En la cama con mi jefe (2)

Continúa mi historia.

Como podeis imaginar, aquella noche, a pesar de que para mi fue como un sueño, fui la causa de grandes comederos de cabeza, era la primera vez que estaba con un hombre y para más INRI, éste era mi jefe y amigo de mis padres.

Cuando salí de su casa apenas había amanecido, él se hizo el dormido mientras me vestía pero creo que eso fue lo mejor porque no sabía qué decir, tenía sentimiento de culpa o de no sé que, era un vacío inmenso que sólo desaparecía cuando pensaba en lo bien que lo había pasado.

Aquel día, cuando llegué al trabajo Luis ya estaba allí, nada más llegar me dijo sin mirarme apenas a la cara que debía marcharse, que tenía unos asuntos que resolver, esto me hizo sentir como una mierda, para mí también era duro de afrontar pero esa no era la forma más correcta. Pasé solo todo el día, con un vacío en el estomago que no me dejaba reparar en nada, atendía a los clientes como un zombie.

A las nueve, como de costumbre cerré y me fui para casa, estaba hundido, no podía hablar con nadie puesto que él era mi único confidente. Miré un poco la TV y a eso de las 11 me puse el pijama para irme a la cama. Estaba en el cuarto de baño cuando llamaron a la puerta, el pánico recorrió mi cuerpo pero me armé de valor y me dispuse a enfrentar la situación porque sabía que debía ser él. Tras abrir la puerta de confirmaron mis sospechas, Luis tenía rostro de cansado, parecía que no había sido yo el único que sufría un mal día. Entro y con un hilo de voz comenzó a decirme que lo sentía, que no sabía que había pasado, que esa no era su intención .Comencé a llorar, yo tampoco había buscado la situación pero no me salía voz para explicárselo.

Tras un rato de llanto en el que no pude ni entender lo que me decía comencé a poder entablar conversación. Le dije que yo no había ido a su casa con la intención de irme a la cama con él, pero que al fin y al cabo eso era lo que había ocurrido y ahora tocaba ser adultos y poder manejar la situación. Le dije que comenzaría a buscar un nuevo empleo para que no tuviera que pasar el día fuera de su trabajo. El me dijo que no era esto lo que pretendía. Yo me había animado en la conversación y no podía parar, cuando me quise dar cuenta estaba entre los brazos de Luis, esto me confundía más aún. Comenzó a besarme mientras me pedía disculpas, yo olvidé todo y le seguí el juego, era lo que más deseaba. Sus besos cada vez eran más salvajes, como si se le fuera la vida en ello. Aún recuerdo el tacto de mis manos sobre su trasero, llevaba unos pantalones de pana bastante ceñidos, el tacto era como si tocara el mismo cielo, sólo podía apretar mis manos para sentirlo cerca de mi. Lo guié hacia el sillón sin separarme ni un milímetro de él.

Me senté y él se echó sobre, mí, seguían los besos, chupé su oreja con un deseo indescriptible mientras sentía su bulto caliente tras su pantalón en mi barriga. Luis parecía estar poseido, gozaba como el que más. Movía su trasero hacía mí como intentando tragarse mi pene erecto. De ahí nos fuimos al suelo donde seguimos la fiesta. Le quité la camisa para sentir sus pelos sobre mi piel, comencé a lamer sus pezones, ahora era yo el que danzaba sobre mi jefe. Toqué la pana erecta para cerciorarme de que lo de la noche anterior no había sido un sueño, y así fue. Desabroche el botón de sus pantalones con el objeto de tocar ese gran trozo de carne. Luis se los bajó por copleto e hizo ademán de entrar en mi cuerpo, pero yo no me sentía preparado, me daba miedo, así que obedeció mis deseos.

No puedo recordar quien fue el que impulsó al otro pero en un instante me encontré lamiendo la verga de aquel tipo a la vez que sentía la mía en su boca. Esa situación me producía temblores que terminaron con un chorro de semen en la cara de Luis, seguí lamiendo hasta que noté como era su cuerpo el que intentaba salirse de sí mismo, entonces seguí chupando, sus gemidos hicieron que sintiera la necesidad de no parar hasta tener su "miel" en mis labios. Cuando terminamos me abrazó . Nos fuimos a la cama y comenzamos a hablar.Llegamos a la conclusión era dejar fluir nuestro sentimientos, la vida casi siempre termina trazando sus propios caminos.