En el probador (primera vez)
¡Hola de nuevo! Aquí dejo otra de mis experiencias, esta vez en un probador, intentando ser un poco más literaria. Espero que os guste.
Este año, con las ganas de salir acumuladas tras la cuarentena, he ido varias veces de compras con mis amigas. Cuando buscábamos ropa siempre entrábamos en varias tiendas de la ciudad, y en una de ellas siempre había varios dependientes bastante atractivos. Mis amigas y yo siempre lo comentamos cuando vamos, y lo cierto es que llevaba un tiempo teniendo ideas sobre esa tienda: eran dos pisos, el piso de abajo sobre todo para ropa de mujeres y el de arriba casi todo ropa para hombres, aunque con muchos vaqueros unisex de los que me gustan.
Hace unas semanas estaba lloviendo bastante en mi ciudad, y estaba en casa, bastante cachonda, y se me ocurrió una idea de las mías: me gusta mucho tener sexo en lugares arriesgados, y estaba muy excitada.
El plan era este: estaba lloviendo, y probablemente no habría tanta gente que fuera a comprar ese día. A lo mejor en el piso de arriba, donde solían haber dos o tres dependientes, no habría mucha gente y podría satisfacer un poco esa vena exhibicionista que tengo.
Desde que empecé a interesarme por el sexo he estado muy orgullosa de mi cuerpo: creo que soy guapa, con pelo castaño y largo, no soy muy alta (mido 1’60), y, aunque no estoy regordeta ni mucho menos, quizá sí que podría bajar algún kilito en mi cintura. Pero lo que suele llamar la atención de los chicos son mis pechos, muy grandes en comparación con mi altura, y que a veces me complica encontrar sujetadores bonitos de mi talla, y mi culo, que también es bastante grande, aunque me gustaría tonificar un poco.
Esto hace que atraiga bastantes miradas, y me pone muchísimo, así que muy a menudo visto intentando enseñar bastante escote y mostrando las curvas. Esto ha causado bastantes situaciones excitantes, muchas deliberadas, otras no tanto. Y esta vez quería que los dependientes me comieran con los ojos, o incluso que se atrevieran a hacer algo.
Decidí ponerme uno de mis tops más ajustados, de los que uso cuando no quiero llevar sujetador, y unos vaqueros ajustados. Con el top rosado se me marcaban un poco los pezones, lo que me venía genial. Hacía frío, así que me puse un abrigo grueso antes de salir, que también me servía para parecer menos llamativa. Me puse la maldita mascarilla y, como hago siempre en estas escapadas, cogí unos cuantos condones, por si acaso.
Al cabo de un rato llegué a la tienda, nerviosa (siempre me entran los nervios cuando hago cosas así, pero también me excita mucho), y entré. En el piso de abajo había unos pocos clientes, junto con dos guapas dependientas. Con el corazón a mil, dejé el paraguas en el cubo de la entrada, subí al piso de arriba, y me alegré de ver que en ese momento sólo estaban dos dependientes y un chico mirando la ropa. Los tres me miraron cuando subí, aunque no me prestaron mucha atención; iba aún con mi abrigo, y aunque creo que soy guapa tampoco soy de una belleza increíble.
Me quedé por la parte de atrás, alejada de los chicos, fantaseando. Como no me veían desde donde estaban, empecé jugar con mis pechos, acariciándome los pezones a través del top. Aún estaba a tiempo de irme, pero estaba demasiado caliente, y los dos dependientes eran atractivos: me sacaban un par de cabezas, uno guapo con bastante músculo, el otro más delgado, pero también con buen cuerpo.
Estuve un par de minutos jugando con mis tetas mientras hacía como que miraba un mostrador de vaqueros, de espaldas a los chicos, planteándome qué hacer, y cuando vi que el cliente que había visto se ya no estaba, me decidí a actuar. Me quité el abrigo, dejando al aire mi escote, con los pezones que a falta de sujetador parecía que querían atravesar el top. Con el abrigo en una mano y unos vaqueros de la tienda, una talla más pequeños que la mí, en la otra, me dirigí hacia ellos.
En cuanto me acerqué, se quedaron mirando durante un segundo mi escote. En seguida disimularon, pero era evidente que les había sorprendido al quitarme el abrigo.
- ¡Hola! Perdón, ¿dónde están los probadores? – les pregunté. Aunque sabía perfectamente donde estaban los probadores, quería ir enseñando mis encantos.
-Hola, verás, no se pueden usar los probadores, por seguridad, por el virus. – me respondió el musculoso, mientras el otro hacía lo que podía para mirarme el escote sin que me diera cuenta.
Pero ya sabía que estaban cerrados, eso era parte de la gracia. Puse mi mejor cara de niña buena:
-¿Y no puedo entrar solo un momento? -pregunté- Solo voy a probarme los pantalones, y nadie se tiene que dar cuenta de que estoy ahí.
Intenté que se notara mi sonrisa a través de la mascarilla, y me incliné un poco hacia delante sin que se notara mucho, para dejar que vieran un poco mejor mis pechos. Los dos chicos se miraron, hablaron un momento.
-Vale, – dijo el musculoso- tampoco hay más gente, pero tampoco tardes mucho por favor.
-¡Gracias! Será solo un momento. – respondí, y fui hacia la zona de los probadores, que era un pequeño pasillo, apartado del resto de la tienda para dar privacidad. Fui al más alejado, al final del pasillo, dejé el abrigo en frente en un taburete y entré. Mientras iba hacia allí me había asegurado de mover bien el culo al andar, para regalarles una buena vista.
Estaba muy nerviosa, temblando un poco. Me quité mis vaqueros y la mascarilla, y, apoyando una mano en la pared donde estaba el espejo y abriendo las piernas, metí la mano en mis braguitas y empecé a masturbarme. Jugué con mi clítoris, metiendo un par de dedos en mi coñito mientras me imaginaba que los dos dependientes entraban y me empotraban contra la pared. Estaba segura de que me habían violado con la mirada mientras hablaba con ellos, y ahora estarían hablando de mis pechos o de mi culo. Estuve un par de minutos así, nerviosa pero expectante por si decidían acercarse, y al ver que no pasaba nada decidí hacer algo que llevaba pensando desde que había entrado.
Me empecé a poner los vaqueros que había cogido, que evidentemente no entraban porque había cogido una talla menos, y asomé la cabeza por la cortina del probador. Pillé a los dos chicos mirando hacia mí, quizá pensando en por qué tardaba tanto, quizá pensando en entrar a ver si había suerte.
Miré al musculoso, sonriendo:
-Perdona, ¿me puedes ayudar un momento?
El musculoso dijo algo a su compañero y se acercó, pareciendo un poco nervioso. -Claro, ¿qué pasa? - dijo al llegar a la altura de mi probador.
Abrí la cortina, dejando que me viera con los pantalones por las rodillas, y con mis braguitas al aire, ya un poco mojadas.
¿Me ayudas a subirlo un momento? Me está costando un poco.
Ehh claro, te ayudo encantado.
Me di la vuelta, de forma que el chico tenía una perfecta vista de mi culo, y le indiqué que cogiera el pantalón por ahí. Al coger el chico donde le dije noté sus manos en mis nalgas, y tiró hacia arriba conmigo. Pero claro, mi culo por ahí no pasaba ni de broma, y al cabo de unos segundos le dije que parara. Me apoyé en la pared y me quité el pantalón, quedándome solo con el top y las braguitas.
- Creo que tienes que coger una talla más, preciosa. – Dijo riendo, más seguro que antes, quizá porque veía la dirección que estaba tomando la situación.
-Espera, vamos a probar otra cosa. Entra aquí un momento y cierra la cortina y lo probamos. – Le dije, poniéndome de rodillas.
Él cerró la cortina y dejó que le desabrochara el pantalón, sacando su polla, que ya se estaba poniendo dura. Empecé a chuparla con ganas, cubriéndola cuidadosamente con mi saliva, sacándomela de la boca de vez en cuando para masturbarle con mi mano.
Estaba chupando cuando el chico me cogió con firmeza la cabeza y se puso a mover las caderas con fuerza, obligándome a tragar su polla hasta el final. Aguanté, obedientemente, mientras me follaba la boca, notando como entraba y salía de mi boca. Al final no pudo más, y me sujetó la cabeza mientras se corría; noté su rabo moverse dentro, llenándome la garganta con su caliente semen.
Me dejó libre, yo un poco mareada después de eso. El chico me levantó con facilidad, cogiéndome por debajo de los brazos, y me quitó el top. Me apoyé contra el espejo, frío en comparación con mi piel, y dejé que me hiciera lo que quisiera.
Me agarró las tetas, manoseándolas a placer. “Joder que melones, joder.” Dijo, varias veces, mientras jugaba con ellas, chupando con fuerza mis pezones, azotándolas de vez en cuando. Dejé que siguiera, gimiendo, aún un poco atontada. Abrí un poco las piernas, pero parecía que después de correrse ya sólo estaba interesado en mis grandes pechos. Y aunque estaba bien mojadita entre mis piernas, también me estaba encantando como movía y chupaba mis tetas, apretándome entre sus músculos y el espejo.
No sé cuánto tiempo estuvimos así, pero de repente oímos una voz femenina que hablaba con el otro chico, que aún estaba fuera. El musculoso se detuvo, y se puso de nuevo los pantalones. Se arregló el pelo frente al espejo, y me dijo: “Espera aquí un momento puta, ahora vuelvo.” Y salió del probador.
Ya me había despejado, y me enfadé. Me había gustado la experiencia, pero ahora me iba a dejar ahí tirada un rato. Me vestí, arreglándome un poco antes de salir. Me puse la chaqueta y la mascarilla, dejando los vaqueros que había cogido en el probador, y al salir del pasillo no vi al chico musculoso ni a la chica que había oído. El otro chico estaba aún en el mostrador, y me echó una mirada nerviosa, a lo mejor pensando en si podía llevarme también al probador como su amigo.
“Me voy ya, díselo a tu compañero. Si me paso otro día y estáis ya hablamos, ¿vale?” Le dije, guiñándole un ojo. Al bajar vi al chico hablando con otra dependienta (que otro día descubrí que era su novia, que también trabajaba allí, y el tío follándome en el piso de arriba). Cogí el paraguas y me marché, bastante satisfecha, aunque un poco enfadada por quedarme a mitad. Al llegar a casa acabé con mi cuenta con uno de mis juguetes, y el día acabó con otra experiencia interesante que contar.
Y esta es la primera vez que hice algo así en un probador. Más adelante volví, pero eso ya lo contaré en otro relato. Espero que hayáis disfrutado, aunque quizá os moleste que no haya pasado algo más en el probador (me enfadé y me fui, soy así jaja). No os preocupéis, volveré a escribir alguna de mis aventuras pronto. Como siempre, acepto consejos y comentario:, no he escrito todas las conversaciones y he omitido algunos detalles sin importancia, para que fuera más entretenido de leer. ¡Un beso, o lo que queráis!