En el taxi colectivo lo encontré

Un chavo de unos 24 años, cuerpo macizo, brazos gruesos se notaba que los había trabajado y unas piernas gruesas en unos jeans desteñidos y con agujeros en diferentes lados que traen algunos jeans de fábrica y que los tipos que están metidos en la onda de metrosexuales se suelen poner para enseñar

EN EL TAXI COLECTIVO LO ENCONTRÉ

Lo que voy a contar sucedió en Tegucigalpa, la capital de Honduras, fue en 2010 septiembre, Yo me dirigía a mi trabajo y me percaté en el taxi colectivo (taxi para 4 personas con ruta pre-diseñada) exactamente al lado de donde me tocaba mi lugar estaba lo que Yo llamo un monumento a la hombría.

Un chavo de unos 24 años, cuerpo macizo, brazos gruesos se notaba que los había trabajado y unas piernas gruesas en unos jeans desteñidos y con agujeros en diferentes lados que traen algunos jeans de fábrica y que los tipos que están metidos en la onda de  metrosexuales se suelen poner para enseñar los bellos que tienen el las piernas y cosas así.

Bueno me dije, por lo menos sentado al par de un buen chavo voy a ir; porque como se va a fijar en este hombre gordito, de 44 años, 1.65 mts., trigueño y pelo entrecano.-  La gente suele decirme que tengo una cara bonita y unos ojos muy llamativos y eso que son café claros nada de esos verdes sexys y cosas así.

Al grano, el taxi a medida avanzaba se bajaban los usuarios y atrás solo quedo el chavo y Yo, en una curva siento como algo roza mi mano y era su dedo meñique que tocaba muy suavemente mi mano, waoww eso me tiró un correntón en todo mi cuerpo que no supe como evité vibrar todo sin que él lo notara.

Voltié a ver mi mano para inmediatamente subir la vista y él permanecía con la vista al frente como si nada ocurriera, entrecruzamos los dedos meñique para que el taxista no se percatara de esos movimientos en el asiento de atrás.

Suavemente sentí como esa manaza envolvía la mía y luego un seguro apretón indicándome que me tenía bien agarrado.

Ya casi llegábamos a mi estación y me bajé lamentando no tener ningún dato de este bomboncito lindo, trigueño de pelo negro súper lizo al estilo de Keanou Rive en speed, ojos café oscuros y uno labios medianos pero carnosos.

Rico estaba el animalote ese, ni modo lo que no está pa ti no se queda con tigo digo Yo.

Y así pasaron las horas y unos cuantos días más, ya tenía olvidado el hecho ocurrido cuando al estar en el trabajo me cae una llamada al cell. De un número que no reconocía el teléfono, contesto y lo primero que me dice es: “Usted no sabe quien habla porque soy el chavo del taxi, el número lo tomé del identificador pegado en el cell que imagino es número nuevo, que lo utilizan para recordarlo”; ¿que tal? le conteste, me llamó la atención que lo recordaras porque no vi que lo anotaras, y me dijo que lo hizo cuando contesté una llamada y por lo incomodo del taxi deje el cell en mi mano y vio el número pegado en la parte baja.

Charlamos un rato y acordamos vernos el fin de semana en el centro para charlar y si congeniábamos podría llegar a más.

El día sábado llegó, a eso de las 3 pm quedamos en un bar muy conocido del centro y tomamos un par de cervezas, platicamos un rato sobre generales y decidimos ir mi apartamento para pasar un rato mas agradable, nos montamos en su moto nueva, tipo montañesa muy linda y se sentía muy potente al igual que el dueño.

Tras llegar a mi apartamento y bajo los ojos curiosos de las vecinas del frente el chavalo aparcó la moto al frente de la casa y entramos, lentamente seguimos una plática neutra con pequeños roces de nuestras manos y optamos por un video de sexo para entonar el ambiente, él andaba de unos pantalones deportivos plásticos, tenis y una camiseta de tirantes que sobresaltaban sus pectorales firmes, unas nalgas pequeñas pero duritas de esas que se les forman unos güequitos a los lados y se notaba un pié grande.

Nos sentamos en mi cama viendo el video y lo insté a quitarse los tenis y calcetas para subirse bien a la cama y estar más cómodo; así lo hizo, nos abrazamos y comencé besando su cuello, frotando su pecho duro, luego acariciando su espalda bajé por su columna sintiendo esos músculos firmes que la rodean, lo jalé para quedar con él encima de mí, que rico sentir su peso a todo lo largo de mi cuerpo; tener su espalda y sus glúteos firmes a mi alcance para ser acariciados y palpados a gusto.

Carlos me voltea quedando Yo encima, aprovechando para sacarme la camiseta que llevaba puesta y apoderándose de uno de mis pezones, chupando firme, dando lengüetazos en la aureola y pequeños mordiscos alrededor sintiendo como lo succionaba como si quisiera extraer leche de el.

Pasó de un pezón a otro, besando mi cuello y barbilla, me aprisionaba con sus potentes brazos y su pierna rodeaba la mía, aquello era sabroso, morboso estar sobre un macho machín que te acaricia y besa tu cuerpo elevándote para alcanzar tus costados, axilas y cuello; fantástico.

Esta cría de veintitantos, de cuerpo fibroso pero no de gimnasio sino que natural, piernas gruesas de futbolista de siempre (jugó futbol desde pequeñín), unos brazos gruesos riquísimos, con unas pantorrillas que ya las quisiera una mujer, gruesas y abundantes.

Estaba en el quinto cielo con ese portento tirado en mi cama y nada supera sentir la dureza de ese fierro que emanaba calor a trabes de la tele plástica de ese pantalón que ya estorbaba y que con mis manos poco a poco bajé por los costados y pude sentir el elástico de sus interiores, me pegué a sus pechos, que tronco de pechos, parecía que sus aureolas eran del tamaño de esos pesos grandotes que se utilizaban en época de la colonia, rosaditos en una piel trigueña que a sido tostada por el sol sin pelos que la protejan con una puntita brotada tal botón.

Exquisito fue posar mi boca alrededor de aquel pezón rosadito que contenía una puntita durita que se sacudía al compaz de mi lengua y que pegaba en mi lengua cuando lo succionaba y daba mordiditas en su alrededor mordisqueando su base para luego chupar y jugar nuevamente; así, salté de uno a otro sobando los laterales de sus caderas y deslizando aun más su pantalón corriente abajo, siendo ayudado por Carlos al levantar sus caderas para facilitar mi tarea, sabroso sabroso no se puede decir menos.

Así mismo pude sentir sus manos abriendo mi pantalón por delante y empujar de un solo mis interiores junto a este para hacerlos llegar cerca de mis rodias y Yo tirarlos a la base de la cama con mis pies, a estas alturas Yo besaba sus axilas, las lamia sintiendo el pequeño cosquilleo que me causaban sus pelos y lo excitante de sentir el aroma de mi macho que suspiraba, temblaba y gruñía a medida lo besaba y acariciaba lentamente.

Al bajar de su pecho hacia su ombligo pude retirar su pantalón y palmear esas nalgas que Sorpresa no estaban cubiertas, Carlos estaba utilizando un suspensorio de esos que dejan la cola al aire y la verga cubierta, que sabrosa sorpresa, me fascina que utilicen esos aparatos porque marcan el trasero de forma muy especial, levantándolo un poquitín más de lo normal dando una forma salvaje al trasero y marcando el bulto de la pija.

Pude seguir mi camino rumbo al sur de su anatomía, y que anatomía chicos, suave, fuerte y lampiña cual púber grandote y gozoso, suavemente bajé el elástico de su suspensorio un tantito no mas para llegar a donde descubrí un pubis cubierto de una capa fina de pelos que se notaba no han sido tocados por instrumento alguno pero que naturalmente son bajitos y algo rizados en sus puntas, para luego voltearlo y poder ver, oler y sentir ese par de nalgas que se presentabas jugosas a la vista, sabrosas al paladar y suaves al tacto.

Que espectáculo bebe le dije a Carlos, tienes el mejor trasero que he visto en mi vida y el solo rió un poquito como apenado e intentó taparlo con sus manos las cuales recibieron un sinfín de besos para que se apartaran y me dejaran degustar ese par me membrillos más claros que el resto de su piel, se notaba que no se exponían al sol y que pocos eran los privilegiados de verlos a excepción de la gruya de jugadores de su liguilla de fut.

No hace falta decir lo que disfruté olfateándole el trasero para separarlo un poco a cada vez que mi nariz y mi lengua hurgaron en esa raja que separaba ese par de nalgas duras como piedras y suaves como algodón.

Poco a poco pude hacer que me dejara poder saborear su parte más intima nunca tocada por otro hombre, era un macho por estrenarse en ese menester, que sensación tan morbosa, lamer el ano a un macho virgo, sentir como se contrae el esfínter al sentirse tocado, lamido, saboreado por otro que no es él mismo; un roce nunca recibido y que lo hace estremecerse hasta lo más intimo de ser.

Carlos se retorcía del gusto, empujaba con su trasero haciendo que mi cara se hundiera más en él, en sus nalgas vírgenes hasta ese momento.

Mis manos sopesaban las duras y redondeadas nalgas al tiempo que lamia su ano, fui pasando mi mano por su pecho, pezones, bajando por su dorso y palpar la protuberancia que formaba su verga aprisionada aun en el suspensorio que no daba a más.

El suspensorio estaba que reventaba de la presión que esa verga ejercía en el.

Que pedazo de rabo, se sentía no muy largo pero si muy pero muy grueso, tanto que a la primera no logré abarcarlo todo, lo sentía como un cono súper grueso y caliente a través de la tela del suspensorio.

Pero esto no me separaba de mi manjar, ese agujero protegido por un sinfín de pliegues que se distendían y recogían a medida eran  lamidos por mi, no supe cuanto tiempo me lleve en esto pero si retumbaba en mi cuarto la voz de Carlos diciendo sigue lucho sigue no pares lucho me haces rico cabrón, que rico esto, nunca mi novia quiso hacerlo y que rico está sigue cabrón sigue please.

Y jalé su verga hacia atrás empujándola por la parte inferior del suspensorio, asomando su cabeza gruesa y brillante, traía un goterón de precum que se adivinaba sabroso y que no deje perder; si, tenía ese dulcete agrio y saladito que solo el que ha probado tal manjar puede saber lo riquísimo que es que te surtan en abundancia de este jugo que viene a ser una esencia en si misma, y engullí su glande en mi boca para succionar y ordeñar ese néctar divino que me ofrecía Carlos.

Vibró Carlos al contacto con mi boca y sentir mi lengua jugar alrededor de su glande, mi boca que se cerraba a su alrededor oprimiéndola y succionándola al unísono.

Que buen trozo de carne esta y procedí a sacar ese pedazo de tela que lo guardaba en contra de mi voluntad, que deleite el mío al poder palpar su grosor al tiempo que tiré de los elásticos y los fui sacando de a poco; sus piernas se estiraron para dejar paso a esa única prenda que cubría a estas alturas su cuerpo, no desperdicié para nada el tiempo porque a medida lo sacaba bajando por ese par de columnas que formaban sus piernas fui besando cada centímetro, primero la parte interna de la pierna, luego la pierna por fuera y por atrás, la parte trasera de las rodias causaron especial escalofríos a Carlos, luego esas fabulosas pantorrillas, todo un deleite a la vista, tacto  y paladar y por último pero no menos importantes ese par de talones que daban inicio a un pié grande, robusto con un arco impresionante y unos dedos gruesos y sanitos, un olor a piel y un sabor a gloria, fui tomando los pies y bese su base, lamí su talón y arco para después tomar cada uno de sus dedos y lamerlos, succionarlos, meterlos en mi boca uno a uno sin dejar de repasar el surco entre ellos, Carlos a estas alturas reía, gorgoriteaba, decía palabras a medio pronunciar para volver a moverse en su sitio boca abajo dándome una imagen espectacular de su culo, sus guevos y la cabeza de la verga que estaba tirada hacia atrás.

Carlos se retorcía sintiendo por primera vez que alguien acariciaba sus pies, los besaba y succionaba sus dedos que hasta ese momento no sabía que fueran instrumentos de placer.

De un solo se voltea y me jala bruscamente dejándome sobre él al tiempo que me daba uno de los besos más apasionados que había recibido en mi vida y baya que conocí hombres pero guapos y dispuestos como Carlos ninguno.

Me besaba con lengua, hurgando a lo profundo de mi boca, nuestras lenguas se trenzaban; como solo un par de hombres sabe hacerlo.

No me preguntó y se dedicó a succionar, morder y chupar mis pezones, agarrándome de la espalda y del trasero con la otra mano.

Me apretaba fuerte, el trasero lo recorría con lujuria y empujándome boca abajo me lamió la espalda y bajo, bajo, bajo y bajo hasta llegar a mis nalgas, me mordió suavemente causándome un sobresalto al tiempo que un escalofrío surcó mi espalda; me abrió las nalgas un tanto brusco con desesperación y metió de golpe su boca y su lengua en mi culito que no lo esperaba y que rico es sentir que ese apéndice carrasposo, suave y caliente entra en tus entrañas, traspasando tus esfínter saliendo y volviendo a entrar.

Acto seguido con esa misma lengua subió por mi Columna vertebral hasta llegar a mi nuca donde me volvió a morder como dominándome como un animal salvaje domina a su concubina, jadeando en mi nuca, resoplando tras mis orejas dejando sentir su aliento caliente y húmedo.

Que sensación más excitante, sentir su cuerpo cubierto de una platina delgada de sudor que cubría toda mi espalda y un fierro grueso y caliente entre mis glúteos que lo cubren en su parte baja y sus pelotas envueltas en un saco grande y mullido como su par de ocupantes que se sentían de tamaño gigante.

Sentir esa verga friccionarse en contra de mi culo que cada vez a cada segundo lo necesita dentro de si, estupendo, maravilloso, delicioso sentir carne viva, caliente y dura que poco a poco se va posicionando en ángulo perfecto para comenzar un suave y firme punteo en la entrada de mi culo que no necesita lubricante porque el sudor que envuelve nuestros cuerpos sirve como lubricante inicial para encontrar mi entrada y luego el abundante chorro de precum que sale como grifo abierto y que hace cada vez más resbaladiza la entrada a mi cueva.

Y sentir como la cabeza redondeada y grande, más gruesa que el caño que la sostiene hacer presión en los pliegues de mi culo e ir perdiendo la batalla que libran mis esfínter por un intruso que estoy deseoso de sentir invadiéndome las entrañas.

Uno y hay me retuerzo y dos son los esfínter que ya traspasó esa cabezota; que dolor más sabroso que grosor siento allí, me siento dilatado al máximo, casi como si fuera un puño y no una verga la que tuviera dentro, Carlos se detiene un poco sintiendo como mis esfínter lo aprietan por su hombría y fuerzan por acostumbrarse pero es grueso, es lo más grueso que ha entrado por sus puertas y que calor, compa que pija tan caliente tienes le digo a Carlos y responde: “es lo caliente que me tienes papi” mmmm   comienza a entrar y Yo a sentir que me van ensanchando de a poco porque a medida que entra se hace mas grueso y duro.

No pasa mucho tiempo cuando tengo esas 7 pulgadas de largo por quien sabe cuanto de grueso en mi interior y bien que siento cuando toca mi próstata al pasar porque comenzó un mete y saca lento pero certero, sale casi todo solo deja su cabeza dentro y vuelve a rellenarme todo con su mazo de carne palpitante, si lo siento palpitar en mi interior, me siento que a medida aumenta su ritmo me empala con su tuco de carne que poco a poco me empuja y siento como si me levantase de la cama a cada empellón que recibo, me toma de los hombros y deja que solo su pelvis me roce, sus piernas en medio de las mías que se abren para que seamos uno en esta lucha de placer y gozo que tenemos.

Fueron como 15 minutos de estar así y con una habilidad que solo los expertos del sexo saben ni cuenta me di cuando tenía mis pies puestos en sus hombros, nuestras caras juntas sintiendo como caen en mi pecho las gotas de sudor que emanan de su piel, es fabuloso lo aprieto tomándolo de su culo con fuerza atrayéndolo hacia mi.

Sus pelotas suenan al golpear mis nalgas y ciento como esa columna de carne que es su verga se hace camino fácilmente en mi culo que a sido domado por este hombre salvaje y hermoso.

No quiero cambiar de posición pero me obliga, esta vez de lado con mi pierna en alto y la otra doblada para dejar que se aproxime aún más.

Luego al borde de la cama, dejando caer todo su peso sobre mí y sintiendo que el aire escapa de mis pulmones pero sin querer salir de mi prisión que hace que sienta que me penetra hasta el pulmón que hace que realice la respiración de forma completa porque es tanto el placer que siento que ni se como sobrevivo a el.

Me voltea en la cama como si fuera ligero como una muñeca poniendo mi trasero en pompa y mis rodias al borde tomándome de la cintura y haciendo que sus pesados guevos suenen aún más contra mi perineo, dándome una satisfacción divina al sentirme asido con esas manotas de hombre fuerte y conocedor de lo que hace.

Que mete y saca más salvaje, perdí el conocimiento del tiempo empleado pero no importa espero que dure para siempre este hombre bombeándome y resoplando en mis espaldas.

Sigue papacito, sigue, sigue no pares le digo.

Solo atino a escuchar ah ah ah ah ah ah ah a cada bombeada que me da.

De un solo tirón me pone de espaldas, cara a él, puedo ver su expresión de gozo y saberse dueño de mi, se deja caer de un solo sobre mi pecho con mis piernas rodeándole por la cintura y apretándolo allí para luego bajar y sentir la redondez de sus nalgas en mis talones y marcarle el ritmo que quiero me coja.

Así con mis piernas rodeándole, mis talones en sus nalgas marcando el ritmo siento que su aliento resopla en mi oído y con voz jadeante y suave me dice ME VENGO PAPI, ME VENGO, NO AGUANTO, ME VENGO.

A lo que respondo: Adentro papito te quiero allí, dame duro y vente adentro de mí.

Y sin esperar más una fuerte estocada que penetra aún más mis entrañas es acompañada de un fuerte resoplo en mi oído, tensándose y sudando a mares, sintiendo que sus brazos que me aprisionan me jalan hacia él y un fuerte chorro caliente como lava golpea las paredes de mi intestino que abraza su herramienta que es una braza que bota su esencia vital en chorros de semen caliente y abundante, fueron más y más y más los chorros que tiró en mi, mmmmmmmmm que satisfacción tan grande, sentí que su cuerpo soltó el mío de un abrazo tan fuerte y tenaz que solo quería demostrarme todo lo que le estaba haciendo sentir y que mis esfínter y músculos hacían que mi tripa apretara en intervalos y le soltaran en intervalos más pequeños ese precioso instrumento de hacer el amor que es su verga.

No pude más que sobarle su espalda y palpar con mis talones la sudorosa piel que conforman su bello cuerpo y sentir como se desplomaba sobre mi cual grande es y escuchar un gracias suave y cálido en mis oídos.

Luego se irguió un poco apoyándose en sus codos ofreciéndome un tierno beso para luego recostarse en mi lado boca arriba dejando una de sus manos sobre mi pecho acariciándome poco a poco hacia abajo llegando a mi verga que con solo sentir su contacto me lanzó una corriente fuerte y vibrante a mi cerebro para que con dos ó tres sacudones que recibí lanzara la más abundante lechada que nunca tiré.

Solo nuestras respiraciones normalizándose se escucharon para luego de un tiempo de prudente relajación nos dirigimos al baño y tomamos una ducha de agua tibia en donde pude lavarlo en abundante espuma sazonada con caricias y besos que nos dieron paso a una mamada espectacular.

Ya es noche le dije, ¿Te quedas hoy y descansas, para que no corras peligros en la calle? SI

No hubo más respuestas que un SI mostrándome con una sonrisa deliciosa sus dientes blancos y un par de labios rojos carnosos y deseables.

Fin.

CONTINUARA.

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