En la Boda 2

Continuación del relato "En la boda" que publiqué hace unos meses. Conviene leer la primera parte. COntinúan las aventuras mías y de Irene en una boda en la que nos conocimos... con final sorprendente.

Continuación del relato "En la boda" que publiqué hace unos meses. Conviene leer la primera parte antes de seguir con esta.

En la Boda (parte 1): http://www.todorelatos.com/relato/74783/


Tras el fugaz encuentro sexual que mantuvimos tú y yo, nos reincorporamos al cocktail con el resto de invitados.

A los pocos minutos una corte de varios camareros nos empezaron a avisar que podíamos  pasar al salón donde se celebraría el convite.  Mi mujer y yo, junto con el resto de nuestros amigos, nos acercamos a la entrada del salón, donde ya se agolpaban todos los invitados, intentando ser el primero en ver la mesa en la que le había tocado.

Nosotros ya sabíamos, pues nos lo había dicho el novio, que todo el grupo de amigos estábamos juntos, por lo que sólo necesitábamos saber el número de la mesa que nos tocaba.  A los pocos segundos uno de ellos nos indicó el número de mesa que nos correspondía, la localizamos rápidamente y nos sentamos.

Una vez ubicados y, aprovechando el revuelo que se monta siempre en estas ocasiones, me puse a buscarte, a mi “amiga”, localizándote una fila por delante de la mía y 3 mesas a la derecha.

Toda la cena transcurrió sin más sobresaltos ni aspectos dignos de mencionarse, si bien, en mi mente no dejaba de pasar, una y otra vez, tu imagen, la de esa maravillosa mujer que acababa de follarme hace poco, a escasos metros de mi esposa.  Todavía sentía el ligero mal sabor de boca que me quedó cuando me  comía tus tetas y tu perfume se traspasó a mi lengua, pero sin duda esa sensación no era para nada comparable con la que me producía el haberte follado y tratado como si de una perra en celo se tratara, como si fueras una vulgar ramera cuyo cometido no es otro que darme placer…. ¡¡¡ pero menudo placer!!!

Al terminar la cena, todo el mundo se quedó expectante, pues no sabíamos muy bien donde se llevaría a cabo el tradicional baile.  La respuesta a esa pregunta no tardó en llegar y en pocos minutos nos avisaron que el baile y las copas serían en otra sala contigua, comunicada por una enorme puerta, pero que quien lo deseara podía mantenerse en la mesa pues dicha sala de baile no disponía de sillas.

Todo el grupo de amigos con quienes yo estaba, junto con el resto de invitados, se levantaron para presenciar el primer baile de los novios.  En ese momento yo aproveché para buscarte, a ti  Irene, pues así se llamaba mi compañera de “escarceos”, encontrándote justo unos metros detrás de mí, charlando amigablemente con una de tus amigas.

El efecto del alcohol ingerido en la cena empezaba a hacer su efecto y a ti se te notaban unas pequeñas “chapetas” en la cara, además tu forma de andar no era precisamente la más habitual, sin duda se notaba que no estabas acostumbrada a usar tacones tan altos como los que llevabas, además de que sentías cierta incomodidad por el hecho de ir completamente desnuda bajo tu estupendo vestido.

La verdad es que el baile de los novios no me importaba en absoluto, así que de forma despistada dejé pasar a la gente por delante de mí, incluida Irene, colocándome estratégicamente detrás de ti.

Con todo el mundo agolpado para ver a los novios no me resultó complicado pegarme a ella, hasta hacerla notar mi polla, ya totalmente empalmada, contra tu duro culo, mientras que mis manos te cogían por la cintura.  Acerqué la cabeza por un lateral a tu cara y, cuando tenía tu oído justo delante de mí, saqué levemente la lengua y te lo lamí, haciendo que un escalofrío recorriera todo tu cuerpo.

Justo después acerqué más mis labios y tu oído y con un susurro te dije

-          Hola zorrita, ¿qué tal estás con el coñito al aire y sabiendo que cualquiera puede verte?, seguro que estás empapada y deseando que te vuelva a follar como antes…

Irene emitió un ligero gemido, que no pudieron oír las personas que estaban a nuestro lado, y girando un poco la cabeza te acercaste a mi

-          No cabrón, no deseo que me folles como antes, deseo que lo hagas mucho mejor, que me folles sin parar hasta que no podamos más…. Y sí, estoy totalmente empapada y mojada desde que salimos del cuartucho de antes, estoy deseosa de tu polla, y si no me la das tú me tendré que buscar otro rabo que me satisfaga. Lo de antes era el aperitivo y ahora quiero el postre.

Tras esta breve conversación, oímos como la música cesó y todos los asistentes se pusieron a aplaudir de manera exagerada, al tiempo que se abalanzaban sobre los novios para intentar bailar con ellos y darles la enhorabuena.

No podíamos dejar que nos descubrieran en el juego que nos traíamos entre manos, así que solté tu cintura y me acerqué de nuevo a donde se encontraba mi mujer.  Yo sabía que ella quería bailar conmigo y para no levantar sospechas no me quedaba más remedio que hacerlo.

Mi mujer y yo bailamos durante 3 ó 4 canciones hasta que logré convencerla de que yo tenía suficiente y que me iba a por una copa.  Dicho esto nos acercamos donde estaban el resto del grupo de amigos y mientras ella se ponía a hablar con las amigas yo me fui a por algo de beber.

En el camino a la barra me acerqué a ti, que bailabas junto a un primo de la novia, y sin vacilar te pregunté si querías tomar algo, a lo que me respondiste afirmativamente, dejando al pobre chico plantado en la pista de baile, mientras las babas se le caían y los ojos no podían separarse del culo de mi acompañante, al igual que hasta hace unos segundo no se separaban de sus hermosas tetas.

Ambos nos acercamos a la barra y pedimos, un whisqui con Coca-Cola para mi y un vodka con limón para ti.  En cuanto nos los pusieron brindamos con una sonrisa y sin decirnos nada nos miramos a los ojos y le dimos un buen trago a nuestras copas.

Tras el primer sorbo, te acercaste a mi, lo suficiente como para tocarme el paquete por encima del pantalón y que nadie se diera cuenta, mientras charlábamos, casi ensordecidos y “ocultos” por el alto volumen de los altavoces que estaban a escasos metros de nosotros.

-          Irene: estoy deseando probar de nuevo lo que aquí tienes, me decía mientras no dejaba de sobarme el paquete.

-          Yo: ya sabes que lo vas a probar…. Por todos tus agujeros putita.

-          Irene: Si, pero quiero que sea pronto, o me tendré que buscar a otro interesado…. Y seguro que hay más de uno.

-          Yo: mira que eres zorra y puta, a saber cuantos rabos te has follado con lo joven que eres.

-          Irene: más de los que imaginas y menos de los que me apetecerían, jajajaja

-          Yo: de acuerdo, dime tu número de teléfono y estate atenta, pronto te mandaré un sms diciéndote donde nos vemos.

Nada más decirte esto me cambié de salón mientras sacaba mi teléfono del bolsillo y, acercándome a mi mujer con cara seria y de preocupación le dije que tendría que salir un momento, pues había surgido un problema en el trabajo y tenía que solucionarlo urgentemente.

Mi mujer asintió de mala gana y me recriminó que siempre estuviera pendiente del dichoso teléfono y del trabajo, pero yo no estaba atento a eso y sólo pensaba en lo que ocurriría a continuación.

Con velocidad y sin dejar de mirar el teléfono me dirigí a la recepción del hotel, donde solicité una habitación con la excusa de que había unos invitados que venían de lejos y les había fallado el alojamiento.  Con la exquisita atención del lugar me dieron la habitación 306, la cual pagué en el momento y en efectivo.

Cogí el ascensor de subida mientras que en mi teléfono le enviaba un simple mensaje a Irene: “habitación 306, zorrita”.

Los escasos minutos hasta nuestro reencuentro se hicieron eternos, yo estaba sentado en el borde de la cama mientras escuchaba la música que había puesto en el televisor, cuando el golpeteo de unos suaves nudillos me sobresaltó.  Rápidamente me dirigí a la puerta y la abrí, encontrándome detrás de ella a Irene, con su estampa angelical, pero que destilaba deseo y sensualidad.

Ella entró con rapidez y cerró la puerta tras de si, sin que hubiera tiempo para más, nos abrazamos y empezamos a comernos la boca como dos adolescentes, nuestras lenguas no paraban de moverse dentro de las bocas de los dos, jugando con los dientes y entrelazándose entre si.

Durante este morreo aproveché para meter una de mis manos por su escote y así poder amasar y acariciar bien esas tetas que tan loco me tenían, mientras que la otra mano se perdió dentro del vestido de Irene, pudiendo acariciar primero sus muslos y luego directamente el coño y el culo de mi amante, ante la ausencia de ropa interior.

Cuando nuestras bocas se separaron me dijiste que casi te pillan y que habías podido subir gracias a una amiga tuya…. Yo en ese momento no sabía que responder.

-          Espero que tu amiga sea discreta y no cuente nada.

-          Tranquilo, mi amiga es tan puta  o más que yo y me debe varios favores de este estilo, pues también está casada y más le vale que no diga nada.

-          Entonces perfecto.

Esta breve conversación se llevó a cabo mientras yo no paraba de sobar el cuerpo de Irene y tú me habías desabrochado el pantalón y sacado mi polla fuera, la cual acariciabas y masturbabas con lujuria.

Mientras terminaba de hablar yo, tú te agachaste y empezaste a lamer, suavemente al principio, mi polla, lamiendo desde la base hasta la punta del capullo, para luego metértela completamente en tu boca y garganta…. Mientras tanto jugabas con mis huevos, sopesándolos, acariciándolos y jugando con ellos.

La intensidad de tu mamada fue en aumento hasta que empezaste a meterte mi polla en tu boca y sacarla con fuerza y rapidez, en ese momento decidí coger las riendas del asunto:

-          Ahora vas a saber lo que es que te den polla Irene…

-          No se a que esperas, contestaste.

Al oir esto te cogí del pelo y empecé a empujar tu cabeza hacían delante y hacia atrás con furia, follándote la boca de tal forma que cuando mi polla se incrustaba en tu campanilla a ella le daban algunas arcadas, lo cual no me hizo que ralentizara el ritmo, más bien al contrario, pues si querías ser una verdadera zorra ahora lo ibas a ser.

El maquillaje de los ojos de Irene empezó a correrse, mientras tu cara comenzó a denotar el esfuerzo que te estaba suponiendo la fuerte follada de boca que estabas recibiendo, sin embargo cuando yo te sacaba la polla de la boca o justo cuando estaba al inicio de la mamada tú levantabas la mirada y hacías una mueca parecida a una sonrisa en señal de aprobación.

Mi polla entraba y salía de tu boca con frenesí, mientras que las babas y saliva resbalaban por tu barbilla y por el tronco de mi rabo. Irene tenía la cara desencajada y el rímel totalmente corrido como dos enormes lagrimones que recorrían su cara, ante esta visión aflojé los movimientos y la presión que mis  manos ejercían sobre su cabeza, pues no pretendía hacerla daño…, sin embargo cuando lo notó se sacó mi polla de la boca y mirándome a la cara me preguntó porqué lo dejaba.

-            ¿Qué ocurre?, ¿Porqué te detienes ahora?, no seas maricón y sigue follándome la boca o haciendo lo que más te plazca, como has dicho antes hoy soy tu puta y quiero  demostrarte que así es.

Mi reacción no se hizo esperar, te miré a los ojos y continué con la mejor follada de boca de mi vida.

Mi intensidad variaba continuamente…más rápido, más lento, con mayor o menor profundidad, pero siempre siendo yo quien dirigía el tempo de la mamada.  Cuando sentí que estaba llegando al punto de no retorno detuve mis embestidas y te hice subir al tiempo que te giraba, poniéndote de espaldas a mi.

Ahora te encontrabas dándome la espalda, ligeramente inclinada hacia delante y esperando a que yo actuara, no querías tomar la iniciativa pues sabías que eras mía, que en esa habitación tú sólo obedecías…. Entonces notaste como mi polla se acomodaba a la entrada de tu coñito y de un solo golpe la enterré por completo dentro de ti.

Un enorme chillido, mitad de placer y mitad de sorpresa, llenó la habitación tras el cual no cesabas de gritar un ¡¡¡¡siiiiii, dame fuerte…., uffff, dame máaaaaaaassss!!!!

Con fuertes golpes de riñón, yo empujaba mi polla dentro de tu encharcado coño, entrando y saliendo a gran velocidad, mientras alternaba azotes en tu culo con pequeños tirones de pelo para acercar tu cara a la mía.

Mis embestidas iban aumentando de intensidad, tú estabas apoyada con las manos en la pared y la sola visión de tus grandes tetas bamboleándose hacia delante y hacia atrás hacía que mi excitación aumentara hasta límites insospechados.

Tras unos minutos follándote sin compasión, donde el sudor de los dos se mezclaba con nuestros gemidos y chillidos, empecé a gritar de forma más gutural, avisándote de la inminencia de mi corrida.  Tu respuesta no se hizo esperar y empezaste a gritar que tú también te corrías… que no parara y siguiera hasta el final dentro de ti.

Yo te cogí de las caderas, me introduje en ti hasta lo más profundo y en ese preciso instante empecé a soltar fuertes chorros de leche que golpeaban sin piedad en lo más profundo de tu coño y pronto empezaron a resbalar por tus muslos.

Los dos terminamos exhaustos, y nos dejamos caer sobre la cama.

Yo miré el reloj y no me podía creer lo que mis ojos veían… llevábamos casi una hora desde que dejamos la fiesta de la boda.

Cuando te lo dije me miraste con cara de pocos amigos, estaba claro que tú querías continuar con la recién iniciada sesión de sexo, pero yo no tendría muchas disculpas para seguir más tiempo en la habitación.

Ante esta situación no me quedó más remedio que darme una rápida ducha para volver pronto con mis amigos.  Tú al verme así de azorado te metiste en la ducha conmigo, empezaste a calentarme de nuevo, tocabas mis huevos, mi polla, sabías que yo no podría contenerme y empecé a acariciar tu precioso cuerpo, sin embargo…. Cuando estaba más caliente te saliste de la ducha y con tranquilidad, mientras me mirabas a la cara soltaste tu maldad:

  • Ahora les explicas el bulto de tu pantalón… que mientras yo haré buen uso de la habitación.

Dicho eso, salí de la ducha, me vestí y volví a la habitación, donde seguías medio desnuda.  Allí en medio nos comimos de nuevo a besos y en pocos minutos me fui de la habitación rumbo a la aburrida boda que había abajo.

Al llegar mi mujer me miró con mala cara pues no le gustaba que me ausentase tanto por temas de trabajo cuando estábamos de fiesta, pero no dijo nada, sólo se levantó en dirección al baño y desapareció, mientras yo me reintegraba en el grupo de amigos.

Yo seguía la conversación, pero mis pensamientos estaban en Irene y en mi mujer, la primera por haber dejado a semejante mujer desnuda en la habitación, y la segunda por temor a que se hubiera dado cuenta.

Estaba en esos pensamientos, cuando mi mujer llegó por detrás, me abrazó pegándose a mi todo lo que pudo y susurrándome con su voz más sensual me dijo: “espero que conmigo también des la talla….”

Mis ojos luchaban por salirse de las órbitas ante el asombro que me produjeron sus palabras, me di la vuelta para verla e intentar darle una inexplicable explicación, pero ella me puso los dedos en la boca para que no dijera nada, mientras que con la otra mano cogía la mía y son mucho disimulo la llevaba por debajo de su falda, descubriendo yo que en su visita al baño se había quitado la ropa interior…. Por primera vez en su vida estaba sin nada debajo.

Ella no me soltó la mano, la sacó de su falda y se recompuso.  Ante mi sorpresa empezó a despedirse de todos bajo la excusa de no encontrarse bien, cogió su bolso y tirando de mi se dirigió a la recepción del hotel.

Al llegar a la altura de la recepción me metió en un ascensor, pulsó el piso 3º y con una pícara sonrisa me preguntó: “¿Habitación 306, verdad?”

Yo sólo supe responder un “Si” casi agónico, mientras ella sonreía maliciosamente y con toda la tranquilidad del mundo me contó como la amiga casada de Irene que tanto tenía que no se iría de la boca era ella… estaba todo planeado para que yo cayera en la trampa, y lo consiguieron.

El resto de la noche y  la nueva vida entre mi mujer y yo es otra historia que quizá cuente más adelante.