En la aduana de la frontera

Como Betsy, la gordita tiene que hacer grandes sacrificios para que no la detengan en la frontera por contrabando de.... bragas y pantaletas.

En la aduana de la frontera.

En esta oportunidad les quiero contar lo que me pasó en un puesto fronterizo de aduanas por querer ser más viva que el agente aduanero. Soy Betsy y deben recordarme porque soy la rellenita que siempre está peleando con los kilos de más. No me auto denomino gordita porque ofende mi personalidad, aunque algunos como el bruto del guardia aduanero parecía encontrar un placer adicional en llamarme gordita.

Todo comenzó en la mañana de ese día que había decidido cruzar hasta Cúcuta a comprar ropa interior o lingerie colombiana que es de muy buena calidad y a mejores precios que en mi país. Al llegar al puesto fronterizo inmediatamente me detuvo el guardia que jugaba con un bastón o rolo como lo llamamos aquí y quién parecía disfrutar del constante roce de la pulida madera en sus manos. El inmenso gorila con manos como guantes de baseball y dedos de bananas me ordenó con aires de superioridad a bajarme del carro y a acompañarlo hasta las oficinas de inspección y revisión. Su argumento era que tenía la descripción de una contrabandista que coincidía con mi persona y tenía que hacerme unas preguntas. Asustada y temblorosa lo seguí sumisamente.

Me empujaba suavemente con el rolo y si no es por los nervios no me percato que me golpeaba las nalgas para que apresurara el paso. Me llevó a una habitación con un gran espejo y ordenó que colocara todas mis pertenencias en la mesa mientras continuaba acariciando y moviendo su inmenso rolo. Usando el instrumento como apuntador me señalaba lo que tenía que quitarme, mientras contaba historias sobre traficantes de drogas y los distintos sitios del cuerpo donde pueden esconderlas. El rolo apunto a mi blusa y sonrojándome un poco me desprendí de ella dejando ver mi bonito sostén de media copa de una talla más pequeña, que permitía que mis inmensa tetas se desbordaran por encima de ellas. Mis pezones quedaban parcialmente descubiertos y a la vista del guardia. Ahora el rolo apunto a mi falda que aún sin ser muy corta dejaba ver mis piernas completamente. Suavemente deje caer la falda mientras trataba de taparme el pubis con las manos, ya que el hilo dental que tenía puesto era transparente y se podía apreciar completamente mis grandes labios vaginales y la pequeña mota de pelos que quedaba encima de la aberturita por donde coquetamente se asomaba el clítoris. La situación se me estaba antojando premeditada y podía observar como el gorila me miraba descaradamente el cuerpo mientras intercambiaba miradas con el espejo. La imagen que se reflejaba era mi espalda y podía mirarme las nalgas desnudas sin necesidad de que yo me diera la vuelta. Parada en el medio del pequeño cuarto solo con mis sandalias de tacón alto y en ropa interior ofrecía un bonito espectáculo. Mis kilos de más siempre han estado distribuidos regularmente y exceptuando mis rollitos y algo de barriguita el resto es muy apetecible, a mucha honra.

Con toda tranquilidad el gorila ayudado con su rolo, me hizo apoyar en el espejo con los brazos en alto y luego metiéndolo entre mis muslos hizo que separara las piernas. El rolo acariciaba mis muslos y el gorila lo movía con destreza. Luego lo pasó por mi cuquita haciendo un poco más de presión de manera que realmente sintiera el rolo en mis labios. Su manota la coloco en mi nuca y ahora el rolo parecía querer meterse entre mis nalgas obligándome a abrir más las piernas e inclinarme de manera que la inmensa madera entrara en la raja separándomelas completamente. El rolo parecía tener vida propia y lo siento como me acaricia lascivamente la rajita, los labios vaginales y hasta el borde de mi clítoris que se muestra complacido con el trato recibido y se asoma descaradamente en mis pantaleticas.

El gorila excitado de tanto juego con el rolo, me dice que debía hacerme un tacto para descartar que llevara cápsulas de drogas en mis agujeros y quise protestar pero el rolo en esta oportunidad me lo coloco con cierta rudeza en la nuca para que no me moviera. El desgraciado sin ni siquiera sacarme la pantaletica sino más bien apartando la delgada tira con los dedos introdujo su inmenso dedo medio hasta los nudillos en mi cuquita que no estaba preparada para tal invasión aunque el rolo había conseguido cierta humedad en mis paredes internas. La banana de dedo que tiene el gorila se siente como un gran consolador y cuando hurga llega exactamente a mi punto G. Al palparlo se me escapo un suspiro de placer que solo sirvió para prolongar su inspección. El desgraciado me acariciaba las nalgas con la otra mano y me decía hasta con cariño: - Soporta gordita que pronto pasara – y su dedo continuaba moviéndose rítmicamente dentro de mi vagina. Comencé a lubricar copiosamente y a dilatar por lo que la sensación de llenado que producía el dedo comenzó a disminuir y de alguna manera entre en conciencia que el desgraciado me estaba masturbando o como dicen los gringos me estaba finger fucking, o quizás cogiéndome con un dedo.

Traté de enderezarme en protesta y solo sirvió para que el gordo sacara su dedote y con la misma lubricación de mi cuquita untara el huequito del culo y comenzara a meter su inmenso dedo. – Vamos gordita que esto es necesario, solo relájate y afloja las nalgas – mientras me las cacheteaba con descaro. La sodomización no es extraña para mi culito, pero en estas condiciones y sin estar preparada no fue nada cómodo y creo que al gorila tampoco. Toda la sensualidad del momento se desvaneció y a pesar de que el gorila me había manoseado todas las nalgas y mi cuquita estaba mojada, el llamado de la naturaleza pudo más y tuve que salir corriendo a desahogarme en el sanitario más cercano. Cuando regrese a la habitación me conseguí a otro guardia quién casi sin mirarme me dio instrucciones de que me vistiera y continuara mi camino. En segundos me encontraba cruzando la frontera y dejando atrás ese episodio tan vergonzoso, mientras el gorila me miraba desde la garita con una amplia sonrisa y su sempiterno rolo en sus manos.

Pasé dos días de compras y paseo sin mucho de que contar, solo que temía conseguirme nuevamente al guardia gorila en mi regreso a casa. Llego el día y para la ocasión me puse una pantaletica tipo short pero de un material tan delgado que se adhería a la piel marcando cada surco y raja que uno tiene entre las piernas. El sostén era del mismo material y aún siendo de la talla correcta el efecto de adherencia y transparencia resultaba en un aspecto de completa desnudez. No sabía en que pensaba en ese momento pero previendo algún incidente como el de venida, tomé mis precauciones y luego de un lavado intestinal, lubrique mis huequitos con cremita humectante mezclada con un poquitín de aceite para bebe. Me vestí de manera de pasar desapercibida con blue jeans y amplia camisa y sin mucho maquillaje. Ya iba en camino y el recuerdo del rolo del gorila, así como de su dedote hurgándome la cuquita hicieron que mi corazón temblara de anticipación.

Al llegar a la alcabala me encuentro al segundo guardia que me ordeno vestir la vez pasada y me solicita mi declaración de aduana. Es una tontería porque todos saben que uno siempre compra de más y excede el cupo permitido. De nuevo me llevan a un inmenso cuarto en donde abren todo mi equipaje y van colocando la mercancía a un lado en donde pueden verse mis colecciones de pantaleticas, tangas, conjuntos de sostenes, pijamas semi transparente y hasta unas bragas abiertas en el entrepierna que me gustaron por lo practicas. Mi cara estaba totalmente sonrojada y en ese momento entra el gorila de la primera vez. – hola gordita, veo que ahora eres contrabandista y te puedo poner en prisión por ese crimen – mientras agarraba precisamente las pantaletas con la abertura entre las pierna y a propósito introduce su eterno compañero, el rolo, por la abertura. – Creo que esta pieza está rota – mientras me mira directamente a los ojos.

Me doy cuenta que estoy en graves problemas y solo se me ocurre una salida. – No esta rota, si quiere me las pongo para que vea la utilidad – le digo mientras le devuelvo una mirada entre inocente y zorrita a la vez. El rolo parece dudar en sus manos y sin responderme y aún con la pantaletica ensartada con el rolo me ordena – Quítate la blusa y el jean – mientras se apoya en la orilla del mesón. Siguiendo mi juego, me quito la camisa lentamente casi como si estuviera haciendo un strip tease, y observo como sus ojos no se despegan de mis pezones. Luego doy la vuelta y quedo de espalda a él y me inclino para quitarme el jean. Estoy segura de que se esta babeando al ver como la pantaletica desaparece entre mis nalgas y como se marca el grueso de mis labios vaginales que ya comenzaban a hincharse de excitación. La manchita de humedad entre ellos se estaba corriendo y mientras más me inclinaba podía verla mejor. Sentía que respiraba como un toro y que el rolo lo movía de arriba abajo como si se estuviese pajeando. Al terminar mi muy larga exposición de nuevo gire de frente y separando un poco las piernas y colocando mis manos en jarras le dije: - ¿vas a querer que te muestre para que sirve la braguita que aún tienes en tus manos? – y una sonrisa sin ser descaradamente ilumino mis labios. Sus ojos bajaron hasta mi pubis que por mi sobrepeso es grande y relleno. La pantaletica metida en mis hinchados labios demarcaba la inmensidad de mi clítoris que ya lucía hermoso y provocativo.

Con una actitud de aceptar el reto, el gorila se aproximo a mi y coloco el rolo exactamente en mi pubis haciendo que separara mis grandes piernas mucho más. Lo apoyaba directamente en mi clítoris y frotaba lentamente en un vaivén de entrar y salir. Ahora era mi respiración la que se apuraba, y mirándome a los ojos me dijo – vamos gordita, quiero ver la utilidad de tus pantaletas rotas, pero te las pones aquí mismo que aun falta saber si llevas cápsulas escondidas – arrojándome la braguita a la cara. Con su misma actitud y en esta oportunidad frente a el, me quité la pantaleta tipo short, la cual me arrebato de mis manos y descaradamente comenzó a olerlas especialmente en la parte mojada por mis jugos. – Hueles a bebe, gordita, veo que esta vez si tomaste precauciones .

Al ajustarme las pantaletas le dije: - Ves como la ranura deja descubierto los huequitos que tanto te gustan inspeccionar – y me incline con las piernas abiertas de manera que pudiera ver como mis dos huecos estaban a su disposición sin necesidad de quitarme las pantaleticas. Coquetamente mecía mis caderas de lado y podía apreciar como mi humedad reflejaba las luces de la habitación. Siempre me ha gustado tenerla toda depilada de manera que ofrecía un magnifico manjar. – OK, gordita déjame realizar una buena inspección pero comenzaremos con una prueba oral y luego usaremos una nueva herramienta que también es muy útil – y se agacha detrás de mi para mamarme los labios y beberse mis jugos que de veras comenzaron a fluir al entender que finalmente el gorila me iba a coger. Su lengua parecía torpe sin saber que agujero atacar primero hasta que decidió chuparme la pepita, mientras un dedo hurgaba en mi culito. – Sabes muy bien y no percibo ningún sabor extraño que delate algo escondido – mientras volvía a atacar con más rudeza mis hinchados labios vaginales y mi agujerito negro. Mi excitación alcanzaba niveles insostenibles y mi primer orgasmo reventó en mi pepita con fuerza, mis gemidos aumentaron y subieron de tono y al gorila esto le gustaba ya que se afanaba más en besarme, chuparme, mordisquearme las nalgas, los labios y hasta los muslos.

Parecía que ya no soportaba más y de un solo tirón se levantó y bajándose los pantalones rápidamente apunto su verga hacia mi muy dilatada cuquita. Sin dudas me la metió de un solo golpe y solo sentía sus testículos golpear mis nalgas y la rudeza de sus vellos arañarlas con cada embestida. Su verga no era tan inmensa como me la imagine y realmente no me estaba satisfaciendo, por lo que le dije: - Señor guardia, creo que debe revisar en el otro agujero con su herramienta para ver que no llevo nada – mientras soportaba las embestidas previas a una eyaculación. Surtió efecto porque al suspender sus movimientos y concentrase en mi relajado esfínter en espera de su verga, volvió a tomar un segundo aire y de nuevo comenzó a darme con fuerza por el huequito del culo. Constantemente me repetía palabras como gordita divina, gordita zorra, gorda tirona, que inmenso culo y expresiones del mismo calibre. El gorila no aguanto mucho y acabo dentro de mi culito que recibió con gusto el chorro de semen caliente. Mi orgasmo quedo reprimido en espera de otra oportunidad en que me encuentre al gorila del sempiterno rolo en la mano.

Finalmente llegue a casa con todo lo que había comprado y buscando a mi siempre presente consolador, terminé lo que el bruto había dejado pendiente

mariepablo@yahoo.es