En el metro de Barcelona

Tenia 18 años recien cumplidos y viajaba todos los días en metro a la hora punta donde un día note algo extraño.

La historia que seguidamente les voy a contar sucedió en mi época juvenil, contaba con 18 años recién cumplidos y realmente no tenía definida mi sexualidad.

Residía en Barcelona en la zona del example, y trabaja en una oficina en la Plaza Cataluña, diariamente cogía el metro para desplazarme aunque solo tenia dos estaciones desde mi casa hasta el trabajo.

Ha esa hora de la mañana iban los vagones muy repletos de gente, y todos intentábamos acceder a ellos como podíamos. La verdad es que te introducían dentro de la plataforma de tal manera que casi no te tocaban los pies al suelo, y de igual manera bajabas en la parada donde habitualmente se hacían los trasbordos que era la Plaza Cataluña.

Lo cierto es que no sé si era queriendo o sin querer te metían mano por todas partes, pero yo en un principio no le daba demasiada importancia, pues siempre pensé que no había espacio lo suficiente como para estar separados. Cierto día se sitúo detrás de mí un hombre de unos 40 años, que en un principio no me percate de su aspecto, pero automáticamente note que algo duro se situaba muy pegado a mí y empecé a intuir que eso no era normal, aunque no tuve demasiado tiempo a pensar, pues solo había dos paradas desde que me montaba hasta llegar a mi destino donde apearme.

Estuve todo el día dándole vueltas a la cabeza, pensando si aquel hombre que estaba detrás de mí me estaba restregando su polla en mi culo, o si era imaginación mía. Esa noche me calenté pensando en lo que había estado pegado a mí, y fue tal mi excitación que me tuve que calmarme con una buena paja, soñando que me estaban palpando distintas manos desde mi culo hasta mi entrepierna. Mientras mi mente se recreaba pensando que mi cuerpo era deseo de muchos. Yo no paraba de pajearme hasta conseguir expulsar el primer chorro de semen que cayo encima de mi pecho, seguido de un resoplido de placer y varios compulsiones que fueron calmándose después de tres o cuatro trallazos más, me limpie con un clinex y me dormir soñando que al día siguiente podría coincidir nuevamente con este hombre que me había echo vibrar y cuya fisonomía desconocía.

Pasaron varios días, y yo siempre hacia la misma ruta y el mismo horario, pero como no tenía ni idea de cómo era esta persona, siempre me encontraba a la expectativa de ver si sucedía algo en el corto trayecto. Mi mirada intentaba localizar la presencia de alguien que me diese alguna señal, pero fueron pasando los días y nada de nada.

Habían trascurrido tantos días que ya se me había olvidado el incidente, así que un día normal y corriente me dispuse a subir al metro con la avalancha habitual de todos los días y a la que se pone en marcha el tren empiezo a notar detrás de mí esa presión que no era lo normal de otros días, y noto algo que va creciendo y endureciéndome, yo inmóvil como un estatua, mi corazón se aceleraba y mi nerviosismo era cada vez mayor.

Sabía que era el momento de aprovechar y ver quien se situaba detrás de mí, intente darme la vuelta para verlo pero estamos tan apretujados que me era imposible, en eso que note un dulce olor a perfume y un cálido aliento en mi cuello y me susurro al oído, si te gusta lo que sientes no te bajes en esta parada, continua el trayecto.

Me quede pensativo un instante pues tenía que tomar una decisión rápida y opte por quedarme, ya que quería conocer la persona que me había calentado tanto en mi anterior encuentro.

Así se lo comunique con un gesto afirmativo con mi cabeza y me mantuve inmóvil en mi situación.

El metro poco a poco fue bajando la gente y el espacio era cada vez más holgado, así que me arme de valor y me di media vuelta para enfrentarme cara a cara con mi hombre desconocido.

Cuando por fin pude ver su cara mi corazón dio un vuelco de alegría, era un hombre de unos 38 años, muy elegante, llevaba un traje a rallas diplomático gris oscuro, una camisa blanca y una corbata de un color naranja quemada, que le daba un aspecto de un ejecutivo agresivo, su pelo era castaño oscuro engominado, su piel un poco bronceada, y sus dientes súper blancos, su estatura era aproximadamente sobre 1,80 y se veía una persona fuerte, que dedica algunas horas al gimnasio, un cielo de hombre a quien nadie en su juicio sabría darle un no por respuesta.

Para cortar un poco la tensión me dirijo a él y le digo.

Hola, me llamo Jaume, y tu

Yo me llamo Joan.

No recuerdo haberte visto antes coger esa línea de metro.

Es que no es un recorrido que yo haga habitualmente, casi siempre voy al trabajo en coche, pero el otro día que me situé detrás de ti (eras tú entonces) fue porque mi vehículo se había estropeado y lo tuve que dejar en el taller, y hoy me ha sucedido lo mismo.

Mira si quieres como esta mañana no tengo demasiado trabajo, anulo unas visitas que tenia previsto hacer y nos vamos a mi apartamento a pasar los dos juntos un buen rato.

Me quede pensativo un instante y no dudando le dije Ok.. así que nos bajamos del vagón en la próxima estación y cambiamos de sentido para ir a su casa.

No tardamos demasiado en llegar a su domicilio, subimos en el ascensor hasta la planta tercera y entramos en un apartamento, que solo entrar se encontraba un salón comedor con una cocina americana y una puerta que daba a su habitación donde se encontraba el cuarto de baño.

Era una estancia pequeña pero con una decoración exquisita y muy acogedora.

Joan tengo que hacer una llamada al trabajo te importa que use tu teléfono.

Ningún problema Jaume, como si estuvieses en tu casa, yo aprovechare para cambiarme de ropa.

Mientras él desapareció del salón, llame a mi jefe para comunicarle que no iría a trabajar ya que había tenido muy mala noche y no me podía levantar.

Al cabo de un rato apareció Joan con un pantalón vaquero tipo pirata y una camiseta blanca ajustada que podía intuir sus pectorales y vientre plano. Que guapo era. , Se acerco a mí y dulcemente me beso en los labios, sin intentar en un principio nada más. Fue un beso muy agradable, tenía unos labios carnosos gruesos y muy sensuales, su aliento era fresco y todo en él me hacia derretirme de pensar que un hombre como él se había fijado en un chaval como yo, que solo tenía a mi favor mi juventud y mi falta de experiencia.

Joan me dejas ir al baño.

Como no esta dentro de mi habitación pero ya te he dicho antes que estas en tu casa.

Me fui a orinar y lavarme las manos, pues con los nervios mi vejiga estaba a reventar. Su habitación tenía una cama enorme con una gran puerta corredera que daba a una pequeña terraza desde donde se divisaba Monjuich.

Estaba terminándome de lavar las manos cuando oigo que Joan me dice desde fuera, quieres tomar algo, ( en mi interior pensaba pues todo tú quiero), no gracias ya he desayunado antes de salir de casa.

Mi falta de experiencia con hombres me hacia muy vulnerable y salí de la habitación con miedo.

Vamos Jaume te noto nervioso, es que no te gusto.

No es eso es que no he tenido demasiadas relaciones.

Bueno no te preocupes, todos hemos pasado por eso, y yo soy muy cariñoso y solo haremos lo que tu quieras hacer.

Se volvió acercar a mí y esta vez su beso fue más intenso, nuestras lenguas se entrelazaban, sus manos fuertes me acariciaban la espalda y me apretaba mis nalgas, poco a poco me fui soltado y empecé acariciar ese cuerpo que se cruzo en mi camino.

Me quito la camisa y me empezó a lamer el cuello, mordisqueándome la oreja, y acariciándome el pecho deteniéndose en mis pezones, que se encontraban erectos como dos flechas. Note que debajo de su pantalón su excitación estaba dando su fruto y que poco a poco se notaba como crecía. No tarde en quitarle la camiseta y pude descubrir que lo que antes había intuido eran cierto, ese pecho bien formado y esos abdominales marcados me volvían loco, mis manos empezaron a palpar como el que se encuentra a oscuras y desea orientarse para ver donde estas situado, yo no dejaba de acariciar ese cuerpo.

La verdad es que yo ya me encontraba fuera de mí, y como aquel que no se da cuenta me había despojado de mi pantalón y bóxer, y estaba totalmente en cueros, con mi polla en su máxima plenitud.

El se quito el pantalón y el slip saltando como un resorte esa polla que me dejo alucinado debido a su tamaño. Calculo unos 20 ó 21 cts. Y muy gruesa.

Los dos abrazados, y acariciándonos no dejábamos de restregar nuestras pollas una contra la otra, como si se tratasen de dos espadas que estuviesen luchando, esperando a ver quien gana la batalla.

Joan me cogió mi polla y la suya con una sola mano empezó a efectuar una doble paja que me hacia poner el bello de punta, notando que su polla y la mía eran una sola, los dos estábamos sudando, sentía la dureza de esa gran herramienta que empezaba a sacar sus jugos y que hacia que su mano resbalase con más facilidad. Mis manos no dejaban de acariciar su espalda y apretar con fuerza sus nalgas duras por esas horas de gimnasio.

Me soltó y se agacho hasta lograr encontrar con su boca mi polla que introduzco en su boca y empezó a chupetear como si de un biberón se tratase, su lengua recorría mi capullo que me hacía estremecer de placer. Nunca antes me habían hecho una felación con tanto arte, que gusto pero a la vez que suplicio, intentaba mantener mi mente en otro lado para conseguir no eyacular tan pronto, pero supe que eso no iba a ser así. Le susurre a Joan me parece que voy a explotar como continúes succionándome de esta manera, será mejor que te retires o te voy ahogar. No te preocupes a mí me encanta la leche bien caliente.

Y así fue al poco rato no me pude resistir y después de un aullido solté el primer chorro de leche que fue a parar al interior de la garganta de mi gran amante que fue engullendo para no derramar ni una gota. Mi cuerpo se fue desencajando por las sacudidas de placer que en cada disparo iba efectuando, era uno de los mejores polvos que hasta la fecha estaba experimentando,

Después de recuperarme del éxtasis de placer, era la hora de recompensar a mi nuevo amigo, y quería pagar con la misma moneda.

Me agache y empecé a recordar como me la habían chupado, y así empecé a lamer ese cucurucho de fresa con nata que el destino me había puesto en mi boca, y chupa que te chupa, esa sensación era tan placentera tanto para el como para mí, ya que lo note por los movimientos de cadera que iban acompañando la follada de boca que me estaban haciendo.

Su ritmo se acelero y eso anunciaba el inminente estallido que se acercaba, y así fue de repente se endurece y empieza a salir disparado el primero, segundo, tercero, no dando abasto para tragar y resbalándome por la comisura de mi boca la cantidad que no pude engullir. Joan estaba descontrolado, sus espasmos le hacían temblar de placer y su respiración acelerada demostraba el final de la gran mamada.

Después de unos instantes de relajación, nos fundimos en un abrazo y fuerte beso, y nos dirigimos a la ducha para continuar experimentando nuevas sensaciones. Pero eso será otro relato.