En el lavabo del tren
Estando yo dentro... entro un extraño
El último tren. Casi lo pierdo, corriendo y con unas ganas de mear considerables. Suerte que conseguí entrar en el último tren cuando prácticamente se cerraban las puertas.
El lavabo. Abierto, gracias a dios. A veces lo cierran en el último viaje... prefiero no pensar en como llega al final de la línea. Entro, que estrecho que son la ostia. Casi hay que salir antes de entrar.
Cinturon, me desabrocho el tejano. Me la saco, algo morcillona, y los huevos. Y ahhhh. Que gustazo poder vaciar. La taza no es que esté muy limpia, comienzo a jugar apuntando el chorro por la suciedad que hay pegada en la taza. Como un niño pequeño... si es que.
El chorro comienza a perder presión... cuando alguien entra en el reducido lavabo. Mierda, no he cerrado la puerta con las prisas. Es un chico joven. ¿Como consigue cerrar la puerta con los dos dentro?
Y ahí estamos. Yo sin saber que hacer, sin poder parar el chorror y el tio mirando. Joder, de morcillona se me ha pasado a bien dura en menos de lo que canta un gallo. Casi acabo meando fuera. ¿alguien ha intentado mear dentro de la taza de un tren en marcha y la polla mirando al techo? Yo no hasta entonces, y os aseguro que no es fácil.
-¿Te importa? O es que además de mirar quieres sacudirmela.-Haver si el tio se larga y puedo al menos sacudirmela tranquilo
Pero no. Me la coge por el rabo, suavemente. Y comienza a sacudirme la polla. ¿Será que no conoce la palabra ironia? Poco a poco, de forma ¿expectante para ver como responde?. Aparto mi mano, para pueda cogermela mejor. Ahora sí, me sostiene la polla y acompaña las últimas gotas de meo. Recreandose.
-Es importante dejarla limpia, después de utilizarla. ¿sabes?-Lo dice con un tono que deja claro que hay segundas intenciones
-Si, tienes razón.- respondo, con curiosidad para ver hasta donde llega
Se agacha y con la lengua acaría el prepucio. Parece que el cabrón esté recogiendo las gotas que aún hay pegadas. Viendo las espectativas, me giro un poco, para que le sea más fácil. Sus manos en mi cintura recorren el tejano, donde la espalda pierde su nombre se introducen... bajando mis pantalones hasta mis rodillas, Sus manos acompañan el descenso de pantalones y boxer hasta las rodillas. Me soba a placer nalgas y piernas. Mientras tanto lame mi tronco como si fuera un flautin... y vuelve a subi las manos. Desde las rodillas hasta las nalgas, donde se quedan. ¿Será que tiene miedo de que le quite el biberón? Del tronco pasa a los huevos sorviendo uno y luego el otro. Mientras que con la lengua va jugando con el escroto. Joder, este tio ha mamado más pollas que yo calipos.
-Ocupado.- Casi no puedo decir esa palabra cuando pican a la puerta. Me está dejando sin aire el muy cabrón
El meñique, el meñique de la mano izquierda comienza a jugar con mi ojete. No tengo experiencia, pero me ha encendido tanto que le dejo hacer. Total es el meñique... no es muy gordo que digamos. Su mano derecha ahora está en su polla, se está pajeando a placer mientras vuelve a tragarse la mia. Con el traqueteo del tren a veces parece ser que sea yo quien le folle por la boca a pesar de que yo sólo me dejo hacer.
Son dos paradas de mamada. Al final no puedo aguantar más...
-Me corroooo, yaaaa.-
Hago el además de separarme, y... su segunda mano asciende a mis nalgas. Como si un cepo se tratase. Está claro de donde lo quiere... y a mi no me importa oye. Los chorros acaban todos dentro de su boca. Los labrios recorren mi tronco al separarse, y con una sonrisa en los labios y algo más acaba escupiendo mi zumo en la taza. Juraría que yo he lanzado más de lo que ha escupido. Luego me la limpia, de forma efectiva... son su lengua.
-¿Tienes gomas? Aún la tienes morcillona.
Lo siento tio, no tengo encima.
-Lástima, tu te lo pierdes tio-pues va a ser que sí, pienso yo- Espera, voy a desfogarme yo también.
Dicho y hecho, acaba su paja, también en la taza del vater. Durante unos minutos veo como se pajea, aumentando el ritmo. Y yo quieto como una estatua, sin saber si echarle una mano, mirar al techo, aplaudir o seguir sin hacer nada. Acaba corriendose, también en la taza. Menuda pinta tiene el interior, mi meo y la lefa de ambos.
Después de correrse se la vuelve a meter en los pantalones, y con un hasta otra me deja en el lavabo.
La próxima vez que coja el tren me llevaré gomas fijo