En esto creo… Letra M. Mango.

Pequeño relato de orgasmo amarillo.

" En esto creo " es un proyecto personal, íntimo, y principalmente erótico formado por un grupo de relatos basados en mi propio punto de vista, y construidos a partir de una premisa particular. Cada premisa está constituida por una palabra seleccionada a mi criterio, la letra inicial de cada una de ellas forma parte del abecedario… desde la A hasta la Z.

La intención de éste proyecto no busca encontrar a Mi yo perverso, ni definirlo, ni publicitarlo, es por el contrario una aventura abierta y libre, un reto, nuevas alas para volar….

Con Aprecio. Mi Yo perverso.

Letra M.

MANGO.

-Créeme-, si un día tu y yo caminamos por la plaza de Bellas Artes, mientras partimos la luz del mediodía y nos perdemos en esa llanura urbana y blanca, y un entrevistador de la televisión de pronto se nos aparece justo enfrente y nos pregunta; yo diré que no, diré cualquier cosa, pero no diré la verdad

Si un día cualquiera estamos pastando vino tinto bajo la sombrilla azul cerúleo de una mesita de sol en Tlalpan, rodeados de los árboles más frondosos que hay en la ciudad y una de tus amigas me pregunta… yo diré que no, lo negaré tan firme como el asesino niega el crimen ante la justicia, cambiaré el tema o mentiré, diré que son las fresas, o las rebanadas de sandía… pero no diré la verdad.

Pero si un día estamos tu y yo sentados en la roca más alta de un cerro, solos, mirando al infinito, mirando nuestros ojos, mientras el cielo azul se va y el amarillo del atardecer nace triunfante y la luz se muere con esos matices interiores que recuerdan aquella pintura de "el angelus", en ese justo instante de todos los días en que el alma se vuelve para adentro, cuando uno es sincero con uno mismo, entonces quizá sí te diré la verdad

te confesaré que es el mango.

A tu amigo, a tu hermana, al lector de éste relato, cuando lo encuentre de frente en la calle y me pregunte, le contestaré "lo que a toda persona normal: la sandía, la piña, las cerezas" pero en el fondo, enraizado como el tule, tú sabrás que es el mango… Y es que el mango es algo íntimo, un fruto que se disfruta en privado, con las manos, sin pudores, sin reglas de etiqueta, con los diez dedos, se come con la boca hasta la barba… se degusta con la lengua hasta el clítoris

Un mango debe comerse en la soledad de una cocina amplia al mediodía, con el sol en el cenit, los verdes naciendo y los pájaros cantando afuera, o en un cuarto de estudio casi al anochecer, sin nadie en la casa, cuando el cielo moribundo emula el color amarillo tenue de su fachada. Al mango se le devora en privado, para tu interior deleite, sucia, perversamente. Al mango lo encueras, lo desfloras de su dermis, lento, sensualmente, mientras lo miras, mientras lo desnudas; la piel de esta fruta es como el vestido de una mujer, debe aflojarse con cadencia y sensualidad, debe quitarse con permiso, y al final debe caer libre y feliz como caen los frutos de los árboles, honesto como tus ojos en la mañana, al mango le gusta ser exhibicionista, mostrarte su carne orgánica, sus estrías, su nacimiento áureo en la cúspide de la naturaleza, su radiante color, señor de luz; y cuando cumples su fetiche el Mango te permite disfrutarlo con los cinco sentidos, palpas su carne jugosa y limpia, hueles su frescura, conoces su dulzura de mujer, miras su curva feminidad –pecho lánguido de mujer-

Entonces cuando su cuerpo toca tus labios, sientes el beso dulzón y húmedo de una chica amante explotando de pasión, el mango no es sólo la fruta alegre, es ése preciso momento en el que una mujer ha cambiado su conciencia azul al rojo bermellón, y ofrece –y demuestra- con su beso eterno, largo y femenino la fiebre de un deseo intenso.

Al mango no se le dan besos pequeños, ni chupadas mediocres, por el contrario, al mango se le devora, se le toma con las manos, con los dedos firmes, se oprime su cuerpo frondoso como nalgas de mujer, y se le muerde lleno de amor, comerte al mango es un acto amoroso y salvaje, te embarras su humedad por toda la cara, almíbar mágico, su flujo mismo disfruta correr por todos tus dedos, al mango se le transgrede con pasión, como al primero de tus amantes, al más deseado, al que le entregaste todo sin medida, la carne húmeda y lúbrica del mango invita a que la poseas, a lamerla, a probar su jugo; hace que la lengua necesite, urja estallar atrevida en el sexo oral más perverso que hayas cometido jamás

El mango debe devorarse primitivamente, sin conciencia, hasta el hueso… totalmente, porque el mango se entrega así total y libre: cuando has llegado ahí, valle de girasoles, tu boca, tus labios, tus mejillas, tu barba, tus dedos y un hilillo de almíbar escurriendo por tu mentón delatan el olor a orgasmo que has provocado, devorar un mango en la soledad personal de tu conciencia es una cita con una amante roja que por amor puro puede dejar una mancha amarillenta en tu camisa

mango.

así es el mango, alegre y sensual… y también íntimo; y por esa razón te diré algo muy serio: si un día viene tu amiga, o tu madre o el vecino a preguntarme que fruta me gusta más, negaré todo y diré cualquier cosa, diré "una fresa, o una rebanada de sandía, o un par de cerezas… como toda la gente…"

M.

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