En el Pirineo
Una ascensión a una cumbre no exenta de sexo.
Soy aficionada a la montaña y me gusta hacer marcha y senderismo por los Pirineos. En una ocasión, haciendo la ascensión al pico Aneto conocí a una pareja de montañeros con los que surgió una aventura.
Para subir al pico Aneto hay que pernoctar en el refugio de La Renclusa, para salir de madrugada con tiempo suficiente para cruzar el glaciar y hacer cima. En el refugio se junta mucha gente y aunque todos se acuestan pronto para poder madrugar, durante la cena se traban amistades en un ambiente siempre muy cordial.
Yo iba con un amigo e hicimos amistad en la cena con estos dos chicos y quedamos para salir por la mañana y hacer la travesía juntos. Así fue, ascendimos el Aneto los cuatro y regresamos todos a Benasque, la población donde nos hospedábamos. Ellos no tenían hospedaje pues iban un poco a la aventura y con poco dinero disponible, así que les invitamos a hacer noche en nuestro apartamento. Los prolegómenos de la fiesta empezaron muy pronto, ya que solo teníamos una ducha y debíamos compartirla, el agua caliente era de depósito y por tanto limitada y no podíamos pasar uno detrás de otro, así que empezamos por compartir nuestra desnudez. No creo necesario explicar que como única mujer era el centro de atención en ese baño. Los roces, unos accidentales y otros a propósito, ayudaron a ir calentando el ambiente. Tengo que aclarar que durante la cena en el refugio y después durante la ascensión habíamos dejado claro que no éramos pareja, que tan solo éramos buenos amigos con sexo ocasional y que no nos guardábamos fidelidad, lo que ayudó mucho para que ellos no se sintiesen cortados a la hora de la ducha. A pesar de todo, en ese momento solo hubo claras muestras de intenciones pero sin que pasase nada. Lo bueno vino después.
Al salir de la ducha, mientras me secaba y me arreglaba el pelo mantuve mi desnudez ante sus ojos, y ellos la suya ante los míos, por lo que pude apreciar con claridad que ambos chicos presentaban una incipiente erección. Me volví hacia ellos y mientras me secaba el pelo les dije algo que no recuerdo con exactitud alusivo a sus erecciones, lo que terminó por disparar la tensión sexual contenida hasta ese momento. No recuerdo muy bien como sucedió, pero ambos acabaron abrazados a mí, besando y acariciando todo mi cuerpo. Mi amigo, que hasta entonces había permanecido un poco al margen, se incorporó al grupo y tomando la iniciativa me llevó al dormitorio, arrastrando irremediablemente a los dos chicos, a los que tenía sujetos con mis manos asidas a sus penes.
Ya en el dormitorio se desató el desenfreno total. Mi cuerpo se convirtió en un auténtico tiovivo por el que iban circulando frenéticamente los tres hombres, de mi mano a mi boca y después a mi sexo, compartiendo entre ellos todas mis posibilidades sexuales. Como me resultaba imposible atender a los tres chicos al mismo tiempo, decidí que fuesen ellos los que me solicitasen en cada momento según sus deseos. Recostada de medio lado, ambos amigos buscaron con sus bocas mi sexo y ano, uno por cada lado, entregando sus lenguas a un juego de húmedas caricias que me despertaron toda la salvaje excitación que da rienda suelta a la fiera insaciable que llevo dentro. En ese punto ya todo es posible porque todo es deseable. Extasiada por el placer que me regalaban, busque ansiosa el sexo de mi amigo que deseaba tener en mi boca. Me encanta llegar al orgasmo con un pene en mi boca. Cuanto más excitada estaba, con más ansia deseaba chupársela, como si necesitase dar placer con la misma intensidad con la que lo recibía. Como la situación iba alcanzado cada vez una mayor excitación, los chicos tuvieron que ponerse sendos preservativos para poder continuar hasta el final, momento en el que aproveche para lubricarme adecuadamente. Llegado ese punto me senté sobre el que estaba tumbado al borde de la cama, dándole mi espalda, e introduje su pene en mi ano lentamente. Debido al extraordinario trabajo bucal previo, había relajado completamente mi esfínter y con la posterior lubricación la penetración resultó suave y deliciosa. Una vez acomodada su compañero se colocó frente a mí y me penetró vaginalmente. Mientras yo cabalgaba analmente, el otro chico clavaba su pene con fuerza tratando de hacerse sitio y compartir con su amigo mis entrañas. Mi boca entretanto daba cumplida cuenta del pene de mi amigo, que excitado por la situación forzaba en lo posible en busca de mi garganta. La posición algo incómoda, me impedía ofrecerme plenamente, aunque esto no fue obstáculo para que ellos me penetrasen desenfrenadamente hasta arrebatarme un monumental orgasmo. Aquello les hizo incrementar su ritmo tratando de obsequiarse a si mismos con el premio del orgasmo. El primero en correrse fue mi amigo, quien descargó en mi boca una de sus generosas corridas, que tuve que tragar entera para evitar derramarla y ensuciar a los chicos. Por poco no coincidió mi orgasmo con su eyaculación, lo que hubiese sido algo maravilloso que me encanta disfrutar. Después se vinieron ellos y por sus gemidos lo hicieron abundantemente, descargando en sendos potentes orgasmos toda la tensión sexual acumulada.
Como buenos caballeros, permitieron que fuese yo la primera en pasar nuevamente por la ducha para aprovechar la poca agua caliente que se había generado.
Después, tras alimentar nuestro estómago con una cena reconstituyente, el cansancio de la montaña, el madrugón y la generosa ración de sexo, nos envolvieron en un reparador y reconfortante sueño.
Al día siguiente ellos continuaron su camino y nosotros nuestras minivacaciones.