En la Academia (La puta de mi tio)
Aprendo el funcionamiento básico de la academia y mi primera prueba.
Nuestras habitaciones resultaron ser espartanas, pero tener todo lo necesario para vivir. Había una cama, un pequeño escritorio con una computadora y una lámpara, un pequeño librero, un guardarropa. En el baño había además de lo usual, una bascula. Lo que no había era ninguna de mis cosas. Pensé que el escolta traía mis cosas, pero no las dejaron aquí. Viendo como estaban las cosas, pensé que no sería prudente preguntar. En el guardarropa había algo de ropa, interior y exterior. Toda uniforme, la interior era blanca de algodón sencilla, una panty como de niña o de chica de secundaría y una especie de sujetador también entrenador. Y un conjunto de pants y camisa y chaquetín color azul pastel. Por último había también un camisón para dormir. Así que me bañe, me desnudé y me puse el camisón.
Estaba tan cansada que no pensé como me levantaría ni a qué horas, solo me dormí. El asunto se resolvió solo cuando una especie de alarma resonó en todo el cuarto. Una especie de bocinas escondidas sonaron. Me avisaron que tenía quince minutos para asearme y vestirme. Que no orinará y que no comiera nada. Hice caso a la voz y justo cuando terminaba de ponerme el chaquetín azul pastel hubo dos llamados a la puerta. Me acercaba a la puerta cuando ésta se abrió, uno de los escoltas, bueno quizá no fuesen escoltas, o esa no fuese su principal función, sino fuesen ayudantes generales en la academia, pero como el rol con el que los conocí fue escoltas, siempre pienso en ellos así. El escolta se aseguró que ya estuviese lista y extendió una mano para indicarme por donde caminar. Lo obedecí en silencio.
Al salir de mi habitación los dos chicos con los que había estado también estaban ahí. El escolta nos guío por una serie de corredores hasta un pequeño consultorio. Ahí pidió que nos sentáramos y se sentó junto a la puerta cuidándonos, supongo. Una linda enfermera, que sería el delirio de todos los pervertidos del mundo se asomo y preguntó por mi nombre. Me levante de inmediato y me dijo que podía pasar.
Pasé a un consultorio como el que sería de cualquier médico de cualquier lugar. Un pequeño escritorio, unos diplomas en la pared, una camilla para evaluación, todo normal. El médico resultó ser un hombre bajito, un poco gordito, calvo pero con rostro agradable y compasivo parecía amable, simpático y sabio. Me pidió que me siente, me preguntó un par de cosas sobre mi vida, cómo me sentía, cosas de médico. Luego me pidió que pasara a la camilla y entonces la enfermera que resultó llamarse Vicky me iba a tomar la presión etc. cosas de enfermera también.
Vicky si era cosa de otro mundo, era un mujer hermosa. Para empezar estaba vestida con una diminuta bata con zipper al frente. Era demasiado corta, si se agachaba el inicio de las nalgas se le mostraba. Además la usaba sumamente abierta de los pechos, dejando ver un precioso escote. Acababa el conjunto unas medias blancas a medio muslo y unos tacones blancos. Era muy blanca, pelo negro ojos café, pero tenía una sonrisa muy agradable. Revisó mis signos vitales y los escribió en una hoja, que le entregó al doctor. Luego tomó una pequeña muestra de sangre y me entregó un vasito para que orinara ahí. Tuve que orinar frente al dr, y a Vicky. Una vez que esto estuvo terminado, el dr me pidió que me desnudara. Me miró, y me toco un poco los pechos, luego en las caderas y los glúteos, finalmente en el rostro, particularmente en la frente y la mandíbula. Luego de concluir su examen me pidió que me vistiera nuevamente. Lo hice y me dijo que estaba lisa, que me podía ir. Le pregunté que cuando volvería, su rostro amable y cordial desapareció. Supe que no debía haber lanzado esa pregunta, guarde silencio, me giré y salí del consultorio.
Al salir Vicky llamó a uno de los chicos. En la puerta había otro escolta que me pidió que lo acompañara y me guió hasta el gimnasio. Yo no he sido ninguna experta nunca en lo de gimnasios y esas cosas, pero creo que este estaba bastante completo. En el gimnasio ya había varias chicas trabajando. Un hombre atlético se nos acercó. Se presentó con nosotros, era Rodolfo, no estaba espectacularmente fuerte, sino sumamente marcado, cada fibra de sus músculos se podía ver a través de su piel. Era moreno y de estatura mediana. Me dijo que él sería mi entrenador personal, que el gimnasio sería el lugar donde al menos al principio pasaría la mayor parte de mi tiempo, que quería ver dedicación y esfuerzo. Y que si lo hacía los resultados serían espectaculares. Que por ahora no trabajaría porque no había comido, pero que lo más probable es que por la tarde comenzáramos a trabajar.
Luego el escolta me llevó a un pequeño comedor, donde desayuné. El desayunó fue realmente escueto, me quedé con hambre pero no pude decir nada. El chico que me trajo el plato se fue tan pronto como llego y es escolta no parecía interesado en si me quede con hambre o no. Unos días después me enteré que el dr, también era nutriólogo y diseñaba una dieta de acuerdo a nuestras necesidades, no podíamos romper esa dieta porque no había con que romperla.
Por último me llevaron a un pequeño salón, no era el mismo donde nos habían dado la plática inicial, pero seguía la misma configuración general, un escritorio al frente y pupitres en el área común. Ahí se presentó un hombre un tanto mayor, Mayoral, era el profesor de algunas de la materias que se impartirían al menos al principio, luego había unas más especializadas que eran impartías por otros profesores.
Finalmente me llevaron de vuelta a mi habitación, pero el escolta me indicó que estaba en tiempo libre, que podía salir de mi habitación a un área común. Ahí había una televisión. Me dijo que no me podía tocar, que todos los espacios de la academia estaban cubiertos por cámaras y que se me monitoreaba constantemente. Que no entrara a las habitaciones de otros estudiantes y que estuviera lista para cualquier orden de los escoltas.
El escolta se fue y tan pronto lo hizo dos chicos salieron de sus habitaciones. No eran los chicos con los que había llegado, uno de ellos era negro con la piel más hermosa que hubiera visto nunca. El otro era un chico blanco de pelo negro. Comenzamos a platicar, nos presentamos. Al poco tiempo llegaron los chicos con lo que yo había llegado. El chico negro que llamaba Roberto y el otro que se llamaba Andrés, llevaban apenas un par de días más que nosotros.
Intercambiamos historias sobre cómo llegamos aquí y eran relativamente similares. Chicos que eran apoyados por un hombre mayor para ser su amiga especial. Lo que no sabíamos muy bien era sobre el lugar. Solo el chico rubio que se llamaba Justin parecía conocer la Academia. Nos contó que no era solo una clínica de reasignación de sexo, eso se podía hacer sin el internamiento. Sino era una institución diseñada para el moldeamiento de las mentes. Al salir, los internos eran obedientes, atentos, sumisos, capaces de desenvolverse en los espacios más tensos, refinados o vulgares sin titubeos al mismo tiempo complacían en todo a su benefactor.
El costo para el benefactor era estratosférico y a pesar de ello la academia requería otras fuentes de ingreso para financiarse. Y eran diversas, videos cam, fiestas privadas, y trabajaos especiales. No nos explicó a que se refería con cada una de estas cosas. Pero lo aceptamos, parecía saber de que hablaba. Estuvimos hablando lo que me parecieron unas dos horas, aunque en realidad no puedo saberlo bien porque no tenía forma de medir el tiempo. Hasta que llegó uno de los escoltas y nos guió hasta el comedor nuevamente. Nos sirvieron platos específicos y diferentes a cada uno, aunque su elemento común es que las raciones eran más bien pequeñas.
Al terminar nuevamente nos llevaron al salón, esta vez al que está junto a la piscina. En ella la escena era similar al del día anterior, chicas divirtiéndose saltando y bailando. Aunque había una pequeña diferencia había un par de chicos y cámaras grabando la fiesta. Los chicos estaban siendo atendidos por las chicas. Ellos las tocaban y ellas se dejaban hacer, al menos de momento todo lo que hacían era tocarlas. Del techo aparecieron dos televisiones donde se proyectaba lo que la cámara estaba grabando. Podíamos ver con más detalle a las chicas. Cada una de ellas era perfecta, cuerpo bello, rostro hermoso, sensuales y divertidas. Luego de unos veinte minutos la escena comenzó a aburrirme, y creo que a los demás también. Nadie llegaba a decirnos que hacer. Y al parecer no podíamos tocarnos, entonces esto ya se ponía tedioso. Nuevamente uno de los chicos comenzó a quedarse dormido y el escolta le llamo la atención.
En las pantallas la imagen empezó a subir de tono conforme la noche caía. Los chicos empezaban a meter mano más profundamente en las chicas. Yo empecé a distinguirlas, como he dicho, todas eran hermosas, pero algunas me gustaban a mi más en lo personal. Una chica de piel blanca, con pómulos sumamente marcados, alta, delgada, pelo negro, y ojos ligeramente achinados. Aunque era blanca, su tono no era propiamente caucásico, era difícil establecer su ascendencia, yo día que algo así como esquimal o nativa americana, pero me fascinaban, además la soltura con la que bailaba y reía me encantaba.
Finalmente uno de los chicos se desnudo por completo y empezó a desnudar a las chicas. Éstas accedieron sin ningún pudor. Seguían bailando junto al chico, hasta que el chico hizo que una de ellas, una rubia espectacular se hincara a sus pies y comenzara a mamarlo. En ese momento la puerta se abrió, y el hombre que nos había dado la plática introductoria entró. Llevaba hojas en su mano y nos la entregó junto con un lápiz. En la hoja había una sola frase, una pregunta: ¿Cuál es tu mayor fantasía? No nos día mayor instrucción. Así que tomé mi lápiz y escribí también una única frase. “Satisfacer a mi tío en todos sus deseos”. El hombre que apenas acaba de sentarse en el escritorio se sorprendió al verme. Tomó la hoja y la leyó. Sonrió y dijo, es casi perfecta, la mejor respuesta en muchos años, pero necesito que seas más especifico y te extiendas un poco más.
Volví a sentarme en la imagen uno de los chicos seguía con la mamada de la rubia, mientras el otro había acomodado a tres chicas, entre ellas la esquimal que tanto me gustaba, en filo sobre un sillón. Las tres estaban apoyadas sobre sus rodillas en el asiento y sus brazos descansaban en el respaldo, de tal forma que el culo quedaba expuesto. El chico metía la verga en uno de los culos, o de las vaginas y luego los sacaba para cambiar. Las chicas lanzaban gemidos y sonreían, se daban nalgadas unas a otras y acariciaban el cuerpo del hombre que las penetraba. Yo empece a necesitar tocarme, pero sabía que no podía hacerlo, así que intenté concentrarme en la hoja que tenía al frente, pero los gemidos lo impedían.
A pesar de todo logre escribir más o menos que quería hacer feliz a mi tío. Pero además ser una mujer en la extensión de la palabra: linda, femenina, sentirme protegida, ser detallista, cariñosa, sensual, deseada. Como las chicas en la alberca, pero no solo eso, no solo las fiestas y el sexo, sino también lo pequeño y lo discreto, ser una pareja, apoyar a mi macho, darle cariño, compañía y comprensión. Se lo entregué nuevamente al hombre en el escritorio. Esta vez no lo leyó, solo me pidió que me sentara y esperara a los demás. En realidad luego de que me pusieran a escribir nuevamente fui casi el último en devolver la hoja. Pero el que en realidad tardo muchísimo fue Roberto. El chico tardo muchísimo, ¿Qué estaba escribiendo? ¿La Biblia? No sé, pero tardo casi media hora y pidió dos hojas más.
En la imagen los chicos ya habían llenado de semen a algunas chicas y estaban descansando en los camastros mientras las chicas seguían bailando y riendo. Yo de verdad necesitaba tocarme pero no había oportunidad por supuesto. Al final, Roberto terminó y nos llevaron a nuestras habitaciones. Ya era tarde, no hubo cena. Me quedé en la cama pensando que hacer, quería tanto masturbarme pero seguramente no podría hacerlo. Me cambié e intenté dormir. Digo intenté porque fue muy difícil, entre mi excitación y el hambre conciliar el sueño fue un martirio.
Finalmente casi sin darme cuenta me quedé dormida. En medio de la noche me despertaron unos golpecitos en la cara. Me asusté al abrir los ojos y ver una sombra sobre mí. Luego entendí que debía ser uno de los escoltas o alguien de la academia y lo que me golpeaba era su verga. Así que me la metí a oscuras a la boca, empecé a mamar. Ya estaba dura, mientras lo hacía otras manos empezaron a tocar mis piernas. Yo me relaje y deje hacer. De inmediato, quizá por la excitación no resuelta de la tarde, mi pene ya estaba al cien. Y cuando el hombre que me acariciaba las piernas subió hasta mi ano no pude contenme más. Eyaculé, intenté hacerlo discretamente y sin gemidos pero el chico que estaba en mi boca supongo que lo notó y se alejó de inmediato. Solo me dijeron, no te bajes de la cama, duérmete otra vez. Dejaron la habitación y yo me quedé muy bien sin saber qué. Supuse que si eso había sido una prueba la había fallado. Creo que en lo de mamar sin preguntar lo hice bien, pero no debí de haber tenido el orgasmo, pero como querían que lo contuviera, era imposible. Y con estos pensamientos en la mente me fui quedando dormida.