principal todos los que habitaban aquel casoplón británico,Christopher, su hijo Oliver, la tía Elizabeth y por supuesto la invitada Jane Fairbanks, además de Polly la pelirroja sirvienta irlandesa.

Jane tenía 37 años uno menos que su futuro marido, porque en realidad esto era lo más parecido a un matrimonio concertado, uno era viudo y necesitaba una esposa y la otra estaba soltera y necesitaba un marido, y ya a su edad tampoco podía andarse con remilgos.

Jane era una mujer normal, se podía decir que físicamente no destacaba por belleza, ni por simpatía, ni por tipazo, era eso sí una mujer lista, abnegda, se había dedicado a cuidar a sus padres, y a estudiar, y la verdad es que tenía una gran formación, además de su gusto por la literatura.

Antes de los 10 minutos de estar allí tomando el té ya sabía que tía Elizabeth era la que proporcionaba dinero y abolengo a la familia, que Christopher era una buena persona, pero un poco pelele y que Oliver era un malcriado insoportable, pero ella con su buen hacer, su saber estar y su discreción cautivó a todos los de la casa , incluida Polly, pero sobre todo a la tía Elizabeth a la que convirtió en su mejor aliada desde el minuto uno.

La boda se celebró un mes después, y tras una corta luna de miel en Gales volvieron a su querida campiña.

Una lluviosa tarde de marzo tomando del té tía Elizabeth le dijo sin tapujos a  Jane.

-Querida, tienes que tomar las riendas con Oliver, hoy ha agredido a Polly, su madre lo malcrió y le consintió de todo, y mi sobrino siempre fue un monigote de ella, así que jamás corrigió a este maleducado, es indignante.

-¿Cómo que agredió a Polly?¿Polly que pasó?

-Me persiguió corriendo por toda la casa Ama, y como no me dejaba, pues me dió un tirón de pelos y me empujó.

Polly tenía la costumbre de decirle a la Señora de la casa Ama, era una costumbre irlandesa, y ya la utilizaba con su anterior Ama, a la que le encantaba el tratamiento

-¿Cómo que no te dejabas?,¿no te dejabas qué?

Polly enrojeció hasta las cejas, y dijo:

-Pues ya sabe Señora...

-Yo no se nada, y menos si tú no me lo cuentas, que yo sepa soy la Señora de esta casa casa, pero no sé para que sirve, porque aquí nadie me cuenta nada.

Fue un rapapolvos en toda regla, eso sí con toda la serenidad y el aplomo del que siempre hacía gala Jane.

-Lo siento muchísmo mi Ama.

-Mucha Ama, pero, ¿de qué me me sirve?

-No volverá a suceder se lo juro mi Ama.

-Eso espero por tu bien, y ahora vete.

-Si mi Ama.

Polly se fue sollozando hasta la cocina, nada le dolía más en este mundo que defraudar a su nueva Ama, a la que no solo respetaba, sino que idolotraba, y esa regañina le había dolido más que todos los azotes que le dió su anterior dueña.

-Me gusta mucho como actúas querida, a esta casa le hacía falta un poco de orden, y porque no decirlo de disciplina, y no conozco a nadie mejor que tú para llevar ambas cosas a cabo.

-¿La anterior Señora no actuaba así?

-En absoluto, era una snob,desordenaada, anárquica... y las pocas veces que disciplinaba a la pobre Polly era sin sentido, mientras su hijo campaba a sus anchas por todos sitios haciendo mil fechorías sin un triste reproche... esto tiene que cambiar querida Jane, ese malcriado nos va a acabar dando un disgusto.

-Hablaré con Christopher tía Elizabeth.

-Tú eres nuestra última esperanza querida.

Aquella noche tras la cena y después de haberse ido la señora Fergusson la coicnera a su casa, solo quedaban ellos tres y Polly en el salón.

-Polly puedes retirarte, gracias, dijo Jane.

Polly salió de nuevo sollozando, hasta aquel día su Ama le permitía asistir a las intrascendentes veladas que tenía la familia tras la cena, pero aquella noche la había echado, no había duda de que estaba dolida con ella , y eso no lo soportaba, mientras en el salón:

-Querido tenemos que hablar de Oliver.

-¿Que ha hecho esta vez?

-No se trata de lo que haya hecho esta vez, además no creo que esa sea la actitud querido, lo que tenemos que evitar es que siga haciendo trastadas, ya no es un niño.

Christipher se ruborizó un poco ante el duro comentario de su esposa, tenía que reconocer que tenía toda la razón del mundo, además aunque no se casó nada enamorado, la forma de ser de su querida esposa lo iba conquistando día a día, le gustaba su firmeza, su determinación, su falta de estidencias, es decir todo lo contrario de su anterior mujer.

-Tienes razón querida, hablaré con Oliver.

-Christopher cariño, mi relación con él es casi nula, y realmente creo que necesita una madre, cariñosa y firme a la vez, lo que te quiero decir es que si fuera mi hijo creo que le hubiera dado ya unos buenos azotes en más de una ocasión, y necesito de tu permiso y de tu aquiescencia para hacerlo.

Tia Elizabeth sonrió y miró con expectación a su sobrino.

-Jane cielo, sabes que yo tengo más ganas que nadie de que os llevéis bien, pero con respecto a ese tipo de castigos, su madre no era partidaria, decía que eran anticuados y...

-Tonterías, tu mujer era una snob en ese sentido. Dijo tía Elizabeth.

-Pero tía...

-En ese sentido y en muchos otros Christopher, es hora de que nos quitemos la venda, la educación que aquella mujer quiso dar a Oliver era nefasta, y ahora tu esposa te ofrece la posibilidad de corregirla, espero que no seas tan estúpido como para desaprovechar esta ocasión.

-Bueno la verdad es que...

-Oliver,  ha agredido a Polly , querido, creo que esata vez se ha pasado de la raya.

-¿Que ha agredido a Polly? ¿Qué le ha hecho? Déjalo, no quiero saberlo... Está bien querida, haz lo que creas con él, supongo que lo tiene bien merecido.

-Un poco de disciplina bien aplicada nunca viene mal. Dijo tía Elizabeth.

Al día siguiente tras servir el desayuno y antes de que Oliver fuera al colegio, su madrastra le dijo.

-Cuando vuelvas del colegio tenemos que hablar Oliver.

-Vale

-¿Le puedes hablar con más respeto a tu madre?

-No es mi madre, tía Elizabeth.

-Pero es tu madrastra, y le debes un respeto!!!

-No pasa nada, cuando vuelvas hablaremos con calma, y ahora vete, que es la hora.

-Admiro tu calma querida, a mi me saca de mis casillas este insolente.

-Cambiará tía Elizabeth cambiará.

-Si no fuera porque confío en tí absolutamente, no me lo creería.

A la hora del té Oliver fue llamado al salón junto a su madrastra y su tía y en presencia de Polly.

-¿Que ocurrió el otro día con Polly, Oliver?

-¿El otro día? na... nada

-Será mejor que no me mientas Oliver, si hay algo que no tolero es la mentira, y de aquí en adelante no te toleraré más mentiras, ¿está claro?

-Si Señora.

-No hace falta que me llames Señora, si no me quieres llamar madre, me puedes llamar Jane.

-Si Se...Jane.

-He hablado con tu padre con respecto a tu educación, y aunque no me consideres tu madre, voy a actuar como lo haría una madre, y eso significa que te podré disciplinar cuando lo considere oportuno, ¿está lo sufiecientemente claro?

-Si Jane.

-Pues ya lo sabes, la próxima vez que Polly me diga que la molestas, o hagas cualquiero otra trastada, tendremos tú y yo una conversación muy seria y creéme que no te gustará nada.¿entendido?

-Si Jane.

-Pues si has terminado de merendar, sube a hacer tus deberes.

El chaval abandonó el salón con el rabo entre la piernas, y bastante molesto por recibir semejante reprimenda delante de su tía-abuela, y de la tonta de Polly, de la que pensaba vengarse en cuanto pudiera.

-Querida, cada día me tienes más admirada, me ha maravillado como has domiando a ese mequetrefe maleducado...¿Verdad Polly? ¿Has visto como se ha ido avergonzado?

  • Si Lady Elizabeth, me ha encantado.

-Ya está bien Polly, no olvides que es el hijo de tu Amo.

-Si mi Ama, lo siento mi Ama, permiso. Y salió discretamente de la habitación como le había sugerido Jane cada vez que había acabado su cometido en el salón.

-Veo que tienes para todo el mundo querida,  a Polly también la llevas a raya, y pese a todo te adora.

-Es buena chica, un poco fisgona tal vez, pero buena chica.

Pocos días después de esta conversación , estaban cenando Christopher, Jane, Oliver y tía Elizabeth en el comedor mientras Polly los servía. Oliver que le tenía ganas a Polly desde aquel chivatazo, movió disimuladamente su plato para que la criada echara el pollo fuera.

-Ten más cuidado estúpida.

-Lo... lo siento señorito.

-Espabila un poco mocosa.

-Oliver ya está bién, discúlpate con Polly inmediatamente.

-¿Cómo que me disculpe?, ya has visto lo que ha hecho.

-Ella no ha hecho nada, has sido tú el que le ha movido el palto y encima la insultas, así que disculpate!!!

-No me voy a disculpar, y menos con esta fregona!!!

-Esto no te lo voy a tolerar, sube a tu cuarto inmediatamente.

Oliver miró a su padre, pero como vió que no recibía la ayuda de este su cara infantil se llenó de lágrimas.

-¡¡¡Ahora!!! Le ordenó severamente Jane.

Arrojando la servilleta sobre la mesa salió hacia su habitación humillado y tragándose su gran orgullo. Inmediatamente Jane, bebió un poco de agua, se limpió la boca con la servilleta, y dijo:

-Si me disculpáis.

Se levantó y se dirigió escaleras arriba detrás de su hijastro, el silencio se hizo en aquel salón, tía , sobrino y criada se quedaron a la espectativa y callados.

Se oyó una dura reprimenda, después algun grito de sorpresa, y después el incofundible y regular sonido de una azotaina, más que los golpes se oían los quejidos lastimeros que llegaron más bien al final de aquella zurra, no duró mucho en el tiempo, pero si paraece que fue intensa, dados los alaridos del muchacho al final de la misma.

Desde el amplio salón se podían observar todas las escaleras que daban a la primera planta, y por allí apareció la elegantísima Jane. Y antes de empezar a bajar las escaleras, subió su pierna derecha, y ayudnadose de su dedo índice se calzó bien aquella zapatilla granate que llevaba en aquel momento en chancla... ahí todo el mundo supo de donde provenían aquellos ruidos sordos y rítmicos que precedían primero a los quejidos, y después a la llantina del joven Bellamy.

Bajó las escaleras siendo la reina de la noche, pese a llevar un atuendo discreto como era una falda negra, blusa azul marino, y sus abrigadas zapatillas, su escasa melena castaña ondeba con elegancia, al llegar donde estaba su marido, le puso la mano en el hombro, y éste le correspondió tocándole la mano, en señal de aprobación de lo que acababa de suceder en el piso de arriba.

-Sirve los postres Polly.

-Si mi Ama.

Polly fue a la cocina con una sonrisa de felicidad y se juró a si misma que le sería fiel a su Señora mientras viviera.

Ya en el salón tomando café después de la cena, tía Elizabeth rompió el hielo.

-No estés con esa cara, Christopher querido, por unos azotes nadie se muere, tú debías de saberlo mejor que nadie, mi hermana no era precisamente de las que se andaba con remilgos para educaros a tí y a tu hermana.

El señor Bellamy estaba especialemnte excitado por lo que había acontecido aquella noche, como habíamos dicho antes ,se fue enamorando poco a poco de su nueva esposa, y esa noche había llegado al cúlmen, ahora no sólo se sentía totalmente enamorado sino que ardía en deseos de tomarla, de hecho no se podía deshacer de aquella erección que tenía desde que oyó los primeros azotes que le estaba dando su mujer a su hijo.

Y lo que acababa de decirle su tía haciendo referenica a los azotes que le propinaba su madre de niño, lejos de incomodarle como hubiera pasado meses antes, ahora le provocaba una turbación muy placentera, tanta que acarició a su mujer, en el hombro y le dijo.

-Estoy muy orgulloso de tí Jane, y tengo mucha suerte de tenerte.Y ambos miembros de la palreja se miraron con un brillo especial en los ojos, sobre todo por parte del marido que ardía en deseos.

-Bueno yo me retiro, Polly vamos, que aquí ya estoy estorbando.

-Que cosas dice usted tía Elizabeth. Dijo Jane sonriendo.

15 minutos más tarde Jane Fairbanks gemía como nunca lo había hecho debajo del cuerpo de su marido, que la penetraba con un vigor desconocido hasta ese momento para la pareja.

-mmmmmmmmmmmmm así querido, cálame bien hondo, au asi asiiiiiiiiiiiiii, hazme tuya mmmm.

Esas palabras enardecieron aún más al febril marido que sin embargo no podía dejar de imaginar que en adelante su mujer lo azotaría a él como a un niño rebelde.

Jane quedó encinta aquella noche, y aquel tálamo conyugal fue testigo de numerosas noches de pasión de los amantes.

A la semana siguiente mientras tomaban un Jerez de aperitvo le dijo Tía Elizabeth a su sobrina política.

-Te veo radiante querida, ha sido una bendición que llegues a esta casa, y me alegro de verte tan feliz, te lo mereces.

-Gracias , muchas gracias tía, con usted todo ha sido mucho más facil, y me ha sido de mucha ayuda.

Mi sobrino está desconocido, jovial, alegre, radiante, y en cuanto a Oliver va ser dificil meterlo en cintura, que pena que estés sola para educarlo querida.

-Bueno no tan sóla. Entonces Jane que estaba en el sofá sentada con sus piernas cruzadas como una señora, se echó un poco hacia adelante y con su mano derecha se acarició su zapatilla y repitió. -No tan sola.

-JAJAJA, Que pena de no haberte conocido antes Jane, eres única.

-Conformémonos, con habernos conocido ahora tía Elizabeth, nos quedan muchos años para ser felices. Y ambas mujeres se fundieron en un sincero y apretado abrazo.

Jane tenía a todos comiendo de su mano, pero algo pasaba con Polly, sabía que aquella irlandesa le era fiel como una perra, pero había algo que le ocultaba y lo iba a averiguar.

Un noche que su marido no dormía en casa le ordenó a Polly que subiera a su habitación para que le cepillara el pelo, Polly estaba encantada de estar con su Señora, y le cambiaba la cara cuando era solicitada por ésta, pero pese a ello Jane seguía viendo una sombra de duda en la irlandesa.

-¿Estás contenta en esta casa Polly?

-Claro que sí mi Ama

-¿Entonces,no quieres decirme nada?

-No mi Ama, estoy muy ... snif BUAAAAAAAAAAAAAAAAAAA

En ese momento Polly se derrumó, tanto emocional, como literalmente, y cayó al suelo a los pies de su Ama llorando como una Magdalena.

Jane la dejó que llorarara y se desahogara a su gusto , y tras un minuto llorando y sollozando, la criada se irguió sobre sus rodillas,  y dijo..

-Azóteme Ama.

-Disculpa?

-Azóteme, pégueme, se lo ruego, he sido mala, merezco que me pegue una paliza, le ruego que me perdone.

-Calla, y dime porque tengo que darte esa paliza.

-Por no decirle lo del señorito Oliver, a la Señora de la casa se le debe decir todo, y yo fui una estúpida por no confiar en Usted desde el primer momento, y necesito expiar la culpa, me está matando la culpabilidad, le ruego que me castigue por ello.

-¿Es por tu religión verdad?, los católicos necesitais expiar vuestras culpas, ¿no es cierto?

-Imagino que sí Ama, sólo sé que no descansaré hasta que no me dé mi merecido.

-Muy bien, dijo Jane levantándose y colocando la silla donde estaba sentada, en medio del salón.

Estando de pie dio una patadita y se sacó la zapatilla que calzaba en ese momento, eran unas zapatillas que solo usaba para estar en su habitación abiertas por detrás, color azul cielo como acolchadas y con una suela de goma amarilla que compacta y flexible.

-Dámela.

La irlandesa se tiró como un perro a por la zapatilla de su Ama, y se la dió aún estando de rodillas.

-Levanta.

Aquella orden, pese a que le ordenaba levantarse no dejaba de ser una orden un poco humillante, ambas mujeres estaban disfrutando, en silencio, pero disfrutando, se quedaron Ama y criada una frentea  otra, pelirroja la irlandesa y castaña la inglesa. casi se podían oler el aliento.

-Te enseñaré que pasa por guardar secretos.

Jane tomó a Polly por el brazo y la puso sobre su regazo mientras se sentaba.

-Muy bien jovencita, hoy aprenderás a respetar a tu Ama

Sin más preámbulos le levantó la falda y empezó una sinfonía de zapatillazos sobre las bragas de la criadita que hicieron que ñesta viera las estrellas, le dio una solfa, que no olvidaría la pobre irlandesa en mucho tiempo, pero cuando ésta pensaba que el castigo había terminado de un tirón le bajó las bragas hasta casi las rodillas.

Jane se dió cuenta  de que por los muslos de Polly bajaban como unas goteras, y eso no podía ser otra cosa que lo que todos sabemos.

Aquello le hizo redoblar esfuerzos en la azotaina, la pobre Polly aullaba al recibir la zapatilla a culo desnudo, pero a la vez no podía parar de excitarse de que su Señora, su Ama la fustigara de aquella manera.

Por fin la zurra cesó, y la criada rodó hasta el suelo, y una vez allí vió como su Ama, mientras se volvía a calzar le preguntaba.

-¿Contenta?

-Si mi Ama.

-Sabes que me has mentido verdad?

-No caigo mi Ama.

-Cuando me has dicho que no te sucedía nada... me has mentido.

-Es verdad mi Ama, le he mentido.

-Mañana tampoco estará el señor, así que te quiero aquí para que me cepilles el pelo, después de eso probarás el cepillo.

-Si mi Ama.