En la boca del lobo

¡Tranquila! ¡No pasará nada! Llevaba repitiéndome lo mismo una y otra vez desde que me había despertado en dios sabe dónde.

Hola. A ver no estaba muy convencida de cómo había empezado la historia y cuanto más escribía seguía sin gustarme demasiado, por lo que la he vuelto a rehacer completamente. Eso quiere decir que voy a cambiar muchísimas cosas así que es como si empezara una historia completamente diferente.

Espero que os guste.


¡Tranquila! ¡No pasará nada!

Llevaba repitiéndome lo mismo una y otra vez desde que me había despertado en dios sabe dónde. Aunque mi conciencia siempre me lo fastidiaba diciéndome

“Eso no te lo crees tú ni loca”

El roce de una cuerda en mis muñecas me quemaba cada vez que hacía un mínimo movimiento y un frío helador se me había metido por los huesos poniéndome la piel de gallina.

No tenía ni la menor idea de donde me encontraba y la venda que tenía en los ojos no me facilitaba para nada las cosas. Lo último que recordaba era haber apagado la luz de noche de la lamparita de cama y sentir levemente un pinchazo en mi cuello. Aunque estaba tan profundamente dormida, que no sabía si lo del pinchazo lo había soñado o había sucedido en realidad.

Sentía la fina tela del camisón en mi piel y realmente me alegraba de no estar completamente desnuda, aunque no me resguardara nada del frío.

Aunque si te ha secuestrado un violador de nada te servirá llevar ese pequeño camisón que apenas te tapa el culo ” me volvía a recordar mi pesimista mente.

Intente moverme de nuevo, estaba harta de esa postura tipo feto, pero un nuevo calambre en mis brazos me indico que sería mejor que permaneciera así, al menos hasta que pudiera sentir mejor mis brazos.

Oigo el chirrido de una puerta y los pasos de alguien entrando en la habitación.  Me pongo en guardia levantándome rápidamente ignorando el quejido de mis brazos. Al no poder ver nada mis sentidos se han amplificado y muevo la cabeza cual perrillo intentando descifrar quien acaba de entrar.

Los pasos se acercan a mí y yo retrocedo topándome con una dura pared que daña mis manos por el peso de mi cuerpo. Pero en estos momentos es lo que menos me importa. Espero unos segundos a que quien sea que ha entrado se pronuncie, pero lo único que oigo es mí acelerada respiración.

-      ¿Hola? ¿H-hay alguien ahí?-pregunto temblorosa.

Silencio.

-      Sé que estás ahí… no me das miedo.- hablo un poco más alto tratando de darme ánimos y aparentar que no siento una opresión horrible en el corazón.- Joder, di algo.

-      Veo que no has cambiado nada, nena.- responde una voz ronca haciendo que sienta un escalofrío por todo el cuerpo.- sigues siendo igual de malhablada.

Noto como se acerca a mí. Vuelvo a retroceder pero la pared me lo impide y yo solo rezó por poder fundirme en ella y escapar de esta sensación tan espantosa.

-      Mi pequeña tiene miedo.-dice cogiéndome de la barbilla hasta alzármela.- Claro. Como ella no controla la situación, está asustada. ¿Eh Kayla?

El oír mi nombre no hace más que incrementar el terror que siento e intento zafarme de su agarre, pero me aprieta fuertemente. Un perfume embriagador se mete por mis fosas nasales haciendo que aspire con la boca ligeramente abierta como si de una droga se tratara. Naranja, con notas de cedro y jazmín. Realmente enloquecedor.

-      Mmm… no sabes cuánto tiempo llevo buscándote.-su voz me devuelve a la realidad y vuelvo a retorcerme como loca.- y ahora…-noto como se acerca a mí y me agarra del cabello fuertemente sacándome un gesto de dolor.-eres toda mía.-susurra en mi oído con rabia contenida.

-      ¿Cómo sabes cómo me llamo?-pregunto cómo puedo con mi  eterno rictus de dolor, deseando que no tire más de mi pelo.

Suelta mi cabello y no puedo evitar soltar un suspiro de alivio.

-      Muy pronto lo sabrás.

Le miro, o más bien giro mi rostro a donde supongo que se encuentra, con cara desconcertada. Abro mi boca para decir algo, pero no me da tiempo. Me agarra del brazo levantándome bruscamente, mis piernas están sensibles de llevar tanto tiempo en una mala postura y me tambaleo levemente, pero parece no importarle, ya que prácticamente me arrastra hasta el centro de la habitación. Me deshace con gran habilidad las ataduras, aunque no puedo disfrutar apenas de esta liberación, pues en segundos me coloca unas esposas de metal, me eleva los brazos enganchándome a lo que parece una argolla y me deja colgando de puntillas.

Las esposas me lastiman aún más mis pobres muñecas e intento como puedo que no recaiga todo mi peso en ellas.

-      ¿Cómoda?

-      ¡Que te den!-gruño en un ataque de ira arrancándole una carcajada.

-      Realmente te ves muy apetitosa así… A mi completa merced, roja de rabia y aun así asustada por no saber qué va a venir. Justo como a mí me gusta.

Su voz calmada me pone los pelos de punta. Unas manos cálidas se posan en mi estómago siguiendo un recorrido imaginario hasta mi pecho, amasándomelo y pellizcando levemente mi pezón hasta ponerle duro.

-      Para. ¿Q-qué vas a hacer?-pregunto sintiendo como toda la rabia de hace un momento se evapora.

-      Algo que te hará disfrutar mucho.

-      No…no…

Baja las tiras de mi camisón lentamente hasta dejarme totalmente desnuda. Me siento demasiado vulnerable, llevar al menos ese pequeño camisón me hacía sentirme que no estaba del todo desnuda frente a un extraño y me aportaba un poder que ahora acaba de desvanecerse.

-      Mmm…suave como el culito de un bebe.- susurra mientras acaricia con las yemas de los dedos mi monte de Venus.

Las palabras se me han quedado atascadas en la garganta y solamente rezo porque acabe pronto esta tortura. Noto como empieza a lamer, mordisquear y succionar mis pezones, su pelo me acaricia el pecho cada vez que lo hace haciéndome sentir una de deliciosa sensación que me niego a experimentar. Pero parece ser que mi cuerpo va por libre de mi cabeza y empiezo a notar como poco a poco voy humedeciéndome.

La mano que aún seguía acariciándome baja hasta mi sexo encontrándoselo húmedo, un pequeño jadeo escapa de mis labios.

-      Sabía que acabaría por gustarte.

Abro levemente la boca al sentir como un dedo invadir mi cavidad mientras otro se posa en mi clítoris realizando pequeños círculos mientras mis jugos resbalan libremente mojando mis muslos.

-      Amm…-no quiero pero pequeños gemidos empiezan a salir de mi boca sin que yo pueda hacer nada al respecto.

Me coge la cabeza atrayéndomela hacía él, hasta que nuestros labios chocan y su lengua me acaricia la mía. Intento soltarme, pero me tiene agarrada fuertemente y su boca me devora. Otro dedo más entra en mí, haciendo que una corriente de placer me incline inconscientemente hacia él en busca de su mano. Si sigue así no tardaré mucho en correrme.

-      Por favor….para….no…. ¡Dios!-jadeo con la respiración entrecortada cuando separa su boca.

Me sopla suavemente mi pezón izquierdo que en estos momentos los tengo tan duros que hasta duelen.

-      Eso es. Vamos, pequeña. Córrete para mí. –susurra en mi oído aumentando la velocidad en mi clítoris.

Mi cuerpo responde abriendo más mis piernas, permitiéndole que me toque con más facilidad. Mi mente racional me va a abandonando poco a poco sustituyéndola un placer indescriptible. Nadie me había tocado así en toda mi vida. Es una mezcla de delicadeza y brusquedad que me está encantando.

Siento como el orgasmo se acerca cada vez más y más. Un nuevo calambre me retuerce haciendo que llegue el tan esperado clímax dejándome desmadejada y con el corazón desbocado.

Percibo su presencia detrás de mí, pero en estos momentos es lo que menos me importa. Estoy como en una nube. Ni siquiera quiero pensar que acabo de correrme con sus caricias.

-      Tú ya has disfrutado, ahora me toca a mí.-dice separándome los glúteos.

Frota su miembro por la entrada de mi vagina sacándome otra retahíla de pequeños gemidos. Intuyo que va a penetrarme y ahora mismo sumida en mi propia nube le dejo hacer, incluyo abro un poco más mis piernas deseando interiormente recibir otro orgasmo que me haga olvidar completamente que estoy comportándome como una autentica zorra. Mis ilusiones se ven destruidas cuando noto como posa su miembro en mi ano. Cuando me doy cuenta de sus intenciones me revuelvo como una loca.

-      No…no…por ahí no…por favor.

-      Estate quieta.-sus palabras no hacen más que aumentar mi angustia. Me sujeta violentamente de las caderas. Estoy segura de que me va a salir un cardenal por la fuerza que está utilizando, pero el sexo anal me atemoriza.- ¡Basta!

-      Por favor…haré lo que quieras menos eso…por favor.-suplico desesperada deseando que se apiade de mí.

Ignorando completamente mis suplicas siento como poco a poco va introduciendo su miembro en mí. El dolor me atraviesa todo el cuerpo mientras mi grito resuena por toda la estancia.

-      Por dios, para…te lo suplico.-sollozo intentando alejarme. Algo completamente inútil ya que estoy fuertemente amarrada.

Sigue metiendo centímetro a centímetro su miembro en mí. Pequeñas gotas de sudor caen de mi frente, aprieto mis dientes y cierro mis manos en un puño esperando que este dolor lacerante desaparezca, pero no hace más que incrementar a cada centímetro que mete en mí hasta que noto su pelvis en mi culo.

Suelto un suspiro echando el aire que no sabía estaba reteniendo desde que había comenzado a penetrarme. Solo espero que ahora sea un poco más delicado, pero empieza a moverse bruscamente sin siquiera esperarse que me adapte a su tamaño.

Gemidos de dolor escapan de mi boca mientras las lágrimas resbalan libremente por mi rostro.

-      Para, para…

Me penetra duramente sin tener en cuenta mis llantos, incluyo yo diría que le excitan. Noto mi ano muy dolorido y cada vez que siento una embestida un siseo de dolor escapa de mi boca. Lame lentamente mi cuello poniéndome la carne de gallina, sus jadeos se meten en mi cabeza como una deliciosa melodía. Poco a poco compruebo que ya no siento ese horrible dolor punzante del principio, sino una leve molestia.

-      Sabía que serías una pequeña puta.-gime trasladando su mano a mi intimidad, girando un dedo en mi clítoris

Jadeo moviéndome al compás de sus penetraciones. Siento como el orgasmo se aproxima, él lo nota y mueve más su dedo hasta que por fin alcanzo el tan ansiado clímax. Su respiración se vuelve más irregular y con una potente embestida se corre en lo más profundo de mis entrañas.

Sale de mí dejándome completamente desmadejada intentando controlar mi respiración. Siento como resbala su semen por mis muslos.

-      Mmm…es una imagen digna de un cuadro.

Los parpados me pesan y justo cuando creo que no voy a poder mantenerme más de puntillas me suelta, masajeando con cuidado mis muñecas doloridas cogiéndome en el proceso.

Estoy tan cansada que ni siquiera me paro a pensar donde me lleva, así que apoyándome en su pecho con su olor inundándome las fosas nasales siento como poco a poco me voy sumiendo en un pesado sueño.