En el salón
El salon de clases se convirtió en el salon de amor.
Hola, soy nueva en esto, pero aquí esta una aventura que hace dos meses me pasó.
Fue ahora que estoy en la universidad.
Desde que empezamos la carrera, me gustaba uno de mis compañeros, se llamaba Gerardo, un perfecto espécimen masculino, alto, cuerpo musculoso, cabello negro, piel clara, ojos azules, yo babeaba por él.
Nunca he sido muy lanzada, pero le mandaba una que otra señal de que me gustaba, como una sonrisa pícara, una mirada, si hablaba con él, me mordía los labios, en fin, cosas sin mucha importancia y que la mayoría de los hombres nunca entiende, pero para mi fortuna, él si las entendía.
Para un trabajo, un profesor nos puso en equipos, más bien, en parejas, y por buena suerte, me tocó con Gerardo, estaba feliz.
Ya llevábamos varios días de trabajo, pero íbamos atrasados, un día nos quedamos de acuerdo para trabajar en mi casa, estábamos en mi recámara, trabajando en la computadora, cada uno sentado en una silla, yo estaba escribiendo, y tuvimos varios roces con las manos y los brazos por lo juntos que estábamos.
La confianza iba aumentando, cada vez nos sentíamos más a gusto juntos, otro día en mi casa, estuvimos a punto de darnos un beso, pero lamentablemente, mi hermana entró.
Así estuvimos "jugueteando" todo lo que duró el trabajo, yo era feliz cada que teníamos que trabajar, lo miraba, quería tocarlo, besarlo, prendía algo en mi interior.
Estábamos a unos días de entregar el proyecto, ya habían acabado las clases de ese día, Gerardo me dijo que nos quedáramos en el salón para acabar, y así fue. Todos fueron saliendo, menos nosotros.
Al poco rato, nos dimos cuenta que parecía que éramos los únicos por esa parte de la universidad.
Mi emoción crecía, el estar sola con él, en un salón, atardeciendo, sin gente rondando, hacía más emocionante el momento.
Hablábamos, pero hubo un momento en donde callamos, nos miramos, y por un impulso, juntamos nuestros labios. Así estuvimos unos minutos, boca a boca, primero los besos eran suaves, con un cierto grado de timidez, pero fue pasando, y se volvieron más atrevidos, salvajes, apasionados, Gerardo besaba mi cara, mi cuello, mordía mis lóbulos y regresaba a mi cuello. Yo empezaba a sentirme húmeda, esos besos y caricias me ponían al máximo, también noté que algo empezaba a agrandarse en el pantalón de él.
Ese día iba de negro, camisa, falda y unas calcetas, mi ropa interior también era negra, un bra y una tanga.
Gerardo me besaba y me empezó a acariciar los brazos, la espalda, las piernas, tocó mis senos por encima de la camisa, los apretaba, jalaba mi pezón para pararlo más de lo que ya estaba. Yo no me quise quedar atrás, así que toqué sus piernas y fui subiendo poco a poco hacia su entrepierna, ahí estaba su paquete, caliente, duro.
De mis senos, su mano bajó a mis piernas, la metió por debajo de mi falda, me acarició encima de la tanga, y notó que estaba mojada, lo cual lo prendió más. Con sus dedos hizo a un lado la tanga y los sentí en mi rajita que escurría, la acarició toda, me dijo al oído que le gustaba como se sentía porque estaba depilada, completa, metió un dedo y acarició mi clítoris, mmmmmm, q rico se sentía, así, empezó a masturbarme, un dedo, dos, hacía que toda yo temblara con cada movimiento que hacía.
Estaba tan excitada, le desabroché el cinturón, luego el botón, le bajé el cierre e hice a un lado su boxer, su pene salió de un salto, duro, precioso. Empecé a acariciarlo, estaba caliente, movía mi mano de abajo hacia arriba, él gimió de placer.
Él, con la mano que tenía desocupada, desabrochó mi camisa, hizo hacia arriba mi sostén y acarició mis senos desnudos, los masajeaba, acercó su boca hacia ellos y empezó a besarlos, chuparlos, sin dejar mi rajita.
Lo detuve, me bajé hacía su pene y lo empecé a lamer con la lengua, luego lo metí en mi boca y le hice una mamada memorable, chupaba sus huevos, hasta que también me detuvo, me dijo que todavía no se quería venir y que me tocaba a mi. Me senté de nuevo en la silla y ahora él bajó, me quitó la tanga despacio, metió su cabeza entre mi falda, sentí su lengua por toda mi rajita, la metía, la sacaba, mordía mis labios vaginales, ahhh!!!, era un experto.
Yo ya no podía más, sentí un escalofrío, me temblaban las piernas, le dije que iba a acabar y me contestó que lo quería, así que me vine en su boca. Acabó de tomarse todo, se levantó y se bajó los pantalones y el boxer, me levantó y me subió a una de las mesas, yo ya lo quería dentro de mi, quería que me cogiera ya, y así lo hizo, yo sentada en la mesa, con las piernas abiertas, lo recibí, mmmm, su pene caliente y duro entró en mi vagina, despacio, despacio, luego más rápido, lo tenía todo dentro de mi.
Si, cógeme, más, más- decía yo.
¿Te gusta?- me preguntó él.
Me encanta.
Lo quería sólo para mi, así que le dije que cambiáramos de posición, lo senté en la silla y me monté en él, caballerosamente sostuvo su pene para que lo pudiera acomodar en mi vagina, entró, completo otra vez, mmmmm, me empecé a mover, arriba, abajo, arriba, abajo, mis senos rebotaban en su cara, él los lamía, los besaba, ya no podíamos, nos íbamos a venir casi al mismo tiempo, pero yo le gané, no me pude siquiera levantar y acabé con él adentro, al sentir mi chorro sólo gimió, lo excitó y no se pudo contener, me dijo que se venía, ahora sí me pude levantar bajé hacia su pene, le hice otra mamada y terminó en mi boca, me tragué toda su leche caliente.
Estábamos exhaustos, pero de repente, escuchamos unos pasos, venían subiendo las escaleras, nos vestimos lo más rápido que pudimos y nos hicimos los que estábamos trabajando, abrieron la puerta, era uno de los conserjes, nos miró y nos dijo que ya no podíamos estar en el salón, contestamos que si, que ya habíamos terminado, recogimos nuestras cosas y salimos.
Ya afuera de la universidad, nos abrazamos y nos besamos, me dijo que había sido fabuloso y me acompañó a mi casa.
Desde ese día somos novios, y estamos a punto de acabar la carrera, así que tratamos de tener uno que otro encuentro en el salón, para recordar aquel día.