En el metro
Usando a mi sumisa en el metro... cada dia mas placer...
Me levante por la mañana y te mire como dormías, te di un beso para despertarte, tu abriste los ojos y acto seguido te levantaste quedándote de pie delante mio, esperando, las manos a la espalda como tenias aprendido, acercándome pasee mis dedos por tu piel, recorrí tus poros uno a uno, luego quitándome la camiseta te mostré mi polla dura, sin decir mas te arrodillaste y la cogiste con tus labios, tenias prohibido tocarla con tus manos de cerda sin mi permiso y así obedecías.
Lentamente la fuiste lamiendo, primero los huevos suavemente, como a mi me gustaba, para luego ir subiendo por el tronco hasta mi capullo el cual envolvías con tu boca haciéndolo desaparecer y tras el, el resto de la polla clavándola en tu garganta hasta el fondo, cada vez mas profundamente, cada vez mas intensamente, tus labios succionaban cada centímetro de mi virilidad llenándome de sensaciones, eras una magnifica chupapollas y me encantaba mirar como derramabas tus babas por mi sexo, ver como salian por tu boca mojando tus tetas de cerda salida, coloque una mano en tu cabeza y te empuje hacia abajo llenándote de mi, aguante un poco, notando como mi propio cuerpo te impedía respirar y luego te solté, te retiraste casi asfixiada echando espumarajos por la boca, pero no soltaste ninguna queja, te mire la cara roja y llena de saliva que se deslizaba lentamente por tu mandíbula hasta tus pechos y ahí te deje, acerque una mano hasta tu sexo y lo note húmedo, como siempre, como debía estar, como yo quería que estuviera, debías estar siempre húmeda para mi, como la buena zorra que eras, chapoteando entre tus labios consiguiendo arrancar unos ligeros gemidos de placer de tu garganta, era suficiente.
Me incorpore de nuevo y te dije que fueras hasta el lavabo, sin dudarlo te moviste a cuatro patas como la vulgar cerda que eras, una vez en el, te ordene que me la volvieras a chupar, te pusiste de nuevo de rodillas entre la taza del water y yo y comenzaste tu trabajo de chupona experta, concentrándote en la punta, y de repente ocurrió, te ordene que abrieras la boca, y lo hiciste.
Mi orina caliente empezó a llenar tu cuerpo, tu cara, tu boca, pero tu no te moviste un milímetro, ahí te quedaste, con los ojos cerrados y la boca abierta recibiendo mi liquido caliente sin protestar, tragando lo que podías y dejando que el resto resbalara por tu cuerpo llenándote de mi, cuando termine empecé a masturbarme hasta que termine corriéndome sobre tu cara, llenando de semen tu cuerpo ya de por si mojado, al finalizar me metí en la ducha y te ordene que limpiaras todo y te metieras conmigo.
Salimos de la ducha y tu detrás mio con la cabeza bajada me seguiste hasta la habitación, allí elegí un vestido, negro de amplio escote y botones en la falda, como ya era normal en ti solo llevabas medias de liguero y unos zapatos a juego, la ropa interior no existía en la casa, solo algún que otro sujetador todos de balconcillo y unos pares de bragas para cuando tenias la regla, solo esos días lo tenias permitido.
Mientras tu te vestías hice el desayuno, café con leche y unas tostadas, que te puse en tus platos de cerda al lado de la mesa, al terminar salimos de casa.
llegamos al metro, elegí el vagón con mas afluencia de hombres y antes de que el tren abriera sus puertas te ordene que soltaras todos los botones del vestido menos los dos últimos, de esta manera ante cualquier movimiento se veían tus preciosos muslos enfundados en la seda brillante de las medias, y mas arriba tu sexo húmedo y dispuesto, si te quedabas quieta todo parecía en orden.
Deslize una mano por dentro de tu abrigo acariciándote los pechos, jugando con los pezones, poniéndolos duros, quería que estos se marcaran bien en la tela, y tirando de los hombros baje mas el escote, no hacia falta mucho esfuerzo para ver tus tersos pechos colgantes desafiantes, de punta, duros, bellos.
El tren abrió las puertas y todos entramos deprisa, te lleve hasta una esquina del vagón pegada a los cristales y detrás mio, cuando el tren se puso en marcha me di la vuelta y te mire, te ordene que te quitaras el abrigo y la bufanda y te pusieras delante mio, una vez ahí te dije que fueras hasta el grupo de hombres que estaban enfrente tuyo y no te movieras pasara lo que pasara, y por supuesto te pusieras con las piernas abiertas agarrada a la barandilla, desde donde yo estaba te observaba, estabas preciosa, un deseo, mi polla gritaba intentando liberarse, te hubiera follado allí mismo, delante de todos esos hombres, y quizá algún día lo haría.
El movimiento del tren hacia que te fueras rozando sin querer con aquellos desconocidos al mismo tiempo que tu vestido se movía, sabia que lo estabas pasando mal, que te perdías con la mirada al frente, pero al mismo tiempo también sabia que eras feliz porque sabias que lo que te había ordenado me hacia feliz a mi, y tu habías nacido para obedecerme, no tenia otro sentido tu vida que el servirme a mi, el ser mía solo mía, solo para que yo te usara a mis deseos.
En un movimiento brusco del vagón te apoyaste en el hombre que tenias detrás dejando al descubierto uno de tus muslos, cosa que uno de ellos no perdió detalle, no te moviste, apoyada como estabas en el hombre que estaba a tu espalda, su sexo se pegaba a tu culo y desde donde yo estaba poco a poco notaba como iba creciendo lentamente un bulto en su pantalón, tu muslo seguía totalmente expuesto pues el vestido había quedado de lado, pero tu, como buena cerda que eras no hiciste nada para ocultarlo, el hombre no perdía detalle de la visión que le mostrabas y lentamente fue acercándose hasta ti, hasta el, hasta tu piel, para disimuladamente colocar el dorso de su mano sobre tu media, al notar que no hacías nada, que seguías mirando al infinito, el roce fue haciéndose mas intenso, mas audaz.Aprovechando un momento de oscuridad coloco la mano sobre tu muslo medio ocultando su movimiento con su cuerpo, desde donde yo estaba podía contemplar como su mano recorría la parte interna de tu muslo en dirección a tu sexo.
Mientras que el tipo que tenias a tu espalda no perdía detalle de la maniobra y el mismo empezó a tomar partido en el asunto deslizando su mano sobre tu culo, sobandolo, apretándolo con los cinco dedos, mientras frotaba su triste pene sobre tu vestido.
A la izquierda otro tipo estaba observando la escena y lentamente se acerco, casi sin contemplaciones te fue empujando hasta la esquina del vagón y una vez allí, fuera de un exceso de miradas indiscretas deslizo su mano hasta tu sexo, vi como abrías las piernas y te dejabas hacer, ya eran tres manos las que te sobaban sin compasión, una los muslos, otra tu sexo y la tercera tu culo, esta ultima se había metido debajo de tu falda levantándola para poder tener mejor acceso, mientras te palpaba con una mano te frotaba la polla con la otra.
Giraste la cabeza buscándome, y nuestros ojos se encontraron, hice un gesto de asentimiento y vi el brillo de felicidad en tus ojos.
Los tipos seguían tomando posiciones en tu cuerpo, uno de ellos, el que te estaba tocando los muslos también se saco la polla y te la puso en la mano, apenas te dio tiempo a moverla cuando se derramo sobre ella, fue como una estampida, el que estaba detrás también termino sobre tu culo y el ultimo echo su ultima gota en el suelo a tus pies, segundos después el tren se detenía en una estación abriendo sus puertas, tras ellas los tres salieron.
Me acerque hasta ti, y colocándote el abrigo sobre los hombros te di un beso en el cuello y un pañuelo en la mano, en la siguiente estación nos bajamos.
Te cogí de la mano sin mirarte y te lleve hasta los lavabos de caballeros de la misma estación, un tipo que estaba meando se sorprendió y cerrando rápidamente la cremallera salio de ellos.
Te plante delante del espejo y te hice apoyar las manos en el lavabo, subí el vestido hasta la cintura mostrando todo tu culo de cerda salida y de un golpe te la metí, cogiéndome a tus caderas comencé a bombearte sin compasión, a través del espejo podía contemplar como tus pechos se movían a cada envestida, deslice una mano y los libere, entonces contemple tus pezones duros, tu cara de vicio, de placer, nuestros reflejos nos devolvían la mirada.Un cliente entro y se sorprendió al vernos así, tu totalmente mostrada y yo dentro de ti, follándote, pero eso no nos importaba, ese era nuestro momento, y yo no pensaba dejar de poseerte por mas que mirara quien mirara.
Tras terminar salimos a la calle y cogidos de la mano fuimos a tomar un café a una cafetería cerca de la boca del metro.
Estoy orgulloso de ti, cerda mía, has estado magnifica.te susurre al oído
Soy suya mi señor, su placer es mi felicidad.