En la biblioteca
Este es un relato que escribí hace tiempo para una amiga. Espero que les guste
Recientemente, y ojeando por la red, llegué a una página de relatos eróticos, y como me gusta leerlos e imaginarme le situación, me los fui guardando en mi ordenador para leerlos posteriormente mas tranquila. Lo que ocurre es que tengo la conexión en el ordenador de mi trabajo. Me presentaré, me llamo Ana, y trabajo en una biblioteca, junto a mi autentica pasión: los libros y la literatura.
Desde hace poco, nos pusieron conexión a Internet, y como ya he dicho, tengo en el ordenador una serie de relatos que voy leyendo poco a poco, saboreándolos cuando el trabajo escasea. Esto suele ocurrir, ya que, excepto cuando recibimos libros nuevos, ordenamos los que nos devuelven o atendemos al publico, el trabajo no es acelerado.
En el día que voy a relatar, estaba leyendo uno de una homónima titulado “Mi amiga Julia y yo”. Como era período de vacaciones veraniegas, no había muchas personas. Aquel día estaba yo sola, los demás de vacaciones.
Todavía me acuerdo. Vestía un conjunto de bragas y sujetador blancos con encajes, traje de chaqueta corta y falda verde, ésta por encima de las rodillas, blusa blanca y zapatos verdes de tacón bajo a juego con el traje. Con mi pelo de media melena lacia hasta los hombros recogido por una diadema. A decir de mi marido soy agraciada (guapa diría él).
A media tarde, con el trabajo ya hecho y las pocas personas que había en la sala, abrí el programa de textos y me puse a leer el relato.
“
Estabamos estudiando mi amiga Julia y yo, que me llamo Lourdes, aunque me dicen Lulu.”
Comienza el relato. Como siempre que me pongo a leer, me concentro tanto que no percibo lo que ocurre fuera. Y también, como descubrí, los relatos eróticos hacen que me excite sexualmente. Con éste no hubo excepción.
El relato describe cómo dos amigas que están estudiando acaban en un juego erótico. Ya lo había leído antes, por eso, nada mas empezarlo, noto que empiezo a excitarme. Los pezones en los senos pugnan por salirse, empujando el sujetador, y salen jugos de mi sexo.
“... cuenta que mi amiga cogió una cuerda que tenía en el cajón de la mesa y empezó a atarme los tobillos, me sobresalté ...”
Al llegar a esta parte, ya estoy totalmente excitada. El mostrador me protege de las miradas de las personas de la sala. Sin embargo trato de no hacer mucho ruido. No puedo evitar que mis piernas se junten, simulando que están atadas como las de Lulu. Mi mano izquierda, con disimulo, se posa por fuera de la ropa en el umbral del placer, en una caricia cálida.
“... puse mis manos a la espalda y me las ató con otro cabo de cuerda.”
Distraídamente, paso mis manos a la espalda de la silla, y así, como si estuviera atada, alzo la vista. Nadie se ha movido desde la última vez, cada una sigue con lo que están haciendo. Y yo aquí, excitadísima, con mis manos y pies como atados. Y nadie se da cuenta. Mi excitación aumenta.
“
Ahora te voy a hacer pasar un buen rato – Me pregunté que quería decir, cuando de pronto agachó su cabeza y me dio un suave beso en la boca”
Empieza la parte que me gusta. Separo las piernas y engancho cada pie por detrás de las patas de la silla. Lo que hace que mis piernas se separen, dejando la entrada del placer al aire.
“Buenas tardes, joven, ¿dónde puedo encontrar literatura rumana?” Es Doña Asunción, una simpática anciana que siempre me pregunta antes de buscar un libro. Me he sobresaltado ligeramente, me sobrepongo rápidamente. “Buenas tardes, Doña Asunción. En aquellas estanterías del fondo” Digo señalando con el dedo. “Gracias” Me dice y va hacia las estanterías. Como se que no tardará en volver con un libro para llevárselo, suspendo la lectura del relato hasta que regrese. Poco tiempo tarda, me deja el libro, lo registro con el ordenador. “Aquí tiene” digo tendiéndole el libro. “Gracias, hija.” Y se marcha.
La interrupción acaba con la excitación que tenía. Pero al reanudar la lectura, mi cuerpo reacciona y se excita de nuevo, esta vez con más virulencia. Vuelvo a la posición anterior.
“...
me empezando a sentir cierta excitación, allí atada con engaños por mi mejor amiga pero con un poco de curiosidad por saber que me haría... “
Ahora, mientras leo, mis manos han recogido un poco la falda. Mi mano izquierda ahueca las bragas y me acaricio el vello. El botón del gozo está erecto. Lo noto. Por eso muevo mis piernas, con cada movimiento, el roce me hace estremecer, provocando oleadas de gusto que surgen del centro del placer.
“
Yo me sentía cada vez mas excitada, allí estaba yo, atada y sin poder resistirme estaba siendo violada por mi amiga Julia, y lo peor era que me estaba excitando el estar así.”
Ahora introduzco dos dedos en la cueva para encontrar el gozo buscado. Al tocar mi botoncito, una oleada intensa me recorre. Estoy a punto de tener un orgasmo.
“Buenas tardes.” Un nuevo sobresalto. Es una joven que no había visto nunca antes. La miro “buenas tardes.” Me sale con un tono casi de jadeo. Me mira de una forma particular. Se ha dado cuenta de mi excitación, seguro. Parece que disimula. “Estoy buscando si tenéis algún libro sobre literatura checoslovaca, es para un trabajo que estoy haciendo.” Ahora la miro con curiosidad, algo mas repuesta. Tendrá unos 22 años, rubia y guapa.
“Espera que voy a mirar.” Digo para tener mas tiempo y colocarme la ropa. Consulto el ordenador. “Mira, en la estantería al fondo a la izquierda” y señalo “puedes encontrar todos los libros de filología, creo que sobre ese tema tenemos un par de libros y no están prestados” “Gracias” me dice en un tono de jadeo que creo que me está tomando el pelo. Cuando se va la observo desde atrás. Lleva una minifalda blanca, polo azul, un pañuelo al cuello. Una magnífica figura con unas piernas de modelo. La sigo mirando hasta que llega a la estantería, hojea varios libros, coge un par de ellos y se sienta en una mesa en frente del mostrador. Un poco alejada, pero me permite verla entera.
Lo último que veo antes de bajar la cabeza y seguir con mi lectura son unas piernas ligeramente abiertas enseñándome unas bragas blancas. Y unos ojos que me miran.
“... empezó a chuparlos lentamente, primero uno después el otro, tironeandolos con sus labios, mientras con su mano me follaba, cada vez estaba mas caliente y ya jadeaba de placer...”
He reanudado la lectura sin alzar la vista. La interrupción anterior hizo que mi excitación se apagara, pero ahora renace con mas fuerza.
Me atrevo a mirar. Sigo viendo unas bragas blancas, pero los ojos de su dueña estan en los libros. He vuelto a remangarme la falda, la mano izquierda detrás de mis bragas y dos dedos en el punto justo. Sin interrupción, me sube un orgasmo profundo. Mi cuerpo se estremece y mi voluntad trata de dominarlo para que no se note. Lo consigo duras penas.
“...
“¿lo has pasado bien?”, “si, no me imaginaba que con otra mujer gozara tan bien, claro que las ataduras también me has excitado”.... “
Pese a las interrupciones lo he pasado bien. Con disimulo huelo mis dedos. Huelen a sexo.
Me atrevo a mirar. Unos ojos me miran, y unos dedos se huelen. Cierro el programa y dejo de leer. Todo lo que queda de tarde lo empleo en acabar algún trabajo atrasado. Sin levantar la cabeza.
Miro el reloj, es casi la hora de cerrar. Levanto la mirada. No queda nadie, sólo la muchacha, esta vez no me mira. Agacho la cabeza para terminar de escribir una ficha, pensando que cuando acabe me levantaré para decirle a la muchacha que voy a cerrar.
“¿Que estabas leyendo que te excito tanto?” Me ha sorprendido. Está detrás de mi. Algo debe tener esta chica porque le contesto “un relato erótico que me baje de internet” “¿Me lo dejas leer?” ¿Pregunta u ordena? No lo se. Pero activo el programa para leer el relato. “Mientras puedes cerrar la puerta” Parezco un autómata, porque me levanto con las llaves y voy a la puerta. La cierro, echo la llave y la dejo puesta.
“Siéntate” me ordena. Y yo obedezco. Sorprendentemente, estoy excitada. “¿Quieres que te ate y te haga pasar un buen rato?” Asiento. Mirándola embobada. Coge una cuerda del mostrador. “Pon las manos a la espalda” Lo hago y con movimientos precisos me las ata. “Ahora cada pierna en una pata de la silla” Con otras dos cuerdas me ata cada tobillo a una pata de la silla. Ha dado la vuelta a la silla, de forma que no le molesta el mostrador.
Se sitúa enfrente. Nos besamos, es decir se inclina, me besa y de devuelvo el beso. Así estamos un buen rato, explorándonos las bocas. Mi excitación va en aumento. Los pezones me duelen de lo excitados que se han puesto. Mi sexo está totalmente húmedo. Se separa. Con habilidad, me desabotona la blusa, dejando el sujetador al aire. Tira de él hacia arriba. Mis senos están libres. Por poco tiempo, pues se arrodilla a mi lado, tomando uno de mis pechos con su boca, el otro con su mano. Mientras me chupa una, me acaricia la otra, cambiándose varias veces. Y yo atada, deseando corresponder entre jadeos.
Ahora mientras está así, mete su mano libre por detrás de la cinturilla de la falda, ahueca las bragas y toma posesión de mi sexo. No parece que le satisfaga, pues saca la mano, y mientras sigue chupando, me baja la falda y las bragas lo que permite mi posición. Ahora si tiene mi sexo al aire. Se arrodilla por delante. Me acaricia los muslos con sus manos. Mi vello. Desliza su mano arriba y abajo. Mete dos dedos, los saca, los mete. Al fin se decide y ataca con su boca. Creo que el jadeo de mi orgasmo fue tan violento como éste. Al primer orgasmo le sucedieron otros dos.
Ahora se quita el polo, no lleva sujetador, se desprende de su falda y bragas. Desnuda delante mía tiene un cuerpo perfecto. “Ahora me toca a mi” Dice y acerca sus tetas a mi cara, las chupo con pasión. Mis oídos escuchan sus jadeos. Ahora coge mi cabeza entre sus manos, me obliga a inclinarme para que mi boca esté a la altura de su sexo. Está húmeda cuando la penetro con mi lengua para buscar su punto de gozo. Al poco siento y oigo su orgasmo.
Tenemos ambas la respiración agitada. Se separa y allí estamos las dos. Yo atada en la silla, mis tobillos a las patas, las manos en la espalda. La falda y las bragas caídas por delante, la blusa abierta, el sujetador por encima de mis tetas. Ella desnuda enfrente, su ropa en el suelo. Nos miramos y nos reímos.
Lentamente se viste. Se pone las bragas, el polo, la minifalda. Y me arregla la ropa, vuelve a colocarme bien el sujetador, sube las bragas, abotona la blusa y me pone bien la falda. Pero no me desata. Empiezo a intranquilizarme. “Ha estado bien, ¿no?” Dice. “Si” Respondo. Se sitúa detrás, la oigo coger una ficha y escribir algo. De repente noto que me amordaza, es su pañuelo. “Ahora tengo que irme. ¡Hasta otra!” Murmullo algo ininteligible. Vuelvo la cabeza y la oigo ir. Abre la puerta con mis llaves, y la escucho cerrar.
¿Ahora que hago? Recuerdo que en el cajón tengo una navajita para cortar los hilos de los embalajes que nos llegan. A saltos con la silla, llego al cajón, lo abro y cojo la navaja. Con paciencia logro cortar las ligaduras de las manos, desatarme los pies y quitarme la mordaza.
“Fue bonito, tanto como lo de Lulu. Julia” leo en la nota que guardo en el bolso. Voy a la puerta, naturalmente no se ve a nadie. Se ha esfumado. Voy a las mesas a acabar el trabajo recogiendo los libros. Es curioso, en la mesa donde se sentó no hay ningún libro. Ni en las mesas auxiliares. Curiosa voy a la estantería que la indiqué. Parece que nadie toca estos libros desde hace tiempo. No hay nada que indique quien era la chica, ni siquiera que hubiera estado aquí, excepto su pañuelo. Mi mordaza. Pensativa cierro la biblioteca y me voy a casa. Todavía oliendo a sexo.
Ana del Alba