En el olivar
Según me siento en el coche y cierro la puerta nos comemos a besos. Que hambre de deseo!!! Según le siento en mis labios mi coño late y se excita sin remedio. La pasión nos desborda. Por mi parte no sé muy bien cómo volverla toda en él para que se de cuenta de lo que lo deseo pero creo que se da cue
Ha vuelto de vacaciones. Nos necesitamos. Nos deseamos. Piel con piel es lo que nos piden nuestros cuerpos. Pero no tiene más días libres y tiene que empezar a trabajar al día siguiente de llegar, así que me propone que le acompañe, como la última vez.
Pienso en cada detalle al vestirme para él. Para estar en su coche acompañándole en su tarea mientras yo también voy haciendo la mía. Tengo la ventaja que con mi IPad y el teléfono tengo la oficina montada en cualquier sitio.
Puntuales los dos acudimos al punto de encuentro. Él me miró desde lejos. Yo iba montada en unos tacones, una falda de vuelo corta y una camiseta de tirantes que me hace un escote muy bonito. Debajo, un tanga precioso que me había comprado pensando en él. El mismo día me compré más pero cada uno tiene nombre. Veremos a ver si pronto consiguen verlos, cada uno de mis hombres el suyo, de ellos depende. Maquillada, mis labios pintados y contenta de verle allí, observando desde lejos como me acercaba taconeando el asfalto ardiente del mes de agosto en Madrid.
Según me siento en el coche y cierro la puerta nos comemos a besos. Que hambre de deseo!!! Según le siento en mis labios mi coño late y se excita sin remedio. La pasión nos desborda. Por mi parte no sé muy bien cómo volverla toda en él para que se de cuenta de lo que lo deseo pero creo que se da cuenta, y, ademas, a él le pasa lo mismo. Yo si lo siento, siento que me desea y, mucho!
La comunicación es excelente entre nosotros por lo que cuando nos vemos, no haría falta decir mucho. Su mano va al coño directamente mientras conduce. Es hombre multitarea, así que, conduce y es capaz de hacerme llegar al primer orgasmo apenas roza su mano en mi clítoris. Cambio mi expresión, me entrego al deseo, al toqueteo , me entrego a lo que él desea en ese momento que es, darme placer. Uno, dos, tres….voy perdiendo la cuenta. No me interesa contar, me interesa sentir, sentir con todo lo que puedo hacerlo, en cuerpo y alma. Grito, jadeo, suspiro, me desespero del placer recibido...no sé ni dónde me lleva, pierdo la noción del tiempo.
Se chupa los dedos de mi. Saborea esa humedad que ha provocado y que me tiene agitada. Me lleva a comer. Paramos en un restaurante y frente a frente nos sentamos a mirarnos las caras. Me gusta tenerle así. Mirándome a los ojos…. uffff… conversamos. Él tiene problemas y me los cuenta. Le doy mi opinión, aunque de poco le va a servir, creo, pero se desahoga.
Soy muy zorra y me gusta calentar, así que comienzo a insinuarme, a poner cara de puta, muy puta….como de querer comerle la polla allí mismo y él la nota, sabe que cambia algo en mi, cual loba en celo. Debo de lanzar algo al aire que él percibe por que me mira diferente, penetrante, como si realmente le estuviera chupando la polla y el siguiente paso fuera montarme en la mesa y follarme salvajemente. En nuestra imaginación seguro que aparece esa escena, porque pensamos muy parecido, pero la realidad es que estamos rodeados de gente y nosotros tenemos un calentón considerable. Pues, sigue mirando y me pone muy cachonda, penetra en mi con esos ojos y provoca que en mi interior comience a formarse esa bola de placer que termina explotando, que crece grande, grande dentro de mi y que no quiero controlar. Con el tenedor en la mano, mirándole a los ojos, mi vientre sufre espasmos de placer, el orgasmo comienza a notarse ligeramente, tengo que cerrar los ojos para concentrarme en no gritar. No quiero apartar la mirada de él pero es imposible. Que orgasmo!! Brutal, pero luego viene otro mientras masculla entre dientes lo puta que soy y lo que le gusto. Lo siguiente que me dice es lo grande que se le ha puesto la polla de sentirme así de cachonda.
Mis labios rebosan del tanga. Resbala mi raja en la silla del comedor. Levanté mi falda para no mojarla, sin saber muy bien si algo iba a suceder pero tenía claro que cachonda me iba a poner, comer con Jorge es una situación especial que no ocurre muy a menudo y tan solo por ese simple hecho ya habría mojado mi coño más de lo que estaba.
A la hora de pedir la cuenta fui al baño, por un momento pensé que él debía de seguirme. Luego me confesaría que pasó por su cabeza por un momento pero su idea era otra. Cuando salí, estaba en la calle esperando, nos subimos en el coche me dijo que si me había quitado las bragas. Jajajaja, también se me había ocurrido pero no lo había hecho. Ni corta ni perezosa, levanté un poco el culo del asiento, metí mis manos bajo la falda, baje el tanga y me lo quite enseñando como lo guardaba en mi bolso. Creo que eso le puso ya a mil… mil quinientos….
Según introducía la llave en el contacto, metió sus dedos en mi vagina empapada, haciendo que me corriera sin importarme mucho que estuviéramos en el parking todavía y que hubiera movimiento de personas alrededor. Estaba tan cachonda que me daba igual todo y a él también. Me corri en cuanto le sentí . Salió, supongo, rumbo de donde tenía que ir pero dejé de pensar. Metía sus dedos, los sacaba, masajeaba el clitoris, me estaba volviendo loca. Mis piernas totalmente abiertas y una cara de pillo cachondo que me vuelve loca. No sabía cuando empezaba y terminaban mis orgasmos, no paraba de darme placer. Movía las caderas para follarme su mano. Me frotaba, me masturbaba, cuatro dedos estaban dentro de mi, los sacaba para chuparlos y volverlos a meter. Yo, mientras sufría orgasmo tras orgasmo pensaba: que pare en cualquier sitio, me da igual donde, pero que pare y que me folle. Hubo un momento que lo dije en alto: “necesito tu polla, quiero que me folles!!!” Mientras otro orgasmo visitaba mi ser.
Veía como oteaba todas las salidas, caminos, …. todas las opciones y encontró una. Cambio su cara. Ya sabía dónde me iba a llevar a follar. Al olivar. Maniobró, paró a la sombra sin mucho cuidado, no paró el coche. Salió, abrió mi puerta, sacó su polla y me acerqué a chuparla, no mucho, la verdad. Yo tenía ansia de follar y él también.
“Ven aquí”, me dijo. Me tumbe con el coño hacia afuera. Un pie apoyado en el salpicadero y el otro al aire, muy abierta. Me cogió por debajo de mi culo, me colocó y de una entró toda su polla hasta dentro. Folla, follame duro, métemela hasta dentro. Toma polla, me decía, toma polla. Yo me mastubaba el clitoris mientras él me follaba y, de repente se salió. Se iba a correr y seguro que pensaba que era demasiado pronto…….pronto, cariño??? Si llevo 10 minutos corriéndome sin parar….. eso lo pensé en unos segundos. Lo que le dije y con desesperación fue que no la sacara. Follame y echa toda tu leche dentro...uffff….su leche, me da de todo del placer que me provoca.
Así lo hizo, me empotró, duro, metió su polla un par de veces más con ímpetu y ahí tenía su corrida, dentro. Mi clitoris quiso acompañarle y también hizo que alcanzara el climax junto a él, para recibir toda su leche dentro y abrazar su polla para que el placer fuera más intenso.
Nos costó recuperarnos. Mis tacones en el suelo del olivar para recomponerme después fue el punto gracioso del tema. Anda que, en vez de llevar unas zapatillas...jajaja. La salidez que alcanzamos nos hizo perder nociones de espacio y tiempo. Fue realmente salvaje, muy salvaje. Desear sin control….. no se, hacía mucho que no me sucedía. Aunque me temo que por ese motivo y algún otro más, este amante saldrá de mi vida. Va a guardar las distancias, y lo sé, sin lugar a dudas. Los sentimientos asustan y más cuando no se les puede dar toda la rienda suelta que se merecen.