En el ojo del observador

Esto pretende ser una crítica a las decisiones de ciertos jueces que aún viven en el siglo XIX

EN EL OJO DEL OBSERVADOR

Miro a un lado y veo una mujer delgada, casi escuálida, de pechos diminutos pero con los pezones perforando la blusa. No me cuesta trabajo imaginármela desnuda. Pero no me sirve.

Miro a otro lado y veo un ama de casa, formal, seria, rotunda con sus pechos enormes y su nalgatorio desmesurado. Tiene su morbo. Pero tampoco me sirve.

Más allá, una jovencita, llevando el uniforme del colegio, con falda, se agacha a coger algo del suelo y, sin darse cuenta, me muestra sus bragas. Se me pone aún más dura. Pero con ella es imposible.

Y, por fin, veo llegar a quien necesito: una mujer de esas liberadas, que les gusta enseñar su cuerpo, con un top que, además de enseñar su ombligo, tiene un escote que realza sus pechos de manera que casi se salen de la prenda; una minifalda cortísima, sin medias, y apostaría cualquier cosa a que debajo lleva directamente las bragas, o incluso no las lleva

Ella es perfecta. Sí, no hay duda. El juez me absolverá porque "van provocando".