En la boda con el tío de mi esposo
En una boda un tío de mi esposo me enseño lo que puede hacer con su sobrina
Un sobrino de mi esposo se casaba, llevaba mucho tiempo con la novia, y decidió casarse. A la boda estaba invitada gran parte de la familia, yo llegué con un vestido rojo, una tanga de hilo dental del mismo color, un diminuto brassier, unos tacones rojos, mi cabello lo llevaba plachado, como ya se imaginarán el vestido era muy pegado, por lo cual se notaba perfectamente mi culo.
Varios de los hombre me veían con mucho deseo, varios ya me habían tenido en la cama. En la mesa que nos tocó sentarnos a mi esposo y a mí, habían 4 parejas más, todos familiares de mi esposo, con los cuatro hombres ya había estado.
Yo baile gran rato con mi esposo, movía demás las nalgas para que los que estaban alrededor disfrutaran. Entre cada descanso mi esposo tomaba más y más, en algún momento ya era tanto lo que había tomado que ya no podía bailar.
Algunos de sus familiares me sacaron a bailar, me decían lo bien que me veía, lo rico que se me marcaba el culo, lo paraditas que llevaba las tetas. Algunos discretamente me acariciaron la nalgas, yo a algunos les tocaba la verga.
Después de bailar con varios se acercó a nuestra mesa un tío de mi esposo, el señor se llama Joaquín, tiene como 65 años, un señor alto que cuidaba mucho su aspecto, si no fuera porque su cabello era completamente blanco aparentaría menos edad.
Respetuosamente me pidió bailar con él, le pidió permiso a mi esposo. Los dos aceptamos, baile con el señor. En algunos movimientos le pegaba mis tetas a su pecho, con mi muslo trataba de tocar su pene. Yo estaba muy caliente con el alcohol y con todo el toqueteo con los familiares de Arturo.
Yo solo podía pensar en verga, jamás me había cogido a ese señor y lo desee muchísimo, quería sentirlo dentro de mi. Me acerqué y le dije al oído.
P –Quiero que me hagas tuya.
J –Pamela no, eres la esposa de Arturo y yo vengo con mi esposa.
P –No me importa nada estoy muy caliente, quiero sentirte dentro de mí.
Discretamente le acaricie la verga, él la tenía muy parada.
P –Vamos no te resistas, sabes que me quieres coger.
J –Está bien, pero donde.
Le dije que arriba había una dos habitaciones que entrara a la de la segunda. La otra era la que usaba la novia para cualquier cosa. Le dije que me llevara a mi mesa, después que fuera a la suya. Que unos minutos después nos veríamos arriba. Me fue a dejar a mi mesa, se fue a la suya. Yo le avise a Arturo que iría al baño. Subí al cuarto que le había dicho a Joaquín. Unos 3 minutos después llegó él.
Me abrazó y comenzó a besarme, me agarro las nalgas, lo hacía con desesperación, su lengua entraba en mi boca. Yo estaba muy excitada, comencé a agarrarle la verga por encima del pantalón, los dos no aguantábamos lo caliente que estábamos. Me agaché, desabroche su pantalón, saque su verga y me la metí en la boca. Pasaba toda mi lengua por su pene, iba por todos lados. Después me dedique a chupar su cabecita, a pesar de su edad su verga estaba muy dura. Yo sabía que no aguantaría mucho una mamada así, por lo cual me detuve, me subí el vestido me baje la tanga, me agache contra la pared, sacando completamente mi culo.
P –Metemela, quiero sentirte dentro.
J –Sí Pamela, siempre te he tenido muchas ganas.
P –Porque no me habías dicho nada, ya me hubieras cogido desde hace mucho.
Me la metió completa, sentí como me llenaba, mi vagina ya estaba muy mojada. Él entraba y salía, me tomaba de la cintura, me jalaba hacía el cuando me la metía, hacía que sintiera como su verga llegaba más adentro.
P –Así, hasta dentro, lléname con esa verga tan bonita que tienes.
Sentía como mi vagina se abría y se cerraba, él acariciaba mis nalgas. Yo me agache y trate de tocar con mi cabeza mis piernas, estando así le dije.
P –Nalgueame, soy una puta mala, castígame.
Él me dio una fuerte nalgada, después varias.
P –Así, sí más duro, castiga a tu puta, soy una perra infiel, merezco ser castigada.
J –Sí eres una puta a la que hay que castigar.
P –Sí, me estoy cogiendo al tío de mi esposo, eso solo lo hace una puta, castígame, enseñame que eres mi macho.
Él comenzó a moverse más duro, sentía como su verga entraba cada vez más, yo estaba a punto de venirse, este señor me tenía demasiado caliente, quería que él también se viniera así que comencé a moverme en círculos, él gemía cada vez más fuerte. No aguanto y me lleno la concha de semen, al sentir su leche caliente, yo sentí mi orgasmo, un enorme placer invadió mi cuerpo, mis jugos comenzaron a salir, mientras yo gritaba.
P –Me vengo, como coges, me haces venir, soy tu puta.
Él se acomodó la ropa, yo hice lo mismo con la mía. Los dos regresamos a la fiesta, mi marido ni cuenta se dio, los otros hombres de la mesa notaron mi ausencia, pensarían que estaba por ahí bailando o que como siempre ya andaba de puta cogiendo con alguien, casi siempre es lo segundo.