En la boca del lobo

Todo parece tener un inevitable final desde el principio.

Carlos y Marina están de novios hace ya varios años. Carlos tiene 29 años y Marina 30. Ella es más bien de pequeña estatura pero muy bien formada, hermosa de cara (sus ojos verdes, su pelo castaño oscuro y su linda nariz le dan una cara que aviva más de una fantasía) y de unos pechos muy ricos. Es de destacar su cola que pequeña y respingada le dan el toque final a esa pequeña escultura de mujer.

Luego de pensar sobre la posibilidad de tener un hijo, y entre muchas idas y vueltas cotidianos en la consolidación de una pareja, decidieron pasar un fin de semana largo que iba de viernes a martes en lobos, una zona cercana a Buenos Aires. Fueron en el auto que habían comprado juntos el sábado bien temprano. Nunca habían ido allí pero se los habían recomendado varios conocidos. En especial Ariana, una amiga de Marina, le había insistido mucho con ese lugar.

Al llegar con el auto, abonaron la entrada con estadía de su auto y de su carpa, y fueron adentrándose lentamente en el camping. Llegaron a una zona propicia y decidieron adueñarse de esa parcela, ya que no tenía muchos vecinos y tenía árboles cerca. Al bajar del auto comenzaron a acomodar las distintas cosas y a armar la carpa. Mientras comenzaban sintieron como había un movimiento en la carpa más cercana, a unos 10 metros, y con una sonrisa cómplice prosiguieron.

Luego de un par de horas concluyeron con el armado, y justo antes de meterse en la carpa vieron salir de la carpa de al lado a un hombre alto y musculoso que vestía una remera y un pantalón muy holgado. De una forma disimulada Marina se sorprendió de su figura y miró lo más que pudo, inmersa en sus obligaciones.

Carlos y Marina tuvieron sexo apenas entrar en la carpa, lo que dejó a Carlos muy satisfecho y también a Marina. El día se hizo noche, salieron a comer y a tomar algo al centro de la ciudad. La pasaron muy bien, se divirtieron mucho, y tomaron vino. Conocieron allí a Germán y Sofía, que eran del mismo camping. Eran una pareja de 22 y 20 años respectivamente. Sofía era una chica colorada, de tez muy blanca, un cuerpo muy hermoso y pechos relativamente pequeños. Juntos conversaron de varias cosas. En un momento los hombres fueron al sanitario y en soledad, Sofía le comentó a Marina sobre el tendero con un comentario cómplice pero a la vez jocoso. Le dijo "lo viste al que atiende el almacén del camping? Está para matarlo!". Ambas rieron. Los hombres volvieron y continuó la noche sin mayores altercados.

Al llegar, pasaron por el baño y Carlos se dirigió a la carpa esperando preparado a Marina.

Minutos más tarde, salió del baño Marina, y al salir le pareció sentir un gemido. Se detuvo y siguió el ruido y la luz, adentrandose un poco en el solitario baño de hombres. Allí vió al mismo hombre musculoso de esa misma tarde abrazando por detrás a una bella señorita rubia que no superaba los 25 años y empujaba hacia atrás con muchas ganas para ser penetrada por aquel hombre. Marina se quedó estupefacta unos instantes, y al percibir su cuerpo la situación, comenzó a exitarse mucho, a tal punto que con una de sus manos, se acarició su sexo un poco de una forma casi inconciente. Se retiró rápidamente a la carpa y se encontró con Carlos, con quien tuvo una sesión larga y ardua de sexo, en la que Marina acabó con orgasmos muy intensos, no pudiendo contener del todo su grito en el silencio de la noche del camping.

Por la mañana siguiente, tuvieron sexo express nuevamente. Luego volvieron a acostarse y así permanecieron hasta el mediodía, momento en el cual Marina decidió a salir a comprar algo para comer a la despensa del camping. Al salir pudo observar que sus vecinos estaban teniendo un almuerzo. Vio a una chica morocha almorzando con un chico que no le llamó la atención. No pudo evitar en el camino a la despensa ver a la rubia que había visto la noche anterior, almorzando con otro chico, unas parcelas más adelante. Luego de unos 100 metros más, ya en la despensa, al solicitar la comida, vió que alguien se erguía de abajo del mostrador. Era el mismo hombre que ella vió salir de la carpa y tener sexo con la rubia. Muchas cosas pasaron dentro de ella en ese momento, por lo cual tuvo muchos problemas al pronunciar su pedido. El hombre con una sonrisa y un gesto amigable, fué entablando una amena charla entre tendero y clliente con ella. Marina realizó la compra y volvió a la carpa con un cambio inesperado: no podía dejar de pensar en el tendero. Ella no lo percibía claramente, pero sólo imaginaba su figura e indignada ataba cabos de lo que era testigo.

Esa misma tarde, luego de comer, Carlos y Marina se recostaron un rato. Carlos al rato decidió dejarse vencer por el tentador sueño vespertino. Marina en cambio seguía pensando, y decidió dar una vuelta hacia el sector de la laguna, para tomar un poco de sol. Estuvo media hora boca arriba y luego se puso boca abajo. A los pocos minutos, esuchó un ruido de yuyos cercano, luego unas risas y luego silencio. Cuando parecía que no había más ruido comenzó a escuchar un leve gemido. Se levantó levemente y comenzó a acercarse entre los yuyos, viendo un movimiento. De repente, vió como el tendero estaba penetrando salvajemente a Sofía en los yuyos. Sofía no hacía otra cosa que gemir, con su ceño fruncido del placer y sus puños aferrándose al césped. Esta vez el exalto de Marina se mezcló con mucho deseo y por primera vez fué conciente que su cuerpo deseaba tener sexo con aquel sujeto. A los pocos segundos, alzó la vista y vió que el sujeto la estaba mirando a los ojos. El miedo se apoderó de ella y se fué rápidamente hacia la carpa. Carlos seguía durmiendo. Se acostó junto al él y durmió también, o hizo como que durmió.

Esa noche fueron a otro restaurante. Esta vez Marina estaba media perdida en las charlas, por lo que Carlos dirigió los sucesos. Carlos comió muchísimo y tomó muchísimo. Marina apenas probó bocado y no tomó casi nada. Al terminar la noche Carlos estaba simplemente acabado, por lo que al volver al camping, se limitó a pasa al baño a orinar y al entrar a la carpa cayó derrotado. Marina estuvo en el baño unos instantes más. Todavía seguía poseída. Se tomó varios instantes, y al salir se chocó con el tendero que también salía del otro baño. El se disculpó sin menospreciar contacto con ella y amenizando la charla. Marina en principio se sintió muy intimidada, pero luego de la paciente y amable introducción del tendero, que se llamaba Nico, comenzó a relajarse. El le preguntó porqué se vestía tan bien para ir a dormir a modo de piropo y luego le preguntó si conocía la historia de la laguna. Marina con aires de desilusión y relajación le dijo que no, y Nico inisistió en que no fuera incrédula, que había pruebas contundentes de la historia. Marina le preguntó sobre las pruebas, y Nico le comentó que cerca de la playa había huellas de hombre lobo y que él la llevaría a verlas. Marina sonrió y dijo que no. Nico insistió y extendió su mano. Ella la tomó y fueron caminando.

Unos minutos caminaron, y todo iba tomando un sólo destino, y no eran las huellas. Ella lo sabía y el lo sabía.

En un monento Nico se detuvo, se dió vuelta y observó a Marina. Ella lo observó con un profundo deseo. El lo advirtió y jugó con eso. Le preguntó si estaba preparada, si era capaz de hacer eso. Marina contestó con un "sí" en un tono muy elocuente y le tocó nerviosamente un brazo a Nico.

Nico le tomó ambos brazos, la besó un minuto aproximadamente en los labios, y le dijo que si quería conocer al lobo tenía que despertarlo, y luego empezó su cabeza hacia abajo. Tardó un segundo en entender Marina, pero bajó y comenzó a chuparle el pene intentando que fuera muy perfecto, pero su desesperación entorpecía un poco la tarea. Así estuvo durante varios minutos.

Nico luego la tendió y comenzó a besarle los labios vaginales de una forma muy básica pero eficaz.

Ella se retorcía consntantemente. Nunca había vivido algo así. Rápidamente comenzó a rogarle que la penetrase. Nico comenzó a penetrarla con un ritmo bastante acelerado. Luego se mojó un dedo y comenzó a meterselo en el ano. Marina había acabado varias veces pero eso la aceleró más y comenzó a desear ser penetrada totalmente. Un minuto después comenzó a penetrarla analmente, y Marina explotó en otros orgasmos. Tal fue así que cuando Nico acabó ella se levantó y se la limpió chupandosela.

Luego ella lo abrazó durante un rato, hasta que el se reincorporó, le dió un beso en la frente y se fué.

Ella volvió a la carpa.