En el tren

Dos compañeros de trabajo, un compartimento para viajar, y toda una noche para disfrutar.

Todo empezó en la oficina.

Ella era mi jefa, aunque no me miraba ni por asomo, sería por aquello de no mirar con deseo al subordinado, etc, etc...

Pero casualidades de la vida, a mi me ascendieron, por lo que ahora estábamos al mismo nivel y eso hacía que estuviésemos mucho rato juntos, compartiendo proyectos, viajes y trabajos. Poco a poco se fue soltando, porque yo hacía mucho tiempo que te miraba con deseo, aunque ella, o no se quería dar cuenta, o pasaba mucho de mí.

El caso es que nos tuvimos que ir de viaje a una feria y en esa época del año el tiempo estaba realmente mal, por lo que era imposible viajar en avión, el aeropuerto de destino estaba cerrado por la nieve, así que tuvimos que ir tren. Al sacar los billetes nos dijeron que sólo quedaba un compartimento, el resto del tren iba completo, así que lo cogimos y nos subimos.

Ya en el compartimento descubrimos que tenía baño con ducha, una pequeña mesa de despacho y una litera de dos alturas, pero con las camas bastante anchas. Era un compartimento de primera clase, a todo lujo. Nos repartimos las camas, los dos queríamos la de arriba pero después de un sorteo, la suerte se alió conmigo.

Cenamos en el vagón restaurante y después decidimos irnos ya a dormir. Para evitar situaciones violentas, ella se fue antes y quedamos que al cabo de un rato iría yo al compartimento, lo suficiente para que ya estuviese acostada. Me dio un beso, el primero, y se fue a dormir.

Al rato yo fui al compartimento, estaba a oscuras y no quise encender la luz para no despertarla, así que me fui hacia el baño, encendí la luz y me asee.

Que visión al salir, con la luz que salía del baño, se la veía, estaba sobre la cama, se había metido dentro pero estaba destapada. Estaba desnuda con las piernas entreabiertas, con una mano sobre su vientre, sus dedos estaban sobre sus labios y su clítoris. Esa visión hizo que yo me pusiera muy cachondo, se me pasó por la cabeza abalanzarme sobre ella, pero no sabía si era yo el hombre de tu sueño, así que me subí a mi litera, totalmente empalmado, y me acosté sobre mi cama.

No me la podía quitar de mi cabeza, así que no dejé de contemplarla durante un largo rato, había dejado la luz del baño encendida para poder verla. Ahí estaba yo, asomado por la litera, viendo su cuerpo desnudo, y con una mano acariciando mi verga, la acariciaba imaginándome todo lo que me gustaría hacerle en ese momento.

De pronto ella se removió y empezó a acariciarte de nuevo, suavemente, sus manos se deslizaban por su cuerpo muy despacio, subían hasta sus pechos, los apretaban un poco, después los acariciaban suavemente para luego empezar a bajar hacia su coño.

Ahora, tenía las piernas mucho más abiertas, se acariciaba los muslos para luego meterse los dedos dentro de tu paraíso, los espasmos iban a mas y mas, su cara estaba desencajada por el placer, y yo estaba a punto de explotar.

Después de un profundo y prolongado suspiro, se paró casi en seco, se levantó y sin mirar hacia mi, se fue hacia el baño. Sólo apagó la luz, yo cerré los ojos pero la tienda de campaña seguía bien plantada, sin decir nada se subió a mi litera, cogió mi verga con su mano y directamente se la metió entera en su caliente boca, no me dejó decir nada, se acercó a mi oreja y me dijo: "ya veo que has disfrutado con la visión, pero eso no ha sido nada con lo que vamos a disfrutar ahora".

Empezamos a movernos, primero muy despacio, tu sobre mí, dejándome ver sus preciosos pechos, yo los acariciaba, me incorporaba y los besaba, me echaba hacia atrás y volvía a mover sus caderas en círculo, cada vez más rápido.

Nuestros gemidos cada vez eran más largos y más subidos de tono, el mozo del vagón debía de estar tomando buena nota de lo que se cocía en nuestro compartimento.

No me dejaba prácticamente hacer nada, quería llevar la iniciativa, por eso, en un descuido, la cogí por debajo de sus caderas, la elevé y me deslicé por debajo suyo hasta tener su coño chorreante frente a mi cara.

Empecé a comérselo, metiéndole la lengua hasta el fondo, chupándole los labios y el clítoris y bebiéndomela toda. Estaba realmente cachonda y no paraba de pedir mas y mas.

A la vez empecé a meterle dos dedos dentro, chupaba y movía los dedos a la vez, estaba tan cachonda que no se dio cuenta de los gritos que profería.

Sus últimas palabras en voz alta fueron: "me corro, me coro....", después de unos instantes en los que me pidió que me estuviera quieto, descendió hacia abajo y volvió a hacer lo mismo que al principio, cogió mi verga y se la metió en la boca sin decir nada. Ahora los movimientos eran mucho mas bruscos, se la sacó de la boca, me miró a los ojos y dijo: "voy a hacerte gritar de placer como lo has hecho tu conmigo". Se movía cada vez con mas fuerza, quería hacerme gritar y lo consiguió.

Cuando estaba a punto de correrme, se separó de mi y se la metió en la boca, mientras con una mano me la cogía, con la otra me acariciaba los huevos y el ano, estaba que me moría de gusto, todo estaba oscuro y no veía nada, pero la sensación era brutalmente clara. Chupaba, lamía y volvía a chupar hasta que al notar que empezaba a tener espasmos, se revolvió, y se la encastró de nuevo para que me corriera dentro de ella, teniendo un nuevo orgasmo al sentir mi calor en su interior, menos intenso pero mucho más largo.

Después nos dormimos el uno encima del otro, y ya por la mañana, nos despertó el mozo del vagón cuando faltaba media hora para llegar a nuestro destino. Nos despertamos tal y como habíamos acabado, ella sobre mi.

Nos arreglamos y salimos al pasillo, la cara del resto de los viajeros y del mozo, denotaba un aire entre envidia y mala leche, ya que no les habíamos dejado dormir hasta bien entrada la noche.

Al bajar del vagón, nos miramos y dijimos a la vez:

"VOLVEMOS EN TREN".