En el matrimonio de mi primo vaya que hubo fiesta

Chupaba, mamaba, lamia, me la insertaba hasta la campanilla… y así estaba yo mamando de esa deliciosa verga cuando me agarró con ambas manos por la cabeza y empezó a follarme la boca, ¡Dios! ese hombre si sabía cómo volverme loca.

Me encontraba en el centro del templo escuchando vagamente las palabras del sacerdote y esperando que por fin se dijera: puede besar a la novia, para salir de ahí y estirar las piernas. Sin embargo, aún faltaba bastante y apenas se estaba formando la fila para dar la comunión, (Con lo mal que se me da esta parte, algunos me comprenderán, ya saben lo delicioso que es la fornicación…. No obstante, es considerado pecado).

Bueno, ¡regresando a la historia! Me encontraba en una banca aguardando el esperado momento cuando me puse a mirar la fila que se estaba formando y… ¡vaya sorpresa! Caray se puso interesante la boda, ahí en la fila, justo a unos metros delante de mí se encontraba un chico guapo de unos veintitantos años, iba bien vestido, con traje y corbata típica de la “formalidad de las bodas”, sin embargo, eso no fue lo que llamo mi atención, sino su estilo, pues iba lejos de lo típico, llevaba unas gafas grandes de pasta color negro y un aro en cada lóbulo de la oreja.

Generalmente no me gustan los chicos con pendiente, pero en este… ¡vaya que se veían sexy! Desde ese momento no pude concentrarme en algo más que en buscar con la mirada al chico guapo entre las bancas, no pude quitarle más la vista de encima, me lo comía con los ojos. De pronto hubo un gran tumulto de gente por todo lado y muchas voces, ¡la boda había terminado!, sí que se había pasado rápido el tiempo… claro, con tal distracción ¿Cómo no?

Cuando salí del templo lo encontré justo enfrente de mí, sentí un escalofrió recorriendo mi espina dorsal. En ese momento mi tía empezó a parlotear conmigo, pero con el rabillo del ojo seguía pendiente de él y vi que me miraba fijamente de arriba abajo. Inicialmente me había sentido avergonzada por lo corto del vestido, pero en ese momento me encantó que fuera así, pues el chico me reparaba y se fijaba detenidamente en mis piernas, mi cintura y mis pechos (Que cabe destacar, no están nada mal).

Tuvimos que desplazarnos al sitio de la fiesta. Al bajar del coche y empezar a ir en dirección a la entrada principal, casi me da un paro al corazón, el chico venia de frente y sus ojos se encontraron con los míos. Estaba claro que la atracción era mutua. Entré, me acomode en la mesa y me alegré cuando vi que el chico se encontraba ubicado en una dirección en la que lo podía estar mirando cuanto quisiera sin ser indiscreta.

Estaba haciendo conversación con mi familia, volteé hacia donde estaba el chico y ¡Nada!, rápidamente recorrí todas las mesas y seguía sin encontrarlo, hasta que lo vi en la pista de baile con una chica guapa, sentí una punzada de celos, envidia e impotencia. Tenia que hacer algo, me lo estaban quitando, ¡justo en frente de mis ojos!, o a lo mejor era su novia, ¡no podía ser!, lo vi solo cuando estábamos en el templo. Tal vez era familia, sí, tenia que ser eso por favor.

Y ahí estaba yo, invadida de la frustración viéndolo divertirse con ella, cuando él se apartó y se dirigió al baño. Tenía que aprovechar, no podía dejar pasar la oportunidad de al menos intercambiar algunas palabras con él. Pero no logré llegar a tiempo, la inoportuna de mi prima me arrastró en la dirección opuesta, pues había llegado el momento de atrapar el ramo de la novia.

Claramente debido a mi falta de agilidad no lo pude atrapar, tampoco es que me importara mucho hacerlo. En seguida se formó un gran grupo de personas a mi alrededor para ver como mi primo hurgaba bajo el vestido de la novia para quitarle la linga. Y entonces sentí como alguien me agarraba por la cintura, sobresaltada giré a ver y me encontré con su intensa mirada, al mismo tiempo que sentí como su mano bajaba hasta mi trasero para acariciarlo y una gran excitación se apoderó de mí. Pero una vez más me decepcioné al ver como se alejaba junto con los demás hombres para atrapar la linga que mi primo exhibía triunfante.

Después de todo el jaleo recorrí con la vista el lugar y lo encontré observándome desde una esquina del salón. En ese momento me hizo una seña invitándome a seguirlo hacia la salida. Tras lo cual recorrí la distancia a toda prisa. Al salir del salón observé como se dirigía hacia el parqueadero, por lo que lo seguí de cerca en silencio, sintiendo mi corazón desbocado de los nervios y la anticipación.

Cuando llegamos a una zona donde casi no había luz se detuvo y recostó en un coche, al llegar junto a él sonrió y mirándome fijamente con una mirada seductora acarició mi mejilla diciendo: Que empiece la travesura. Tras eso se inclinó y me beso suavemente, luego fue mas brusco y el beso tierno se transformó en uno apasionado. Waoo, mi entrepierna sí que notó el cambio, estaba empapada y ardiendo. Sin dejar de besarme colocó una mano en mi cintura, me acercó y volteándose me empujó contra el coche, empezándose a pegar a mí. Subió su mano y acarició mi pecho, rodeando el pezón con el dedo… yo jadeaba.

Luego me giró, y quedando yo de espaldas empezó a restregar su duro paquete entre mis nalgas, mientras que con sus manos hacia maravillas en mis pezones y me besaba el cuello y mordía el lóbulo de mi oreja izquierda. Yo estaba ardiendo por lo que me volví rápidamente y lo besé agarrándolo por la cabeza y metiendo a mas no poder mi lengua en su boca. Mientras el me correspondía con esa lengua traviesa haciéndome mojar aún más.

De pronto escuché el inconfundible sonido de la cremallera de su bragueta y sentí su duro miembro presionando contra mi vientre. Me dejó de besar pidiéndome que me arrodillara a hacerle una mamada. No pude más que bajar y ensartarme su tranca en la boca, que para mi sorpresa era una de las trancas más grandes y gordas que he visto hasta el momento. ¡Justo como me la recomendó el médico!

Chupaba, mamaba, lamia, me la insertaba hasta la campanilla… y así estaba yo mamando de esa deliciosa verga cuando me agarró con ambas manos por la cabeza y empezó a follarme la boca, ¡Dios! ese hombre si sabía cómo volverme loca, en ese momento no había más para mí que esa polla entrando y saliendo de mi garganta, atragantándome y dejándome sin respiración. ¡Ufff que placer! Cuando de pronto se detuvo, me puso en pie, metió la lengua en mi boca mientras levantaba mi vestido, me corría las bragas y ensartaba dos dedos en mi conchita, ¡Ufff!, los metía y los saca a un ritmo acelerado, estaba a punto de correrme cuando se detuvo.

Se arrodilló, bajó mis bragas y metió la cabeza por debajo del vestido, pasando su lengua por mi excitado clítoris, ¡casi reviento en ese momento!, abrí las piernas y empezó a pasar su rica lengua por mi conchita, lamiendo de arriba abajo; mordisqueándome el clítoris y metiéndome la lengua, por no decir follandome con su lengua. No aguanté más y lo aferré por la cabeza, follandole la cara, restregándole todo mi chochito en su carita. Él no dejaba de lamer y de pronto mordió mi clítoris, no aguante más, me corrí como loca, gimiendo y balbuceando una serie de incoherencias.

Se levantó y dijo: Mi turno. Me apoyó contra el auto y con un movimiento rápido me penetró con fuerza, a pesar de la excesiva lubricación me causó algo de dolor debido a su gran tamaño, sin embargo, tras las primeras envestidas mi cuerpo se fue moldeando y el dolor se transformó en placer haciéndome gemir como una perra, entraba y salía, follandome duro hasta el fondo. Yo estaba a punto otra vez. Comencé a mover las caderas más rápido hasta empezar casi a convulsionar con un nuevo orgasmo. En ese momento con un gruñido de satisfacción me entregó varios chorros de su rica leche.

Tras unos segundos salió de mí y con una sonrisa empezó a guardar su paquete y recomponer sus ropas. Por mi parte empecé a hacer lo mismo, intentando ponerme mis braguitas y que estas sirvieran como compresa hasta poder llegar al baño y limpiarme, sin embargo, ya estaba empezando a sentir su lechita escurriendo de mi interior. Intercambiamos nuestros números telefónicos y regresamos a la fiesta esperando que nadie reparara en nuestra ausencia.

Mi prima al verme se acercó y preguntó a que se debía mi gran sonrisa, a lo que no pude más que responder que me había estado divirtiendo a lo grande, claro ella asumía que se debía al ambiente de la fiesta.

Querido lector, este es mi primer relato, espero sea de tu grado. Tras más de tres años de haberlo escrito al fin me decidí a publicarlo. Por favor déjame tus comentarios para saber si te ha gustado o bien tus recomendaciones para seguir mejorando. Besos.