En la calle
Una chica entra en el metro pero al final del dia lo que entra en su cuerpo son varias pollas y la lengua de una mujer
EN LA CALLE
Viernes de mayo, bastante calor en la calle y la gente empezando a vestir conforme a la estación. Amaia sale de casa vistiendo una blusa semitransparente que dejaba ver el sujetador negro que tapaba sus jóvenes pechos. Abajo unos pantalones blancos que se ataban en la cintura con unos cordones. Había salido de clase enla Universidady cogido el metro.
Apoyada en una barra para sujetarse estaba distraída. Un hombre entró y en cuanto la vió se fijó en ella. No la quitaba ojo, ella maquillada con dos francas de color rojizo en los pómulos y unos profundos ojos negros. Rematado el conjunto de su bello rostro con una perfecta sonrisa de sensuales labios.
Ella alzó la vista y sus miradas se cruzaron pero Amaia bajó la suya con timidez y temerosa de la mirada del hombre. Salió en la parada que quedaba más cerca de su casa y fue hasta el ascensor. Esperó a que llegase y montó, cuando iba a pulsar el botón y las puertas comenzaban a cerrarse el hombre penetró con rapidez y con el impulso casi la tira.
Se puso tras ella y se acercó a su oreja. La susurró.
Seguro que te ha excitado que te haya golpeado en el culo al entrar.
Con el dedo retiró el pelo de la nuca de la joven y la dio un suave beso en el nacimiento del cabello mientras con la mano la atraía por la cintura hacia sí para que ella sintiera su dura y larga polla. La chica sintió miedo pero por otro lado se excitó. Cuando las puertas del elevador se abrieron y ella fue a coger el móvil para mandar un sms a una amiga notó una tarjeta en el bolso en que figuraba un número de móvil y un nombre. Ella sabía que no le llamaría pero lo que descubrió de repente que unos papeles que tenía que llevar a la agencia de viajes para un viaje con unas amigas habían desaparecido.
De repente sonó su móvil:
Soy el del ascensor, a ver no te quiero chantajear, creo que sabes que papeles tengo. Quiero follarte pero igual tu no quieres, si aceptas a las 18 estaré en el parking Ss. Si no aceptas recibirás los papeles antes de las 20 en tu buzón y no volverás a saber de mi.
Ella no pudo articular palabra. Eran las 1745 y el parking donde la había citado estaba justo enfrente de donde estaba ahora. La decisión era fácil en el sentido que le excitaba mucho la idea de que la follaran en un sitio público con el riesgo que la pillasen pero difícil porque no sabía si lo hacía él se daría por satisfecho. Pero aceptó. Por dentro lo estaba deseando pero por fuera tenía miedo.
Fue bajando la rampa del parking y dirigiéndose a la parcela que el hombre la había dicho. Era en la última planta y la más recóndita de todo el parking. Cuando estaba llegando él se deslizó de repente detrás de ella. Besó su cuello mordiéndola en uno de los lados. Con las dos manos pellizcó los pezones por encima de la ropa y la dijo al oído que estaba seguro que acudiría. La derribó sobre el capó del coche y la bajó los pantalones con vehemencia rozando la violencia. Con una mano apartó el tanga para luego estirar y hacer que la tela se clavara entre sus nalgas y rozara su clítoris. De improvisó lo arrancó. De una embestida la penetró de un solo golpe, la follaba sin preocuparse de si ella disfrutaba o no. Daba la impresión que solo se estaba masturbando usando la vagina de Amaia como consolador. Pero cuando ella con la excitación del momento pedía más. El paró y la descabalgó. La cogió del pelo y se sentó en el capó y la hizo ponerse sobre él para que lo montase y cabalgase.
Ella estaba como loca cabalgándolo y mostrando lo que había aprendido con sus anteriores parejas. Ella le vió que él se distraía. La había abierto la blusa y subido el sujetador liberando sus juveniles pechos los cuales mimaba o torturaba con sus dedos. Miró hacia un lado y vió que tenían público. Un chico con una gran verga se estaba masturbando mientras la veía follar al hombre que la tenía ensartada en el capó de un coche.
Ella le hizo un gesto y el mirón no se pudo contener y se acercó. Con la punta de la polla la sostenía a la vez que con las manos la acariciaba los pechos y la masturbaba. La chica al deslizarse hacia atrás quedó penetrada por el glande de su amante trasero. Luego con los fluidos del chico se fue resbalando un poco más pero para que no se le saliera la polla de su principal amante fue hacia delante momento que aprovechó Javi para clavársela del todo por el culo. Estaba ella siendo ensartada por dos pollas cuando un matrimonio llegó.
La pareja les echaron la bronca, ellos pensaron que por hacerlo en público pero no sino por hacerlo sobre el coche y les invitaron a su chalet. Montaron en otro coche y fueron al chalet de la pareja. Conducía el hombre y detrás iban Fernando que era el hombre que la había seducido y la mujer del matrimonio que tendría cerca de los cincuenta pero con un cuerpo de una de 25. Amaia iba en medio con las piernas abiertas solo vestida con la blusa abierta y el suje levantado por encima de los pechos.
Llegaron a la propiedad y dejaron el coche junto a la puerta saliendo todos completamente excitados. Tenían un gran dormitorio con una gran cama donde fue arrojada Amaia y se lanzó encima Maria se quitó el jersey que acunaban dos generosos pechos rematados en dos pezones que ya estaban duros como piedras. Amaia la soltó los botones del pantalón y la mujer rodó sobre la manta para quitarse los pantalones para lo que la ayudó Javi.
Su marido con el otro hombre cogieron a Amaia, la lamían por todos los lados. Fernando le indicó a Juan que era el marido que se tumbara boca arriba y cogió a Amaia y la hizo montarlo penetrándose la chica. Javi a su vez estaba follando a 4 patas a la mujer y Fernando se puso para que Maria se la comiera. Parecía que tenia hambre atrasada porque lo hacía como si no hubiera mañana. Luego se la sacó del coño y la deslizó por el culo atrayéndola hacia si. Para que Fernando poseyera su coño. Fernando de rodillas follaba a la mujer. Javi la cogia de las caderas y la penetraba con fuerza por el culo.
La mujer gemía como una loca. Amaia que en el parking se había contenido un poco ahora jadeaba como una loca y cuando el hombre la metió la polla en el culo embistiéndola contra la cama, emitió un pequeño chillido que se transformó en todavía más placer ya que al no haber podido tener su orgasmo en el parking estaba tan caliente que ahora ya llevaba dos orgasmos y en el segundo al tensar todos los músculos hizo que Juan eyaculara en su culo. El hombre se retiró a un lado de la cama a descansar. Luego los otros dos hombres también se corrieron llenando los dos agujeros de Maria de semen.
Maria se abalanzó sobre Amaia y la besó y acarició hasta que las dos quedaron abrazadas en un erótico y sensual 69. Estuvieron amándose un rato hasta que Juan trajo un gran arnés y unos pañuelos de seda. Entre todos colaboraron para atar a Amaia a la cama. La mujer se puso el arnés y acercó el plástico pene hasta que la penetró con suavidad pero con vigor follandola con embestidas cortas a veces y otras más largas. Luego Fernando sodomizó a Maria acompasando sus movimientos a los de la mujer. Los otros dos hombres se acercaron y pusieron sus pollas cerca de la boca de la joven que se esforzó por mamarselas con maestria.
Por útltimo Amaia se puso a gatas para que la mujer la metiera el arnés y la follara con él. Los hombres volvieron a estar a punto de eyacular y las hicieron tumbarse con las cabezas juntas boca arriba para echarles el semen en sus caras. Luego los cinco se ducharon juntos y se besaron ellos con ellas y ellas entre ellas.
Este relato es imaginario pero si queréis podéis escribirme sobre todo mujeres a :