En Familia (2) Hermanos Gemelos

Iker y David son dos gemelos idénticos. Acostumbrados a compartirlo todo, también aprenden a compartir cama. Sin complejos, estos dos hermanos dan rienda suelta a su pasión.

Capitulo 2: Frente al espejo

David

Desperté en los brazos de mi hermano. Nuestra habitación en la cabaña era diminuta, dos camas igual de pequeñas separadas por una mesita de noche donde hay una luz que no sirve. Iker y yo pensamos en juntar las camas, pero nos pareció mucho trabajo. Hemos dormido juntos desde siempre y antes de eso ya compartíamos el útero de nuestra madre.

La lluvia seguía golpeando la ventana. La tormenta dejó destrozos por doquier, pero en el piso de abajo a penas la sentimos. Abracé a Iker y me acomodé bajo la manta, lo rodeé con piernas y brazos mientras roncaba. Acaricié sus hombros con delicadeza y dejé mi mente volver a la noche anterior.

-     ¿Te estás volviendo loco? -le dije.

-     Vamos, David, no seas un aguafiestas.

Iker estaba en calzoncillos, unos bóxer negros que le apretaban el paquete. Sus pectorales al aire, los mechones rubios todavía mojados por la ducha y una sonrisa en el rostro. Yo ya tenía puesto el pijama.

-     Nos escucharán -protesté.

-     ¿Con esta tormenta? -en ese momento un relámpago ilumina la habitación y las luces parpadean.

-    Estas camas no son silenciosas precisamente.

-    Vale -Iker parecía darse por vencido- olvida las camas. Sígueme.

-    ¿Qué dices tío?

-    Tú sígueme.

Iker se puso el pijama rápidamente y salió en puntillas de la habitación. Yo le seguí. Nos dirigimos a la puerta, donde tomamos un paraguas y la abrimos. El viento azotó nuestras caras y la lluvia se coló en la cabaña. Empezamos a caminar bajo la tempestad como podíamos, dando túmbalos en la oscuridad interrumpida por los relámpagos. Iker me guio hasta el cobertizo, bordeando la piscina llena de hojas. La puerta tenía un candado viejo que se abría del tirón. Pasamos y empezamos a sacudirnos el agua.

-    Aquí estaremos a salvo -dijo Iker.

-    Eres tonto, tío. Estoy empapado. ¿Cómo regresaremos a la casa sin que se den cuenta? Debiste pensar que…

Iker no me dejó terminar. Juntó su boca con la mía y coló su lengua sin pedir permiso. Yo recibí con gusto el beso apasionado de mi hermano y pronto me encontré moviendo la cabeza para seguirle el ritmo.

-     No podía soportarlo más -Iker estaba jadeando-. Te necesitaba.

-    ¿No podías esperar hasta que volviésemos a Madrid?

-    No, te necesito ahora.

Iker buscó mis nalgas en la oscuridad y las apretó. Sentí su erección contra la mía por encima del pijama mientras nos besábamos desesperadamente. Me mordía el cuello mientras mis gemidos rivalizaban con los truenos que estallaban a nuestro alrededor. Entrelacé mis dedos con su cabello y le susurré “te amo” al oído. Mi hermano se deshizo torpemente de su pijama y yo hice lo mismo. Nuestras pollas quedaron liberadas y se encontraron en la oscuridad, húmedas y deseosas de entrar en acción. Éramos gemelos idénticos, solo dos cosas nos diferenciaban; el lunar que tenía Iker en su brazo izquierdo y el tamaño de nuestras pollas, la suya era un poco más grande y gorda.

Iker me dijo que me pusiese de rodillas y obedecí sin dudar. Rodeó con su glande toda mi boca mientras esta se me hacía agua, saqué la lengua para saborearla y un sabor salado invadió mi paladar. No era un sabor extraño para mí, habíamos jugado con nuestras pollas desde que teníamos uso de razón. La fue entrando poco a poco en mi boca, balanceando sus caderas a ritmo pausado. Yo recibía la polla de mi hermano con gusto, salivando para que entrase mejor y disfrutándola entre gemidos. Con mis manos apreté sus glúteos y lo obligué a clavarme la verga hasta la garganta, hasta que una arcada me hizo desistir. Ahora era él quién gemía.

Tras unos minutos tocó cambiar de posición, Iker se moría por comerme la polla. Ahora mi hermano estaba de rodillas, se metió mi polla en la boca sin problemas y empezó a tragar como loco, ignorando las arcadas que le producía. Un rayo iluminó la cabaña y nos vi reflejados en un espejo, fue tan solo un segundo, pero me alcanzó para observar la escena. Yo estaba de pie con cara de ido e Iker se encontraba a cuatro patas con el culo abierto comiéndome la polla. Eso me encendió aún más, tanto que no me pude controlar: los trallazos de lefa salieron disparados mientras mi hermano tenía mi verga en su cara. Yo grité, extasiado, mientras me vaciaba en su boca. Iker se tragó toda mi lefa y siguió chupando para que saliese más, pero ya estaba seco.

Iker se puso de pie y me besó, sentí el sabor de mi lefa en su lengua.

-     Date la vuelta -me susurró.

Yo obedecí y separé las piernas. Sentí su lengua bajar por mi espalda lentamente, después por la abertura de mi culo. Iker me mordió una nalga y me dio una fuerte cachetada. Luego otra. Gemía de placer. Iker se agachó y empezó a magrear mi ojete con su lengua. Pronto mi ojete estaba mojadito y deseoso de recibir visita.

-     Buff -dijo Iker dándome una nueva cachetada en las nalgas-. Me encantaría follarte, pero estoy a punto de correrme.

-     Échame toda tu leche dentro -supliqué.

Iker giró mi cabeza para buscar mi boca y me besó, en ese momento sentí como su polla se quería colar en mi culo. Sentí presión, pero mi culo cedió de inmediato, ya estaba acostumbrado a tener el pollón de mi hermano dentro de mí. Iker me envistió un par de veces y entre jadeos se corrió dentro de mí, la corrida fue larga y abundante. Tras correrse dejó su polla en mi interior mientras me besaba con pasión. Después la sacó y metió dos de sus dedos en mi culo, salieron empapados de lefa calentita. Los introdujo en mi boca y disfruté del sabor de su lefa.

-     No quiero que te limpies, quiero que duermas con mi lefa dentro de ti, quiero que cada vez que te muevas me sientas dentro.

Y así dormimos, abrazados, mientras en mi culo todavía sentía restos de su lefa al moverme.

Iker se despertó y me dio un beso de buenos días.

-    ¿Sigue lloviendo? -preguntó con la voz ronca.

-    Sí, menudas vacaciones. No quiero salir de la cama -lo abracé con fuerza y él me besó la frente.

-   ¿Te gustó lo de anoche?

-   Claro, pero ya sabes…

-   Sí, sé lo que hablamos, nada de hacerlo hasta que volvamos a Madrid. Pero no me aguantaba, ayer en la piscina estaba tan cachondo. Incluso Julio me parecía atractivo.

-    ¿Julio? -me incorporé con violencia.

-    No te pongas celoso -Iker me besó los labios con delicadeza. Se puso de pie y le vi la polla, la tenía dura, carnosa y lista-. ¿No te diste cuenta como nos miraba? Creo que es gay.

-    Gay o no, no nos importa. Es feo a más no poder y rarito, además es nuestro primo.

Iker soltó una carcajada.

-   En cambio -continué-, el tío Antonio está muy bien.

Iker se volvió y me miró con una sonrisa.

-   ¿Te mola?

-    No, sabes que no es eso. Pero se ve bien, para su edad, quiero decir.

-    Bueno, será mejor que nos levantemos. Me estoy muriendo de hambre. Además, hace bastante viento, quizás podamos pillar unas buenas olas.

Iker bostezó y comenzó a cambiarse despreocupado. Su pelo rubio rizado, sus musculos, incluso su manera de moverse, era idéntico a mí, como si estuviese frente al espejo. Hacerle el amor era como conectar con una parte de mí desconocida, una parte que solo él podía aportarme. Cuando lo hacíamos nos volvíamos uno. Lo observé un buen rato mientras no podía evitar pensar que el verano a penas estaba comenzando.