En el parque de mi barrio

Dos hombres pasean por el oscuro parque en una calurosa noche de verano.

La noche estaba oscura, no me importaba, caminar por aquel parque me relajaba, la sensación de soledad me producía una serenidad inmensa, no tenia esa sensación de peligro que todos dicen, todo lo contrario.

Sentí que alguien andaba cerca de mí, no quise mirar, tampoco me importaba mucho, quien me iba a hacer nada, se sabía perfectamente que no llevaba nada de valor en las pocas ropas que vestía seguro que no tenía ni pelletero ni nada similar.

Había salido al parque frente a mi casa para recuperar el aliento en esa caluroso día de verano donde habíamos sobre pasado los cuarenta grados, el calor dentro de mi apartamento era asfixiante, con el mismo pantalón corto que andaba por casa y una fina camisa decidí tomar aire fresco caminado por ese parque que durante el día vibraba lleno de niños que jugaban vigilados por sus madres. Podría decir que la zona era tranquila un barrio prospero donde cada cual iba a lo suyo y no se conocían robos ni nada parecido.

En una plaza circundada de castaños y con bancos de hierro decidí sentarme un rato, los jardines habían sido regados no hacia mucho y el frescor se sentía en el ambiente. Cerca de mi vi una figura estilizada masculina que me rondaba, era un hombre también ligero de ropas que paseaba quizás como yo deseoso de aliviar su calor hogareño.

Al estar mas próximo a mi, divisé su figura, era un hombre joven atlético y alto quizás mas alto que yo, iba vestido con un pantalón corto y una camiseta blanca que le marcaba su cuerpo.

Hola buenas noches.

Hola, que tal.

Aquí dando un paseo intentando respirar un poco de aire fresco, es insoportable estar dentro de la casa.

Pues si, dije yo, las casas están que arden.

Estamos en la misma situación.

¿No te da miedo caminar por el parque a estas horas?

NO, para nada, ¿Qué me pueden quitar? Solo llevo lo que ves.

Yo al verte tan decidido he seguido tu huella, no me atrevía a caminar mas adentro por el miedo a que me asaltaran, dijo el hombre, mas adentro es mas fresco y se respira mejor aire por la plantas y árboles recién regadas.

Bueno, si te apetece podemos pasear los dos juntos, no creo que haya nadie ahora por ahí.

Me levanté del banco donde me había sentado hacía un momento y comenzamos a caminar los dos juntos.

Bueno, me presentaré, dije yo. Me llamo Juan, vivo aquí enfrente del parque.

Yo me llamo Jaime, también vivo aquí frente al parque.

Quizás seamos vecinos y nos hemos cruzado alguna vez,

Jaime se quitó la camiseta que llevaba puesta, la verdad que hacia bastante calor, pero a medida que caminábamos hacia el interior del parque se notaba un ligero descenso de la temperatura, el frescor de las plantas su reciente regado se agradecía.

Perdona, espero no te moleste que me haya quitado la camiseta, me encanta esta brisa húmeda que hay por aquí, ¿no notas como ha cambiado la temperatura a medida que nos adentramos en lo mas frondoso del parque?

Pues si que lo noto y es un gustazo, la verdad que no me importa nada que andes sin camiseta, incluso me dan ganas de quitarme mi camisa, respondí yo, quitándome la mía.

Continuamos nuestro paseo , en esa zona el parque se convertía en un frondoso jardín lleno de plantas y flores de todas clases, el olor a tierra mojada y hierba fresca era sumamente agradable, lo que no teníamos previsto ninguno de los dos es que los aspersores automáticos comenzaran a funcionar de repente sin previo aviso, a esas horas lo normal que nadie anduviera por aquel lugar y sin darnos cuenta fuimos mojándonos por completo por efecto de las muchas mangueras que a nuestro paso iban abriéndose para regar todas aquellas plantas. Comenzamos a reír como dos niños pequeños que juegan con el agua y viendo que aquello no tenía ya solución decidimos jugar en medio de aquella lluvia artificial que nos llegaba de improviso.

Nuestros cuerpos estaban chorreando, pero mi acompañante tuvo la genial idea de quitarse sus pantalones cortos y quedarse totalmente desnudo en medio de toda aquella vegetación, yo al verle le imité, su cuerpo era bastante apetecible y me atraía sobre manera, pero no me atrevía a dar ningún paso aun, preferí que el fuese quien llevara la voz cantante.

Jaime reía divertido y danzaba dando vueltas dejando que los chorros mojaran su cuerpo y me agarró de las manos para que le siguiese en su danza acuática que la verdad además de refrescarnos de aquel tedioso calor también era sumamente excitante.

Estábamos como dos niños danzando agarrados de las manos, saltábamos y dábamos vueltas, en algunos momentos nuestros cuerpos se rozaban, otras nos separábamos pero

Volvíamos a encontrarnos y cada vez mas seguido.

Después de largo tiempo jugando tuvimos que parar porque nos faltaba aire, pero nuestras manos continuaban juntas, era un estado por el cual nos veíamos imposibilitados de despegarnos.

Jaime se echó sobre mi, su torso mojado vino a apoyarse sobre el mío y consecuentemente su parte pubica también se rozó con la mía, mi rabo ya mostraba signos de excitación y aparentemente por su grosor también la tenia, tomé un poco la delantera y cargándome de valor besé sus labios suavemente, Jaime no solo no se retiró sino que repitió mi acción y me devolvió el besó pero mas apasionado, besando tiernamente mis labios, a aquello siguió un continuo bombardeo de besos hambrientos, deseosos de sexo, allí en medio de aquel jardín publico los dos desnudos sin pensar en como se encontraban.

El agua no dejaba de caernos en medio de aquella espesura y Jaime bajó suavemente besando cada parte de mi cuerpo que excitado se retorcía de placer mientras el hombre se metía en su boca todo mi nabo, lo chupaba concienzudamente, aplicándole una buena dosis de saliva que hacia mas fácil el mete y saca en su boca.

El placer que recibía de aquel desconocido era maravilloso y deseaba con todo mi ser poder corresponderle de la misma manera, lo atraje hacia arriba , besándole sus preciosos labios y le fui bajando por el torso lamiendo sus duras tetillas , propinándole unos suculentos lengüetazos, baje por la raya que una fina hilera de vello me conducía hasta donde sus tesoro mas deseado por mi me esperaba iniesto y durísimo, la punta de su capullo me invitaba a saborear sus flujos y mi lengua lo probó, mi boca saboreó y se dispuso a propinarle una riquísima mamada en toda regla,

Juan soportó estoicamente las envestidas que le daba mi boca hasta que sentí como de su instrumento comenzaba a salir chorretones de lecha caliente que después de testarla en mi boca me la fui tragando con glotonería.

Tras correrse, el amigo que acababa de conocer me propino una nueva mamada esta vez mas enérgica y loca, saboreando todo mi tronco y lameteando mi glande con ansiedad hasta que me corrí, no sin antes gemir de gusto y él fue saboreando mi néctar templado y denso que le regalé. Tras corrernos nos besamos ávidos de saborear más semen en la boca del otro y así, terminamos nuestro delicioso baño en aquel jardín apartado de todos.

Volvimos caminando muy despacio hacia la salida, antes de llegar nos volvimos a abrazar y nos pusimos los pantalones antes de salir a una zona más luminosa del parque.

Me gustaría que subieras a casa me dijo Jaime, que caminaba agarrándome de la mano como si de dos enamorados nos tratáramos.

Bueno, ¿porque no?, nadie me espera en casa, respondí.

Salimos a la calle, ya con la luz de las farolas y los dos al mirarnos nos reímos al mirarnos a las caras ya viéndolas de manera nítida.

Resulta que a este chico lo veía muchísimo en los alrededores de mi casa y siempre me pareció muy atractivo.

Yo te conocía de antes, dijo Jaime riendo, vivimos cerquísima y te había echado el ojo antes, pero nunca supe como entrarte, siempre ibas muy rápido por la calle cuando me encontraba contigo.

Subimos a su apartamento vivía dos portales mas arriba del mío, éramos vecinos y ahora nos estábamos conociendo mas íntimamente.

Quien sabe quizás de esta noche tan divertida surja algo más importante.